/ miércoles 10 de mayo de 2023

Presión social para que mujeres sean madres, una constante de nuestros días que daña emocionalmente

Los cuestionamientos continuos pueden generar en las mujeres ansiedad o depresión

Karen tiene 32 años, una pareja formal y no tiene próximos planes para tener una hija o hijo. Si será madre o no, es un cuestionamiento continuo que le hacen sus familiares y amigos. Lo que antes de sus 30 era un tema ocasional, hoy en día es una ola de señalamientos en su contra, situación que con el paso del tiempo la ha ido afectando emocionalmente.

Ella sabe que ser madre es una opción, no una obligación como mujer, pero sus familiares, principalmente las mujeres, la han presionado constantemente para que embarazarse esté dentro de sus planes próximos. Le dicen que pronto dejará de ser fértil, que su reloj biológico está corriendo y que su pareja puede dejarla por no considerarla suficiente.

Pese a que ella tiene un buen trabajo, ha viajado a varios países y se considera una mujer exitosa, su entorno la ha hecho sentir que no es una mujer completa por no ser madre. En ocasiones le han dicho que un bebé es lo único que le falta para “ser mujer en todos los sentidos”.

Sus familiares no se dan cuenta que le hacen daño con estos comentarios, no saben si ella está preparada emocionalmente, físicamente o si gana lo suficiente para darle una vida digna a un niño. Sólo la juzgan, la tachan de egoísta y han llegado al punto de invalidar todos sus logros porque socialmente sólo será exitosa cuando se embarace.

Para especialistas en temas de género, Karen no es la única mujer que sufre de este tipo de presión social, ya que históricamente a las mujeres se les ha visto como un objeto para procrear y cuando se niegan a hacerlo o lo posponen las califican de malas mujeres o mujeres incompletas.

Para las entrevistadas, la maternidad en muchos casos sigue siendo una imposición social, pero afortunadamente, muchas tienen la oportunidad y la libertad de ser madres sin que esto les traiga problemas sociales y emocionales.

Las mujeres siguen con una imposición social de ser vistas como futuras madres

Cinthya Ramírez, activista, feminista e integrante de REDefine, que es una organización que se dedica a promover, defender y difundir los derechos sexuales, compartió a este medio que, pese a los avances de los derechos de las mujeres y su empoderamiento, aún hay una imposición social para que la mayoría de las mujeres se conviertan en madres.

“Desde niñas nuestra familia nos va metiendo estos roles de género y la idea de la maternidad, de esta realización. Incluso nos llegan a dar a entender que ese es nuestro único objetivo como mujer. Si bien, ha habido cambios importantes socialmente y culturalmente, aún existen roles de género muy marcados en donde quieren que todas las mujeres seamos madres como punto clave de nuestra existencia”, comentó.

En su opinión, una mujer puede ser exitosa y estar completa en todos los ámbitos de su vida aunque no tenga hijos y todas, sin importar la edad y su entorno, deben de rechazar ese señalamiento de que no son mujeres completas si no han procreado.

“Hay mujeres que deciden poner mayor atención a sus carreras o tienen otras metas, pero siempre está esa pregunta de -para cuándo un bebé- y eso llega a limitar a muchas mujeres porque todos esos comentarios y expectativas repercuten en sus vidas y es importante recalcar que no es un mandato”, expresó.

Otro punto que destaca es la “romantización del embarazo”, ya que muchas mujeres que son madres no aman serlo y tuvieron un hijo sólo para encajar en la sociedad, pero sus familiares y amigos le dicen que es una “bendición”, y la madre tiene pena o miedo de admitir que no le gusta tener hijos.

“Pocas veces se escucha la otra cara de la moneda, las madres que no quieren serlo. Hay muchas razones para querer ser madre y para no serlo, pero las presionan tanto con comentarios pasivo-agresivos que las hacen sentir mal. Nadie conoce la situación por la que están pasando y estos comentarios dañan”, expuso.

A su vez, cree que la maternidad es un tema delicado, pues no se sabe si la mujer está intentando quedar embarazada y no puede. Estos comentarios a la larga le van a originar conflictos emocionales y puede convertirse en depresión.

“A veces hay que ser más cautelosos cuando se toca el tema, es un tema que históricamente se ha socializado y que a las mujeres se les da por hecho que van a ser madres y si no lo logran, algo está mal en su vida o es como si algo no cumplieron”, agregó.

Para concluir, sugirió manejar esta presión social informándose acerca de las maternidades deseadas y no dejar que otras personas influyan en sus decisiones, ni su pareja, ni sus familiares, ni sus amigos.

