Elaborar ladrillos y sembrar tierras de cultivo, son dos importantes actividades económicas que van a la baja en Coronango, pese a que hace más de una década representaban las principales fuentes de empleo e ingreso para las familias de este municipio adjunto a la capital del estado poblano.
Datos oficiales indican que los habitantes ahora prefieren emigrar a Estados Unidos o incorporarse al sector obrero, en lugar de apoyar los dos oficios citados.
Con esa tendencia, Coronango en la última década ha registrado dos descensos importantes. El primero es que en la última década constató el cierre de unas 850 ladrilleras. Mientras el segundo, es el reflejo de decenas de tierras de cultivo en abandono, porque sus propietarios ya no las trabajan.
El alcalde de Coronango, Antonio Teutli Cuautle, al abundar en detalles, admitió la realidad de estos dos escenarios y sobre las acciones iniciadas por su administración para medir el impacto de los mismos, porque no existe un censo de migrantes y tampoco una actualización en el número de hectáreas con vocación agraria.
Aunque precisó “se sabe que, por lo menos una tercera parte del territorio de Coronango es de cultivo, pero se ha visto afectada por el tema de la falta de apoyos económicos y recursos públicos para impulsar el campo, porque ahora los jóvenes mejor se van a Estados Unidos a trabajar”.
En este apartado, la autoridad local destacó que el censo de ejidatarios se ha reducido considerablemente, porque en las zonas de mayor extensión territorial, San Antonio Mihuacan y San Francisco Ocotlán, solo están registrados menos de 350, cuando antes era mayor la cifra.
Algunos campesinos indican que prefieren dejar abandonadas sus tierras, en lugar de costear la serie de pasos obligados para hacerlas producir, como son pagos por los trabajos para preparar la tierra, compra de semillas y fertilizantes y otros insumos necesarios.
Eso ha llevado a observar muchas tierras abandonadas en Coronango en los últimos años porque no ha sido el crecimiento habitacional el principal causante del olvido del campo, sino la falta de apoyos para este sector.
LADRILLERAS QUEDAN POCAS
Pobladores de Coronango, recuerdan que antes había una ladrillera por cada calle, aunque la tendencia podía cambiar porque el visitante, en algunos puntos llegaba a observar hasta tres.
Ahora dicen, solo identifican este tipo de negocios cuando ven alguna humareda, por representar el indicativo de que están cociendo el ladrillo.
Información oficial detalla que hace una década, en Coronango había más de mil ladrilleras porque estos talleres estaban presentes en casi todas las familias, pues el oficio era de las comunes.
El transcurso del tiempo cambió este panorama porque el encarecimiento del petróleo- en ese entonces el principal elemento de producción- causó desánimo en los productores, quienes en lugar de ver ganancias, enfrentaban más gastos para sacar una producción al mercado.
Eso llevo al cierre paulatino de estos negocios que antes, en su momento, rigieron la actividad económica de Coronango, una jurisdicción que pese a la cercanía con la capital del estado, se resiste a perder este oficio rudimentario.
