/ domingo 20 de noviembre de 2016

Conociendo la Península en 2 ruedas | Descubriendo con Paco Noriega

Que tal compañeros lectores, ¿cómo están? Espero que seencuentren bien, muy positivos y con mucha actitud para echarleganas a lo que resta del año. Ahora les voy a platicar sobre elviaje que realizamos mis amigos y yo en moto a la península deYucatán, un lugar encantador.

Desde hace tiempo teníamos ganas de realizar este viaje ysiempre pasaba algo que nos lo impedía, a uno se le descomponíauna máquina, a otro un cliente le pedía una cita importante, aotro se le caía un árbol en la casa, otro se enojaba, y cuandotodo parecía estar bien, aparecía un huracán. Finalmente losastros se alinearon y nos pudimos ir.

EL INICIO

La cita fue en un café de la gasolinera sobre la autopista.Pablo, Jaime, Giovanni, Chuchi y yo, éramos 5 modernos guerrerosen caballos de acero, poco equipaje, mucha ilusión y toda laenergía para emprender esta nueva aventura.  Sabíamos que elprimer trayecto iba a ser largo y cansado, entre 8 y 9 horas porautopista hasta llegar al primer destino y de ahí iniciar elrecorrido, ese punto era en Paraíso, Tabasco.  No pudimos vermucho de ahí; en el primer hotel que encontramos nos instalamos ypedimos recomendación para ir a comer, el lugar que nosrecomendaron se llamaba La Posta y fue un buen augurio de que todoiría de maravilla; está a la orilla del río, pedimos muchascosas de comer y todo delicioso. Nos fuimos a dormir tempranoporque estábamos muertos.

EL PRIMER DESTINO

Despertamos temprano y muy descansados, ahora sí iniciaba elviaje. Nos dirigimos hacia Campeche, es una carretera muy bonita ala orilla del mar y el recorrido es bastante largo, paramos enalgunos pueblitos a tomar fotos, comer y beber cualquier cosa, asífue hasta llegar a Campeche, nos instalamos en el hotel y salimos acaminar por sus calles.  ¡Qué bonita ciudad!, tomamos unturibús que nos llevó a recorrerla por la tarde-noche, el centroestá rodeado en partes por una muralla que hace tiempo seconstruyó para evitar el ataque y saqueo de piratas, pasamos pordiferentes barrios típicos de la ciudad y también poriglesias.

Verdaderamente me encantó una iglesia en la que hicimos unaparada y bajamos a admirar el Cristo Negro de San Román, es deébano africano color chocolate con el retablo del mismo color, lotrajeron de Italia hace más de 450 años y es la imagen másvenerada de la zona. Después de ahí pedimos que nos dejara elturibús en San Francisco, un pequeño barrio con portales ycenadurías, ahí cenamos en compañía de  unos amigos deGiovanni, muy buenas personas y muy platicones obviamente con elacento de campechano o de voshito je, je, je, je, nos dieron tips yrecomendaciones para recorrer la zona. Nos despedimos de ellos ynos fuimos a dormir.

UNAS RUINAS Y UN CENOTE

Al día siguiente partimos hacia Izamal,  bueno al menos esaera la idea, decidimos no circular por carreteras sino por veredasen medio de la selva, ¡vaya experiencia! Así llegamos a lasruinas arqueológicas de Labná que están dentro de la denominadazona Puuc, es una zona arqueológica muy pequeña, pero lo que lahace destacar a nivel mundial es su arco que mide 3 metros de anchopor 6 de altura aproximadamente. Estuvimos caminando por ahí yadmirando los templos, hacía algo de calor y no llevábamos agua,afortunadamente se nos apareció un árbol de limas del que nopudimos resistir tomar uno de sus frutos y así apagar la sed.

