/ miércoles 21 de abril de 2021

Si no heredero, uno o más aspirantes afines sí le harán falta

La sucesión de gobernador en Puebla comenzará a correr una vez que se extinga el último minuto del domingo 6 de junio, cuando se resuelva el proceso electoral que ahora mismo nos ocupa y se tenga clara la identidad de los personajes que sobrevivan a los comicios intermedios para encarar el siguiente periodo político del estado.

Con la anuencia de Miguel Barbosa o sin ella, los personajes que aspiren a ocupar la silla de gobernador en 2024 darán rienda suelta a sus proyectos, tanto en Morena como en el PAN y hasta en el PRI, y provocarán una cascada de acontecimientos que llevará la efervescencia a todos los rincones, incluidos los tres poderes del estado, así como los principales ayuntamientos.

De manera natural, cada suspirante atraerá adeptos deseosos de trascender al cambio de administración estatal y sumará liderazgos interesados en ocupar posiciones de poder.

Los servidores públicos y representantes populares del presente serán seducidos con la promesa de un futuro esperanzador, al que podrán acceder, por supuesto, siempre que hayan ayudado al precandidato a gobernador en el arduo camino a la meta.

Así vendrá entonces la fragmentación de la clase política, de acuerdo a planes futuristas e intereses personales, y comenzará a menguar de a poco la capacidad de control del mandatario en funciones.

El gobernador Barbosa ha dicho que no quiere ni querrá dejar sucesor, pero bien podría alentar la participación de algunos de los integrantes de su gabinete en esa contienda para no padecer el cambio de lealtades de sus colaboradores hacia nuevos proyectos.

El viernes 9 de abril el autor de esta columna escribió que Barbosa se había quedado sin carta sucesoria tras el descalabro de Gabriel Biestro en la contienda por la presidencia municipal de Puebla:

“La pérdida de una carta viable para influir en el rumbo de su propia sucesión es uno de los daños colaterales más severos que ha sufrido el inquilino de Casa Aguayo con la apuesta del partido presidencial por la reelección de Claudia Rivera.”

Ese mismo día Barbosa refutó la afirmación y dijo que no pretende dejar heredero.

“Señor periodista, se equivoca al quererme ver como los gobernadores que usted ha tratado y lo han tratado, que todos buscaron un heredero; lo he dicho, lo he declarado en múltiples ocasiones, yo decidí trascender transformando el poder, no construir a un sucesor o sucesora”, respondió desde su cuenta de twitter.

De ser así, lo cual se verá en los años por venir, el mandatario tendrá que ser testigo del éxodo de las huestes morenistas a diferentes y ya cantadas aventuras políticas, entre las que, al menos por ahora, no aparece ninguna afín a él.

Como están las condiciones hoy, los simpatizantes de Morena y sus partidos aliados van a tener que repartirse, en mayor o menor medida, entre las apuestas personales de Alejandro Armenta Mier, Ignacio Mier Velazco, Fernando Manzanilla Prieto y Claudia Rivera Vivanco (esta última siempre y cuando salga victoriosa del intento de reelección en el que se ha metido).

Biestro estaría vigente si hubiese obtenido la candidatura de su partido, pero como no la consiguió, ha quedado (quizá momentáneamente) en la banca.

Este escenario conduce a plantearse la necesidad de alimentar aspiraciones en otros personajes o a darles libertad de movimiento a quienes, dentro del grupo, puedan crecer de manera individual para liderar un proyecto competitivo.

No se trata de dejar un heredero, sino de crear contrapesos internos para evitar que todos aquellos aliados y colaboradores del presente migren a otros brazos con la mirada puesta en el futuro.

Si hay expectativas de continuidad en el grupo, sin que se trate de imponer un sucesor o sucesora, es posible que ocurran menos deslealtades y traiciones conforme se acerque el 2024.

El PAN y el PRI son carriles aparte, que escapan, en teoría, a los terrenos del gobernador.


***

El desmoronamiento del PAN en San Andrés Cholula abre una puerta de oportunidad a Felipe Sandoval de la Fuente, quien participa en la elección de presidente municipal como precandidato independiente.

La rebatinga blanquiazul, que comenzó con Francisco Fraile y Blanca Jiménez y que continuó después con Raymundo Cuautli y que no puede terminar ni con la postulación de Edmundo Tlatehui, impugnado en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, parece quitar al panismo como alternativa de gobierno para quienes están en contra de la reelección de Karina Pérez y Morena.

Sandoval de la Fuente presentó una solicitud de registro con más de nueve mil firmas de apoyo y ha mostrado un importante despliegue de promoción personal en tierra y redes sociales, hechos que obligan a seguirle la pista una vez que dé inicio la contienda electoral.

