20 años de pasión, 20 años de albañilería

“De lo que me siento más orgulloso es de estar vivo”

Pilar Pérez

  · viernes 4 de mayo de 2018

Foto: Julio César Martínez

La cadera fracturada, un brazo prensado, golpes y caídas es lo que ha obtenido Andrés Romero al trabajar durante más de 20 años como albañil, a pesar de todo, el oficio le apasiona, y tanto sus tres hermanos como su hijo, Humberto, seguirán dedicando el resto de su vida a la construcción.

Este 3 de mayo, como es tradición, festejó el Día de la Santa Cruz en la obra para la que trabaja actualmente; en esta ocasión con su familia y amigos. Carnitas, arroz, refrescos y música en vivo enmarcaron la celebración.

Impulsado por su hermano mayor comenzó a trabajar como ayudante de albañil a la edad de 12 años. A su parecer se trata de uno de los oficios más riesgosos debido a que están expuestos todo el tiempo a algún accidente, por lo que después de dos décadas de trabajo se siente orgulloso de estar vivo.

Andrés inició como ayudante de albañil hasta llegar a oficial, pero su interés está en ser fierrero, es decir, quien manipula las varillas y materiales afines dentro de la obra; fue gracias a esa creatividad que la mañana de ayer ganó, junto con otros compañeros, el primer lugar en la elaboración de cruces en el concurso organizado por la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).

UN ACCIDENTE ESTUVO A PUNTO DE DEJARLO INVÁLIDO

Fue hace algunos años que estando en una obra una varilla, precisamente, se le cayó encima de la cadera, lo que le ocasionó una lesión importante y le fracturó el brazo, por lo que estuvo a punto de quedar inválido y permaneció dos años sin trabajar.

Esa no ha sido la única lesión, pues también el brazo se le quedó prensado una vez por el material que le aseguró la extremidad y también tuvo que trasladarse de inmediato al hospital, toda vez que de no haber recibido atención habría perdido esta parte del cuerpo.

A lo largo de más de 20 años las anécdotas son variadas. Como trabajador de la construcción le ha pasado de todo, golpes, caídas, raspaduras y hasta pasar los temblores en la obra.

Con sus lentes protectores y su chaleco reflejante, así como una cruz colgada al cuello, recuerda que en el terremoto del 19 de septiembre, justo a las 13:14 horas, se encontraba dentro de uno de los edificios en los que ahora trabaja, mismos que estaban en obra negra, y lo único que pudo hacer fue salir para ver la forma en la que las varillas, árboles y columnas chicoteaban.

Mientras que en el terremoto del 23 de septiembre estaba ubicado en una de las partes más altas de la construcción de tal forma que solo se pudo sostener para no caerse, junto con sus demás compañeros.

“De todas estas experiencias puedo decir que de lo que me siento más orgulloso es de estar vivo”, aseguró.

LOS ALBURES NOS CARACTERIZAN

Un día en la vida de un albañil no existió si en el transcurso no dijo por lo menos un albur, pues esta es la principal característica de los trabajadores de la construcción y así lo aceptó Andrés.

Con su esposa Constantina Ortiz a un lado y su hijo Humberto de 20 años de edad al otro, sin pestañear o tartamudear, pudo decir una serie de albures que solo concluyó con una carcajada.