/ sábado 13 de enero de 2018

El misterio de los millones, un fragmento del libro Fox: negocios a la sombra del poder

Más de medio millón de dólares en un solodía. Esa cantidad es la que recibió la esposa delpresidente de México el viernes 14 de julio de 2006, en dostraspasos realizados a la cuenta 00177617256 de Banorte. Elmalogrado sexenio del cambio estaba en su último tramo, yVicente Fox enfrentaba un alud de acusaciones de corrupciónque involucraban a su pareja, Marta Sahagún. Apenas dossemanas antes se habían efectuado los comicios en los que elcandidato panista Felipe Calderón Hinojosa había sidoelecto el sucesor de Fox, con un margen mínimo frente aAndrés Manuel López Obrador.

Mientras el país estaba envuelto en un debate sobre lalegalidad de la elección, Sahagún recibió un par detransferencias en una cuenta bancaria que compartía con suhijo Fernando Bribiesca Sahagún, y que juntas sumaron6,063,000 pesos. Al tipo de cambio de aquellos días (10.90pesos), los traspasos equivalían a 556,000 dólares. Unapequeña fortuna que nunca fue reportada en la declaraciónpatrimonial de la autonombrada pareja presidencial. Las sospechasde corrupción se acentuaron cuando brotó el origen de esedinero: correspondía a utilidades que el Grupo Estrella Blancale reportaba cada mes al hijo menor de Sahagún, y queéste compartía con su mamá en una cuentamancomunada.

Aquellas transferencias en realidad eran apenas una pequeñaporción de las millonarias ganancias que obtuvo en el sexenio.La cuenta de Banorte en la que Marta y Fernando Bribiesca erancotitulares recibió depósitos por 12,315,000 pesos tansólo entre 2005 y 2006, la mayor parte provenientes de laempresa transportista que había sido favorecida conmultimillonarios contratos gubernamentales. Que el hijastro de unmandatario esté metido en negocios no tiene nada de ilegal,pero sí representa un conflicto de intereses que esasoperaciones comerciales las haga con un proveedor del gobierno, ymucho más que la esposa del presidente reciba transferenciaspor utilidades de esos enjuagues entre particulares.

Durante el sexenio foxista abundaron las transferenciasmisteriosas, de origen desconocido, a cinco cuentas bancarias deMarta Sahagún. La señora recibía por distintasvías el doble de dinero que el sueldo de su marido. Por cadapeso que Fox ganó como presidente, Marta cobró al menosotros dos pesos por conceptos tan variados como donativos,herencias, rentas, préstamos, utilidades y transferencias. Esedinero jamás fue declara auditores cuando se metieron arevisar con lupa los bienes de Vicente Fox y de su esposa. Alcompulsar las declaraciones patrimoniales con informaciónaportada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores ( CNBV), los investigadores descubrieron inconsistencias por 27,881,694pesos con 97 centavos, equivalentes a dos y medio millones dedólares al promedio cambiario de aquellos días. El 90 porciento de ese dinero había sido depositado o transferido afavor de Marta en sucursales de Banorte, Inbursa, BBVA Bancomer yBanamex, y el otro 10 por ciento en dos cuentas a nombre deVicente.

Tanto dinero sin declarar despertó sospechas. El origenoscuro de esos recursos derivó, al paso de los días, enuna investigación por presuntos ilícitos cometidos porVicente Fox durante su mandato. La Fiscalía especializada parainvestigar delitos cometidos por políticos y funcionariosmantiene abierta, desde hace una década, la pesquisa paraaclarar el enriquecimiento de Fox. La amenaza latente de ir a lacárcel él, su esposa, o ambos, llevó a Vicente anegociar con el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien hamantenido vigente la averiguación previa durante todo elsexenio. Es una carta de negociación o chantaje, segúnconvenga.

Vicente Fox acababa de cumplir un año de haber dejado laPresidencia de la República cuando agentes de laProcuraduría General de la República ( PGR ) empezaron ahurgar en las cuentas bancarias y en los documentos de propiedad deél y de su parentela más cercana. Iban en busca depruebas o evidencias de enriquecimiento ilícito, producto—sospechaban— del cobro de sobornos o el pago defavores.

El 12 de diciembre de 2007 el titular de la Unidad Especializadaen Investigación de Delitos Cometidos por ServidoresPúblicos envió un oficio a la Secretaría de laFunción Pública (SFP), encabezada en aquellos díaspor Salvador Vega Casillas, paisano michoacano del entoncespresidente Felipe Calderón Hinojosa, para pedir que le dierancopias de todos los documentos que integraban las declaracionespatrimoniales de Fox. Pero ya para entonces el contralor teníaun paquete de información más suculento. Su antecesor,Germán Martínez Cázares —quien dejó elgabinete para dirigir el Partido Acción Nacional ( PAN)—, había iniciado una pesquisa sobre los bienes del expresidente y descubrió información que era una bomba:había decenas de millones de pesos que no habían sidodeclarados. Una fortuna que había acaparado la familiapresidencial de forma oscura. Eran de tal magnitud lasirregularidades encontradas que el expediente de lainvestigación cada día se fue haciendo más abultado,hasta sumar 3,668 fojas en cinco tomos.

