/ miércoles 26 de enero de 2022

¿Sueles reprimir tu enojo? Cuidado, esto puede pasarte

Muchas personas creen que no deben mostrar este sentimiento, pero al guardar los disgustos podemos sufrir enfermedades

Tradicionalmente a la mayoría de las personas se les enseña que no es bueno demostrar el enojo en público, principalmente porque “no está bien visto”, pero el reprimir continuamente esas emociones puede tener consecuencias negativas.

Aunque, por supuesto, tampoco es saludable andar por la vida pegando de gritos a todo el mundo; lo que debemos hacer, más bien, es aprender a manejar nuestra ira de manera que toda esa energía negativa no se acumule en nuestro cuerpo, pero que tampoco nos enemistemos con todos por sacarla sin ton ni son.

Para conocer cuáles son los efectos que puede tener en nosotros el enojo reprimido y saber cómo podemos gestionar nuestra ira de manera adecuada entrevistamos a Jaquelin Machado, profesional de la salud mental con especialidad en coaching multidimensional e instructora en desarrollo de consciencia.

En primer lugar, nos explica que el enojo es una de las emociones más primitivas del ser humano, que es activada por la amenaza y la intimidación de perder o ser invadido. Este tiene una variedad de “tonalidades” y al reprimirlo se despliega una serie de comportamientos cargados de ironía y sustitución de este por otra emoción o estado de ánimo.

EL ENOJO REPRIMIDO

Cuando este sentimiento se reprime se convierte en una distorsión del enojo real, que se sustituye para evitar el rechazo, el aislamiento, la crítica y la censura. Las personas también lo esconden por otras razones, como la falsa creencia de que enojarse es incorrecto o que es de personas poco educadas.

Se cree, en contraparte, que el enojo reprimido es socialmente correcto, pero al hacerlo, cedes el control de tu vida hacia el sistema externo. Además, cuando toda esa energía emocional se queda estancada, surge un desequilibrio a nivel físico, obviamente también mental y emocional, asegura Jaquelin.

Después de cierto tiempo de represión, pueden ocurrir dos cosas: que el enojo salga en forma de furia o de ira, para destruir en forma demasiado caótica lo que sucede alrededor de la persona o bien, después de tiempo de estancamiento surge una enfermedad, que puede ser un cáncer o alteración del sistema nervioso, por ejemplo; la persona se puede transformar en agresiva- pasiva, irónica y burlona, entre otras situaciones, agrega.

Cuando la persona se acostumbra a “almacenar” varios disgustos, esto puede provocar alteraciones en el cuerpo. Foto: Cortesía Luis Molinero

¿QUÉ PASA SI ACUMULAMOS DISGUSTOS?

Cuando nosotros acostumbramos “almacenar” varios disgustos, esto puede provocar alteraciones en el cuerpo, tales como dolores constantes de cabeza o migrañas, al igual que hipertensión arterial, incluso puede surgir un infarto cardíaco o cerebral, diabetes y muchas otras enfermedades más.

Enojos acumulados generan rencor, recelo y resentimiento hacia el o los objetos de ese enojo, asimismo, los disgustos prolongados pueden conducir a una depresión, la cual cubre un gran enfado profundo, que no puede ser expresado hacia el exterior y se conforma como una agresión hacia uno mismo, señala.

Para que desaparezcan esas emociones reprimidas, se requiere adquirir primero la conciencia de que enojarse no es malo, lo que daña es la forma en que se maneja o se evade, por eso es muy importante aprender a gestionar el enojo asertivamente, lo cual significa darle una dirección creativa.

Obviamente ello requiere aprender a identificar de qué forma me enojo, la manera en que reprimo ese sentimiento y cómo lo sustituyo por otras emociones o comportamientos; también se necesita adquirir la conciencia del lenguaje emocional.

Al hacer esto podremos liberar en forma saludable cualquier situación de disgusto o frustración, incluida la intimidación y la amenaza al espacio íntimo y vital, todo ello para no ceder el poder al afuera y trabajar el enojo desde dentro.

El enojo es una de las emociones más primitivas del ser humano. Foto: Cortesía Wayhomestudio

¿QUÉ PASA EN NUESTRO CUERPO CUANDO NOS ENOJAMOS?

El organismo sufre alteración de sus sistemas cuando se mantiene un disgusto prolongado y cuando se manifiesta por recuerdo, lo que se conoce como “resentimiento”, se altera el sistema digestivo y puede haber gastritis o colitis.

También se altera el sistema nervioso, crispando respuestas exacerbadas, acelerando el ritmo cardíaco y agitando la respiración; asimismo, se trastorna el sistema respiratorio, agitando el ritmo natural de la respiración, generando ansiedad o angustia, dependiendo del motivo del enojo y del tiempo de este.

Cuando la emoción del enojo se presenta en una persona, el cuerpo cambia sus ritmos de la siguiente forma: los músculos se tensan apretando los puños y la mandíbula, el estómago se contrae, la temperatura corporal sube, hay una tendencia a ponerse rojo y, por lo mismo, el ritmo cardíaco se acelera, la boca puede secarse y el pecho se hincha, expandiéndose hacia el frente, advierte la especialista.

Los disgustos prolongados pueden conducir a una depresión. Foto: Cortesía Pavel Vladychenko

NI REPRIMIRLA NI DEJAR QUE EXPLOTE

¿CÓMO GESTIONAR LA IRA?

A nivel emocional, el contener tanto enfado puede llevar a una persona a caer en conductas de burla o sustitución de este por otras emociones: cuando me enojo, estoy triste; cuando estoy enojado, en realidad río o lo sustituyo por la melancolía y la apatía, advierte Jaquelin Machado, especialista en psicología.

Otra cosa que puede suceder cuando estoy enfadado y lo reprimo, es que puedo también volverme burlón o huir de las confrontaciones, con lo cual se generan conflictos internos más recalcitrantes.

A nivel de pensamientos el enojo reprimido, tanto el explosivo como el implosivo, tiene que mover esa energía y, si no es para crear, lo hace para destruir, pues este sentimiento está basado en tres tipos de pensamiento que señala la entrevistada:

  • No lo soporto

  • No es justo

  • No estoy recibiendo el trato que merezco

En consecuencia, la percepción de las situaciones queda distorsionada y por lo tanto desequilibrada, entonces la respuesta ante los estímulos externos es inadecuada, asegura.

Cuando la emoción del enojo se presenta en una persona, el cuerpo cambia sus ritmos. Foto: Cortesía Benjamin Child en Unsplash

CONSEJOS PARA MANEJAR EL ENOJO

Para manejar el enojo en forma asertiva, de manera que no se transforme en furia o incluso en ira desenfrenada, la especialista finalmente sugiere que hagamos lo siguiente:

  • Identificar tu propio enojo, porque muchas veces este es sustituido por tristeza o por alguna otra emoción o estado de ánimo.

  • Una vez identificado como enojo y no como otra emoción, podrás marcar límites cuando no se te está respetando o validando.

  • Manejar ejercicios de respiración profunda, expandiendo el abdomen al inspirar y exhalando por la boca, para liberar cualquier carga y alteración que provoque agitación.

  • Combinar las actividades con alguna disciplina del tipo de yoga, meditación o caminatas conscientes, permaneciendo en el presente, observando todos los pensamientos que rondan alrededor de cualquier situación, incluidas principalmente las que provocan el enojo.

  • Observar cada cuánto tiempo te enfadas y contra qué o contra quién, para identificar tus patrones repetitivos.

  • No satanizar la emoción del enojo como mala o inadecuada, porque este tiene su razón de ser, pero hay que canalizar esa energía en forma asertiva.

  • Escribir todo lo que se está sintiendo para poder descargar en un papel todo aquello que consideras motivo de enojo, después quemar la hoja.

  • Dejar de justificar la defensa para tener motivo para enojarse continuamente, trabajar internamente por qué se elige el enojo y de qué crees que te está protegiendo al permanecer en él, es decir, debes identificar cuál es el beneficio secundario que obtienes si permaneces enojado.