Si no tienen hijos a cierta edad, las compadecen y creen que son mujeres inferiores

Por su parte, Natalí Hernández, directora del Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social A.C. (CAFIS), que es una organización que trabaja a favor de los derechos humanos, pero con perspectiva de género, también consideró que hay una fuerte idea colectiva de que las mujeres a cierta edad, principalmente después de los 30 años, deben de tener hijos por obligación y no por elección.

Incluso, llegan a violentarlas, descalificarlas o a invalidarlas si deciden postergar este proceso o deciden no ser madres, pues las minimizan, las ven como “pobrecitas”, “las ven con pena”, y aunque muchas se hacen de oídos sordos, con el paso del tiempo estos señalamientos se vuelven una carga.

Las personas que juzgan a las mujeres por no tener hijos, muy pocas veces se cuestionan el entorno social que está viviendo la mujer, si tiene suficientes recursos económicos, si está emocionalmente preparada o si en su pasado registró heridas que le ocasionaron miedo a la maternidad.

“Es muy importante recordar que la maternidad en nuestro contexto social tiene un papel importante y fundamental, pero al mismo tiempo, un papel contrastante. Por un lado, se exalta este rol, se atribuyen aspectos como natos de las mujeres, como si fuera por instinto, pero no se garantizan las posibilidades para ser madre de manera justa y con respecto a los derechos”, indicó.

Para la feminista, la presión social que ocurre tiene que ver con este ideal de que la maternidad es el papel más importante en la vida de las mujeres, pero esto no es cierto, es una opción, más no una obligación.

Un error que comete la sociedad de manera frecuente y principalmente los allegados de las mujeres es lanzar frases que las hacen sentir menos, como: “¿Para cuándo los/as hijos/as?”, “cuando quieras ya no vas a poder, el tiempo corre”, “¿quién te va a cuidar cuando seas vieja?”, “tienes que vivir esa etapa en tu vida, por lo menos ten uno”.

En muchos casos, aunque las mujeres tienen un trabajo exitoso, varios títulos académicos, han viajado, y saben más de un idioma, las hacen menos y les dan a entender que no son “mujeres completas”. Esta idea, para Natalí Hernández, está rezagada, por lo que recomendó a las mujeres esquivar estos comentarios, dependiendo del entorno en el que se encuentren.

“La maternidad se hace presente en las mujeres desde sus primeros años, los primeros regalos que obtienen son muñecos que parecen bebés y que hay que cuidar. Se espera que cuidemos como madres, y de ahí hasta la edad adulta se replica esta expectativa y les meten presión y miedo argumentando el reloj biológico. Hay mucha presión, pero no hay ninguna obligación de cumplirlo”, subrayó.

Para finalizar, sugirió no juzgar ni cuestionar a las mujeres que deciden no tener hijos, ya que es un tema delicado que le compete exclusivamente a la persona en cuestión y a su pareja en ser el caso de un matrimonio, pero la única que puede decidir por su cuerpo es la mujer, no su pareja, no sus familiares, ni sus amistades.

Tener hijos, una presión social que puede convertirse en depresión o ansiedad

Claudia Alonso González, responsable del área de género en el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría que pertenece a la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, compartió que esta insistencia para que las mujeres tengan hijos puede convertirse en problemas de ansiedad o hasta depresión.

La mujer puede ignorar estas actitudes invasivas que recibe y seguir adelante, pero en algunos casos, la pregunta constante de “¿para cuándo va a ser madre?”, puede convertirse en un martirio y un problema emocional.

“Se asocia el ser mujer con ser madre. Se considera que una mujer no lo es del todo si no ha sido madre. Hay presión social para ser madre biológica, pero también para cumplir el rol de madres, es decir, si no son madres deben de cuidar a sus esposos, ser buenas esposas. Se supone que debemos cuidar a alguien, a un familiar, a un vecino, llevar a alguien de la mano”, dijo.

En México, en Puebla y en muchas partes del mundo, el no querer tener hijos contradice el ciclo de la vida y muchas personas llegan a pensar que hasta puede poner fin a un legado familiar.

“Se nos mandata socialmente el rol de madre, viene de generación en generación. Creo que las nuevas generaciones deben de hacer escuchar su voz y defender estas nuevas alternativas de vida en donde no se incluya la maternidad como el punto más alto de éxito. Que las mujeres jóvenes construyan su vida conforme a ellas quieren, estudios, viajes, sueños, méritos académicos o profesionales y que no sigan este mandado como una conclusión personal”, remató.

