/ martes 18 de septiembre de 2018

Tienen 68 y 78 años, perdieron su vivienda en el terremoto y la ayuda jamás les llegó | A un año del 19S

"A nosotros no nos han querido dar la ayuda desde que empezó el censo, nada más a otros muchachos, unos que no son ni de por aquí y les hicieron su casa"

Deambulando por las calles, sentados en lo que era el Palacio auxiliar y escuchando misa a las afueras de una iglesia en proceso de reconstrucción, es como pasan sus días el matrimonio de Gregorio y María, dos adultos enfermos de 68 y 78 años de edad que perdieron su vivienda por el terremoto y que tuvieron que esperar un año para recibir un pequeño cuarto en donde poder vivir, cuya edificación corrió a cargo de las autoridades auxiliares y de la población.

El matrimonio, que no tiene hijos en común, es conocido entre los habitantes de Pilcaya, por las autoridades eclesiásticas y auxiliares. No se meten en problemas. Caminan lento, sin rumbo fijo, pero siempre juntos.

Foto: Bibiana Díaz

Los familiares de don Gregorio prácticamente les dieron la espalda después de haber perdido su hogar, pues bajo el argumento de que ya no hay cupo para ellos, su hermano les ha impedido que se queden en su hogar.

Esta persona, que regresó de Estados Unidos hace cinco años, solamente les permitió instalar una pequeña casa de campaña que les regaló el gobierno de China, visiblemente desgasta, sin ventilación y que incluso es arrastrada por el agua cuando se presentan fuertes precipitaciones pluviales.

En este hogar de plástico de color azul solamente tienen su cama, una mesa de madera y ropa tirada y amontonada en el piso. Sus necesidades fisiológicas las tienen que realizar en el campo que rodea su improvisada morada.

Sin argumento alguno, su petición para ser incluidos entre los beneficiarios para que su vivienda fuera reconstruida, fue rechazada.

Foto: Bibiana Díaz

No obstante, los pobladores y los fieles católicos no son indiferentes a esta situación, por lo que entre ambas partes construyeron un pequeño cuarto, de aproximadamente tres metros de largo por tres metros de ancho, el cual recientemente les fue entregado.

Este lugar tiene techo de lámina y está ubicado a un costado de otro cuarto de las mismas características que será ocupado como la cárcel de Pilcaya pues la que había y que estaba en el palacio auxiliar, quedó severamente dañada.

Una vez que se instalen en este lugar, los pobladores se encargarán de su alimentación diaria al llevarse los alimentos con los que los puedan apoyar.

Deambulando por las calles, sentados en lo que era el Palacio auxiliar y escuchando misa a las afueras de una iglesia en proceso de reconstrucción, es como pasan sus días el matrimonio de Gregorio y María, dos adultos enfermos de 68 y 78 años de edad que perdieron su vivienda por el terremoto y que tuvieron que esperar un año para recibir un pequeño cuarto en donde poder vivir, cuya edificación corrió a cargo de las autoridades auxiliares y de la población.

El matrimonio, que no tiene hijos en común, es conocido entre los habitantes de Pilcaya, por las autoridades eclesiásticas y auxiliares. No se meten en problemas. Caminan lento, sin rumbo fijo, pero siempre juntos.

Foto: Bibiana Díaz

Los familiares de don Gregorio prácticamente les dieron la espalda después de haber perdido su hogar, pues bajo el argumento de que ya no hay cupo para ellos, su hermano les ha impedido que se queden en su hogar.

Esta persona, que regresó de Estados Unidos hace cinco años, solamente les permitió instalar una pequeña casa de campaña que les regaló el gobierno de China, visiblemente desgasta, sin ventilación y que incluso es arrastrada por el agua cuando se presentan fuertes precipitaciones pluviales.

En este hogar de plástico de color azul solamente tienen su cama, una mesa de madera y ropa tirada y amontonada en el piso. Sus necesidades fisiológicas las tienen que realizar en el campo que rodea su improvisada morada.

Sin argumento alguno, su petición para ser incluidos entre los beneficiarios para que su vivienda fuera reconstruida, fue rechazada.

Foto: Bibiana Díaz

No obstante, los pobladores y los fieles católicos no son indiferentes a esta situación, por lo que entre ambas partes construyeron un pequeño cuarto, de aproximadamente tres metros de largo por tres metros de ancho, el cual recientemente les fue entregado.

Este lugar tiene techo de lámina y está ubicado a un costado de otro cuarto de las mismas características que será ocupado como la cárcel de Pilcaya pues la que había y que estaba en el palacio auxiliar, quedó severamente dañada.

Una vez que se instalen en este lugar, los pobladores se encargarán de su alimentación diaria al llevarse los alimentos con los que los puedan apoyar.

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