/ jueves 21 de febrero de 2019

¿Una persona tóxica? La base de la inseguridad propia

Si sientes que todos están en tu contra, es probable que el problema seas tú y no los demás

Esta muy de moda hablar de personas tóxicas, de familias tóxicas y parejas tóxicas, pero, ¿te has dado cuenta de que cada vez que detectas una situación tóxica, tú te encuentras en ella? Eso habla también de ti, ya que todo lo que vives es parte de tu propia creación, así que es importante revisar algunas características o hábitos que te pueden convertir en una persona tóxica.

Para hablar sobre este tema visitamos a Karla Avilés Gutiérrez, psicoterapeuta individual, de pareja y familia, especialista en bioneuroemoción, quien nos ayuda para aprender a identificar si somos o no personas tóxicas y de qué manera se puede corregir.

“Una persona tóxica es aquella que se queja de todo, que nada le parece, que no está conforme jamás y que todo lo ve negativo, y eso es justamente porque el evento que le está sucediendo, lo ve a través de la lente de su propia negatividad, ya que internamente no se siente capaz ni merecedora y siente que no puede”, afirma en entrevista la psicoterapeuta.

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Por otra parte, añade que la característica más común de este tipo de personas es que inventen chismes y que se metan en la vida de los demás, porque tienen como base la inseguridad propia; por lo tanto, todo el tiempo están viendo en el otro sus mismos errores, como si fuera un reflejo de su propio espejo.

CONDUCTAS Y CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONA TÓXICA

  • Son muy egocéntricos: todo el tiempo hablan de sí mismos y piensan que solo a ellos les ocurren cosas trascendentales o trágicas. Lo sufren todo, les ha pasado todo y lo padecen todo. Cuando ellos están en una conversación, siempre quieren ser el centro de atención.
  • Juzgan todo: piensan que todo lo que viven, todo lo que sucede y ven, les afecta o está ahí para atacarlos. Para ellos el enemigo está en todos lados, son esas personas que creen que su jefe está en contra de ellos, que su pareja les hace cosas, que su vecino los ataca o que sus amigos les hacen comentarios hirientes, es decir, se toman todo muy a pecho.
  • Se quejan mucho: suelen adoptar el rol de la víctima y con eso consiguen ser el centro de atención, esto se debe a que probablemente de niños hayan llamado la atención con estas acciones. Esta estrategia les ha permitido la validación y ocupan mucha energía en ser la víctima, desgastan a las personas que los rodean, los enganchan y los hacen sentir en deuda.
  • No son empáticos: ellos mismos son su punto de referencia y no hay más. Únicamente lo que ellos dicen, hacen y piensan es válido, se encargan de criticar severamente los errores y conductas de los demás, extienden el dedo con mucha facilidad para señalar lo que los otros no hicieron o lo que hubieran podido hacer mejor y normalmente son personas que están buscando el beneficio de lo que los demás hacen.
  • Son envidiosos: no pueden tolerar que a los demás les vaya bien, que sean más guapos (as), más jóvenes, más inteligentes, más simpáticos, que tengan más dinero… desean lo que el otro tiene y odian a quienes lo tienen, no pueden alegrarse de los logros de los demás porque, por el contrario, les molesta y se sienten muy incapaces de obtenerlo.
  • No tienen inteligencia emocional: no pueden controlar sus emociones, ni dosificarlas, no pueden observar sus pensamientos y no tienen la intención de hacerlo, porque rara vez se dan cuenta de que no están siendo felices y rara vez tienen una autocrítica o una autoindagación, simplemente no la hay.
  • No son felices: porque no se responsabilizan de sus actos, es más sencillo que se frustren y ataquen a quienes según ellos “les hacen algo”, a que vean para sí mismos. No distinguen que son el origen de sus propios problemas y no deciden cambiar, evidentemente, porque ellos nunca van a tener la culpa. Quieren que todos cambien, pero ellos nunca lo hacen, carecen de esta capacidad de autocrítica y autoobservación que les impide ver que el único cambio posible, es el que ellos pueden hacer con sus propias conductas.

