Ese asunto de las amenazas a candidatos no debe ser un instrumento de campaña ni en contra, ni a favor y mucho menos puede ser un elemento que sea utilizado a la ligera. Por el bien de los abanderados y mejor aún, por el bien de la sociedad, la violencia no puede ser un ingrediente en el proceso electoral, por lo que las y los políticos no deberían usar el tema de la inseguridad para polarizar o exaltar los ánimos del respetable porque los efectos pueden ser contraproducentes.
La denuncia del candidato a la alcaldía de Puebla, Mario Riestra, no es menor y no puede pasarse por alto. La seriedad con la que se ha conducido el candidato del PRIANRD-PSI hace descartar que se trate de una estrategia de campaña, pero en un análisis más detenido hay hilos sueltos que hacen dudar sobre la veracidad de los hechos y eso ha dado paso a que los oponentes pongan en tela de juicio tal revelación.
Y es que en la actualidad con tantos ojos vigilando las campañas parece ilógico y arriesgado –más no imposible- que un sujeto llegue, se acerque a un candidato para amenazarlo y tenga los segundos suficientes para repetirle en dos ocasiones la misma advertencia y posteriormente retirarse con calma sin que nadie haga algo.
En medio de la campañas que traen decenas de celulares y cámaras tomando fotos y vídeos y hasta haciendo transmisiones en vivo, resulta aún más complejo atentar contra una persona. Pero los criminales son así, les vale y a eso van. ¡Ojalá que los hechos no queden en una denuncia!
El delito denunciado debe servir para que las y los candidatos sean más cautelosos, que sus estrategias de seguridad sean revisadas y que sus protocolos de protección personal sean replanteados porque de nada va a servir que traigan a 100 o 1000 escoltas si un sujeto como el que ha sido denunciado puede burlar la seguridad, llega, amenaza y se retira como si nada hubiera pasado.
Si un kamikaze llega a un escenario multitudinario para hacer de las suyas, debe haber acciones a tomar. La víctima quizá no reaccione de inmediato tras una amenaza, pero su equipo de seguridad sí está para eso. Si bien se busca evitar una escena de riesgo para más personas, sí debe haber una estrategia para la detención de un individuo que en ese instante está cometiendo un delito y la acción debe concluir en la denuncia justo en ese momento.
En fin, ojalá que lo denunciado no sea una mala estrategia para ser foco de atención y ojalá que quienes tienen la responsabilidad de atender las denuncias, como es el caso de la Fiscalía, pronto den cuentas de las investigaciones sobre tal acontecimiento tal y como lo boletinó ayer.
Tristemente hay números rojos sobre agresiones y atentados contra políticos en diferentes puntos de México, por lo que justamente la inseguridad debe ser la prioridad número uno no solo de quienes hoy son autoridad, sino de quienes hoy buscar serlo tras las elecciones del 2 de junio.
Pulso de las campañas
En el pulso de las campañas los candidatos siguen en lo suyo y las universidades se han convertido en un foro elemental en donde los abanderados han tenido que encarar el espíritu crítico y analítico de la juventud de diversos estratos sociales, por lo que ojalá las y los jóvenes se animen a ir a las urnas y que realicen un voto consciente en vez de ir a votar por quien les cae mejor, por quien tiene el jingle más pegajoso o por quién piensan que va a ganar y no tiene caso inclinarse por el opositor.
Los primo-votantes, sí aquellos jóvenes que por primera vez van a votar o que es la primera ocasión en que van a elegir presidente o presidenta, tienen una gran responsabilidad y por eso es deseable que el ánimo que han mostrado en las universidades, se contagie en otras esferas en donde están los jóvenes que ya no estudian pero que sí trabajan o entre quienes no tienen oportunidades, ya que son las y los chicos quienes podrían definir la elección más importante de México en donde está en juego la continuidad o el cambio de rumbo.
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