En una de esas da una sorpresa mayúscula o por lo menos derrota al alicaído PAN.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La sucesión de gobernador en Puebla comenzará a correr una vez que se extinga el último minuto del domingo 6 de junio, cuando se resuelva el proceso electoral que ahora mismo nos ocupa y se tenga clara la identidad de los personajes que sobrevivan a los comicios intermedios para encarar el siguiente periodo político del estado.

Con la anuencia de Miguel Barbosa o sin ella, los personajes que aspiren a ocupar la silla de gobernador en 2024 darán rienda suelta a sus proyectos, tanto en Morena como en el PAN y hasta en el PRI, y provocarán una cascada de acontecimientos que llevará la efervescencia a todos los rincones, incluidos los tres poderes del estado, así como los principales ayuntamientos.

De manera natural, cada suspirante atraerá adeptos deseosos de trascender al cambio de administración estatal y sumará liderazgos interesados en ocupar posiciones de poder.

Los servidores públicos y representantes populares del presente serán seducidos con la promesa de un futuro esperanzador, al que podrán acceder, por supuesto, siempre que hayan ayudado al precandidato a gobernador en el arduo camino a la meta.

Así vendrá entonces la fragmentación de la clase política, de acuerdo a planes futuristas e intereses personales, y comenzará a menguar de a poco la capacidad de control del mandatario en funciones.

El gobernador Barbosa ha dicho que no quiere ni querrá dejar sucesor, pero bien podría alentar la participación de algunos de los integrantes de su gabinete en esa contienda para no padecer el cambio de lealtades de sus colaboradores hacia nuevos proyectos.

El viernes 9 de abril el autor de esta columna escribió que Barbosa se había quedado sin carta sucesoria tras el descalabro de Gabriel Biestro en la contienda por la presidencia municipal de Puebla:

“La pérdida de una carta viable para influir en el rumbo de su propia sucesión es uno de los daños colaterales más severos que ha sufrido el inquilino de Casa Aguayo con la apuesta del partido presidencial por la reelección de Claudia Rivera.”

Ese mismo día Barbosa refutó la afirmación y dijo que no pretende dejar heredero.

“Señor periodista, se equivoca al quererme ver como los gobernadores que usted ha tratado y lo han tratado, que todos buscaron un heredero; lo he dicho, lo he declarado en múltiples ocasiones, yo decidí trascender transformando el poder, no construir a un sucesor o sucesora”, respondió desde su cuenta de twitter.

De ser así, lo cual se verá en los años por venir, el mandatario tendrá que ser testigo del éxodo de las huestes morenistas a diferentes y ya cantadas aventuras políticas, entre las que, al menos por ahora, no aparece ninguna afín a él.

Como están las condiciones hoy, los simpatizantes de Morena y sus partidos aliados van a tener que repartirse, en mayor o menor medida, entre las apuestas personales de Alejandro Armenta Mier, Ignacio Mier Velazco, Fernando Manzanilla Prieto y Claudia Rivera Vivanco (esta última siempre y cuando salga victoriosa del intento de reelección en el que se ha metido).

Biestro estaría vigente si hubiese obtenido la candidatura de su partido, pero como no la consiguió, ha quedado (quizá momentáneamente) en la banca.

Este escenario conduce a plantearse la necesidad de alimentar aspiraciones en otros personajes o a darles libertad de movimiento a quienes, dentro del grupo, puedan crecer de manera individual para liderar un proyecto competitivo.

No se trata de dejar un heredero, sino de crear contrapesos internos para evitar que todos aquellos aliados y colaboradores del presente migren a otros brazos con la mirada puesta en el futuro.

Si hay expectativas de continuidad en el grupo, sin que se trate de imponer un sucesor o sucesora, es posible que ocurran menos deslealtades y traiciones conforme se acerque el 2024.

El PAN y el PRI son carriles aparte, que escapan, en teoría, a los terrenos del gobernador.


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El desmoronamiento del PAN en San Andrés Cholula abre una puerta de oportunidad a Felipe Sandoval de la Fuente, quien participa en la elección de presidente municipal como precandidato independiente.

La rebatinga blanquiazul, que comenzó con Francisco Fraile y Blanca Jiménez y que continuó después con Raymundo Cuautli y que no puede terminar ni con la postulación de Edmundo Tlatehui, impugnado en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, parece quitar al panismo como alternativa de gobierno para quienes están en contra de la reelección de Karina Pérez y Morena.

Sandoval de la Fuente presentó una solicitud de registro con más de nueve mil firmas de apoyo y ha mostrado un importante despliegue de promoción personal en tierra y redes sociales, hechos que obligan a seguirle la pista una vez que dé inicio la contienda electoral.

En una de esas da una sorpresa mayúscula o por lo menos derrota al alicaído PAN.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx