/ domingo 21 de enero de 2024

Carencia y soledad, retos a los que se enfrentan estudiantes foráneos

Extrañar a su familia y vivir con recursos limitados es lo más común entre esta comunidad

Libre pero con restricciones, así es la vida de los jóvenes foráneos que deciden dejar su lugar de origen y mudarse a la entidad poblana para estudiar en alguna de sus universidades. Esta experiencia, además de ser un recuerdo de por vida, es una enseñanza de responsabilidad y autocuidado para los alumnos.

El Sol de Puebla conversó con cinco alumnos de diversas universidades en el estado, quienes compartieron un poco de su estilo de vida una vez que dejaron su hogar. Aprender a administrar el dinero que reciben de sus padres periódicamente, atender la escuela y, en algunos casos, también el trabajo, así como cuidar de sí mismos para evitar ponerse en riesgo, son las principales responsabilidades que estos jóvenes deben cumplir, coinciden.

Ser un estudiante foráneo no es fácil, pero tampoco es una mala experiencia. Sin embargo, las amistades, la vivienda y la universidad son algunos factores que influyen en el proceso de cada alumno. De acuerdo con el Sistema de Información Cultural (SIC), Puebla es la tercera entidad del país con mayor oferta educativa de nivel superior, con un total de 228 universidades, siendo atractiva para jóvenes que no encuentran la carrera de su elección en su estado.

La restricción por el dinero

Regina Hernández Mota es estudiante de la licenciatura en Administración Financiera del Tecnológico de Monterrey campus Puebla. Ella es originaria de Córdoba, Veracruz, y decidió estudiar en Puebla gracias a la beca que le ofreció una empresa privada. Además, la capital poblana es la más cercana a su hogar.

Más allá de extrañar a su familia los fines de semana y explorar un nuevo ambiente, para Regina lo más difícil es trabajar y estudiar al mismo tiempo para sobrellevar sus gastos personales, pues debe pagar una renta mensual de tres mil pesos, transporte y una despensa quincenal de mil quinientos pesos.

Regina Hernández Mota. Foto: Cortesía

“Mis papás no pueden darme dinero porque hay problemas económicos, entonces todo lo que trabajo es para mí, para mis gastos, pero es difícil cuidarlo porque mis amigos buscan salir cada fin, ir a comer, tomar un café u otras cosas”, comparte la alumna que trabaja por las tardes en un centro de fisioterapia en Las Ánimas.

En medio de una institución a la que asisten, en su mayoría, alumnos con alto poder adquisitivo, resulta difícil seguir su ritmo de vida porque ellos no tienen límites en sus gastos. “A veces cuando me invitan el fin de semana a salir les digo la verdad, ‘no tengo dinero’. Es mejor que lo guarde y lo use para hacer mi despensa que en salir, y ellos lo entienden y a veces me invitan, pero también me gusta pagarme mis propias cosas”, narra.

Aunque parece difícil, esta experiencia le ayuda a volverse una persona disciplinada, pues de lunes a viernes se despierta a las 05:00 horas para hacer ejercicio, prepararse el desayuno, asistir a la escuela, trabajar por las tardes y aprovechar sus noches para hacer sus tareas. “No me arrepiento, esta universidad abre muchas puertas y te enseña a relacionarte con varias personas que pueden ayudarte en el futuro”, señala.

La libertad fuera de casa

Aline, quien decidió omitir sus apellidos por privacidad, estudia en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Es originaria del estado de Hidalgo y en esta ciudad conoció el libertinaje, pues en su familia siempre tuvo restricciones para salir.

En Puebla visitó por primera vez un antro, se emborrachó y frecuentemente sale con sus amigos sin avisar a sus padres, pues teme que si lo hace ellos se molesten.

“Alguna vez me invitaron a pasar un fin de semana en una casa en Atlixco, fui con unos amigos y roomies. Estábamos todos pasándola bien y de repente dos chicas que ni sabíamos quién las invitó se agarraron a golpes hasta que una de ellas quedó en el suelo, le arrancaron el pelo y tuvieron que llamar a la policía, me escapé luego luego con una de mis roomies y no supe qué pasó después”, revela.

