/ martes 9 de julio de 2024

El PAN y las batallas culturales

Fabián García Sifuentes

“La apuesta por la transformación política encuentra su mayor aliado en el campo de lo cultural. Si no se da la batalla cultural, se puede perder la batalla política” -Carlos Monsiváis

Sé que a Carlos Monsiváis no le gustaría que un panucho como yo utilice una frase suya, pero sucede que me resulta tan concluyente como orientadora, ni modos.

El dos de junio una visión política se impuso, pero también una cultural, parafraseando a Ortega y Gasset la cultura “es la acumulación de técnicas y artefactos que permiten al hombre enfrentarse con los problemas de la vida durante un período histórico determinado”, por eso, la victoria de Morena también se explica en lo cultural, pues fueron capaces de explicar la realidad a los sectores (no a todos) que viven en la incertidumbre y ofrecer soluciones que temporales o no, resultan atractivas.

Acción Nacional no fue un partido provocado desde el poder, sino una provocación al poder, la inmutabilidad del régimen dependía de una disciplina cerrada que esquivaba o censuraba a las y a los mejores de su época, la autocensura, por lo tanto, fue la primera regla no escrita para estar en el sistema.

Los panistas nacimos disidentes, somos herederos de mentes independientes que estuvieron dispuestas a combatir la cultura de la totalización con ideas, programa y quizás lo más importante, la visión de legar una obra política perdurable en el tiempo. Por eso, esperar unanimidad en una institución diseñada para el disenso es síntoma de que comenzamos a padecer la enfermedad endémica del PRI y mutada en Morena: la peste autoritaria.

El PRI implosionó en 1988 cuando no supo y no quiso aspirar a la legitimidad, hoy que constatamos su ocaso reafirmamos que no fue pensado como una organización para coexistir en un sistema de partidos, mucho menos para radicar al margen del presupuesto. El PAN en cambio, se afirmó en la sociedad y en la soledad presupuestal, debido a las luchas por los derechos político – electorales, lamentablemente después de eso, nada pasó.

Las batallas culturales de nuestro tiempo son otras, la realidad nos obliga pensar de forma innegable e impostergable en el cambio climático y sus consecuencias; en la degradación de los derechos laborales de las nuevas generaciones o en la presencia de colectivos que actúan donde el Estado se ausenta: las madres buscadoras, los grupos feministas y las autodefensas, por mencionar algunos.

El PAN por muy loable que sea su historia, no se debe conformar ni confirmar solamente a partir de una lucha, la sociedad nos ha superado, y hoy ya se cuestiona la viabilidad de instituciones democráticas que a la luz de narrativas pendencieras lucen anticuadas o en el peor de los casos, corruptas, como el Poder Judicial.

Nos han relegado del debate público porque los problemas del momento resultan ser más rápidos que nuestra capacidad para comprenderlos, por eso, debemos con urgencia ser receptivos hasta con las opiniones más retadoras, dar golpe de timón, y:

1.Modernizar los principios de doctrina, nuestra última actualización data del 2002;

2.Privilegiar procesos internos democráticos, alejarnos de tentaciones autoritarias;

3.Poner a disposición de la sociedad todos los recursos materiales y humanos de los que dispone el partido para acompañar las causas que la sociedad demanda; y,

4.Renovar cuadros políticos, tenemos personajes que llevan ocupado tantos puestos como una generación entera.

No es la primera vez que perdemos una elección, pero es un hecho que llevamos poco más de veinte años disminuyéndonos, la derrota es una oportunidad para evolucionar, pero también es otra para mirarnos el ombligo y simplemente implosionar.

@Fabian_Sif

Fabián García Sifuentes

“La apuesta por la transformación política encuentra su mayor aliado en el campo de lo cultural. Si no se da la batalla cultural, se puede perder la batalla política” -Carlos Monsiváis

Sé que a Carlos Monsiváis no le gustaría que un panucho como yo utilice una frase suya, pero sucede que me resulta tan concluyente como orientadora, ni modos.

El dos de junio una visión política se impuso, pero también una cultural, parafraseando a Ortega y Gasset la cultura “es la acumulación de técnicas y artefactos que permiten al hombre enfrentarse con los problemas de la vida durante un período histórico determinado”, por eso, la victoria de Morena también se explica en lo cultural, pues fueron capaces de explicar la realidad a los sectores (no a todos) que viven en la incertidumbre y ofrecer soluciones que temporales o no, resultan atractivas.

Acción Nacional no fue un partido provocado desde el poder, sino una provocación al poder, la inmutabilidad del régimen dependía de una disciplina cerrada que esquivaba o censuraba a las y a los mejores de su época, la autocensura, por lo tanto, fue la primera regla no escrita para estar en el sistema.

Los panistas nacimos disidentes, somos herederos de mentes independientes que estuvieron dispuestas a combatir la cultura de la totalización con ideas, programa y quizás lo más importante, la visión de legar una obra política perdurable en el tiempo. Por eso, esperar unanimidad en una institución diseñada para el disenso es síntoma de que comenzamos a padecer la enfermedad endémica del PRI y mutada en Morena: la peste autoritaria.

El PRI implosionó en 1988 cuando no supo y no quiso aspirar a la legitimidad, hoy que constatamos su ocaso reafirmamos que no fue pensado como una organización para coexistir en un sistema de partidos, mucho menos para radicar al margen del presupuesto. El PAN en cambio, se afirmó en la sociedad y en la soledad presupuestal, debido a las luchas por los derechos político – electorales, lamentablemente después de eso, nada pasó.

Las batallas culturales de nuestro tiempo son otras, la realidad nos obliga pensar de forma innegable e impostergable en el cambio climático y sus consecuencias; en la degradación de los derechos laborales de las nuevas generaciones o en la presencia de colectivos que actúan donde el Estado se ausenta: las madres buscadoras, los grupos feministas y las autodefensas, por mencionar algunos.

El PAN por muy loable que sea su historia, no se debe conformar ni confirmar solamente a partir de una lucha, la sociedad nos ha superado, y hoy ya se cuestiona la viabilidad de instituciones democráticas que a la luz de narrativas pendencieras lucen anticuadas o en el peor de los casos, corruptas, como el Poder Judicial.

Nos han relegado del debate público porque los problemas del momento resultan ser más rápidos que nuestra capacidad para comprenderlos, por eso, debemos con urgencia ser receptivos hasta con las opiniones más retadoras, dar golpe de timón, y:

1.Modernizar los principios de doctrina, nuestra última actualización data del 2002;

2.Privilegiar procesos internos democráticos, alejarnos de tentaciones autoritarias;

3.Poner a disposición de la sociedad todos los recursos materiales y humanos de los que dispone el partido para acompañar las causas que la sociedad demanda; y,

4.Renovar cuadros políticos, tenemos personajes que llevan ocupado tantos puestos como una generación entera.

No es la primera vez que perdemos una elección, pero es un hecho que llevamos poco más de veinte años disminuyéndonos, la derrota es una oportunidad para evolucionar, pero también es otra para mirarnos el ombligo y simplemente implosionar.

@Fabian_Sif