Según la información de la especialista, si estás dentro de estas características o cumples por lo menos con cuatro, eres una persona tóxica. Si tienes entre una y tres será más fácil para ti reprogramar tu mente y dejar ese hábito, que en realidad no te conduce a nada ni te hace bien.

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EL CONSEJO

Los problemas que presentan las personas tóxicas se puede corregir, pero lo primero es hacer conciencia de que aquello que señalan, es lo que ellos mismos poseen; la negatividad que puntean del otro es la única que son capaces de generar, por lo tanto, lo tienen interiorizado.

  • Lo primero es caer en conciencia de que están siendo tóxicos.
  • Empezar a generar nuevos paradigmas, es decir, comenzar a crear modelos nuevos que tengan que ver con darle una solución diferente a esa toxicidad que siempre han estado acostumbrados a manejar, es decir, intentar cambiar patrones de pensamiento a positivos, y cambiar patrones de sentimientos y relaciones a positivos.
  • Rodearse de la gente que les pueda enseñar a crecer, tanto emocional como intelectual o económicamente.
  • Finalmente, la persona tóxica debe aprender a construirse un contexto, del cual pueda empezar a tomar partes positivas para integrarlas en su propia persona.

“Todos en algún momento podemos ser hijos, padres o parejas tóxicas, pero de lo que se trata es de hacernos conscientes de aprender y sobre todo de no juzgar cuando vemos a alguien tóxico, porque al detectarlo de inmediato, eso habla más de mí que de la otra persona, habla de mi propio registro interno”, enuncia la especialista.

Agrega que, para ser experto en una conducta, tuvimos que repetirla, por lo tanto, para volver lo que te está afectando en una memoria positiva, tienes que detectar la conducta tóxica y elegir una más saludable, para repetirla muchas veces hasta que se vuelva algo automático, porque la persona aprendió a ser tóxica por repetición.

“Sólo de ti depende modificar tu experiencia de vida; si eres una persona positiva, congruente y amorosa, pocas veces te vas a topar con personas tóxicas, porque de lo que te rodeas es de todas aquellas personas que tienen tu misma vibración”.

CONTACTO

  • Karla Avilés
  • Amar para sanar
  • FB: @amarparasanarkarlaaviles
  • IG: amar.para.sanar

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Esta muy de moda hablar de personas tóxicas, de familias tóxicas y parejas tóxicas, pero, ¿te has dado cuenta de que cada vez que detectas una situación tóxica, tú te encuentras en ella? Eso habla también de ti, ya que todo lo que vives es parte de tu propia creación, así que es importante revisar algunas características o hábitos que te pueden convertir en una persona tóxica.

Para hablar sobre este tema visitamos a Karla Avilés Gutiérrez, psicoterapeuta individual, de pareja y familia, especialista en bioneuroemoción, quien nos ayuda para aprender a identificar si somos o no personas tóxicas y de qué manera se puede corregir.

“Una persona tóxica es aquella que se queja de todo, que nada le parece, que no está conforme jamás y que todo lo ve negativo, y eso es justamente porque el evento que le está sucediendo, lo ve a través de la lente de su propia negatividad, ya que internamente no se siente capaz ni merecedora y siente que no puede”, afirma en entrevista la psicoterapeuta.

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Por otra parte, añade que la característica más común de este tipo de personas es que inventen chismes y que se metan en la vida de los demás, porque tienen como base la inseguridad propia; por lo tanto, todo el tiempo están viendo en el otro sus mismos errores, como si fuera un reflejo de su propio espejo.

