Lo que faltaba en los días previos a la celebración de las votaciones ocurrió la noche del lunes, cuando un delincuente robó dos mil 85 boletas electorales que estaban dispuestas para ocuparse en la contienda de gobernador, de presidente municipal de Puebla y de diputados locales.
Hasta ayer por la noche no se sabía con claridad si el objeto del atraco era la papelería electoral o el vehículo Tsuru en que estaban siendo trasladadas y “resguardadas”, pero el incidente viene a echar fuego a una hoguera política que ya estaba encendida.
Las reacciones de los principales bandos en disputa fueron contrastantes.
Mientras los candidatos de la oposición, encabezados por Eduardo Rivera Pérez y Mario Riestra Piña, se apresuraron a condenar el hecho y a interpretarlo como el aviso de que algo malo se prepara desde el gobierno del estado para el próximo domingo, para manipular el sufragio a favor de Morena y la 4T, los representantes del oficialismo, liderados por Olga Romero Garci Crespo, pretendieron minimizar la relevancia del hecho al asegurar que el ladrón que se ve en un video iba por el automóvil y no por las boletas.
La propia presidenta del Instituto Electoral del Estado (IEE), Blanca Cruz García, comparte esta segunda versión.
Lo curioso es que tanto Olga Romero como Blanca Cruz, seguramente sin ponerse de acuerdo (¿verdad?), ya dan por hecho el móvil del delito cuando ninguna autoridad facultada para ello lo ha hecho, comenzando por la Fiscalía General del Estado.
En realidad todos los actores involucrados esperarían que sea cierta la interpretación de la dirigente de Morena y de la presidenta del IEE, y que el robo de las boletas haya sido una consecuencia indirecta del robo del auto de origen japonés.
Sin embargo, en medio de lo que ha ocurrido en esta contienda electoral y de lo crispado que está el ambiente de competencia entre los dos principales bloques de partidos, cuesta mucho creerlo.
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El partido tricolor ha recuperado un poco de la dignidad y el orgullo que había perdido después de quedarse sin un solo representante en el Congreso del estado.
La bancada del PRI volvió a tener presencia este martes, luego de que Jorge Ambrosio Corona Carbarín y Jonathan Héctor Reyes Gutiérrez, suplentes de Jorge Estefan Chidiac y Adolfo Alatriste Cantú, en ese orden, por fin pudieron rendir protesta.
Tras casi tres meses de bloqueo para evitar que ocupasen la diputación local para la que compitieron en el año 2021 (como suplentes), ya quedaron formalmente registrados en el Poder Legislativo y con ello le devolvieron al priismo un pedazo (pequeño) de representación.
Dos diputados son muy pocos y no se comparan con los siete que tuvo el PRI al arranque de la legislatura, pero ninguno era todavía peor.
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Muy tarde se dio cuenta la dirigencia del PAN en el estado que la presidenta municipal de San Pedro Cholula, Paola Angón Silva, panista, le juega las contras al partido blanquiazul en esa demarcación.
La presidenta del panismo, Augusta Díaz de Rivera, reconoció que es cierta la versión de que Angón ha optado por favorecer a la candidata a alcaldesa de Morena, Tonantzin Fernández, en lugar de ayudar a Roxana Luna, de la coalición Mejor Rumbo para Puebla, por lo que informó públicamente que hablará con la presidenta municipal para que reconsidere y cambie sus acciones.
“Ya tengo citada a la presidenta municipal como militante en el Comité Directivo Estatal para que explique los hechos", dijo Díaz de Rivera en entrevista con los reporteros de la fuente política.
El problema es que ya es muy tarde para que Díaz de Rivera convenza a Angón Silva de apoyar a Roxana Luna o, por lo menos, de mantenerse al margen de la elección.
La fractura panista en San Pedro Cholula ocurrió hace mucho tiempo, desde que Augusta Díaz le ganó la contienda interna a Genoveva Huerta y a Eduardo Alcántara.
Y si en ese tiempo no hubo disposición para arreglar las cosas, ahora no habrá tiempo.
