/ miércoles 1 de julio de 2020

Plasma de convalecientes, una ruta para tratar a pacientes con Covid-19

Algunas investigaciones arrojan resultados prometedores, de ahí el llamado de la Secretaría de Salud para la donación

La utilización de plasma de convalecientes no es un método nuevo; el primer reporte fue hace más de un siglo, en octubre de 1918, y aunque los resultados sobre este son variables, en plena pandemia representa una ruta para tratar a pacientes con el virus SARS-CoV2, así lo consideró la doctora Indiana Torres Escobar, responsable de la Academia de Infectología de la Facultad de Medicina.

“En el 2003, cuando apareció el primer SARS empezaron a registrarse investigaciones al respecto y se mostraron resultados prometedores con el uso del plasma, igual se probó con el virus del MERS, e incluso con el ébola, con el que los resultados fueron mejores; no obstante, hay que tener claro para qué serviría el plasma en una situación como la que vivimos con el COVID-19”, declaró.

Para entender la técnica del uso de plasma, la doctora Indiana Torres explicó que una persona cuenta con dos tipos de inmunidad: la natural y la artificial, las cuales pueden ser activas o pasivas. La inmunidad natural pasiva es con la que nacemos, es decir, la que trasmiten las madres a sus hijos; mientras que la natural activa se produce cuando una enfermedad se desarrolla y se generan anticuerpos cuando el organismo reconoce la enfermedad.

En cuanto a la artificial activa, señaló que un ejemplo son las vacunas, pues a partir de su aplicación se generan anticuerpos. A su vez, la inmunidad artificial pasiva es aquella en la que los anticuerpos se pasan directamente, a esta corresponde justamente la utilización del plasma de convalecientes.

“En teoría, al tener los anticuerpos del plasma de una persona que padeció la COVID-19, se podrían emplear para prevenir y para tratar, pero realmente se está utilizando para reducir la mortalidad al tratar a pacientes graves con el plasma de pacientes que ya vencieron la enfermedad. Parte de la inmunidad que se generará a mediano o corto plazo, que da la posibilidad de neutralizar el virus, evitando que se replique”, añadió.

Continúa la experimentación

La doctora Torres Escobar destacó que el problema con el uso del plasma son los anticuerpos neutralizantes que no son desarrollados en la misma cantidad por todas las personas que tuvieron la enfermedad y que no han sido estudiadas las diferentes manifestaciones clínicas que tienen los pacientes con COVID-19, además, las cantidades de plasma y el mejor momento de aplicación no están todavía establecidos, por lo que se desarrollado diversos protocolos.

La investigadora recordó que la utilización del plasma no sólo se ha empleado para el SARS-CoV-2, también para los virus H1N1 y H2N5, y en todos los casos los resultados han sido totalmente variables.

Con relación al SARS-CoV-2, dijo que el 20 de febrero de este año se dio a conocer por primera vez la asociación del uso del plasma de pacientes convalecientes con una reducción importante de la carga viral, además de modificaciones en el impacto que el virus tiene en el aparato respiratorio y sobre las citocinas, que son la respuesta inflamatoria que el organismo tiene a partir de la inserción con el virus.

“Lo que se observó fue una disminución en las estancias hospitalarias y la mortalidad, por lo que se planteó que el uso del plasma de convalecientes, a través de una transfusión, podría ser beneficioso para los pacientes”.

Cómo se obtiene el plasma y los protocolos

Indiana Torres indicó que para obtener el plasma hay que realizar un procedimiento llamado aféresis, el cual consiste en lograrlo cuando la sangre que se extrajo se introduce en una máquina y a través de un centrifugado se separa el componente elegido y el resto se devuelve al donante.

“Más o menos se obtienen entre 400 y 600 mililitros de plasma por paciente, lo que podría ser utilizado para dos o tres personas, dependiendo de la cantidad que se vaya a transfundir. En México, el 20 de abril de este año, la Secretaría de Salud emitió lineamientos técnicos para realizar protocolos de investigación relacionados con el uso del plasma para tratar el SARS CoV-2, lo que fijó las bases para los comités de ética y para las instancias correspondientes.”

Los protocolos implican que los donantes deben estar recuperados de COVID-19, a fin de garantizar que ya no son portadores del virus. Asimismo, deben tener anticuerpos suficientes para ser utilizados; también garantizar que en los laboratorios donde se recolecte el plasma haya médicos que traten COVID-19, quienes deben pedir la autorización a pacientes y familiares, además de vigilar la protección de los receptores del plasma, a fin de evitar que adquieran otro tipo de contagios.

