El cerro de San Miguel en Atlixco es el punto más alto de este Pueblo Mágico y es el epicentro de una lucha del bien contra el mal, que se libra desde la madrugada del día previo al 29 de septiembre, fecha en que se celebra al arcángel, príncipe de las cortes celestiales, patrón y protector de esta población.
“Desde la época de nuestros abuelos existe la creencia de que en septiembre el diablo anda suelto, el cual es el causante de las desgracias que ocurren a los pobladores de este municipio”, comenta Beatriz Zafra, licenciada en turismo.
La devoción de los atlixquenses hacia San Miguel nace entre los siglos XVI al XVIII, porque según la leyenda hubo un tiempo en que los habitantes fueron azotados por enfermedades y plagas en los cultivos, debido a que el diablo andaba suelto.
Por eso, durante la noche del 28 de septiembre, el arcángel San Miguel persigue a Satanás de forma incansable, mientras recorre las calles intentando hacer de las suyas; para evitarlo, se colocan cruces de pericón en la entrada de las casas, sembradíos, autos y los accesos a los panteones, añade Zafra.
Se dice que al amanecer, con los primeros rayos del sol, libran una batalla campal donde el arcángel sale vencedor y se lleva a encerrar a Belcebú en un pozo que se encuentra al lado de su capilla, en la cima del cerro, para mantenerlo ahí custodiado durante todo el año.
LAS FESTIVIDADES
En Atlixco por tradición se le dedica un novenario a San Miguel Arcángel, se escuchan durante este tiempo “Las Mañanitas”, que son pedidas por las diferentes familias fieles creyentes a él; por la noche del 28 de septiembre se le dedica una misa y el día 29 se hace la visita a su capilla, dice Beatriz.
En la víspera de la fiesta, el día 28, en la Colonia Ricardo Treviño (Cerro de San Miguel) se realiza la danza llamada "Salida de los huizos"; estos son jóvenes disfrazados, algunos con máscaras de timbre (cuero curtido) pintadas con vivos colores y ataviados con harapos, con la particularidad de llevar su ropa volteada.
Otro grupo, que usa prendas de mujer y lleva las caras cubiertas con paliacates rojos, los acompaña para formar parejas. Sobresale un hombre con máscara roja tallada en madera, con cuernos de toro y que viste un estropeado traje de catrín; representa al legendario diablo del cerro de San Miguel.
Los participantes recorren las diferentes calles que rodean el cerro, brincan fogatas, bailan al son de la música que toca la banda de viento, para terminar por la noche con la representación de la batalla y los “huizos” llevan a encerrar al “compadre”, como se llaman respetuosamente al demonio algunos pobladores, dirigidos por el arcángel Miguel.
Las familias atlixquenses han tenido la costumbre de subir para agradecer el cuidado que brinda el Arcángel, así como permanecer en las laderas del Cerro de San Miguel, para consumir la comida y bebidas que se vendían comúnmente y hacer del festejo a San Miguel Arcángel un momento de convivencia familiar, indica Zafra.
Cabe mencionar que la máscara del diablo se mantiene resguardada en un cuarto por separado y cubierta con un trapo, sujeta a una imagen bendecida de San Miguel que se encuentra colocada en la pared, pues se considera a esta careta como una representación de la fuerza maligna, de la cual se deben cuidar.
HISTORIA DE LA CAPILLA DE SAN MIGUEL
El origen de este espacio, consagrado a la devoción de San Miguel Arcángel, se remonta al siglo XVI. Su construcción puede ser contemporánea al convento franciscano, ya que fray Alonso Ponce escribió acerca de esta en una crónica en octubre de 1585.
El fraile dice: “Cerquita del convento en el mesmo cerro un poco más alto, hay una ermita muy devota de San Toribio y en la cumbre otra de San Miguel, en la cual el día de aquel santo arcángel se dice misa y sube a oírla todo el pueblo de los españoles". (“Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España”, de Antonio de Ciudad Real, tercera edición UNAM: 1993.
La construcción inició con una ermita dependiente del convento, que evolucionó y se conservó gracias a la devoción de los pobladores de la villa; al principio su uso fue esporádico, pues al parecer solo se hacían ceremonias en el día de fiesta. Hoy se realizan misas los domingos y días festivos.
Debido a los favores recibidos por la intercesión del Arcángel se hizo una construcción que para mediados del siglo XVIII se transforma en la capilla en el Cerro de San Miguel que hoy conocemos, a la que se llega por una larga escalinata. Para alcanzar la cima, el recorrido se puede hacer en auto la mayor parte pero, si tienes buena condición física, quizá te atrevas a subir a pie desde el zócalo.