/ martes 21 de enero de 2020

Jueces de “las mañaneras”

Muchos critican las ocurrencias del presidente, aunque estas son menos de las que parece tener. El político que ha sabido leer de mejor forma la política de la aldea en las últimas dos décadas es precisamente aquel que algunos piensan que solo improvisa. Nada más lejos de la realidad.

López Obrador puede no ser un técnico, pero sabe hacia dónde quiere llevar el barco. Lo que la oposición a López Obrador parece no entender es que el problema de la sociedad mexicana no era con el tecnicismo o las políticas públicas hiperreflexionadas de la clase política. Su problema principal era que esas políticas no servían porque ellos no veían un beneficio directo y solo observaban el enriquecimiento de la clase política.

El tema del INSABI es claro ejemplo de que AMLO improvisa poco: el gobierno ha puesto el punto sobre las íes, pues, por primera vez, se está discutiendo la gratuidad de los servicios de salud y que estos no estén condicionados a la situación laboral del derechohabiente. Incluso los gobernadores de Acción Nacional están dispuestos a presentar programas de cobertura en salud sin costo. Eso está lejos de ser una ocurrencia. Según el discurso opositor, a López Obrador se le ocurrió un día crear el ISABI y entonces los secretarios se pusieron a trabajar en ello. La realidad es distinta: ni el Tren Maya ni Santa Lucía ni la proposición de Ministras o la creación del ISABI son cosas que “se le ocurrieron” a López Obrador. Todo lo contrario: son decisiones que ha tomado el grupo en el poder después de ponderar pros y contras.

Debido a esas decisiones hay quienes están en riesgo de perder su tratamiento, sus medicinas no han llegado a tiempo o, aún peor, han dejado de recibir ayuda médica, por poner un ejemplo. Las decisiones se tomaron sabiendo esos problemas que son de máxima importancia. Por eso, habría que esperar un poco para saber los resultados de las políticas emprendidas por Morena -el artículo de este lunes de Carlos Urzúa en el Universal puede ayudar a comprender la magnitud del problema - https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-m-urzua/el-episodio-de-los-antirretrovirales.

Otros ejemplo son las políticas hacendaria y monetaria, que están lejos de ser maniatadas por López Obrador. Los grupos que las han controlado durante 3 décadas siguen tomando las decisiones que creen que son mejores para el país. El presidente no interviene de forma decisiva en ellas, pero a los críticos sin cuartel poco les importa: también eso les parece erróneo, a pesar de que no ha cambiado.

Las políticas del Presidente pueden tildarse de todo, menos de que carecen de un sustento. Pueden ser ineficaces, por supuesto. El tiempo dirá si la creación del ISABI es un error o es la forma de quitarle a los gobernadores el poder estúpido de decidir cuáles medicamentos comprar o cuáles no, con su correspondiente tajo de corrupción. Finalmente, el problema no es lo que diga el presidente. Que López Obrador exprese en las mañaneras locura y media no significa que el gobierno sea un gobierno de locos. Poco han comprendido a López Obrador quienes creen que no mide sus palabras. Tampoco es infalible, como lo quieren hacer pasar muchos de sus seguidores. Algunas cosas las dice sin pensar mucho en las consecuencias o queriendo apartar los reflectores de asuntos importantes. Eso lo hacen todos los gobiernos.

Pero, lo que parece indiscutible es que las decisiones importantes son tomadas después de procesos serios. No así la rifa de un avión, aunque a algunos les importa más esto último, que las cuestiones vitales que ha decidido. Les importa lo que dice el presidente, no lo que hace su gobierno. En esencia, muchos periodistas y analistas se han convertido en críticos de espectáculo. Son jueces mordaces de las mañaneras.

Muchos critican las ocurrencias del presidente, aunque estas son menos de las que parece tener. El político que ha sabido leer de mejor forma la política de la aldea en las últimas dos décadas es precisamente aquel que algunos piensan que solo improvisa. Nada más lejos de la realidad.

López Obrador puede no ser un técnico, pero sabe hacia dónde quiere llevar el barco. Lo que la oposición a López Obrador parece no entender es que el problema de la sociedad mexicana no era con el tecnicismo o las políticas públicas hiperreflexionadas de la clase política. Su problema principal era que esas políticas no servían porque ellos no veían un beneficio directo y solo observaban el enriquecimiento de la clase política.

El tema del INSABI es claro ejemplo de que AMLO improvisa poco: el gobierno ha puesto el punto sobre las íes, pues, por primera vez, se está discutiendo la gratuidad de los servicios de salud y que estos no estén condicionados a la situación laboral del derechohabiente. Incluso los gobernadores de Acción Nacional están dispuestos a presentar programas de cobertura en salud sin costo. Eso está lejos de ser una ocurrencia. Según el discurso opositor, a López Obrador se le ocurrió un día crear el ISABI y entonces los secretarios se pusieron a trabajar en ello. La realidad es distinta: ni el Tren Maya ni Santa Lucía ni la proposición de Ministras o la creación del ISABI son cosas que “se le ocurrieron” a López Obrador. Todo lo contrario: son decisiones que ha tomado el grupo en el poder después de ponderar pros y contras.

Debido a esas decisiones hay quienes están en riesgo de perder su tratamiento, sus medicinas no han llegado a tiempo o, aún peor, han dejado de recibir ayuda médica, por poner un ejemplo. Las decisiones se tomaron sabiendo esos problemas que son de máxima importancia. Por eso, habría que esperar un poco para saber los resultados de las políticas emprendidas por Morena -el artículo de este lunes de Carlos Urzúa en el Universal puede ayudar a comprender la magnitud del problema - https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-m-urzua/el-episodio-de-los-antirretrovirales.

Otros ejemplo son las políticas hacendaria y monetaria, que están lejos de ser maniatadas por López Obrador. Los grupos que las han controlado durante 3 décadas siguen tomando las decisiones que creen que son mejores para el país. El presidente no interviene de forma decisiva en ellas, pero a los críticos sin cuartel poco les importa: también eso les parece erróneo, a pesar de que no ha cambiado.

Las políticas del Presidente pueden tildarse de todo, menos de que carecen de un sustento. Pueden ser ineficaces, por supuesto. El tiempo dirá si la creación del ISABI es un error o es la forma de quitarle a los gobernadores el poder estúpido de decidir cuáles medicamentos comprar o cuáles no, con su correspondiente tajo de corrupción. Finalmente, el problema no es lo que diga el presidente. Que López Obrador exprese en las mañaneras locura y media no significa que el gobierno sea un gobierno de locos. Poco han comprendido a López Obrador quienes creen que no mide sus palabras. Tampoco es infalible, como lo quieren hacer pasar muchos de sus seguidores. Algunas cosas las dice sin pensar mucho en las consecuencias o queriendo apartar los reflectores de asuntos importantes. Eso lo hacen todos los gobiernos.

Pero, lo que parece indiscutible es que las decisiones importantes son tomadas después de procesos serios. No así la rifa de un avión, aunque a algunos les importa más esto último, que las cuestiones vitales que ha decidido. Les importa lo que dice el presidente, no lo que hace su gobierno. En esencia, muchos periodistas y analistas se han convertido en críticos de espectáculo. Son jueces mordaces de las mañaneras.

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