Después de recorrer esta zona y tomar muchas fotos, trepamosnuevamente en nuestras motos y continuamos por veredas en la selvahacia el destino final de ese día, sin embargo, en el trayecto senos atravesó un cenote, no recuerdo el nombre pero sí el costo dela entrada: $15.00; amablemente el señor que lo resguardaba nosllevó hacia él, había que bajar por unas escaleras de maderadentro de una gran cueva, en el fondo se observaba el aguacristalina y de color azul turquesa que nos invitaba aprobarla.

Inmediatamente nos quitamos nuestras ropas y nos lanzamos anadar en él, con el calor que hacía y lo pegajoso que teníamosel cuerpo de tanto sudor fue un verdadero bálsamo, pudimosobservar todas las formaciones que habían, los túneles quetenía, las grandes rocas que habían en el fondo y uno que otropececito. Después de estar ahí un largo rato, salimos mediosmuertos de hambre y con ganas de quedarnos más tiempo, después deuna breve charla decidimos quedarnos a acampar ahí; en lo que unosse quedaron armando el campamento, otros fuimos al pueblo máscercano por comidas y bebidas.

Fue impresionante la noche que pasamos ahí, el cielo estabacompletamente lleno de estrellas, miles de chicharras sonaban portodos lados, el clima cálido era ideal y a un lado el cenote quenos volvía a invitar a nadar, así que una vez más nos lanzamosal agua… vaya sensación extraña la de estar nadando en un lugarcompletamente obscuro.

UNA ANTIGUA HACIENDA

Por la mañana levantamos el campamento, nos dirigimos alsiguiente pueblo a desayunar y con la firme intención de llegar aIzamal, nuevamente fuimos por veredas un poco complicadas, peronuestras motos respondían muy bien a los caminos, inesperadamenteencontramos una antigua hacienda de henequén, paramos ahí ypedimos permiso al vigilante de entrar, amablemente nos dijo quesin problemas, que solo le diéramos para su refresco.

Desafortunadamente no había alguien que nos diera unaexplicación sobre lo que hacían antes ahí, pero  sí puedodecirles que se ve que era una hacienda muy pujante en su época,tenía muchas tierras, capilla, molinos, edificios, etc.  Ahora laestán remodelando y van poco a poco. Está en un pueblito muypequeño, tendrá acaso 100 habitantes, buscamos un lugar paradesayunar y no había, una señora se nos acercó y nos invitó aalmorzar en su casa. Nos platicó que es evangélica, que su esposoes guía para llevar gente a cenotes que abundan por ahí, que tiene 3 hijos y que es muy feliz; de su propia comida nos invitótamales y sopa de coditos con frijoles, ¡qué hospitalidad! No nosquería cobrar el desayuno, finalmente aceptó y continuamos connuestro viaje.

MÁS CENOTES

Nuevamente se nos atravesó otro cenote, no recuerdo el nombre,pero sí puedo recordar al amigo que nos llevó en una motoadaptada al estilo “bici de tamalero”, llevaba un aparato demúsica con grandes bocinas, tierno, carismático y muy risueño,nos llevó a pasear a 3 cenotes increíbles, nadamos, echamosclavados de varias alturas y reímos como chamacos, nuevamente nollegamos a Izamal, nos llevó a un hotel en donde hospedarnos yluego a un lugar en donde la comida era de primera: salbutes,panuchos, sopa de lima y lo mejor, carne de venado, ¡¡¡uuffff,qué cosa!!!

¡POR FIN IZAMAL!

Ahora si teníamos que llegar a Izamal, hicimos maletas,revisamos las motos y partimos hacia allá para llegar a buena horaa desayunar. Finalmente llegamos a este hermoso Pueblo Mágico, esreconocido por varios motivos: todo el pueblito está pintado decolor amarillo,  a unos cuantos metros del zócalo se encuentra lapirámide de Kinich kacmo, está el gran convento de San Franciscoen donde se encuentra la patrona de Yucatán nuestra Señora deIzamal, en el mercadito se puede comer delicioso y muy barato.Estuvimos recorriendo sus calles y conociendo el lugar.

