/ jueves 3 de octubre de 2019

El legado de José María Morelos y Pavón

Hace unos días conmemoramos el natalicio de uno de nuestros más emblemáticos próceres de la patria: generalísimo José María Morelos y Pavón, el Siervo de la Nación.

El 30 de septiembre de 1765, en la ciudad de Valladolid, Michoacán (hoy Morelia en su honor), vio la luz quien años más tarde, a la muerte de Hidalgo, se convertiría en el principal caudillo del movimiento independentista.

A 254 años de su nacimiento, su legado es tan grande como vigente. En los Sentimientos de la Nación con visión de estadista, delineó el programa del movimiento insurgente, así como las características del nuevo Estado-Nación que aspiraba a construir.

Morelos quería que la primera Constitución del México Independiente incluyera los conceptos de independencia, soberanía, división de poderes y gobierno liberal. Pero también, por primera vez, quería que se incluyeran leyes de equidad socioeconómica que moderaran la opulencia y la indigencia.

Ningún caudillo o Constitución de la época había contemplado los reclamos del pueblo. Morelos fue el primero en intentar plasmarlos en un programa insurgente inspirado en el liberalismo de la época (y no sería sino hasta la Constitución de 1917 que estos preceptos sociales se retomarían de manera definitiva).

En una conversación con Andrés Quintana Roo (citada por Herrejón 2019), previa a la instalación del Congreso de Chilpancingo, donde presentó los Sentimientos de la Nación, Morelos expresó la esencia de su visión:

“Soy Siervo de la Nación, porque ésta asume la más grande, legítima e inviolable de las soberanías; quiero que tenga un gobierno dimanado del pueblo y sostenido por el pueblo; que rompa todos los lazos que le sujetan, y acepte y considere a España como hermana y nunca más como dominadora de América.

“Quiero que hagamos la declaración que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues del mismo origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos; que no es racional ni humano, ni debido, que haya esclavos, pues el color de la cara no cambia el del corazón ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como a los hijos del rico hacendado; que todo el que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y arbitrario; que se declare que lo nuestro ya es nuestro y para nuestros hijos; que tengan una fe, una causa y una bandera bajo la cual todos juremos morir, antes de verla oprimida, como lo está ahora, y que cuando ya sea libre, estemos listos para defenderla.”

Como lo señala Don Jesús Reyes Heroles en su obra clásica El Liberalismo Mexicano, “uno de los méritos de los liberales mexicanos fue hacer coincidir la persecución de sus fines con necesidades concretas de amplios grupos de población.” De esta forma, Morelos fue la expresión viva de un liberalismo que “no menosprecia la realidad”, de un liberalismo “templado”, “dotado de originalidad”.

Los Sentimientos de Morelos, son el anhelo de un liberalismo que “nace con la nación” y de una nación que surge a partir del ideal liberal. En su esencia, que luego marcaría la casi olvidada Constitución de Apatzingán de 1814 y las subsecuentes constituciones, “la idea liberal se fundió con la idea de la patria”.

En eso radica el genio y la visión de Morelos, un hombre adelantado a su tiempo que se atrevió a romper los esquemas de aquella época y nos condujo hacia la concepción social del Estado liberal, como principio para combatir los grandes flagelos, como son el hambre y la ignorancia; la pobreza y la discriminación.

Por su grandeza militar y de pensamiento, Morelos fue fundamental para el surgimiento de la Nación mexicana. Al conmemorar un año más de su natalicio, el ideario de José María Morelos y Pavón sigue siendo fuente, inspiración y guía permanente para construir un México liberal y democrático, incluyente y próspero, que asegure condiciones de progreso con equidad, para todos los mexicanos.

Hace unos días conmemoramos el natalicio de uno de nuestros más emblemáticos próceres de la patria: generalísimo José María Morelos y Pavón, el Siervo de la Nación.

El 30 de septiembre de 1765, en la ciudad de Valladolid, Michoacán (hoy Morelia en su honor), vio la luz quien años más tarde, a la muerte de Hidalgo, se convertiría en el principal caudillo del movimiento independentista.

A 254 años de su nacimiento, su legado es tan grande como vigente. En los Sentimientos de la Nación con visión de estadista, delineó el programa del movimiento insurgente, así como las características del nuevo Estado-Nación que aspiraba a construir.

Morelos quería que la primera Constitución del México Independiente incluyera los conceptos de independencia, soberanía, división de poderes y gobierno liberal. Pero también, por primera vez, quería que se incluyeran leyes de equidad socioeconómica que moderaran la opulencia y la indigencia.

Ningún caudillo o Constitución de la época había contemplado los reclamos del pueblo. Morelos fue el primero en intentar plasmarlos en un programa insurgente inspirado en el liberalismo de la época (y no sería sino hasta la Constitución de 1917 que estos preceptos sociales se retomarían de manera definitiva).

En una conversación con Andrés Quintana Roo (citada por Herrejón 2019), previa a la instalación del Congreso de Chilpancingo, donde presentó los Sentimientos de la Nación, Morelos expresó la esencia de su visión:

“Soy Siervo de la Nación, porque ésta asume la más grande, legítima e inviolable de las soberanías; quiero que tenga un gobierno dimanado del pueblo y sostenido por el pueblo; que rompa todos los lazos que le sujetan, y acepte y considere a España como hermana y nunca más como dominadora de América.

“Quiero que hagamos la declaración que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues del mismo origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos; que no es racional ni humano, ni debido, que haya esclavos, pues el color de la cara no cambia el del corazón ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como a los hijos del rico hacendado; que todo el que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y arbitrario; que se declare que lo nuestro ya es nuestro y para nuestros hijos; que tengan una fe, una causa y una bandera bajo la cual todos juremos morir, antes de verla oprimida, como lo está ahora, y que cuando ya sea libre, estemos listos para defenderla.”

Como lo señala Don Jesús Reyes Heroles en su obra clásica El Liberalismo Mexicano, “uno de los méritos de los liberales mexicanos fue hacer coincidir la persecución de sus fines con necesidades concretas de amplios grupos de población.” De esta forma, Morelos fue la expresión viva de un liberalismo que “no menosprecia la realidad”, de un liberalismo “templado”, “dotado de originalidad”.

Los Sentimientos de Morelos, son el anhelo de un liberalismo que “nace con la nación” y de una nación que surge a partir del ideal liberal. En su esencia, que luego marcaría la casi olvidada Constitución de Apatzingán de 1814 y las subsecuentes constituciones, “la idea liberal se fundió con la idea de la patria”.

En eso radica el genio y la visión de Morelos, un hombre adelantado a su tiempo que se atrevió a romper los esquemas de aquella época y nos condujo hacia la concepción social del Estado liberal, como principio para combatir los grandes flagelos, como son el hambre y la ignorancia; la pobreza y la discriminación.

Por su grandeza militar y de pensamiento, Morelos fue fundamental para el surgimiento de la Nación mexicana. Al conmemorar un año más de su natalicio, el ideario de José María Morelos y Pavón sigue siendo fuente, inspiración y guía permanente para construir un México liberal y democrático, incluyente y próspero, que asegure condiciones de progreso con equidad, para todos los mexicanos.

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