Karen tiene 32 años, una pareja formal y no tiene próximos planes para tener una hija o hijo. Si será madre o no, es un cuestionamiento continuo que le hacen sus familiares y amigos. Lo que antes de sus 30 era un tema ocasional, hoy en día es una ola de señalamientos en su contra, situación que con el paso del tiempo la ha ido afectando emocionalmente.

Ella sabe que ser madre es una opción, no una obligación como mujer, pero sus familiares, principalmente las mujeres, la han presionado constantemente para que embarazarse esté dentro de sus planes próximos. Le dicen que pronto dejará de ser fértil, que su reloj biológico está corriendo y que su pareja puede dejarla por no considerarla suficiente.

Pese a que ella tiene un buen trabajo, ha viajado a varios países y se considera una mujer exitosa, su entorno la ha hecho sentir que no es una mujer completa por no ser madre. En ocasiones le han dicho que un bebé es lo único que le falta para “ser mujer en todos los sentidos”.

Sus familiares no se dan cuenta que le hacen daño con estos comentarios, no saben si ella está preparada emocionalmente, físicamente o si gana lo suficiente para darle una vida digna a un niño. Sólo la juzgan, la tachan de egoísta y han llegado al punto de invalidar todos sus logros porque socialmente sólo será exitosa cuando se embarace.

Para especialistas en temas de género, Karen no es la única mujer que sufre de este tipo de presión social, ya que históricamente a las mujeres se les ha visto como un objeto para procrear y cuando se niegan a hacerlo o lo posponen las califican de malas mujeres o mujeres incompletas.

Para las entrevistadas, la maternidad en muchos casos sigue siendo una imposición social, pero afortunadamente, muchas tienen la oportunidad y la libertad de ser madres sin que esto les traiga problemas sociales y emocionales.

Las mujeres siguen con una imposición social de ser vistas como futuras madres

Cinthya Ramírez, activista, feminista e integrante de REDefine, que es una organización que se dedica a promover, defender y difundir los derechos sexuales, compartió a este medio que, pese a los avances de los derechos de las mujeres y su empoderamiento, aún hay una imposición social para que la mayoría de las mujeres se conviertan en madres.

“Desde niñas nuestra familia nos va metiendo estos roles de género y la idea de la maternidad, de esta realización. Incluso nos llegan a dar a entender que ese es nuestro único objetivo como mujer. Si bien, ha habido cambios importantes socialmente y culturalmente, aún existen roles de género muy marcados en donde quieren que todas las mujeres seamos madres como punto clave de nuestra existencia”, comentó.

En su opinión, una mujer puede ser exitosa y estar completa en todos los ámbitos de su vida aunque no tenga hijos y todas, sin importar la edad y su entorno, deben de rechazar ese señalamiento de que no son mujeres completas si no han procreado.

“Hay mujeres que deciden poner mayor atención a sus carreras o tienen otras metas, pero siempre está esa pregunta de -para cuándo un bebé- y eso llega a limitar a muchas mujeres porque todos esos comentarios y expectativas repercuten en sus vidas y es importante recalcar que no es un mandato”, expresó.

Otro punto que destaca es la “romantización del embarazo”, ya que muchas mujeres que son madres no aman serlo y tuvieron un hijo sólo para encajar en la sociedad, pero sus familiares y amigos le dicen que es una “bendición”, y la madre tiene pena o miedo de admitir que no le gusta tener hijos.

“Pocas veces se escucha la otra cara de la moneda, las madres que no quieren serlo. Hay muchas razones para querer ser madre y para no serlo, pero las presionan tanto con comentarios pasivo-agresivos que las hacen sentir mal. Nadie conoce la situación por la que están pasando y estos comentarios dañan”, expuso.

A su vez, cree que la maternidad es un tema delicado, pues no se sabe si la mujer está intentando quedar embarazada y no puede. Estos comentarios a la larga le van a originar conflictos emocionales y puede convertirse en depresión.

“A veces hay que ser más cautelosos cuando se toca el tema, es un tema que históricamente se ha socializado y que a las mujeres se les da por hecho que van a ser madres y si no lo logran, algo está mal en su vida o es como si algo no cumplieron”, agregó.

Para concluir, sugirió manejar esta presión social informándose acerca de las maternidades deseadas y no dejar que otras personas influyan en sus decisiones, ni su pareja, ni sus familiares, ni sus amigos.

