Quienes los daban por muertos después de perder los dos primeros partidos en su propia casa, se equivocaron rotundamente, y es que el mejor equipo de toda la temporada, demostró que sus 107 triunfos en los 162 juegos que tiene el rol regular no fueron obra de la casualidad, y se metieron al parque de los Nacionales de Washington para pagarle con la misma moneda metiéndole los tres juegos, que le dieron el giro a la historia.
Houston fue el mejor lugar de la campaña, pero también fue el tercer mejor visitante de la Liga Americana, solamente superado por los 55 triunfos de los Mellizos y los 48 de Tampa Bay -ambos liquidados en la primera ronda- y lo demostró con su enorme demostración en Washington.
Pitcheo y bateo fue la fórmula perfecta que tuvieron los Astros para sacar los tres juegos, admitiendo solamente una carrera por partido, es decir tres carreras en 27 entradas, lo que habla de una efectividad de 1.00 de su cuerpo de lanzadores, donde los dos mexicanos cumplieron con su trabajo: primero Osuna, salvando el juego del regreso a la vida; y después José Urquidy con esa enorme labor en el cuarto encuentro que permitió a la escuadra de AJ HInch empatar la serie.
El peso que tuvo Urquidy en hombros fue enorme y el mazatleco respondió. Otra historia pudo haber sido con los Astros abajo 3-1, pero la labor del novato mexicano los metió de lleno a la pelea.
La ofensiva, entre tanto, se ha repartido, y así como Gurriel y Brantley respondieron en el primero en Washington; el mismo Brantley, Chirinos y Bregman lo hicieron en el segundo, mientras Álvarez, Correa y Springer remachaban el tercero, con sus estacazos. De ellos solo Brantley no la botó pero sus cinco hits, en los dos primeros, fueron claves.
Los Astros, ya con la ventaja de 3-2, regresan a casa buscando convertirse apenas en el cuarto equipo que, tras perder los dos primeros juegos como local, termina llevándose el banderín.
Y sería también el segundo que, tras perder los dos primeros en su estadio, gana los cuatro siguientes para conquistar el Clásico de Octubre.
El dueño absoluto de esa marca es Yanquis que en 1996 perdón los dos primeros en el Yankee Stadium y fue a casa de los Bravos a ganar los tres siguientes para regresar a Manhathan y pagar la deuda con su afición.
Hay que destacar que los dos restantes equipos del regreso, Kansas (1985) y Mets (1986) sacaron dos de los tres en patio ajeno y a pesar de seguir en desventaja, retornaron a su estadio para ganar los dos últimos duelos –con mucha fortuna- y de esa manera consumar la hazaña.
Hoy Justin Verlander tendrá la oportunidad de lavar su honor tal como lo hizo Gerrit Cole, y si lo consigue, entonces, por segundo año consecutivo el campeón será de nuevo el mejor de toda la temporada.