CONDUCTAS Y CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONA TÓXICA

  • Son muy egocéntricos: todo el tiempo hablan de sí mismos y piensan que solo a ellos les ocurren cosas trascendentales o trágicas. Lo sufren todo, les ha pasado todo y lo padecen todo. Cuando ellos están en una conversación, siempre quieren ser el centro de atención.
  • Juzgan todo: piensan que todo lo que viven, todo lo que sucede y ven, les afecta o está ahí para atacarlos. Para ellos el enemigo está en todos lados, son esas personas que creen que su jefe está en contra de ellos, que su pareja les hace cosas, que su vecino los ataca o que sus amigos les hacen comentarios hirientes, es decir, se toman todo muy a pecho.
  • Se quejan mucho: suelen adoptar el rol de la víctima y con eso consiguen ser el centro de atención, esto se debe a que probablemente de niños hayan llamado la atención con estas acciones. Esta estrategia les ha permitido la validación y ocupan mucha energía en ser la víctima, desgastan a las personas que los rodean, los enganchan y los hacen sentir en deuda.
  • No son empáticos: ellos mismos son su punto de referencia y no hay más. Únicamente lo que ellos dicen, hacen y piensan es válido, se encargan de criticar severamente los errores y conductas de los demás, extienden el dedo con mucha facilidad para señalar lo que los otros no hicieron o lo que hubieran podido hacer mejor y normalmente son personas que están buscando el beneficio de lo que los demás hacen.
  • Son envidiosos: no pueden tolerar que a los demás les vaya bien, que sean más guapos (as), más jóvenes, más inteligentes, más simpáticos, que tengan más dinero… desean lo que el otro tiene y odian a quienes lo tienen, no pueden alegrarse de los logros de los demás porque, por el contrario, les molesta y se sienten muy incapaces de obtenerlo.
  • No tienen inteligencia emocional: no pueden controlar sus emociones, ni dosificarlas, no pueden observar sus pensamientos y no tienen la intención de hacerlo, porque rara vez se dan cuenta de que no están siendo felices y rara vez tienen una autocrítica o una autoindagación, simplemente no la hay.
  • No son felices: porque no se responsabilizan de sus actos, es más sencillo que se frustren y ataquen a quienes según ellos “les hacen algo”, a que vean para sí mismos. No distinguen que son el origen de sus propios problemas y no deciden cambiar, evidentemente, porque ellos nunca van a tener la culpa. Quieren que todos cambien, pero ellos nunca lo hacen, carecen de esta capacidad de autocrítica y autoobservación que les impide ver que el único cambio posible, es el que ellos pueden hacer con sus propias conductas.

Según la información de la especialista, si estás dentro de estas características o cumples por lo menos con cuatro, eres una persona tóxica. Si tienes entre una y tres será más fácil para ti reprogramar tu mente y dejar ese hábito, que en realidad no te conduce a nada ni te hace bien.

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EL CONSEJO

Los problemas que presentan las personas tóxicas se puede corregir, pero lo primero es hacer conciencia de que aquello que señalan, es lo que ellos mismos poseen; la negatividad que puntean del otro es la única que son capaces de generar, por lo tanto, lo tienen interiorizado.

  • Lo primero es caer en conciencia de que están siendo tóxicos.
  • Empezar a generar nuevos paradigmas, es decir, comenzar a crear modelos nuevos que tengan que ver con darle una solución diferente a esa toxicidad que siempre han estado acostumbrados a manejar, es decir, intentar cambiar patrones de pensamiento a positivos, y cambiar patrones de sentimientos y relaciones a positivos.
  • Rodearse de la gente que les pueda enseñar a crecer, tanto emocional como intelectual o económicamente.
  • Finalmente, la persona tóxica debe aprender a construirse un contexto, del cual pueda empezar a tomar partes positivas para integrarlas en su propia persona.

“Todos en algún momento podemos ser hijos, padres o parejas tóxicas, pero de lo que se trata es de hacernos conscientes de aprender y sobre todo de no juzgar cuando vemos a alguien tóxico, porque al detectarlo de inmediato, eso habla más de mí que de la otra persona, habla de mi propio registro interno”, enuncia la especialista.

Agrega que, para ser experto en una conducta, tuvimos que repetirla, por lo tanto, para volver lo que te está afectando en una memoria positiva, tienes que detectar la conducta tóxica y elegir una más saludable, para repetirla muchas veces hasta que se vuelva algo automático, porque la persona aprendió a ser tóxica por repetición.

“Sólo de ti depende modificar tu experiencia de vida; si eres una persona positiva, congruente y amorosa, pocas veces te vas a topar con personas tóxicas, porque de lo que te rodeas es de todas aquellas personas que tienen tu misma vibración”.

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  • Karla Avilés
  • Amar para sanar
  • FB: @amarparasanarkarlaaviles
  • IG: amar.para.sanar

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