/ martes 1 de agosto de 2017

Pesca de jaiba en casitas | DESCUBRIENDO CON PACO NORIEGA

Hola compañeros lectores, ¿cómo se encuentran?, espero que yaestén haciendo cosas diferentes en este largo periodo vacacional yse la estén pasando padre. Esta vez les voy a contar que meescapé a uno de mis sitios favoritos un fin de semana, un viajerápido, barato y con varias actividades por hacer y también dedescanso, una vez más me fui a Casitas, Veracruz, es un destinorelativamente cerca y hay para todos los presupuestos. Ya he idovarias veces, siempre encuentro algo nuevo qué hacer y esta vez nofue la excepción.

Unos días antes nos pusimos de acuerdo mi primo Eugenio y yopara ir a este lugar, él iba con toda su familia y yo con Carlita.Después de instalarnos en la casa que habíamos rentado ydisfrutar del mar que estaba riquísimo, nos fuimos a comer alrestaurante “El Pirata”, donde en verdad se come delicioso;estábamos disfrutando la comida a la orilla del río cuandopensamos en hacer un asado con diferentes pescados y mariscos quecompraríamos en la cooperativa al día siguiente, fue ahí cuandose me ocurrió ir a pescar para hacer algo diferente.

Fui a buscar a algún pescador que nos pudiera llevar, paracompartirnos lo que hace en el día a día y así conocer un pococómo viven y trabajan estas personas a las cuales siempre headmirado por diferentes motivos que, sin querer, a veces me hagohistorias en la cabeza con respecto a sus vidas.

Al cabo de un rato llegué a la casa de Rodrigo, un amableseñor que estaba acostado en su hamaca comiendo una guayaba yquitándose un poco el calor agitándose el sombrero en la cara,nos pusimos a platicar y le dije lo que queríamos hacer, mesugirió que para que fuera algo diferente nos fuéramos al río a“jaibear”, o sea, pescar jaibas. Me encantó la idea yacordamos vernos al día siguiente a buena hora para aprovechar yhacer eso.

Cuando me despedí de él, me dijo: “mira lo que me viene avisitar todas las tardes”, y señalando con el dedo me indicó loque estaba a pocos metros, ¡un cocodrilo! Me aseguró que nohacía nada porque él lo alimentaba, la verdad no quiseaveriguar.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/07/DSC_3169-600x400.jpg

¡VÁMONOS A JAIBEAR!

Al día siguiente nos alistamos todos y llegamos puntuales a lacita, Rodrigo ya nos esperaba en su lancha y con las cosasnecesarias para ir a jaibear.

Nos enseñó las trampas con las que íbamos a pescarlas, sonmuy sencillas. Son aros de fierro de unos 40 cm. con una red entoda su área, al centro va atado un mecate de unos 2 m. y en elotro extremo un envase de plástico, para que al momento dedejarlas en el agua éstas floten y se puedan sacarrápidamente.

Lo primero que hicimos fue ir a pescar carnada, lo hicimos conla raya, que es una red bastante grande que al lanzarla al río seextiende, con los plomos que lleva en las orillas baja hasta elfondo, una vez que lo toca hay que jalarla con una pequeña cuerdaatada a la misma y subirla a la lancha para ver qué se pescó.

Hicimos esto durante mucho tiempo y en repetidas ocasiones,sacamos camarones, unos pescaditos plateados y otros que les llamanmachete por tener esta forma y de ese mismo color. Una vez quetuvimos suficiente pesca, devolvimos al agua lo que no usaríamos;empezamos a filetear algunos pescados que nos comeríamos yseleccionamos la carnada para las jaibas, todo esto nos llevóaproximadamente una hora y media.