“¿Por qué no avisas a tus padres a los lugares a los que sales?”, pregunta este diario. “Porque se enojarían y me pedirían que regrese a mi casa, mejor soy cuidadosa y no digo nada (…) mi papá que marca todas las noches, entonces cuando quiero salir de antro les pido a mis amigos que esperen conmigo la llamada y cuando cuelgo me voy”, responde.

Sobre la comida

Adaptarse a una nueva gastronomía es complicado, pero es aún más difícil cuando partes de casa y no sabes cocinar, comparte Ricardo Sánchez, estudiante de la Licenciatura en Derecho de la Universidad Iberoamericana Puebla.

“Cuando llego acá es común que coma solamente sándwiches o quesadillas, pero es también por el tiempo que no cocino algo grande como tal, pues sentí que mi estómago se redujo y la cantidad de alimentos que consumo ya es menor a la que comía en mi casa”, explica.

Ricardo Sánchez. Foto: Cortesía

Añade que él, al igual que varios estudiantes foráneos, llegan a Puebla sabiendo cocinar platillos básicos como huevo al gusto, pastas y otros, pero, por la necesidad de recordar la sazón de su hogar le pidió a su familia que le enseñara a cocinar otros platillos.

Además, comer en las calles es un factor poco viable, ya que, si bien ahorra mucho tiempo de cocina, es un gasto que puede utilizarse para cubrir otras necesidades. En cambio, comprar una despensa semanal con productos básicos y económicos hace más fácil cubrir la alimentación de la semana, y con ello puede ahorrar dinero para salir con sus amigos algún fin de semana.

Para Ricardo, otra complicación al llegar a Puebla además de la comida fue transportarse en una ciudad que no conocía. “En Oaxaca estaba acostumbrado a tener mi propio coche”, subraya.

Aprender a usar el transporte público por primera vez, en un lugar donde no reconoces el nombre de las colonias, donde no sabes qué zonas son peligrosas y cuáles no, es un reto. Sin embargo, una vez que lo dominas, estás del otro lado, presume.

Aprender a estar solo

Aprender a estar solo es algo fundamental para estudiar lejos de casa, narra Denisse, quien estudia la carrera en Derecho en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y es originaria de Acapulco, Guerrero.

Estar solo y sentirse solo son dos cosas distintas, explica. Ser un alumno foráneo no es estar triste todo el tiempo o extrañar tu casa. Estudiar lejos da la oportunidad de conocer nuevos amigos, incluso de formar una nueva familia, pues al llegar a una nueva casa con personas desconocidas puedes formar nuevos lazos.

Aprender a estar solo es algo fundamental para estudiar lejos de casa. Foto: Cortesía

“Yo casi nunca me siento sola, vivo con varios roomies y nos hacemos compañía, además, Puebla es la ciudad favorita para estudiar de los foráneos, entonces muchos de mis amigos de Acapulco se vinieron a Puebla y nos seguimos viendo”, señala.

La nostalgia de recordar a la familia puede ser la parte complicada, pero estudiar lejos de casa no es ninguna obligación en la mayoría de los casos, es mejor enfocarse en lo bueno de estar en un nuevo lugar, expresa.

“En la Universidad he encontrado buenos amigos que me han dicho cosas como ‘pues cuando quieras puedes venir a comer a la casa’, o ‘si te sientes sola puedes venir aquí a pasar la noche o la tarde’, eso me hace sentir mejor y es de las cosas positivas”, opina.

Puebla, elegido por su oferta educativa

Además de que Puebla es un sitio turístico que atrae la atención de los jóvenes, su oferta educativa es la principal razón por la que los alumnos de otros estados eligen mudarse, principalmente por las universidades públicas, donde se ofrece una amplia variedad de carreras, a precios bajos.

Esto asegura Alejandro Valderas, quien estudia desde hace un año y medio la Licenciatura en Químico Farmacobiólogo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

“La carrera que yo estoy estudiando no se encuentra en Morelos en la universidad pública, solo en las particulares, y en cuestión de costos sale más caro estudiar allá que venir a la BUAP, incluyendo la renta”, afirma.