Ya entrada la tarde nos dirigimos hacia río Lagartos, que esuna reserva ecológica protegida. Es una gran laguna a un costadodel mar y lo que la caracteriza son los flamingos que ahí habitany las pequeñas lagunas denominadas coloradas. Comimos en unrestaurante llamado Ría Maya, ¡qué delicia!, todo lo que pedimosestaba espectacular: pulpos, camarones, ceviche, pescados; lo quesiempre hacemos es que cada quien pide 2 platillos diferentes y loscompartimos, obviamente se vuelve una tragazón, a cada rato nos dael mal de puerco je, je, je. Por cierto, nos visitó un colibríque vanidosamente posó para las fotos.

Este pequeño puerto vive del turismo que llega a ver a losflamingos y por la pesca principalmente de pulpo, por lo que haymuchas embarcaciones de diferentes tamaños.

Después de un gran plato de frutas y unos exquisitos huevosrancheros, planeamos la mejor ruta para atravesar la reserva ypoder observar los flamingos y las coloradas, que son unas inmensaslagunas de color rosa, es espectacular el contraste del cielo,tierra y agua, es muy difícil de encontrar este fenómeno, seproduce por algunos químicos que usa una salinera que se encuentracerca de ahí y que son usados para producir mayor cantidad de sal.Nos trepamos a las motos, preparamos las cámaras y nos dirigimoshacia ahí.

El día no prometía mucho ya que estaba lloviendo, lascoloradas no nos permitieron verlas mejor, una moto se ponchó, tuvimos que regresar al pueblo a parcharla, Pablo se cayó (nadade cuidado), Chuchi se machucó, ¡¡¡aaaayyyyyyyyyyyy mimachuqué!!! (ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja), total estábamosun poco desilusionados porque creíamos que no íbamos a ver nada,qué equivocados estábamos…

En el angosto camino de terracería del lado izquierdo seencontraba el mar, del lado derecho la laguna y cientos deflamingos. En varias ocasiones apagábamos las motos, nosbajábamos de ellas y pecho tierra nos escondíamos entre losarbustos para poder  observar a estas magníficas aves, en lopersonal no me llamaban mucho la atención, ahora me encantan.Recuerdo mucho el sonido del mar, el ruido que emiten estas aves,su manera peculiar de caminar y cómo emprenden el vuelo, sin dudafue uno de los momentos que más me gustó del viaje.

Así estuvimos todo el día hasta que llegamos a otro lugar adormir, el Cuyo era el nombre de ese pueblo; habíamos pasadolodazales (yo también me caí), estábamos empapados y algocansados. Comimos muy rico ahí. Había sido un día muy agitado,reímos mucho con la pinchadura y Morgan, que era el ayudante deltalachero, no daba una el pobre y para todo lo regañaban, lamachucada de Chuchi fue la botana del día (¡y del viaje!) y puesno paramos de molestarlo y de reír.

CAMINO A VALLADOLID

Ahora nos dirigíamos hacia Valladolid con escala en Ek Balam,zona arqueológica que se destaca por estar cerca de un grancenote, pero sin duda, y principalmente por las fauces de estuco enel templo mayor que simulan a un gran jaguar, así que lo teníamosque ver. Llegamos a la zona arqueológica un poco tarde, por lo quenos quedaba poco tiempo para nadar en el cenote y visitar lasruinas, Pablo, Chuchi y yo decidimos rentar una bici para llegar alcenote, echar un chapuzón de 15 minutos y regresar a la zonaarqueológica para conocerla, no se nos podía escapar nada.

Qué les puedo decir de la zona arqueológica, en verdadmaravillosa, pero sin duda las fauces de jaguar perfectamenteconservadas y toda la simbología que se encuentran en ese temploes grandiosa, la riqueza material y cultural predominan, siendo losmurales los que destacan.

Ya un poco apaleados y para variar con hambre nos dirigimoshacia Valladolid, ya estábamos muy cerca…

Por ahora el espacio es insuficiente para contarles la aventuracompleta, así que hasta aquí nos quedamos por hoy y en lapróxima semana les contaré la segunda parte de este increíbleviaje.  Espero que lo estén disfrutando, ¡hasta luego!