Los inconvenientes

A pesar de que la utilización del plasma representa un método que aún no está aprobado, ha dado resultados prometedores, de ahí el llamado de la Secretaría de Salud para exhortar a la donación de plasma. La doctora Indiana Torres aclaró que los resultados hasta este momento no son concluyentes, pues, entre otras cosas, los ensayos serológicos que permiten determinar la cantidad de anticuerpos con los que se puede saber cuál fue la respuesta inmunológica de una persona, tienen resultados variables.

“Según lo que sabemos hasta este momento, cada persona tiene una respuesta inmunitaria diferente al adquirir el SARS-CoV-2. Quedan preguntas sobre la dosificación, los tipos óptimos de anticuerpos, el momento de la administración, etcétera. Hay más de 20 estudios que ya han presentado resultados preliminares con la aplicación de distintas dosis —de 200 a 300 ml de plasma—, pero no todos los resultados son similares”.

Recalcó que efectivamente hay evidencia en la reducción de morbilidad y mortalidad con el uso del plasma, pero este no necesariamente es inocuo, porque la transfusión puede provocar afectaciones pulmonares o a nivel circulatorio, además de un posible empeoramiento del daño tisular.

“No hay consenso científico aún porque no están totalmente entendidos algunos fenómenos relacionados con los anticuerpos o la inmunidad endógena, entonces hasta ahora los riesgos siguen, pero una cosa que sí es importante es que los resultados son altamente prometedores, además de que hasta este momento no se puede decir que a través de la transfusión se pueda transmitir el SARS CoV-2, debido a que se trata de un virus respiratorio”.

En México, sobre todo en el norte de la República, pero también en Puebla, distintos centros ya trabajan con esta técnica, lo que conlleva a un proyecto nacional de uso de plasma que aún está en etapa experimental. Estas investigaciones se encuentran reguladas por el CONACyT y por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

“Todo lo relacionado con COVID-19 está en un proceso de conocimiento, es decir, hay muchas cosas que apenas se están estudiando, los reportes son muy variados porque la respuesta inmunológica en cada paciente ha sido distinta, lo que sí es importante es que las personas que ya se recuperaron puedan donar plasma al Centro Estatal de la Transfusión o bien donde fueron atendidos”, concluyó la especialista.

La utilización de plasma de convalecientes no es un método nuevo; el primer reporte fue hace más de un siglo, en octubre de 1918, y aunque los resultados sobre este son variables, en plena pandemia representa una ruta para tratar a pacientes con el virus SARS-CoV2, así lo consideró la doctora Indiana Torres Escobar, responsable de la Academia de Infectología de la Facultad de Medicina.

“En el 2003, cuando apareció el primer SARS empezaron a registrarse investigaciones al respecto y se mostraron resultados prometedores con el uso del plasma, igual se probó con el virus del MERS, e incluso con el ébola, con el que los resultados fueron mejores; no obstante, hay que tener claro para qué serviría el plasma en una situación como la que vivimos con el COVID-19”, declaró.

Para entender la técnica del uso de plasma, la doctora Indiana Torres explicó que una persona cuenta con dos tipos de inmunidad: la natural y la artificial, las cuales pueden ser activas o pasivas. La inmunidad natural pasiva es con la que nacemos, es decir, la que trasmiten las madres a sus hijos; mientras que la natural activa se produce cuando una enfermedad se desarrolla y se generan anticuerpos cuando el organismo reconoce la enfermedad.

En cuanto a la artificial activa, señaló que un ejemplo son las vacunas, pues a partir de su aplicación se generan anticuerpos. A su vez, la inmunidad artificial pasiva es aquella en la que los anticuerpos se pasan directamente, a esta corresponde justamente la utilización del plasma de convalecientes.

“En teoría, al tener los anticuerpos del plasma de una persona que padeció la COVID-19, se podrían emplear para prevenir y para tratar, pero realmente se está utilizando para reducir la mortalidad al tratar a pacientes graves con el plasma de pacientes que ya vencieron la enfermedad. Parte de la inmunidad que se generará a mediano o corto plazo, que da la posibilidad de neutralizar el virus, evitando que se replique”, añadió.

Continúa la experimentación

La doctora Torres Escobar destacó que el problema con el uso del plasma son los anticuerpos neutralizantes que no son desarrollados en la misma cantidad por todas las personas que tuvieron la enfermedad y que no han sido estudiadas las diferentes manifestaciones clínicas que tienen los pacientes con COVID-19, además, las cantidades de plasma y el mejor momento de aplicación no están todavía establecidos, por lo que se desarrollado diversos protocolos.