Alejandro también encontró un laboratorio en la ciudad en donde pasa sus tardes trabajando con diversos especialistas de su carrera y sigue aprendiendo un poco más de lo que estudia, algo que resultaría difícil en su lugar de origen porque, al tener baja oferta educativa del área, tampoco hay muchos sitios en los que pueda practicar.

Por invitación de un profesor estoy trabajando aquí, para que sea más fácil encontrar trabajo cuando salga (…) él sabe que soy de fuera y ha sido un apoyo muy grande para mí, algunas veces hasta me invita a comer”, detalla.

Además, la entidad poblana es un lugar con amplia variedad de carreras, con diversos costos, en donde es fácil vivir y los costos mensuales de renta no alcanzan precios exorbitantes como en otros sitios con el mismo nivel de oferta educativa, como la Ciudad de México.

Los alumnos entrevistados por esta casa editorial coinciden en que Puebla es un lugar tranquilo para vivir, sin embargo, caminar por las noches en las calles de la capital les da temor, ya que lucen vacías o se han encontrado a personas que han intentando estafarlos.

Los consejos que brindan a quienes buscan salir de casa para estudiar en otro estado son no confiar en personas que no conocen, no salir tarde de casa y tener la confianza suficiente con sus padres para enviarles su ubicación en tiempo real al estar fuera de la universidad o de donde rentan, pues así pueden evitar una tragedia o una preocupación extra.

El rango de dinero que reciben de sus padres oscila entre los dos mil y cinco mil pesos mensuales, los cuales sugieren administrar lo mejor posible para no sentirse apretados al final de mes. Todos los entrevistados afirmaron que la principal razón por la que cuidan su dinero no es por temor a quedarse sin comer o sin comprar algún capricho, sino para no molestar a sus padres pidiendo que les depositen más seguido, pues son conscientes de que el esfuerzo por pagar su universidad es grande.

Asimismo, recomiendan vivir en pensiones, que son casas compartidas entre diferentes estudiantes, para dividir los costos de la renta y hacer amistades con otros alumnos foráneos. Así se crea una red de apoyo y de cuidado.

Libre pero con restricciones, así es la vida de los jóvenes foráneos que deciden dejar su lugar de origen y mudarse a la entidad poblana para estudiar en alguna de sus universidades. Esta experiencia, además de ser un recuerdo de por vida, es una enseñanza de responsabilidad y autocuidado para los alumnos.

El Sol de Puebla conversó con cinco alumnos de diversas universidades en el estado, quienes compartieron un poco de su estilo de vida una vez que dejaron su hogar. Aprender a administrar el dinero que reciben de sus padres periódicamente, atender la escuela y, en algunos casos, también el trabajo, así como cuidar de sí mismos para evitar ponerse en riesgo, son las principales responsabilidades que estos jóvenes deben cumplir, coinciden.

Ser un estudiante foráneo no es fácil, pero tampoco es una mala experiencia. Sin embargo, las amistades, la vivienda y la universidad son algunos factores que influyen en el proceso de cada alumno. De acuerdo con el Sistema de Información Cultural (SIC), Puebla es la tercera entidad del país con mayor oferta educativa de nivel superior, con un total de 228 universidades, siendo atractiva para jóvenes que no encuentran la carrera de su elección en su estado.

La restricción por el dinero

Regina Hernández Mota es estudiante de la licenciatura en Administración Financiera del Tecnológico de Monterrey campus Puebla. Ella es originaria de Córdoba, Veracruz, y decidió estudiar en Puebla gracias a la beca que le ofreció una empresa privada. Además, la capital poblana es la más cercana a su hogar.

Más allá de extrañar a su familia los fines de semana y explorar un nuevo ambiente, para Regina lo más difícil es trabajar y estudiar al mismo tiempo para sobrellevar sus gastos personales, pues debe pagar una renta mensual de tres mil pesos, transporte y una despensa quincenal de mil quinientos pesos.

Regina Hernández Mota. Foto: Cortesía

“Mis papás no pueden darme dinero porque hay problemas económicos, entonces todo lo que trabajo es para mí, para mis gastos, pero es difícil cuidarlo porque mis amigos buscan salir cada fin, ir a comer, tomar un café u otras cosas”, comparte la alumna que trabaja por las tardes en un centro de fisioterapia en Las Ánimas.

En medio de una institución a la que asisten, en su mayoría, alumnos con alto poder adquisitivo, resulta difícil seguir su ritmo de vida porque ellos no tienen límites en sus gastos. “A veces cuando me invitan el fin de semana a salir les digo la verdad, ‘no tengo dinero’. Es mejor que lo guarde y lo use para hacer mi despensa que en salir, y ellos lo entienden y a veces me invitan, pero también me gusta pagarme mis propias cosas”, narra.

Aunque parece difícil, esta experiencia le ayuda a volverse una persona disciplinada, pues de lunes a viernes se despierta a las 05:00 horas para hacer ejercicio, prepararse el desayuno, asistir a la escuela, trabajar por las tardes y aprovechar sus noches para hacer sus tareas. “No me arrepiento, esta universidad abre muchas puertas y te enseña a relacionarte con varias personas que pueden ayudarte en el futuro”, señala.

La libertad fuera de casa

Aline, quien decidió omitir sus apellidos por privacidad, estudia en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Es originaria del estado de Hidalgo y en esta ciudad conoció el libertinaje, pues en su familia siempre tuvo restricciones para salir.

En Puebla visitó por primera vez un antro, se emborrachó y frecuentemente sale con sus amigos sin avisar a sus padres, pues teme que si lo hace ellos se molesten.

“Alguna vez me invitaron a pasar un fin de semana en una casa en Atlixco, fui con unos amigos y roomies. Estábamos todos pasándola bien y de repente dos chicas que ni sabíamos quién las invitó se agarraron a golpes hasta que una de ellas quedó en el suelo, le arrancaron el pelo y tuvieron que llamar a la policía, me escapé luego luego con una de mis roomies y no supe qué pasó después”, revela.

“¿Por qué no avisas a tus padres a los lugares a los que sales?”, pregunta este diario. “Porque se enojarían y me pedirían que regrese a mi casa, mejor soy cuidadosa y no digo nada (…) mi papá que marca todas las noches, entonces cuando quiero salir de antro les pido a mis amigos que esperen conmigo la llamada y cuando cuelgo me voy”, responde.

Sobre la comida

Adaptarse a una nueva gastronomía es complicado, pero es aún más difícil cuando partes de casa y no sabes cocinar, comparte Ricardo Sánchez, estudiante de la Licenciatura en Derecho de la Universidad Iberoamericana Puebla.

“Cuando llego acá es común que coma solamente sándwiches o quesadillas, pero es también por el tiempo que no cocino algo grande como tal, pues sentí que mi estómago se redujo y la cantidad de alimentos que consumo ya es menor a la que comía en mi casa”, explica.

Ricardo Sánchez. Foto: Cortesía

Añade que él, al igual que varios estudiantes foráneos, llegan a Puebla sabiendo cocinar platillos básicos como huevo al gusto, pastas y otros, pero, por la necesidad de recordar la sazón de su hogar le pidió a su familia que le enseñara a cocinar otros platillos.

Además, comer en las calles es un factor poco viable, ya que, si bien ahorra mucho tiempo de cocina, es un gasto que puede utilizarse para cubrir otras necesidades. En cambio, comprar una despensa semanal con productos básicos y económicos hace más fácil cubrir la alimentación de la semana, y con ello puede ahorrar dinero para salir con sus amigos algún fin de semana.

Para Ricardo, otra complicación al llegar a Puebla además de la comida fue transportarse en una ciudad que no conocía. “En Oaxaca estaba acostumbrado a tener mi propio coche”, subraya.

Aprender a usar el transporte público por primera vez, en un lugar donde no reconoces el nombre de las colonias, donde no sabes qué zonas son peligrosas y cuáles no, es un reto. Sin embargo, una vez que lo dominas, estás del otro lado, presume.

