/ martes 23 de abril de 2024

En Punto

El hecho denunciado por Mario Riestra Piña la madrugada del lunes a través de redes sociales debe ser analizado desde tres perspectivas diferentes. La primera tiene que ver con el suceso en sí mismo.

El candidato a presidente municipal de Puebla de la coalición opositora asegura haber sido víctima de un hombre desconocido que durante un mitin de campaña celebrado en la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacan le dijo al oído, en dos ocasiones, lo siguiente: “Tu cabeza vale 15 mil pesos”.

La aseveración, en tono de amenaza, obligó al panista a presentar una denuncia penal en la Fiscalía General del Estado y a exponer el acontecimiento a través de las redes sociales.

En su mensaje, Riestra Piña expresa haber tomado ese hecho como un acto de intimidación para que desista en su intento de convertirse en alcalde de la capital del estado y advierte que no será así.

Por el contrario, reitera su voluntad para seguir adelante y subraya que, en sentido opuesto a lo que desean los autores intelectuales del mensaje, redoblará esfuerzos para ganar la contienda.

El hecho es muy grave.

En medio de asesinatos y amenazas a políticos y candidatos perpetrados en varios estados de la República Mexicana, lo ocurrido a Riestra Piña debe servir para insistir en la vulnerabilidad de las personas ante el ataque de fuerzas criminales que quieren imponer su ley.

Después de la denuncia, el gobernador Sergio Salomón dio a conocer que a Riestra le fueron asignados elementos de seguridad por parte del gobierno del estado, desde el pasado 6 de abril, e invitó al candidato a presentar todas las pruebas de las que disponga para resolver el hecho.

Hasta ahí los principales actores reaccionaron como debían, frente a la magnitud del suceso.

Riestra Piña fue objeto de una amenaza intimidatoria, luego acudió a la Fiscalía a presentar su denuncia y el gobernador respondió institucionalmente para atender la situación.

Que las autoridades ministeriales hagan su trabajo para llegar al fondo del acontecimiento y brindar tranquilidad a los contendientes, no solo al panista, sino a todos.

* * *

Como colofón a su denuncia pública, el candidato de la alianza Mejor Rumbo para Puebla pidió al gobernador que saque las manos del proceso electoral.

Lo malo es que no explicó el porqué.

Al no exponer a qué se refería, Riestra Piña dejó abierto el comentario a todo tipo de interpretaciones.

La principal de todas puso a Céspedes Peregrina como responsable o autor intelectual de esa amenaza sufrida.

No hay más.

Si denuncia un suceso intimidatorio, realizado con el fin de que abandone la elección, y luego pide al gobernador que saque las manos de la contienda, implícitamente lo está acusando a él de ser el autor del hecho.

Hacer esta acusación, sin pruebas, fue una irresponsabilidad del candidato a edil.

Se entiende que al calor del momento pudiera pensar en todos los escenarios posibles para tratar de dar con el origen de la amenaza, pero no se entiende como nadie dentro de su equipo de asesores haya reparado en la gravedad del señalamiento.

Riestra acusó a Céspedes, que, se supo después, hizo un enorme esfuerzo para contenerse y no salir a responder de la misma forma.

Sus abogados le aconsejaron que no lo hiciera, para no dar pie, después, a una denuncia electoral.

* * *

La última parte del análisis de los acontecimientos ocurridos ayer tiene que ver con la desafortunada reacción de los dirigentes de Morena.

En el partido en el poder no solo minimizaron la denuncia del panista, sino que sugirieron que su acusación podría ser solo parte de un invento bien orquestado para, literal, tirarse al piso y lucrar políticamente.

Alfonso Bermúdez fue el más estridente de todos.

El representante de Morena ante el consejo general del Instituto Electoral del Estado llamó “politiquería” a lo hecho por el candidato del blanquiazul y lo invitó a presentar su denuncia, cuando esta ya se había efectuado.

Incluso en la batalla electoral, cuando se trata de aprovechar cualquier error del enemigo para sacar ventaja, hay momentos en los que debe primar la moderación, una virtud que desconocen en ese partido.


