Desde la Fe
P. Sergio G. Román
Inquietud médica
Hace ya muchos años, unos quince, leí en Selecciones delReader Digest un artículo que me llamó la atención. Un grupo demédicos hizo un estudio, muy bien documentado como acostumbranhacerlo nuestros primos del Norte, sobre la incidencia de laoración en la salud de los enfermos, y constataron que aquellosenfermos que oraban o aquellos por quienes otros oraban,recuperaban más pronto la salud que aquellos que no oraban o porquienes no oraban. No recuerdo la estadística, pero sí que uno delos doctores que expuso este estudio concluía diciendo que desdeel momento en el que él supo esto, comenzó a orar por suspacientes.
Ahora, con la misma inquietud médica, un estudio denominadoAssociation of religious service attendance with mortality amongWomen (Asociación de asistencia a servicios religiosos con lamortalidad entre mujeres), elaborado por un grupo de científicosde la Harvard Chan School of Public, nos informa que las personasque asisten a Misa o que practican alguna religión tienen un 33por ciento menos riesgo de fallecer en comparación con los que noasisten a la Iglesia.
El estudio relacionó los datos disponibles sobre asistencia aservicios religiosos y mortalidad entre mujeres. Se asociaron lasestadísticas que se tenían desde 1992 a 2012 entre 74,534mujeres, considerando también otros factores demográficos,antecedentes clínicos y estilos de vida.
La investigación muestra que las mujeres que acuden a laiglesia al menos una vez a la semana tienen 27% menos riesgo demuerte asociada a enfermedades cardiovasculares y 21% menos riesgode muerte relacionadas con el cáncer.
La conclusión del estudio es contundente: la asistenciafrecuente a servicios religiosos (como la Misa) está asociado conun riesgo significativamente menor con la muerte. «La religión yla espiritualidad está siendo un recurso poco apreciado que losmédicos deberían explorar con sus pacientes», remata lainvestigación.
Para realizar este estudio se consultó la estadística hechadurante diez años acerca de setenta y cinco mil mujeres, quemuestra que las que asisten regularmente a Misa al menos una vez ala semana tienen menos riesgo de muerte asociada a enfermedadescardiovasculares o al cáncer.
Los médicos que realizan este estudio concluyen diciendo que lareligión y la espiritualidad están siendo un recurso pocoapreciado que los médicos deberían explorar con suspacientes.
Cuando yo era joven, había allá por el Monumento de laRevolución un famoso médico muy popular por la exactitud de susdiagnósticos y por lo acertado de sus tratamientos; me acuerdo queen la receta que daba a sus pacientes ponía, como una medicina, elir a Misa los domingos, ¡y los enfermos le hacían caso!
La fe es salud
Cuando vamos a misa yo creo que en lo que menos pensamos es enque sea saludable para el cuerpo. Ciertamente una de nuestraoraciones favoritas a Dios es para pedirle que nos dé la salud anosotros o a algún ser querido, incluso algunos sacerdotescelebran las famosas misas de sanación porque constatan que losfieles tienen necesidad urgente de la salud del cuerpo y del alma.Cada Misa que celebramos es una Misa de sanación. No se necesitauna Misa especial.
La enfermedad vuelve al hombre especialmente vulnerable ynecesitado de la misericordia de Dios y por eso Jesús nos dejócomo mandato no sólo el predicar el Evangelio, sino el visitar yungir a los enfermos. Sería muy interesante un estudio médicosobre la efectividad del sacramento de la Unción de los Enfermosen sus pacientes. La experiencia sacerdotal nos enseña que estesanto sacramento actúa maravillosamente en los enfermos, dándolesfortaleza para luchar contra su enfermedad, serenidad, tranquilidaddel alma y muchas veces, muy frecuentemente, dándoles la salud delcuerpo.
Nuestros ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión nospueden dar también su experiencia constante del bien que hace alos ancianos y enfermos el recibir semanalmente la sagradaEucaristía y cómo se sienten acompañados por esta gracia hastaatravesar el difícil momento de la muerte. Son auxilios que nosregala Jesús a través de la Iglesia y de la comunidadcristiana.
La Misa es saludable
La Misa no es un seguro de vida contra la muerte, pero sí es unseguro de Vida Eterna que comienza ya desde esta misma vida.
Los que van a Misa reciben de una forma palpable los beneficiosde la gracia divina que se manifiestan en una vida más sana, másordenada, más integrada a la comunidad y más armónica en lofamiliar.
La experiencia también nos dice que las familias queacostumbran ir a Misa dominical suelen ser más sanas en susrelaciones, más estables y más unidas. Si los papás van a Misacon sus hijos, suelen tener hijos buenos y respetuosos quedifícilmente se echan a perder. ¿Cómo pueden portarse mal si eldomingo anterior se han encontrado con Cristo vivo en laEucaristía?
La comunidad es un apoyo saludable
Pertenecer a la Iglesia es saludable. El testimonio constante delos alejados que regresan al seno de la Iglesia es que en ella hanencontrado a personas que se han vuelto su familia y que el apoyoque de ellas reciben les ha ayudado a superar crisis y problemasdel pasado.
Por algo los primeros cristianos pensaban que era Dios mismo elque los añadía a la comunidad para poder salvarse.
Agradezcamos a Dios nuestra santa Misa
La próxima vez que vayamos a Misa dominical agradezcamos enfamilia la gracia de tener la tradición de asistir a Misa yreconozcamos los beneficios que de esa costumbre hemosrecibido.