Parte de esa información se integró a laaveriguación previa que inició la PGR por los presuntosilícitos cometidos por Fox. Dos meses después de esteprimer acercamiento, el Ministerio Público envió otrapetición a la SFP para obtener más información delcitado expediente. La colaboración con el órgano defiscalización del Poder Ejecutivo se estrechó al paso delos días hasta integrar una sola investigación del caso.Al frente de la pesquisa estaba Óscar Javier Chino Vite, unjoven abogado penalista egresado de la Universidad NacionalAutónoma de México ( UNAM ), de militancia priísta,que había iniciado su labor como funcionario público en1999, en el último tramo del sexenio de Ernesto Zedillo, y que—paradójicamente— logró consolidar sucarrera durante el gobierno foxista; inició investigando eltráfico de drogas y en 2006 se incorporó a la unidadencargada de rastrear y denunciar las tropelías de lospolíticos. Y —vaya paradoja— uno de sus primerosencargos sería seguir las huellas de quien había sido sujefe: el ex presidente Fox.

En septiembre de 2010 Vicente Fox vivía días agitados,de emociones encontradas. El afamado cantante Elton John habíaaceptado ofrecer un concierto en su rancho, y aquel sucesoprometía lanzar a la fama internacional el llamado Centro Fox,donde el ex presidente había edificado un museo en suhonor.

La presencia del músico inglés garantizaba,además, la llegada de más ingresos vía donativos alas dos fundaciones que presidían él y su esposa MartaSahagún. Vicente estaba feliz, pero con los nervios de punta,pues el recital requería una logística de relojero: demáxima precisión. El escenario se pretendía instalarentre sembradíos de brócoli y lo que había sido unestablo, a 13 kilómetros al sur de la ciudad de León. Los10,000 visitantes que esperaba recibir sólo tendríanacceso por una estrecha calle que atraviesa la comunidad de SanCristóbal. Tantos vehículos causarían un caos. Pesea los riesgos, las autoridades de Protección Civil se hicieronde la vista gorda y dieron su anuencia para el concierto queorganizaba el ex presidente, programado para el 15 de octubre de2010.

En esas estaba Vicente Fox, atareado con los preparativos,cuando recibió en su casa una visita inesperada: a la 1:30p.m. del viernes 24 de septiembre tocó a la puerta de su casauna abogada que desde meses antes investigaba los millonariosdepósitos que él y Marta Sahagún habíanrecibido en nueve cuentas de cuatro bancos entre 2001 y 2006,así como los bienes inmuebles no declarados. XóchitlJahel Espíritu Muñoz, quien se desempeñaba comodirectora de Evolución Patrimonial en el gobierno de FelipeCalderón, le entregó a Vicente un citatorio en el que ledaba un plazo de 30 días para demostrar “la legalprocedencia de sus bienes” y aclarar las inconsistencias ensus declaraciones patrimoniales y fiscales. Para verificar quequien lo había atendido era el ex presidente, la funcionariale pidió una identificación y él, confundido,mostró su pasaporte y firmó de recibido el citatorio.

Aquel requerimiento no era un asunto menor. De inmediato, Foxllamó a sus abogados y les pidió que hicieran unanálisis de las implicaciones de ese exhorto. Conformerevisaban el expediente que había entregado la investigadora,las cejas se arqueaban y se fruncían en una mezcla de sorpresay enojo. Al final, las caras largas y las voces graves demostraronla seriedad de la acusación: la SFP había descubierto 27millones de pesos de origen desconocido en las cuentas bancarias deFox y su esposa.

Los asesores legales de la otrora pareja presidencialreconocieron que si no se comprobaba el origen lícito de esedinero, lo que procedía era presentar una denuncia penal. Lasola posibilidad de ir a la cárcel o ser sometido a juiciodespertó la furia de Vicente, quien achacó lainvestigación a una venganza de Felipe Calderón, al quehabía echado de su gabinete en 2004, cuando el michoacanoexpresó su intención de ser el candidato panista a lapresidencia. Sus diferencias se acentuaron y se volvieron odio.Aquel día de septiembre Fox dio un viraje radical y juróvengarse.

 

***

Fragmento del libro Fox: negocios a la sombra del poder, delperiodista Raúl Olmos, que reproducimos con permiso de laeditorial Grijalbo.