Los peces pequeños se abren y se amarran al centro del aro paraque lleguen las jaibas a comer, así preparamos unos 40 aros y losdejamos listos para ir a jaibear. Mientras hacemos todo eso, se nosacercaron pelícanos y gaviotas en busca de que les regaláramosalgún desperdicio, obviamente lo hicimos y se nos acercaronbastantes.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/07/DSC_3355-600x400.jpg

Ya con todo listo nos acercamos a la orilla del río y empezamosa arrojar las trampas, la distancia entre una y otra es de variosmetros y en línea recta, poco a poco fuimos arrojando cada una deellas hasta que no quedara ni una en la lancha. Mientras hacíamostiempo, fuimos a recorrer el río; vimos a otros pescadorestrabajando, algunos se nos acercaron para darnos más peces yplaticar, de hecho se burlaron de Rodrigo de que es mandilón y ledecían con el típico acento costeño: ¡¡¡Ya no le tengas miedoal sartén!!! Obvio nos reímos mucho… Me queda claro que ellosdisfrutan mucho lo que hacen y están contentos.

Después de hacer tiempo por ahí fuimos a recoger las trampas,estábamos ansiosos de saber si había picado algo. Lentamente lalancha se acercó hacia la primera botella de plástico quearrojamos, estiré el brazo para tomarla rápidamente, jalé lacuerda para sacar la trampa y no había nada, ni modo, la volví alanzar, luego vino el turno de Eugenio, hizo lo mismo y ¡¡habían2 jaibas!! Luego el turno de Fernanda y ¡¡otras jaibas!!! Luegode Carla y ¡¡más jaibas!!

Así estuvimos por varias horas, a veces salían y a veces no,en una de esas David, un amigo de Eugenio, al sacar la trampa nohabía jaibas sino ¡¡una pequeña mantarraya!! Obvio ladevolvimos al agua.

Varias veces repetimos lo mismo hasta que creímos que habíansido suficientes para poder preparar algo rico de comer. La verdadya habían pasado casi 4 horas, estábamos un poco asoleados y conhambre por lo tanto decidimos regresar. Nos despedimos de Rodrigo yquedamos de visitarlo en nuestro próximo viaje para ir a pescarnuevas cosas.

Pasamos a la cooperativa para comprar más cosas, unos ricoshuachinangos, camarones y alguna otra cosa más. Llegamos a la casay empezamos a preparar todo, no faltaron las cervezas ni lostoritos de cacahuate.

Sobra decir que la comida nos quedó ¡¡deliciosa!! Asítranscurrió la tarde, con un clima increíble, una pláticaenriquecedora y un atardecer espectacular.paco_noriega2001@yahoo.com

Hola compañeros lectores, ¿cómo se encuentran?, espero que yaestén haciendo cosas diferentes en este largo periodo vacacional yse la estén pasando padre. Esta vez les voy a contar que meescapé a uno de mis sitios favoritos un fin de semana, un viajerápido, barato y con varias actividades por hacer y también dedescanso, una vez más me fui a Casitas, Veracruz, es un destinorelativamente cerca y hay para todos los presupuestos. Ya he idovarias veces, siempre encuentro algo nuevo qué hacer y esta vez nofue la excepción.

Unos días antes nos pusimos de acuerdo mi primo Eugenio y yopara ir a este lugar, él iba con toda su familia y yo con Carlita.Después de instalarnos en la casa que habíamos rentado ydisfrutar del mar que estaba riquísimo, nos fuimos a comer alrestaurante “El Pirata”, donde en verdad se come delicioso;estábamos disfrutando la comida a la orilla del río cuandopensamos en hacer un asado con diferentes pescados y mariscos quecompraríamos en la cooperativa al día siguiente, fue ahí cuandose me ocurrió ir a pescar para hacer algo diferente.

Fui a buscar a algún pescador que nos pudiera llevar, paracompartirnos lo que hace en el día a día y así conocer un pococómo viven y trabajan estas personas a las cuales siempre headmirado por diferentes motivos que, sin querer, a veces me hagohistorias en la cabeza con respecto a sus vidas.

Al cabo de un rato llegué a la casa de Rodrigo, un amableseñor que estaba acostado en su hamaca comiendo una guayaba yquitándose un poco el calor agitándose el sombrero en la cara,nos pusimos a platicar y le dije lo que queríamos hacer, mesugirió que para que fuera algo diferente nos fuéramos al río a“jaibear”, o sea, pescar jaibas. Me encantó la idea yacordamos vernos al día siguiente a buena hora para aprovechar yhacer eso.