  • No ceder el poder al exterior sea una situación, persona u objeto.

Tradicionalmente a la mayoría de las personas se les enseña que no es bueno demostrar el enojo en público, principalmente porque “no está bien visto”, pero el reprimir continuamente esas emociones puede tener consecuencias negativas.

Aunque, por supuesto, tampoco es saludable andar por la vida pegando de gritos a todo el mundo; lo que debemos hacer, más bien, es aprender a manejar nuestra ira de manera que toda esa energía negativa no se acumule en nuestro cuerpo, pero que tampoco nos enemistemos con todos por sacarla sin ton ni son.

Para conocer cuáles son los efectos que puede tener en nosotros el enojo reprimido y saber cómo podemos gestionar nuestra ira de manera adecuada entrevistamos a Jaquelin Machado, profesional de la salud mental con especialidad en coaching multidimensional e instructora en desarrollo de consciencia.

En primer lugar, nos explica que el enojo es una de las emociones más primitivas del ser humano, que es activada por la amenaza y la intimidación de perder o ser invadido. Este tiene una variedad de “tonalidades” y al reprimirlo se despliega una serie de comportamientos cargados de ironía y sustitución de este por otra emoción o estado de ánimo.

EL ENOJO REPRIMIDO

Cuando este sentimiento se reprime se convierte en una distorsión del enojo real, que se sustituye para evitar el rechazo, el aislamiento, la crítica y la censura. Las personas también lo esconden por otras razones, como la falsa creencia de que enojarse es incorrecto o que es de personas poco educadas.

Se cree, en contraparte, que el enojo reprimido es socialmente correcto, pero al hacerlo, cedes el control de tu vida hacia el sistema externo. Además, cuando toda esa energía emocional se queda estancada, surge un desequilibrio a nivel físico, obviamente también mental y emocional, asegura Jaquelin.

Después de cierto tiempo de represión, pueden ocurrir dos cosas: que el enojo salga en forma de furia o de ira, para destruir en forma demasiado caótica lo que sucede alrededor de la persona o bien, después de tiempo de estancamiento surge una enfermedad, que puede ser un cáncer o alteración del sistema nervioso, por ejemplo; la persona se puede transformar en agresiva- pasiva, irónica y burlona, entre otras situaciones, agrega.

Cuando la persona se acostumbra a “almacenar” varios disgustos, esto puede provocar alteraciones en el cuerpo. Foto: Cortesía Luis Molinero

¿QUÉ PASA SI ACUMULAMOS DISGUSTOS?

Cuando nosotros acostumbramos “almacenar” varios disgustos, esto puede provocar alteraciones en el cuerpo, tales como dolores constantes de cabeza o migrañas, al igual que hipertensión arterial, incluso puede surgir un infarto cardíaco o cerebral, diabetes y muchas otras enfermedades más.

Enojos acumulados generan rencor, recelo y resentimiento hacia el o los objetos de ese enojo, asimismo, los disgustos prolongados pueden conducir a una depresión, la cual cubre un gran enfado profundo, que no puede ser expresado hacia el exterior y se conforma como una agresión hacia uno mismo, señala.

Para que desaparezcan esas emociones reprimidas, se requiere adquirir primero la conciencia de que enojarse no es malo, lo que daña es la forma en que se maneja o se evade, por eso es muy importante aprender a gestionar el enojo asertivamente, lo cual significa darle una dirección creativa.

Obviamente ello requiere aprender a identificar de qué forma me enojo, la manera en que reprimo ese sentimiento y cómo lo sustituyo por otras emociones o comportamientos; también se necesita adquirir la conciencia del lenguaje emocional.

Al hacer esto podremos liberar en forma saludable cualquier situación de disgusto o frustración, incluida la intimidación y la amenaza al espacio íntimo y vital, todo ello para no ceder el poder al afuera y trabajar el enojo desde dentro.

El enojo es una de las emociones más primitivas del ser humano. Foto: Cortesía Wayhomestudio

¿QUÉ PASA EN NUESTRO CUERPO CUANDO NOS ENOJAMOS?