Más de medio millón de dólares en un solodía. Esa cantidad es la que recibió la esposa delpresidente de México el viernes 14 de julio de 2006, en dostraspasos realizados a la cuenta 00177617256 de Banorte. Elmalogrado sexenio del cambio estaba en su último tramo, yVicente Fox enfrentaba un alud de acusaciones de corrupciónque involucraban a su pareja, Marta Sahagún. Apenas dossemanas antes se habían efectuado los comicios en los que elcandidato panista Felipe Calderón Hinojosa había sidoelecto el sucesor de Fox, con un margen mínimo frente aAndrés Manuel López Obrador.

Mientras el país estaba envuelto en un debate sobre lalegalidad de la elección, Sahagún recibió un par detransferencias en una cuenta bancaria que compartía con suhijo Fernando Bribiesca Sahagún, y que juntas sumaron6,063,000 pesos. Al tipo de cambio de aquellos días (10.90pesos), los traspasos equivalían a 556,000 dólares. Unapequeña fortuna que nunca fue reportada en la declaraciónpatrimonial de la autonombrada pareja presidencial. Las sospechasde corrupción se acentuaron cuando brotó el origen de esedinero: correspondía a utilidades que el Grupo Estrella Blancale reportaba cada mes al hijo menor de Sahagún, y queéste compartía con su mamá en una cuentamancomunada.

Aquellas transferencias en realidad eran apenas una pequeñaporción de las millonarias ganancias que obtuvo en el sexenio.La cuenta de Banorte en la que Marta y Fernando Bribiesca erancotitulares recibió depósitos por 12,315,000 pesos tansólo entre 2005 y 2006, la mayor parte provenientes de laempresa transportista que había sido favorecida conmultimillonarios contratos gubernamentales. Que el hijastro de unmandatario esté metido en negocios no tiene nada de ilegal,pero sí representa un conflicto de intereses que esasoperaciones comerciales las haga con un proveedor del gobierno, ymucho más que la esposa del presidente reciba transferenciaspor utilidades de esos enjuagues entre particulares.

Durante el sexenio foxista abundaron las transferenciasmisteriosas, de origen desconocido, a cinco cuentas bancarias deMarta Sahagún. La señora recibía por distintasvías el doble de dinero que el sueldo de su marido. Por cadapeso que Fox ganó como presidente, Marta cobró al menosotros dos pesos por conceptos tan variados como donativos,herencias, rentas, préstamos, utilidades y transferencias. Esedinero jamás fue declara auditores cuando se metieron arevisar con lupa los bienes de Vicente Fox y de su esposa. Alcompulsar las declaraciones patrimoniales con informaciónaportada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores ( CNBV), los investigadores descubrieron inconsistencias por 27,881,694pesos con 97 centavos, equivalentes a dos y medio millones dedólares al promedio cambiario de aquellos días. El 90 porciento de ese dinero había sido depositado o transferido afavor de Marta en sucursales de Banorte, Inbursa, BBVA Bancomer yBanamex, y el otro 10 por ciento en dos cuentas a nombre deVicente.

Tanto dinero sin declarar despertó sospechas. El origenoscuro de esos recursos derivó, al paso de los días, enuna investigación por presuntos ilícitos cometidos porVicente Fox durante su mandato. La Fiscalía especializada parainvestigar delitos cometidos por políticos y funcionariosmantiene abierta, desde hace una década, la pesquisa paraaclarar el enriquecimiento de Fox. La amenaza latente de ir a lacárcel él, su esposa, o ambos, llevó a Vicente anegociar con el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien hamantenido vigente la averiguación previa durante todo elsexenio. Es una carta de negociación o chantaje, segúnconvenga.

Vicente Fox acababa de cumplir un año de haber dejado laPresidencia de la República cuando agentes de laProcuraduría General de la República ( PGR ) empezaron ahurgar en las cuentas bancarias y en los documentos de propiedad deél y de su parentela más cercana. Iban en busca depruebas o evidencias de enriquecimiento ilícito, producto—sospechaban— del cobro de sobornos o el pago defavores.

El 12 de diciembre de 2007 el titular de la Unidad Especializadaen Investigación de Delitos Cometidos por ServidoresPúblicos envió un oficio a la Secretaría de laFunción Pública (SFP), encabezada en aquellos díaspor Salvador Vega Casillas, paisano michoacano del entoncespresidente Felipe Calderón Hinojosa, para pedir que le dierancopias de todos los documentos que integraban las declaracionespatrimoniales de Fox. Pero ya para entonces el contralor teníaun paquete de información más suculento. Su antecesor,Germán Martínez Cázares —quien dejó elgabinete para dirigir el Partido Acción Nacional ( PAN)—, había iniciado una pesquisa sobre los bienes del expresidente y descubrió información que era una bomba:había decenas de millones de pesos que no habían sidodeclarados. Una fortuna que había acaparado la familiapresidencial de forma oscura. Eran de tal magnitud lasirregularidades encontradas que el expediente de lainvestigación cada día se fue haciendo más abultado,hasta sumar 3,668 fojas en cinco tomos.

