Satisfecha con la vida que ha llevado se dijo Blanca EstelaMoreno a quien la independencia ha regido desde los siete años deedad cuando al fallecer su padre, su madre tuvo que comenzar atrabajar, por lo que ella tuvo que hacerse cargo de su hermanito deun año de edad y luego, de adulta, pasó lo mismo con sus treshijos.
La vida para Blanca, maestra de zumba en la Casa del Abue, fuemuy complicada desde la niñez. Nació en San Luis Potosí y ahíhizo su vida hasta su juventud, luego de criar a su hermano. Sibien esta fue una responsabilidad muy grande para una niña,también fue la pauta para descubrir la independencia y valorarlacomo tal.
De joven, alrededor de 20 años de edad, viajó con una tía ala Ciudad de México con la intención de convertirse ensobrecargo. Su sueño comenzó a materializarse cuando fuecontratada en Mexicana de Aviación en el área de venta deboletos, pero justo en ese momento su madre se enfermó y tuvo quecorrer a su lado a Puebla.
Hizo a un lado su sueño pero encontró, tal vez, algo mejor: elamor. A los 22 años de edad contrajo nupcias y luego tuvo treshijos, quienes se convirtieron en su más grande ilusión. Auncuando fue madre de familia y esposa no dejó de trabajar, por elcontrario, dedicó varios años de su vida a laborar en un banco ypor mucho tiempo fue completamente feliz.
Pero pronto se enfrentó a otro obstáculo en la vida, cuando suesposo falleció dejándola a punto de cumplir los 40 años de edady con sus tres hijos siendo apenas unos adolescentes, por lo que laresponsabilidad la alcanzó nuevamente y tuvo que hacerse valer desu independencia para salir adelante y cubrir todas las necesidadesde sus hijos.
Como parte de este trago amargo su cuerpo también le pasó lafactura pues muy joven desarrolló diabetes, pero esto no logróque ese echara para atrás, pues sobre sus hombros cargó el futurode sus hijos.
Sola de nuevo, pero positiva y valiente, emprendió una nuevaaventura. Lo primero fue buscar un trabajo y se especializó enmuchas labores, primero fue niñera, luego chofer particular,vendedora en cambaceo, vendedora de autos y hasta enfermera.
Con esos trabajos logró sacar adelante a sus hijos. Pero eléxito lo alcanzó cuando entró a trabajar a una empresa deventa de tanques de gas, a donde llegó por casualidad, puesresulta que a su próximo jefe, en ese entonces, le intentó venderun producto y esa resultó ser parte de una entrevista de trabajo ala que asistió sin pedirlo ni pensarlo.
Poco a poco su situación económica comenzó a cambiar y sus habilidades se desarrollaron cada vez más y ahí trabajó hastaque sus hijos crecieron, mismos que se convirtieron en ingenieros,dos, y en licenciado, otro de ellos.
“Yo no formé machos, formé tres hombres”, son las palabrascon las que se refiere a sus hijos, ahora adultos, esposos, padresde familia y trabajadores.
Luego de lograr la realización de sus hijos, aseveró quevaloró todavía más su independencia, pues se dio cuenta de queno necesitó a nadie para salir adelante y mucho menos para serfeliz. Es más, en un par de ocasiones, ya viuda, tuvo laoportunidad de encontrar el amor y hasta casarse otra vez, pero senegó a hacerlo al valorar más su soledad.
“No dependo de algo o de alguien para ser feliz”, dijo altiempo de asegurar que se siente completamente realizada por llegarhasta los 68 años de edad, íntegra, feliz, independiente y con lacerteza de que ella es un ejemplo de vida para las mujeres.
Sus metas en la vida todavía no terminan, a pesar de que ya notiene responsabilidades, resulta que uno de sus deseos es ayudar aque las personas de la tercera edad se sientan estimuladas yempoderadas, pues aseguró que esta etapa de la vida es una de lasmás difíciles por todo lo que dejan atrás, pero también es unaoportunidad para que se aprendan a querer y a valorar.
Por eso es que se desempeña como maestra en la Casa del Abue,donde tiene la oportunidad de estar cerca de otros y hasta decompartir sus experiencia buscando, precisamente eso, enseñar aotros a disfrutar de su independencia.
[caption id="attachment_678882" align="aligncenter" width="600"]Foto: Sandro Franco[/caption]