Que tal compañeros lectores, ¿cómo están? Espero que seencuentren bien, muy positivos y con mucha actitud para echarleganas a lo que resta del año. Ahora les voy a platicar sobre elviaje que realizamos mis amigos y yo en moto a la península deYucatán, un lugar encantador.

Desde hace tiempo teníamos ganas de realizar este viaje ysiempre pasaba algo que nos lo impedía, a uno se le descomponíauna máquina, a otro un cliente le pedía una cita importante, aotro se le caía un árbol en la casa, otro se enojaba, y cuandotodo parecía estar bien, aparecía un huracán. Finalmente losastros se alinearon y nos pudimos ir.

EL INICIO

La cita fue en un café de la gasolinera sobre la autopista.Pablo, Jaime, Giovanni, Chuchi y yo, éramos 5 modernos guerrerosen caballos de acero, poco equipaje, mucha ilusión y toda laenergía para emprender esta nueva aventura.  Sabíamos que elprimer trayecto iba a ser largo y cansado, entre 8 y 9 horas porautopista hasta llegar al primer destino y de ahí iniciar elrecorrido, ese punto era en Paraíso, Tabasco.  No pudimos vermucho de ahí; en el primer hotel que encontramos nos instalamos ypedimos recomendación para ir a comer, el lugar que nosrecomendaron se llamaba La Posta y fue un buen augurio de que todoiría de maravilla; está a la orilla del río, pedimos muchascosas de comer y todo delicioso. Nos fuimos a dormir tempranoporque estábamos muertos.

EL PRIMER DESTINO

Despertamos temprano y muy descansados, ahora sí iniciaba elviaje. Nos dirigimos hacia Campeche, es una carretera muy bonita ala orilla del mar y el recorrido es bastante largo, paramos enalgunos pueblitos a tomar fotos, comer y beber cualquier cosa, asífue hasta llegar a Campeche, nos instalamos en el hotel y salimos acaminar por sus calles.  ¡Qué bonita ciudad!, tomamos unturibús que nos llevó a recorrerla por la tarde-noche, el centroestá rodeado en partes por una muralla que hace tiempo seconstruyó para evitar el ataque y saqueo de piratas, pasamos pordiferentes barrios típicos de la ciudad y también poriglesias.

Verdaderamente me encantó una iglesia en la que hicimos unaparada y bajamos a admirar el Cristo Negro de San Román, es deébano africano color chocolate con el retablo del mismo color, lotrajeron de Italia hace más de 450 años y es la imagen másvenerada de la zona. Después de ahí pedimos que nos dejara elturibús en San Francisco, un pequeño barrio con portales ycenadurías, ahí cenamos en compañía de  unos amigos deGiovanni, muy buenas personas y muy platicones obviamente con elacento de campechano o de voshito je, je, je, je, nos dieron tips yrecomendaciones para recorrer la zona. Nos despedimos de ellos ynos fuimos a dormir.

UNAS RUINAS Y UN CENOTE

Al día siguiente partimos hacia Izamal,  bueno al menos esaera la idea, decidimos no circular por carreteras sino por veredasen medio de la selva, ¡vaya experiencia! Así llegamos a lasruinas arqueológicas de Labná que están dentro de la denominadazona Puuc, es una zona arqueológica muy pequeña, pero lo que lahace destacar a nivel mundial es su arco que mide 3 metros de anchopor 6 de altura aproximadamente. Estuvimos caminando por ahí yadmirando los templos, hacía algo de calor y no llevábamos agua,afortunadamente se nos apareció un árbol de limas del que nopudimos resistir tomar uno de sus frutos y así apagar la sed.

Después de recorrer esta zona y tomar muchas fotos, trepamosnuevamente en nuestras motos y continuamos por veredas en la selvahacia el destino final de ese día, sin embargo, en el trayecto senos atravesó un cenote, no recuerdo el nombre pero sí el costo dela entrada: $15.00; amablemente el señor que lo resguardaba nosllevó hacia él, había que bajar por unas escaleras de maderadentro de una gran cueva, en el fondo se observaba el aguacristalina y de color azul turquesa que nos invitaba aprobarla.