El organismo sufre alteración de sus sistemas cuando se mantiene un disgusto prolongado y cuando se manifiesta por recuerdo, lo que se conoce como “resentimiento”, se altera el sistema digestivo y puede haber gastritis o colitis.

También se altera el sistema nervioso, crispando respuestas exacerbadas, acelerando el ritmo cardíaco y agitando la respiración; asimismo, se trastorna el sistema respiratorio, agitando el ritmo natural de la respiración, generando ansiedad o angustia, dependiendo del motivo del enojo y del tiempo de este.

Cuando la emoción del enojo se presenta en una persona, el cuerpo cambia sus ritmos de la siguiente forma: los músculos se tensan apretando los puños y la mandíbula, el estómago se contrae, la temperatura corporal sube, hay una tendencia a ponerse rojo y, por lo mismo, el ritmo cardíaco se acelera, la boca puede secarse y el pecho se hincha, expandiéndose hacia el frente, advierte la especialista.

Los disgustos prolongados pueden conducir a una depresión. Foto: Cortesía Pavel Vladychenko

NI REPRIMIRLA NI DEJAR QUE EXPLOTE

¿CÓMO GESTIONAR LA IRA?

A nivel emocional, el contener tanto enfado puede llevar a una persona a caer en conductas de burla o sustitución de este por otras emociones: cuando me enojo, estoy triste; cuando estoy enojado, en realidad río o lo sustituyo por la melancolía y la apatía, advierte Jaquelin Machado, especialista en psicología.

Otra cosa que puede suceder cuando estoy enfadado y lo reprimo, es que puedo también volverme burlón o huir de las confrontaciones, con lo cual se generan conflictos internos más recalcitrantes.

A nivel de pensamientos el enojo reprimido, tanto el explosivo como el implosivo, tiene que mover esa energía y, si no es para crear, lo hace para destruir, pues este sentimiento está basado en tres tipos de pensamiento que señala la entrevistada:

  • No lo soporto

  • No es justo

  • No estoy recibiendo el trato que merezco

En consecuencia, la percepción de las situaciones queda distorsionada y por lo tanto desequilibrada, entonces la respuesta ante los estímulos externos es inadecuada, asegura.

Cuando la emoción del enojo se presenta en una persona, el cuerpo cambia sus ritmos. Foto: Cortesía Benjamin Child en Unsplash

CONSEJOS PARA MANEJAR EL ENOJO

Para manejar el enojo en forma asertiva, de manera que no se transforme en furia o incluso en ira desenfrenada, la especialista finalmente sugiere que hagamos lo siguiente:

  • Identificar tu propio enojo, porque muchas veces este es sustituido por tristeza o por alguna otra emoción o estado de ánimo.

  • Una vez identificado como enojo y no como otra emoción, podrás marcar límites cuando no se te está respetando o validando.

  • Manejar ejercicios de respiración profunda, expandiendo el abdomen al inspirar y exhalando por la boca, para liberar cualquier carga y alteración que provoque agitación.

  • Combinar las actividades con alguna disciplina del tipo de yoga, meditación o caminatas conscientes, permaneciendo en el presente, observando todos los pensamientos que rondan alrededor de cualquier situación, incluidas principalmente las que provocan el enojo.

  • Observar cada cuánto tiempo te enfadas y contra qué o contra quién, para identificar tus patrones repetitivos.

  • No satanizar la emoción del enojo como mala o inadecuada, porque este tiene su razón de ser, pero hay que canalizar esa energía en forma asertiva.

  • Escribir todo lo que se está sintiendo para poder descargar en un papel todo aquello que consideras motivo de enojo, después quemar la hoja.

  • Dejar de justificar la defensa para tener motivo para enojarse continuamente, trabajar internamente por qué se elige el enojo y de qué crees que te está protegiendo al permanecer en él, es decir, debes identificar cuál es el beneficio secundario que obtienes si permaneces enojado.

  • No ceder el poder al exterior sea una situación, persona u objeto.

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