Si no tienen hijos a cierta edad, las compadecen y creen que son mujeres inferiores

Por su parte, Natalí Hernández, directora del Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social A.C. (CAFIS), que es una organización que trabaja a favor de los derechos humanos, pero con perspectiva de género, también consideró que hay una fuerte idea colectiva de que las mujeres a cierta edad, principalmente después de los 30 años, deben de tener hijos por obligación y no por elección.

Incluso, llegan a violentarlas, descalificarlas o a invalidarlas si deciden postergar este proceso o deciden no ser madres, pues las minimizan, las ven como “pobrecitas”, “las ven con pena”, y aunque muchas se hacen de oídos sordos, con el paso del tiempo estos señalamientos se vuelven una carga.

Las personas que juzgan a las mujeres por no tener hijos, muy pocas veces se cuestionan el entorno social que está viviendo la mujer, si tiene suficientes recursos económicos, si está emocionalmente preparada o si en su pasado registró heridas que le ocasionaron miedo a la maternidad.

“Es muy importante recordar que la maternidad en nuestro contexto social tiene un papel importante y fundamental, pero al mismo tiempo, un papel contrastante. Por un lado, se exalta este rol, se atribuyen aspectos como natos de las mujeres, como si fuera por instinto, pero no se garantizan las posibilidades para ser madre de manera justa y con respecto a los derechos”, indicó.

Para la feminista, la presión social que ocurre tiene que ver con este ideal de que la maternidad es el papel más importante en la vida de las mujeres, pero esto no es cierto, es una opción, más no una obligación.

Un error que comete la sociedad de manera frecuente y principalmente los allegados de las mujeres es lanzar frases que las hacen sentir menos, como: “¿Para cuándo los/as hijos/as?”, “cuando quieras ya no vas a poder, el tiempo corre”, “¿quién te va a cuidar cuando seas vieja?”, “tienes que vivir esa etapa en tu vida, por lo menos ten uno”.

En muchos casos, aunque las mujeres tienen un trabajo exitoso, varios títulos académicos, han viajado, y saben más de un idioma, las hacen menos y les dan a entender que no son “mujeres completas”. Esta idea, para Natalí Hernández, está rezagada, por lo que recomendó a las mujeres esquivar estos comentarios, dependiendo del entorno en el que se encuentren.

“La maternidad se hace presente en las mujeres desde sus primeros años, los primeros regalos que obtienen son muñecos que parecen bebés y que hay que cuidar. Se espera que cuidemos como madres, y de ahí hasta la edad adulta se replica esta expectativa y les meten presión y miedo argumentando el reloj biológico. Hay mucha presión, pero no hay ninguna obligación de cumplirlo”, subrayó.

Para finalizar, sugirió no juzgar ni cuestionar a las mujeres que deciden no tener hijos, ya que es un tema delicado que le compete exclusivamente a la persona en cuestión y a su pareja en ser el caso de un matrimonio, pero la única que puede decidir por su cuerpo es la mujer, no su pareja, no sus familiares, ni sus amistades.

Tener hijos, una presión social que puede convertirse en depresión o ansiedad

Claudia Alonso González, responsable del área de género en el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría que pertenece a la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, compartió que esta insistencia para que las mujeres tengan hijos puede convertirse en problemas de ansiedad o hasta depresión.

La mujer puede ignorar estas actitudes invasivas que recibe y seguir adelante, pero en algunos casos, la pregunta constante de “¿para cuándo va a ser madre?”, puede convertirse en un martirio y un problema emocional.

“Se asocia el ser mujer con ser madre. Se considera que una mujer no lo es del todo si no ha sido madre. Hay presión social para ser madre biológica, pero también para cumplir el rol de madres, es decir, si no son madres deben de cuidar a sus esposos, ser buenas esposas. Se supone que debemos cuidar a alguien, a un familiar, a un vecino, llevar a alguien de la mano”, dijo.

En México, en Puebla y en muchas partes del mundo, el no querer tener hijos contradice el ciclo de la vida y muchas personas llegan a pensar que hasta puede poner fin a un legado familiar.

“Se nos mandata socialmente el rol de madre, viene de generación en generación. Creo que las nuevas generaciones deben de hacer escuchar su voz y defender estas nuevas alternativas de vida en donde no se incluya la maternidad como el punto más alto de éxito. Que las mujeres jóvenes construyan su vida conforme a ellas quieren, estudios, viajes, sueños, méritos académicos o profesionales y que no sigan este mandado como una conclusión personal”, remató.

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