"Dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo” Renato Leduc
Amigos, en la primavera del 323 antes de Cristo, Alejandro Magno gobernaba un imperio que se extendía desde el Danubio en Europa hasta los picos nevados del Himalaya en el norte de la India. De repente, a punto de cumplir los 33 años, la fiebre le debilitó y él presintió el final. Por lo que pidió que su cadáver fuera enterrado con las manos afuera del ataúd. Para que “las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos”. Lo que queda entonces es la obra realizada. La actividad taurina es un espectáculo cuyos elementos principales toro y torero, son ingredientes vivos. Cuya obra está en función de factores físicos, anímicos y hasta espirituales.
Hace unos días, platicando con el escrupuloso ganadero don Emilio Sánchez Rivera de San Antonio Tepetzala, nos hablaba sobre los “momentos” por los que pasa una ganadería, nos decía que el toreo es un reflejo de la vida. Los sementales y vacas de vientre tienen un periodo determinado, que los matadores también tienen una época y de ella encuentran “momentos” y hacía una analogía con la vida misma. Pero lo que al final queda, es la obra realizada. Por ello la importancia de ser escrupuloso y congruente consigo mismo.
En la trayectoria ideal del ser humano, los bienes materiales no son el fin, sino la consecuencia del trabajo realizado, lo que realmente se valora es la obra ya que nos atesora únicos momentos. Ahí quedan los concursos de ganaderías conquistados por San Antonio Tepetzala en los últimos dos años, los indultos de sus ejemplares en las diferentes plazas de la región y el gran juego de sus toros en los festejos más recientes como el primer Torotón, los festivales de Tlaxcala, Apizaco y Rancho La Escondida. Los sementales de cada hierro tienen un periodo productivo y es la mano visionaria de cada ganadero la que hará que el resultado de sus empadres trascienda.
Ahora bien, más interesante aun cuando una ganadería que se encuentra en un gran momento, pueda encontrar matadores que también se encuentren en su “momento” físico, técnico, anímico, de inspiración y madurez tal, que permitan exhibir las cualidades de lo que hay en los potreros.
Por eso, como decía aquel poeta, periodista y diplomático francomexicano de la ciudad de México, Renato Leduc: “sabia virtud de conocer el tiempo”. Porque bajo la lupa de la honestidad, nuestros mejores tiempos están construidos por momentos, instantes que nos regala la vida. También las faenas se encapsulan en la retina cuando encuentran su “momento”. Al afirmar el ganadero Sánchez Rivera que el toreo es un reflejo de la vida, podríamos agregar que también el toreo es un cristal de congruencia. Donde se vive esa delgada línea entre lo que se piensa, con lo que se dice y lo que se dice con lo que se hace, porque lo que se hace es obra y la obra trasciende.
Facebook Luis Miguel Martínez
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