/ lunes 8 de julio de 2019

¿Quién será el Arango de Barbosa?

“¿Quién será el Alfredo Arango de Luis Miguel Barbosa?”

Esa es la pregunta que ronda entre los analistas e integrantes de la clase política poblana a menos de cuatro semanas de que arranque la nueva administración estatal.

Personajes vinculados al gobernador electo se plantean la interrogante y sueltan para sí mismos nombres que por ahora son solo especulaciones derivadas de conjeturas personales más que de informaciones fundamentadas en los planes del político nacido en Zinacatepec.

Llama la atención que incluso entre los propios ex colaboradores del finado Rafael Moreno Valle Rosas se cree que Luis Miguel Barbosa irá detrás de uno de ellos, por lo menos, y se ingresa, de la misma forma que los morenistas y los barbosistas, en el juego anticipado de los juicios y las reflexiones particulares.

Tratar de buscar quién será el Arango de Barbosa, sin embargo, es un ejercicio emanado de circunstancias políticas que seguramente aterrizará en la realidad en el futuro.

En 2010, Moreno Valle usó a Mario Marín Torres como objetivo primario de su lucha electoral.

Sacar a Marín de Casa Puebla se convirtió en su principal promesa de campaña.

Al hacerlo, dijo entonces, desterraría el cáncer de corrupción que se había gestado en el gobierno del estado durante las administraciones priistas, pero, de manera todavía más grave y descarada, en el sexenio del mandatario que se había hecho famoso a nivel nacional e internacional, para mal, por meter a la cárcel a la escritora Lydia Cacho Ribeiro.

Moreno Valle acusó de corrupto a Marín, pero se olvidó de él y de los señalamientos que había vertido en su contra una vez que rindió protesta en febrero de 2011 y se fue a vivir a la residencia oficial de Los Fuertes.

Como no podía ser indiferente a sus promesas de campaña, o no tanto, optó por “combatir” la corrupción del gobierno marinista volcándose contra un solo objetivo, uno con el que no hubiese celebrado acuerdos de impunidad, como lo hizo con Marín, vía Elba Esther Gordillo Morales.

Así apareció el nombre de Alfredo Arango García, quien había sido director general del ISSSTEP y secretario de Salud.

Después de eso se desencadenaron acontecimientos que usted conoce bien.

El ex colaborador marinista terminó en prisión, donde estuvo casi dos años, de enero de 2012 a diciembre de 2013.

La clase política prevé que un hecho similar ocurrirá en el nuevo gobierno.

Luis Miguel Barbosa y los partidos que lo postularon fundamentaron su campaña en el combate a la corrupción.

Eso obliga al próximo mandatario a castigar los excesos de los personajes contra los que contendió en campaña.

De la misma forma que Moreno Valle con Marín, Barbosa no podrá llevar al banquillo al jefe de ese grupo llamado morenovallismo, aunque por circunstancias radicalmente distintas.

Moreno Valle ya no está, por lo que esa pretensión de castigar a los malos servidores públicos del pasado tendrá que mirar hacia otro lado: hacia aquellos que acompañaron al ex gobernador fallecido en posiciones de primer nivel.

Todos ellos siguen aquí.

Por eso todos se plantean la pregunta con la que abrió esta columna.

Unos, conscientes de lo que hicieron a su paso por el morenovallismo y del ajuste de cuentas que vendría tras la elección del 2 de junio, se entregaron a los brazos de Barbosa a la primera oportunidad.

Mostraron destreza en la práctica del oportunismo desvergonzado.

Otros se quedaron en el bando de enfrente, como rivales del morenismo, porque no quisieron o porque no pudieron cambiar de camiseta como los primeros.

Como sea, todos se encuentran a la expectativa.

En espera de contestar esa inquietante pregunta que busca el símil político y judicial de Arango en la próxima administración.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

“¿Quién será el Alfredo Arango de Luis Miguel Barbosa?”

Esa es la pregunta que ronda entre los analistas e integrantes de la clase política poblana a menos de cuatro semanas de que arranque la nueva administración estatal.

Personajes vinculados al gobernador electo se plantean la interrogante y sueltan para sí mismos nombres que por ahora son solo especulaciones derivadas de conjeturas personales más que de informaciones fundamentadas en los planes del político nacido en Zinacatepec.

Llama la atención que incluso entre los propios ex colaboradores del finado Rafael Moreno Valle Rosas se cree que Luis Miguel Barbosa irá detrás de uno de ellos, por lo menos, y se ingresa, de la misma forma que los morenistas y los barbosistas, en el juego anticipado de los juicios y las reflexiones particulares.

Tratar de buscar quién será el Arango de Barbosa, sin embargo, es un ejercicio emanado de circunstancias políticas que seguramente aterrizará en la realidad en el futuro.

En 2010, Moreno Valle usó a Mario Marín Torres como objetivo primario de su lucha electoral.

Sacar a Marín de Casa Puebla se convirtió en su principal promesa de campaña.

Al hacerlo, dijo entonces, desterraría el cáncer de corrupción que se había gestado en el gobierno del estado durante las administraciones priistas, pero, de manera todavía más grave y descarada, en el sexenio del mandatario que se había hecho famoso a nivel nacional e internacional, para mal, por meter a la cárcel a la escritora Lydia Cacho Ribeiro.

Moreno Valle acusó de corrupto a Marín, pero se olvidó de él y de los señalamientos que había vertido en su contra una vez que rindió protesta en febrero de 2011 y se fue a vivir a la residencia oficial de Los Fuertes.

Como no podía ser indiferente a sus promesas de campaña, o no tanto, optó por “combatir” la corrupción del gobierno marinista volcándose contra un solo objetivo, uno con el que no hubiese celebrado acuerdos de impunidad, como lo hizo con Marín, vía Elba Esther Gordillo Morales.

Así apareció el nombre de Alfredo Arango García, quien había sido director general del ISSSTEP y secretario de Salud.

Después de eso se desencadenaron acontecimientos que usted conoce bien.

El ex colaborador marinista terminó en prisión, donde estuvo casi dos años, de enero de 2012 a diciembre de 2013.

La clase política prevé que un hecho similar ocurrirá en el nuevo gobierno.

Luis Miguel Barbosa y los partidos que lo postularon fundamentaron su campaña en el combate a la corrupción.

Eso obliga al próximo mandatario a castigar los excesos de los personajes contra los que contendió en campaña.

De la misma forma que Moreno Valle con Marín, Barbosa no podrá llevar al banquillo al jefe de ese grupo llamado morenovallismo, aunque por circunstancias radicalmente distintas.

Moreno Valle ya no está, por lo que esa pretensión de castigar a los malos servidores públicos del pasado tendrá que mirar hacia otro lado: hacia aquellos que acompañaron al ex gobernador fallecido en posiciones de primer nivel.

Todos ellos siguen aquí.

Por eso todos se plantean la pregunta con la que abrió esta columna.

Unos, conscientes de lo que hicieron a su paso por el morenovallismo y del ajuste de cuentas que vendría tras la elección del 2 de junio, se entregaron a los brazos de Barbosa a la primera oportunidad.

Mostraron destreza en la práctica del oportunismo desvergonzado.

Otros se quedaron en el bando de enfrente, como rivales del morenismo, porque no quisieron o porque no pudieron cambiar de camiseta como los primeros.

Como sea, todos se encuentran a la expectativa.

En espera de contestar esa inquietante pregunta que busca el símil político y judicial de Arango en la próxima administración.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx