Entre aplausos, porras, palabras en náhuatl y la exigencia de justicia, familiares y amigos dieron el último adiós en el panteón municipal de Huatlatlauca a Aideé, la chica que perdió la vida de un disparo en medio de una clase de matemáticas en el CCH Oriente.
Unas 200 personas entre sus familiares y conocidos, algunos amigos que viajaron desde la Ciudad de México, a bordo de cerca de una veintena de vehículos y dos autobuses se trasladaron a la cabecera municipal.
Al pie de su sepulcro, su tía Florida Salazar reiteró el llamado a las autoridades del Estado de México y del CCH Oriente a esclarecer el crimen y de paso, llamó a el o la responsable de la muerte de Aideé a entregarse pues consideró que de ese modo puede expirar un poco su culpa.
Entre el árido suelo de Tempezquixtla, una comunidad de Huatlatlauca, un alejado municipio de la sierra mixteca poblana, donde la gente debe elegir entre sobrevivir con la siembra temporal de maíz y frijol, la elaboración de artesanías de palma y migrar, decenas de familiares y amigos no tienen más que buenos recuerdos de ella, "era muy buena, muy noble", "en todo participaba", "nunca se metía con nadie y todo lo que se proponía lo hacía" "era muy buena amiga", eran sólo algunas de las expresiones.
Y es que si bien Aideé nació en la Ciudad de México, aprendió de sus padres, Ángela y Wenceslao, el cariño por sus raíces indígenas y el deseo de superación, así que era un ejemplo para sus cuatro hermanos y mucha gente de esta comunidad que vio nacer a su padre.
A dos días del asesinato, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México, no ha dado a conocer algún avance del caso pues continúan con la investigación para determinar de dónde salió la bala.
Sobre este hecho, el gobernador de Puebla, Guillermo Pacheco Pulido, envió sus condolencias a los familiares de la joven.