El hecho denunciado por Mario Riestra Piña la madrugada del lunes a través de redes sociales debe ser analizado desde tres perspectivas diferentes. La primera tiene que ver con el suceso en sí mismo.

El candidato a presidente municipal de Puebla de la coalición opositora asegura haber sido víctima de un hombre desconocido que durante un mitin de campaña celebrado en la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacan le dijo al oído, en dos ocasiones, lo siguiente: “Tu cabeza vale 15 mil pesos”.

La aseveración, en tono de amenaza, obligó al panista a presentar una denuncia penal en la Fiscalía General del Estado y a exponer el acontecimiento a través de las redes sociales.

En su mensaje, Riestra Piña expresa haber tomado ese hecho como un acto de intimidación para que desista en su intento de convertirse en alcalde de la capital del estado y advierte que no será así.

Por el contrario, reitera su voluntad para seguir adelante y subraya que, en sentido opuesto a lo que desean los autores intelectuales del mensaje, redoblará esfuerzos para ganar la contienda.

El hecho es muy grave.

En medio de asesinatos y amenazas a políticos y candidatos perpetrados en varios estados de la República Mexicana, lo ocurrido a Riestra Piña debe servir para insistir en la vulnerabilidad de las personas ante el ataque de fuerzas criminales que quieren imponer su ley.

Después de la denuncia, el gobernador Sergio Salomón dio a conocer que a Riestra le fueron asignados elementos de seguridad por parte del gobierno del estado, desde el pasado 6 de abril, e invitó al candidato a presentar todas las pruebas de las que disponga para resolver el hecho.

Hasta ahí los principales actores reaccionaron como debían, frente a la magnitud del suceso.

Riestra Piña fue objeto de una amenaza intimidatoria, luego acudió a la Fiscalía a presentar su denuncia y el gobernador respondió institucionalmente para atender la situación.

Que las autoridades ministeriales hagan su trabajo para llegar al fondo del acontecimiento y brindar tranquilidad a los contendientes, no solo al panista, sino a todos.

* * *

Como colofón a su denuncia pública, el candidato de la alianza Mejor Rumbo para Puebla pidió al gobernador que saque las manos del proceso electoral.

Lo malo es que no explicó el porqué.

Al no exponer a qué se refería, Riestra Piña dejó abierto el comentario a todo tipo de interpretaciones.

La principal de todas puso a Céspedes Peregrina como responsable o autor intelectual de esa amenaza sufrida.

No hay más.

Si denuncia un suceso intimidatorio, realizado con el fin de que abandone la elección, y luego pide al gobernador que saque las manos de la contienda, implícitamente lo está acusando a él de ser el autor del hecho.

Hacer esta acusación, sin pruebas, fue una irresponsabilidad del candidato a edil.

Se entiende que al calor del momento pudiera pensar en todos los escenarios posibles para tratar de dar con el origen de la amenaza, pero no se entiende como nadie dentro de su equipo de asesores haya reparado en la gravedad del señalamiento.

Riestra acusó a Céspedes, que, se supo después, hizo un enorme esfuerzo para contenerse y no salir a responder de la misma forma.

Sus abogados le aconsejaron que no lo hiciera, para no dar pie, después, a una denuncia electoral.

* * *

La última parte del análisis de los acontecimientos ocurridos ayer tiene que ver con la desafortunada reacción de los dirigentes de Morena.

En el partido en el poder no solo minimizaron la denuncia del panista, sino que sugirieron que su acusación podría ser solo parte de un invento bien orquestado para, literal, tirarse al piso y lucrar políticamente.

Alfonso Bermúdez fue el más estridente de todos.

El representante de Morena ante el consejo general del Instituto Electoral del Estado llamó “politiquería” a lo hecho por el candidato del blanquiazul y lo invitó a presentar su denuncia, cuando esta ya se había efectuado.

Incluso en la batalla electoral, cuando se trata de aprovechar cualquier error del enemigo para sacar ventaja, hay momentos en los que debe primar la moderación, una virtud que desconocen en ese partido.


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