Parte de esa información se integró a laaveriguación previa que inició la PGR por los presuntosilícitos cometidos por Fox. Dos meses después de esteprimer acercamiento, el Ministerio Público envió otrapetición a la SFP para obtener más información delcitado expediente. La colaboración con el órgano defiscalización del Poder Ejecutivo se estrechó al paso delos días hasta integrar una sola investigación del caso.Al frente de la pesquisa estaba Óscar Javier Chino Vite, unjoven abogado penalista egresado de la Universidad NacionalAutónoma de México ( UNAM ), de militancia priísta,que había iniciado su labor como funcionario público en1999, en el último tramo del sexenio de Ernesto Zedillo, y que—paradójicamente— logró consolidar sucarrera durante el gobierno foxista; inició investigando eltráfico de drogas y en 2006 se incorporó a la unidadencargada de rastrear y denunciar las tropelías de lospolíticos. Y —vaya paradoja— uno de sus primerosencargos sería seguir las huellas de quien había sido sujefe: el ex presidente Fox.

En septiembre de 2010 Vicente Fox vivía días agitados,de emociones encontradas. El afamado cantante Elton John habíaaceptado ofrecer un concierto en su rancho, y aquel sucesoprometía lanzar a la fama internacional el llamado Centro Fox,donde el ex presidente había edificado un museo en suhonor.

La presencia del músico inglés garantizaba,además, la llegada de más ingresos vía donativos alas dos fundaciones que presidían él y su esposa MartaSahagún. Vicente estaba feliz, pero con los nervios de punta,pues el recital requería una logística de relojero: demáxima precisión. El escenario se pretendía instalarentre sembradíos de brócoli y lo que había sido unestablo, a 13 kilómetros al sur de la ciudad de León. Los10,000 visitantes que esperaba recibir sólo tendríanacceso por una estrecha calle que atraviesa la comunidad de SanCristóbal. Tantos vehículos causarían un caos. Pesea los riesgos, las autoridades de Protección Civil se hicieronde la vista gorda y dieron su anuencia para el concierto queorganizaba el ex presidente, programado para el 15 de octubre de2010.

En esas estaba Vicente Fox, atareado con los preparativos,cuando recibió en su casa una visita inesperada: a la 1:30p.m. del viernes 24 de septiembre tocó a la puerta de su casauna abogada que desde meses antes investigaba los millonariosdepósitos que él y Marta Sahagún habíanrecibido en nueve cuentas de cuatro bancos entre 2001 y 2006,así como los bienes inmuebles no declarados. XóchitlJahel Espíritu Muñoz, quien se desempeñaba comodirectora de Evolución Patrimonial en el gobierno de FelipeCalderón, le entregó a Vicente un citatorio en el que ledaba un plazo de 30 días para demostrar “la legalprocedencia de sus bienes” y aclarar las inconsistencias ensus declaraciones patrimoniales y fiscales. Para verificar quequien lo había atendido era el ex presidente, la funcionariale pidió una identificación y él, confundido,mostró su pasaporte y firmó de recibido el citatorio.

Aquel requerimiento no era un asunto menor. De inmediato, Foxllamó a sus abogados y les pidió que hicieran unanálisis de las implicaciones de ese exhorto. Conformerevisaban el expediente que había entregado la investigadora,las cejas se arqueaban y se fruncían en una mezcla de sorpresay enojo. Al final, las caras largas y las voces graves demostraronla seriedad de la acusación: la SFP había descubierto 27millones de pesos de origen desconocido en las cuentas bancarias deFox y su esposa.

Los asesores legales de la otrora pareja presidencialreconocieron que si no se comprobaba el origen lícito de esedinero, lo que procedía era presentar una denuncia penal. Lasola posibilidad de ir a la cárcel o ser sometido a juiciodespertó la furia de Vicente, quien achacó lainvestigación a una venganza de Felipe Calderón, al quehabía echado de su gabinete en 2004, cuando el michoacanoexpresó su intención de ser el candidato panista a lapresidencia. Sus diferencias se acentuaron y se volvieron odio.Aquel día de septiembre Fox dio un viraje radical y juróvengarse.

 

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Fragmento del libro Fox: negocios a la sombra del poder, delperiodista Raúl Olmos, que reproducimos con permiso de laeditorial Grijalbo.

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