La investigadora recordó que la utilización del plasma no sólo se ha empleado para el SARS-CoV-2, también para los virus H1N1 y H2N5, y en todos los casos los resultados han sido totalmente variables.

Con relación al SARS-CoV-2, dijo que el 20 de febrero de este año se dio a conocer por primera vez la asociación del uso del plasma de pacientes convalecientes con una reducción importante de la carga viral, además de modificaciones en el impacto que el virus tiene en el aparato respiratorio y sobre las citocinas, que son la respuesta inflamatoria que el organismo tiene a partir de la inserción con el virus.

“Lo que se observó fue una disminución en las estancias hospitalarias y la mortalidad, por lo que se planteó que el uso del plasma de convalecientes, a través de una transfusión, podría ser beneficioso para los pacientes”.

Cómo se obtiene el plasma y los protocolos

Indiana Torres indicó que para obtener el plasma hay que realizar un procedimiento llamado aféresis, el cual consiste en lograrlo cuando la sangre que se extrajo se introduce en una máquina y a través de un centrifugado se separa el componente elegido y el resto se devuelve al donante.

“Más o menos se obtienen entre 400 y 600 mililitros de plasma por paciente, lo que podría ser utilizado para dos o tres personas, dependiendo de la cantidad que se vaya a transfundir. En México, el 20 de abril de este año, la Secretaría de Salud emitió lineamientos técnicos para realizar protocolos de investigación relacionados con el uso del plasma para tratar el SARS CoV-2, lo que fijó las bases para los comités de ética y para las instancias correspondientes.”

Los protocolos implican que los donantes deben estar recuperados de COVID-19, a fin de garantizar que ya no son portadores del virus. Asimismo, deben tener anticuerpos suficientes para ser utilizados; también garantizar que en los laboratorios donde se recolecte el plasma haya médicos que traten COVID-19, quienes deben pedir la autorización a pacientes y familiares, además de vigilar la protección de los receptores del plasma, a fin de evitar que adquieran otro tipo de contagios.

Los inconvenientes

A pesar de que la utilización del plasma representa un método que aún no está aprobado, ha dado resultados prometedores, de ahí el llamado de la Secretaría de Salud para exhortar a la donación de plasma. La doctora Indiana Torres aclaró que los resultados hasta este momento no son concluyentes, pues, entre otras cosas, los ensayos serológicos que permiten determinar la cantidad de anticuerpos con los que se puede saber cuál fue la respuesta inmunológica de una persona, tienen resultados variables.

“Según lo que sabemos hasta este momento, cada persona tiene una respuesta inmunitaria diferente al adquirir el SARS-CoV-2. Quedan preguntas sobre la dosificación, los tipos óptimos de anticuerpos, el momento de la administración, etcétera. Hay más de 20 estudios que ya han presentado resultados preliminares con la aplicación de distintas dosis —de 200 a 300 ml de plasma—, pero no todos los resultados son similares”.

Recalcó que efectivamente hay evidencia en la reducción de morbilidad y mortalidad con el uso del plasma, pero este no necesariamente es inocuo, porque la transfusión puede provocar afectaciones pulmonares o a nivel circulatorio, además de un posible empeoramiento del daño tisular.

“No hay consenso científico aún porque no están totalmente entendidos algunos fenómenos relacionados con los anticuerpos o la inmunidad endógena, entonces hasta ahora los riesgos siguen, pero una cosa que sí es importante es que los resultados son altamente prometedores, además de que hasta este momento no se puede decir que a través de la transfusión se pueda transmitir el SARS CoV-2, debido a que se trata de un virus respiratorio”.

En México, sobre todo en el norte de la República, pero también en Puebla, distintos centros ya trabajan con esta técnica, lo que conlleva a un proyecto nacional de uso de plasma que aún está en etapa experimental. Estas investigaciones se encuentran reguladas por el CONACyT y por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

“Todo lo relacionado con COVID-19 está en un proceso de conocimiento, es decir, hay muchas cosas que apenas se están estudiando, los reportes son muy variados porque la respuesta inmunológica en cada paciente ha sido distinta, lo que sí es importante es que las personas que ya se recuperaron puedan donar plasma al Centro Estatal de la Transfusión o bien donde fueron atendidos”, concluyó la especialista.

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