En el 107 aniversario de la Constitución Mexicana el presidente de la República, Andres Manuel López Obrador, presentó un paquete de iniciativas para reformar estructuralmente la manera en la que conocemos al Estado Mexicano. Aunque nuestra constitución tiene un sistema rígido para reformarse, sus 136 artículos se han modificado en más de 700 ocasiones, según el constitucionalista César Alejandro Giles Navarro, de los 136 artículos, 117 han sido modificados.
\u0009Lo anterior no debe escandalizarnos, el derecho como la política son dinámicos, y nunca son, sino que van siendo. Nuestra constitución y su origen histórico es una contradicción bellísima en la que se inserta desde el derecho consuetudinario de los pueblos originarios, hasta la tradición romano-francesa del derecho procedimental formal, y anglosajona norteamericana, del federalismo estadounidense. Recientemente incluso se ha insertado un sistema de contrapesos basado en la fragmentación del poder político, que solo ha sido en los hechos la articulación de oligarquías en espacios institucionales.
Hasta 1997 que el Partido Revolucionario Institucional gozó de mayoría en la Cámara de Diputados se aprobaron más de 60 reformas, todas iniciadas por la Presidencia de la República, y del año 2000 a la fecha se han iniciado más de 106, en su mayoría iniciadas por el Presidente, aunque también por algunas fuerzas legislativas, es decir, aunque en tiempos recientes se han concretado más reformas a la constitución por la vía de la democracia, el gran reformador continúa siendo el presidente en turno.
A la fecha la administración más reformista ha sido la de Enrique Peña Nieto, y aunque Andrés Manuel López Obrador contó con mayoría en el Congreso de la Unión de 2018 a 2021, no se caracterizó por implementar un gran número de reformas, aunque sí hubo reformas muy ambiciosas. De 2021 a la fecha, Morena perdió su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y aunque la oposición no se cansa de repetir la cantaleta de que en México se está consolidando un autoritarismo la realidad es que de 2021 a la fecha el presidente no ha logrado obtener los votos suficientes para reformar la constitución.
¿Qué sería diferente en esta ocasión? Para empezar que las reformas que se proponen serán una dotación de líneas discursivas para las campañas del proceso electoral 2024, y aunque no se logren consolidar, precisamente esa razón terminará por justificar el Plan C para obtener mayoría en el Congreso de la Unión, y en ese sentido, esta narrativa terminará por justificar decisiones partidistas impopulares, y aun con ello, pedir el voto de la ciudadanía.
En conclusión, y dicho por el Instituto Belisario Domínguez, nuestra constitución es el documento fundacional más reformado en el mundo, y aunque no es la misma sopa, es una sopa con 107 años de antigüedad.