Cuando me despedí de él, me dijo: “mira lo que me viene avisitar todas las tardes”, y señalando con el dedo me indicó loque estaba a pocos metros, ¡un cocodrilo! Me aseguró que nohacía nada porque él lo alimentaba, la verdad no quiseaveriguar.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/07/DSC_3169-600x400.jpg

¡VÁMONOS A JAIBEAR!

Al día siguiente nos alistamos todos y llegamos puntuales a lacita, Rodrigo ya nos esperaba en su lancha y con las cosasnecesarias para ir a jaibear.

Nos enseñó las trampas con las que íbamos a pescarlas, sonmuy sencillas. Son aros de fierro de unos 40 cm. con una red entoda su área, al centro va atado un mecate de unos 2 m. y en elotro extremo un envase de plástico, para que al momento dedejarlas en el agua éstas floten y se puedan sacarrápidamente.

Lo primero que hicimos fue ir a pescar carnada, lo hicimos conla raya, que es una red bastante grande que al lanzarla al río seextiende, con los plomos que lleva en las orillas baja hasta elfondo, una vez que lo toca hay que jalarla con una pequeña cuerdaatada a la misma y subirla a la lancha para ver qué se pescó.

Hicimos esto durante mucho tiempo y en repetidas ocasiones,sacamos camarones, unos pescaditos plateados y otros que les llamanmachete por tener esta forma y de ese mismo color. Una vez quetuvimos suficiente pesca, devolvimos al agua lo que no usaríamos;empezamos a filetear algunos pescados que nos comeríamos yseleccionamos la carnada para las jaibas, todo esto nos llevóaproximadamente una hora y media.

Los peces pequeños se abren y se amarran al centro del aro paraque lleguen las jaibas a comer, así preparamos unos 40 aros y losdejamos listos para ir a jaibear. Mientras hacemos todo eso, se nosacercaron pelícanos y gaviotas en busca de que les regaláramosalgún desperdicio, obviamente lo hicimos y se nos acercaronbastantes.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/07/DSC_3355-600x400.jpg

Ya con todo listo nos acercamos a la orilla del río y empezamosa arrojar las trampas, la distancia entre una y otra es de variosmetros y en línea recta, poco a poco fuimos arrojando cada una deellas hasta que no quedara ni una en la lancha. Mientras hacíamostiempo, fuimos a recorrer el río; vimos a otros pescadorestrabajando, algunos se nos acercaron para darnos más peces yplaticar, de hecho se burlaron de Rodrigo de que es mandilón y ledecían con el típico acento costeño: ¡¡¡Ya no le tengas miedoal sartén!!! Obvio nos reímos mucho… Me queda claro que ellosdisfrutan mucho lo que hacen y están contentos.

Después de hacer tiempo por ahí fuimos a recoger las trampas,estábamos ansiosos de saber si había picado algo. Lentamente lalancha se acercó hacia la primera botella de plástico quearrojamos, estiré el brazo para tomarla rápidamente, jalé lacuerda para sacar la trampa y no había nada, ni modo, la volví alanzar, luego vino el turno de Eugenio, hizo lo mismo y ¡¡habían2 jaibas!! Luego el turno de Fernanda y ¡¡otras jaibas!!! Luegode Carla y ¡¡más jaibas!!

Así estuvimos por varias horas, a veces salían y a veces no,en una de esas David, un amigo de Eugenio, al sacar la trampa nohabía jaibas sino ¡¡una pequeña mantarraya!! Obvio ladevolvimos al agua.

Varias veces repetimos lo mismo hasta que creímos que habíansido suficientes para poder preparar algo rico de comer. La verdadya habían pasado casi 4 horas, estábamos un poco asoleados y conhambre por lo tanto decidimos regresar. Nos despedimos de Rodrigo yquedamos de visitarlo en nuestro próximo viaje para ir a pescarnuevas cosas.

Pasamos a la cooperativa para comprar más cosas, unos ricoshuachinangos, camarones y alguna otra cosa más. Llegamos a la casay empezamos a preparar todo, no faltaron las cervezas ni lostoritos de cacahuate.

Sobra decir que la comida nos quedó ¡¡deliciosa!! Asítranscurrió la tarde, con un clima increíble, una pláticaenriquecedora y un atardecer espectacular.paco_noriega2001@yahoo.com

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