Inmediatamente nos quitamos nuestras ropas y nos lanzamos anadar en él, con el calor que hacía y lo pegajoso que teníamosel cuerpo de tanto sudor fue un verdadero bálsamo, pudimosobservar todas las formaciones que habían, los túneles quetenía, las grandes rocas que habían en el fondo y uno que otropececito. Después de estar ahí un largo rato, salimos mediosmuertos de hambre y con ganas de quedarnos más tiempo, después deuna breve charla decidimos quedarnos a acampar ahí; en lo que unosse quedaron armando el campamento, otros fuimos al pueblo máscercano por comidas y bebidas.

Fue impresionante la noche que pasamos ahí, el cielo estabacompletamente lleno de estrellas, miles de chicharras sonaban portodos lados, el clima cálido era ideal y a un lado el cenote quenos volvía a invitar a nadar, así que una vez más nos lanzamosal agua… vaya sensación extraña la de estar nadando en un lugarcompletamente obscuro.

UNA ANTIGUA HACIENDA

Por la mañana levantamos el campamento, nos dirigimos alsiguiente pueblo a desayunar y con la firme intención de llegar aIzamal, nuevamente fuimos por veredas un poco complicadas, peronuestras motos respondían muy bien a los caminos, inesperadamenteencontramos una antigua hacienda de henequén, paramos ahí ypedimos permiso al vigilante de entrar, amablemente nos dijo quesin problemas, que solo le diéramos para su refresco.

Desafortunadamente no había alguien que nos diera unaexplicación sobre lo que hacían antes ahí, pero  sí puedodecirles que se ve que era una hacienda muy pujante en su época,tenía muchas tierras, capilla, molinos, edificios, etc.  Ahora laestán remodelando y van poco a poco. Está en un pueblito muypequeño, tendrá acaso 100 habitantes, buscamos un lugar paradesayunar y no había, una señora se nos acercó y nos invitó aalmorzar en su casa. Nos platicó que es evangélica, que su esposoes guía para llevar gente a cenotes que abundan por ahí, que tiene 3 hijos y que es muy feliz; de su propia comida nos invitótamales y sopa de coditos con frijoles, ¡qué hospitalidad! No nosquería cobrar el desayuno, finalmente aceptó y continuamos connuestro viaje.

MÁS CENOTES

Nuevamente se nos atravesó otro cenote, no recuerdo el nombre,pero sí puedo recordar al amigo que nos llevó en una motoadaptada al estilo “bici de tamalero”, llevaba un aparato demúsica con grandes bocinas, tierno, carismático y muy risueño,nos llevó a pasear a 3 cenotes increíbles, nadamos, echamosclavados de varias alturas y reímos como chamacos, nuevamente nollegamos a Izamal, nos llevó a un hotel en donde hospedarnos yluego a un lugar en donde la comida era de primera: salbutes,panuchos, sopa de lima y lo mejor, carne de venado, ¡¡¡uuffff,qué cosa!!!

¡POR FIN IZAMAL!

Ahora si teníamos que llegar a Izamal, hicimos maletas,revisamos las motos y partimos hacia allá para llegar a buena horaa desayunar. Finalmente llegamos a este hermoso Pueblo Mágico, esreconocido por varios motivos: todo el pueblito está pintado decolor amarillo,  a unos cuantos metros del zócalo se encuentra lapirámide de Kinich kacmo, está el gran convento de San Franciscoen donde se encuentra la patrona de Yucatán nuestra Señora deIzamal, en el mercadito se puede comer delicioso y muy barato.Estuvimos recorriendo sus calles y conociendo el lugar.

