Ya va y ya vine, siempre con un bate en la mano.
Se coloca detrás de home. Ve la práctica de bateo, y de pronto desaparece.
Ahora se encuentra detrás de la loma de pitcheo, donde uno de sus integrantes del cuerpo técnico pasa la bola.
Quiere ver la práctica, el movimiento de bateador de frente, a la hora de hacer el swing.
De pronto, ya no está de nuevo en la misma zona. Ahora se ubica en la zona de los jardines, donde tiene un panorama más amplio para ver a sus jugadores.
Cuando sale un batazo por su zona, recoge la bola y la devuelve.
Siempre con el bate en la mano, el mismo con el que ya tomó también la práctica de bateo, porque hasta hoy el de Huatabampo mantiene la energía para mantenerse como pelotero activo.
Al final de la práctica se da tiempo para irse a los terrenos del campo corto, colocarse en posición de fildeo y enseñar los detalles finos a sus jóvenes jugadores.
Le dice como levantar de frente, como colocar la mano sin guante, y como moverse ya sea para dar a la intermedia y buscar la doble matanza, o bien para lanzar a la inicial.
Siempre inquieto.
A veces con la adrenalina hasta el máximo.
Pero ahí está, cumpliendo con su primera vez experiencia en un entrenamiento como manager de Liga Mexicana.
A Carlos Alberto Gastélum por eso le quedó a modo el sobre nombre de “La Chispa”.
No se está quieto nunca en ningún lugar.
Termina la práctica, se despide y sube a su oficina con todo su cuerpo técnico para la evaluación final.
Día a día checa a detalle cada reporte, porque el deseo es quedarse con lo mejor.
Son 62 peloteros en observación.
Lamentablemente no habrá lugar para todos. Y “La Chispa” junto con su cuerpo técnico tomará la decisión final.
Quiénes se quedan, quiénes se van.
La idea es que sea lo mejor.
Vaya paquete.