Aprender a estar solo

Aprender a estar solo es algo fundamental para estudiar lejos de casa, narra Denisse, quien estudia la carrera en Derecho en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y es originaria de Acapulco, Guerrero.

Estar solo y sentirse solo son dos cosas distintas, explica. Ser un alumno foráneo no es estar triste todo el tiempo o extrañar tu casa. Estudiar lejos da la oportunidad de conocer nuevos amigos, incluso de formar una nueva familia, pues al llegar a una nueva casa con personas desconocidas puedes formar nuevos lazos.

Aprender a estar solo es algo fundamental para estudiar lejos de casa. Foto: Cortesía

“Yo casi nunca me siento sola, vivo con varios roomies y nos hacemos compañía, además, Puebla es la ciudad favorita para estudiar de los foráneos, entonces muchos de mis amigos de Acapulco se vinieron a Puebla y nos seguimos viendo”, señala.

La nostalgia de recordar a la familia puede ser la parte complicada, pero estudiar lejos de casa no es ninguna obligación en la mayoría de los casos, es mejor enfocarse en lo bueno de estar en un nuevo lugar, expresa.

“En la Universidad he encontrado buenos amigos que me han dicho cosas como ‘pues cuando quieras puedes venir a comer a la casa’, o ‘si te sientes sola puedes venir aquí a pasar la noche o la tarde’, eso me hace sentir mejor y es de las cosas positivas”, opina.

Puebla, elegido por su oferta educativa

Además de que Puebla es un sitio turístico que atrae la atención de los jóvenes, su oferta educativa es la principal razón por la que los alumnos de otros estados eligen mudarse, principalmente por las universidades públicas, donde se ofrece una amplia variedad de carreras, a precios bajos.

Esto asegura Alejandro Valderas, quien estudia desde hace un año y medio la Licenciatura en Químico Farmacobiólogo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

“La carrera que yo estoy estudiando no se encuentra en Morelos en la universidad pública, solo en las particulares, y en cuestión de costos sale más caro estudiar allá que venir a la BUAP, incluyendo la renta”, afirma.

Alejandro también encontró un laboratorio en la ciudad en donde pasa sus tardes trabajando con diversos especialistas de su carrera y sigue aprendiendo un poco más de lo que estudia, algo que resultaría difícil en su lugar de origen porque, al tener baja oferta educativa del área, tampoco hay muchos sitios en los que pueda practicar.

Por invitación de un profesor estoy trabajando aquí, para que sea más fácil encontrar trabajo cuando salga (…) él sabe que soy de fuera y ha sido un apoyo muy grande para mí, algunas veces hasta me invita a comer”, detalla.

Además, la entidad poblana es un lugar con amplia variedad de carreras, con diversos costos, en donde es fácil vivir y los costos mensuales de renta no alcanzan precios exorbitantes como en otros sitios con el mismo nivel de oferta educativa, como la Ciudad de México.

Los alumnos entrevistados por esta casa editorial coinciden en que Puebla es un lugar tranquilo para vivir, sin embargo, caminar por las noches en las calles de la capital les da temor, ya que lucen vacías o se han encontrado a personas que han intentando estafarlos.

Los consejos que brindan a quienes buscan salir de casa para estudiar en otro estado son no confiar en personas que no conocen, no salir tarde de casa y tener la confianza suficiente con sus padres para enviarles su ubicación en tiempo real al estar fuera de la universidad o de donde rentan, pues así pueden evitar una tragedia o una preocupación extra.

El rango de dinero que reciben de sus padres oscila entre los dos mil y cinco mil pesos mensuales, los cuales sugieren administrar lo mejor posible para no sentirse apretados al final de mes. Todos los entrevistados afirmaron que la principal razón por la que cuidan su dinero no es por temor a quedarse sin comer o sin comprar algún capricho, sino para no molestar a sus padres pidiendo que les depositen más seguido, pues son conscientes de que el esfuerzo por pagar su universidad es grande.

Asimismo, recomiendan vivir en pensiones, que son casas compartidas entre diferentes estudiantes, para dividir los costos de la renta y hacer amistades con otros alumnos foráneos. Así se crea una red de apoyo y de cuidado.

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