Ya entrada la tarde nos dirigimos hacia río Lagartos, que esuna reserva ecológica protegida. Es una gran laguna a un costadodel mar y lo que la caracteriza son los flamingos que ahí habitany las pequeñas lagunas denominadas coloradas. Comimos en unrestaurante llamado Ría Maya, ¡qué delicia!, todo lo que pedimosestaba espectacular: pulpos, camarones, ceviche, pescados; lo quesiempre hacemos es que cada quien pide 2 platillos diferentes y loscompartimos, obviamente se vuelve una tragazón, a cada rato nos dael mal de puerco je, je, je. Por cierto, nos visitó un colibríque vanidosamente posó para las fotos.

Este pequeño puerto vive del turismo que llega a ver a losflamingos y por la pesca principalmente de pulpo, por lo que haymuchas embarcaciones de diferentes tamaños.

Después de un gran plato de frutas y unos exquisitos huevosrancheros, planeamos la mejor ruta para atravesar la reserva ypoder observar los flamingos y las coloradas, que son unas inmensaslagunas de color rosa, es espectacular el contraste del cielo,tierra y agua, es muy difícil de encontrar este fenómeno, seproduce por algunos químicos que usa una salinera que se encuentracerca de ahí y que son usados para producir mayor cantidad de sal.Nos trepamos a las motos, preparamos las cámaras y nos dirigimoshacia ahí.

El día no prometía mucho ya que estaba lloviendo, lascoloradas no nos permitieron verlas mejor, una moto se ponchó, tuvimos que regresar al pueblo a parcharla, Pablo se cayó (nadade cuidado), Chuchi se machucó, ¡¡¡aaaayyyyyyyyyyyy mimachuqué!!! (ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja), total estábamosun poco desilusionados porque creíamos que no íbamos a ver nada,qué equivocados estábamos…

En el angosto camino de terracería del lado izquierdo seencontraba el mar, del lado derecho la laguna y cientos deflamingos. En varias ocasiones apagábamos las motos, nosbajábamos de ellas y pecho tierra nos escondíamos entre losarbustos para poder  observar a estas magníficas aves, en lopersonal no me llamaban mucho la atención, ahora me encantan.Recuerdo mucho el sonido del mar, el ruido que emiten estas aves,su manera peculiar de caminar y cómo emprenden el vuelo, sin dudafue uno de los momentos que más me gustó del viaje.

Así estuvimos todo el día hasta que llegamos a otro lugar adormir, el Cuyo era el nombre de ese pueblo; habíamos pasadolodazales (yo también me caí), estábamos empapados y algocansados. Comimos muy rico ahí. Había sido un día muy agitado,reímos mucho con la pinchadura y Morgan, que era el ayudante deltalachero, no daba una el pobre y para todo lo regañaban, lamachucada de Chuchi fue la botana del día (¡y del viaje!) y puesno paramos de molestarlo y de reír.

CAMINO A VALLADOLID

Ahora nos dirigíamos hacia Valladolid con escala en Ek Balam,zona arqueológica que se destaca por estar cerca de un grancenote, pero sin duda, y principalmente por las fauces de estuco enel templo mayor que simulan a un gran jaguar, así que lo teníamosque ver. Llegamos a la zona arqueológica un poco tarde, por lo quenos quedaba poco tiempo para nadar en el cenote y visitar lasruinas, Pablo, Chuchi y yo decidimos rentar una bici para llegar alcenote, echar un chapuzón de 15 minutos y regresar a la zonaarqueológica para conocerla, no se nos podía escapar nada.

Qué les puedo decir de la zona arqueológica, en verdadmaravillosa, pero sin duda las fauces de jaguar perfectamenteconservadas y toda la simbología que se encuentran en ese temploes grandiosa, la riqueza material y cultural predominan, siendo losmurales los que destacan.

Ya un poco apaleados y para variar con hambre nos dirigimoshacia Valladolid, ya estábamos muy cerca…

Por ahora el espacio es insuficiente para contarles la aventuracompleta, así que hasta aquí nos quedamos por hoy y en lapróxima semana les contaré la segunda parte de este increíbleviaje.  Espero que lo estén disfrutando, ¡hasta luego!

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