/ sábado 20 de mayo de 2023

Origen de Angelópolis, el auge de la urbanización | Los tiempos idos

Así fue el inicio de esta zona que detonó el crecimiento de la ciudad a finales del siglo XX, con la vía rápida Puebla-Atlixco

A partir de la segunda mitad del siglo XIX la Angelópolis se empezó a reconstruir. Se planearon nuevas avenidas y comenzó un auge en la urbanización.

La ciudad comenzó a crecer hacia el poniente y hacia el sur y se crearon programas para crecimiento del poblano para beneficiar de manera equitativa a ejidatarios, desarrolladores inmobiliarios y al propio estado.



La autopista Puebla-Atlixco detonó el crecimiento de la zona de la Reserva Territorial Atlixcáyotl, que bajo un programa de ordenamiento buscó que la ciudad creciera de manera ordenada y bajo ciertos lineamientos que al final fueron modificados por intereses de empresarios e inversionistas.

Vista aérea de la zona de Angelópolis en la década de los noventa del siglo XX. Foto: Cortesía Miguel Ángel de la Garza

Antecedente de la vía Atlixcáyotl

A finales del siglo XIX, la ciudad comenzó a crecer hacia el poniente, en dirección al Paseo Bravo. De la 11 Sur hasta el cerro de San Juan (La Paz) era zona de aguas azufradas subterráneas donde había muchas pozas.

Del Paseo Bravo hacia el sur todo eran predios de siembra rural que se favorecían por los escurrimientos de los volcanes. Para visitar la ciudad de la eterna primavera, Atlixco, que estaba en esa dirección, el único camino disponible era la actual carretera federal.

“Desde la época colonial hasta el siglo XX el camino para ir a Atlixco siempre fue la carretera federal. Comenzaba sobre la calle 11 Sur donde había que tomar lo que hoy es la calle 13 Poniente (hacia el cerro) hasta llegar a la Garita de Cholula que estaba donde está el cine Teresita, junto al Panteón de La Piedad”, exponen el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

“De ahí, había que tomar la diagonal (19 poniente) que está junto al panteón hasta llegar al antiguo puente del río Atoyac (hoy inexistente) que estaba en el antiguo Camino Real a Cholula (comenzaba donde hoy es la calle que está frente al Triángulo de las Ánimas, junto al hotel MM). Después te seguías de frente por la federal y tenías que pasar la garita de Atlixco que estaba por donde está Veana. Ahí terminaba Puebla, era el lindero de la ciudad”, agrega.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, después de la Toma de Puebla, la Angelópolis se empezó a reconstruir. Se planearon nuevas avenidas como La Juárez y comenzó un auge en la urbanización.

La ciudad comenzó a experimentar un cambio importante y para 1947 se comenzó a edificar la que sería la zona residencial más exclusiva, el fraccionamiento La Paz. La colonia fue cimentada sobre los terrenos del cerro de San Juan y para dotarla de todos los servicios se tuvieron que hacer obras importantes para la captación de agua, drenaje y caminos. Así se trazó el bulevar Atlixco que iba a entroncar a la carretera federal.

Hacia el sur y hasta 1937, la ciudad terminó en la 31 Poniente, pero de igual forma comenzó a crecer hasta que la mancha urbana llegó hasta el límite con el río Atoyac.

“En atención a la expansión territorial de la ciudad, a finales de la década de los ochenta se construyó la autopista Puebla-Atlixco. La caseta se instaló por donde está el monumento de Los Ángeles, probablemente frente al río Atoyac (por la gasolinera de Solesta). El gobierno del estado impulsó la imagen de Atlixco como ciudad destino para el turismo”, puntualiza el investigador.

a vía rápida Puebla- Atlixco fue la primera obra carretera del país que se realizó con una inversión pública y privada de 35 mil millones de pesos (antiguos). Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Vía rápida Puebla-Atlixco

Mediante un decreto expropiatorio publicado el 14 de julio de 1987 en esta casa editorial, El Sol de Puebla, se dio a conocer que el gobierno del estado encabezado por Mariano Piña Olaya expropiaría 86 hectáreas para la construcción de la autopista Puebla-Atlixco.

Dichas extensiones cruzaron no solo los municipios de Puebla y Atlixco, también los de San Andrés y Santa Isabel Cholula, así como los de Santa Clara Ocoyucan.


Además de beneficiario en forma directa a ambos municipios, la vía rápida fomentaría el desarrollo comercial, industrial, agrícola y turístico.

La construcción de la autopista Puebla-Atlixco obedeció a una de las necesidades más significativas de la región, ya que la carretera federal que llevaba al municipio de la eterna primavera, era la más transitada del estado con un aforo vehicular de 22 mil coches diarios en promedio al año. Pero también era una de las vías con mayores riesgos, pues en el último año se habían registrado 140 accidentes con un saldo rojo de 18 muertos, 80 heridos y cuantiosas pérdidas económicas.

El decreto de expropiación de predios para la construcción de la vía rápida Puebla-Atlixco fue publicado en esta casa editorial el 14 de julio de 1987. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La nueva vialidad que conectaría Puebla con Atlixco tendrá una longitud de 25 kilómetros y un tiempo de recorrido seguro, rápido y confiable de 20 minutos a una velocidad de 80 a 100 kilómetros por hora, con un aforo vehicular de 7 mil unidades diarias.

La vía rápida Puebla-Atlixco fue la primera obra carretera del país que se realizó con una inversión pública y privada de 38 mil millones de pesos (antiguos). Fue construido en un tiempo récord de 11 meses, durante los primeros 20 meses de la administración de Piña Olaya.

Para inaugurar la autopista Puebla-Atlixco se contó con la presencia del entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, quien estuvo en la Angelópolis en el marco del 78 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el 18 de noviembre de 1988. De la Madrid culminó aquí su plan de acción de modernización agraria y rindió homenaje a los Hermanos Serdán, entre otras diligencias. Doce días después sería relevante en el poder ejecutivo federal.

El entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid, vino a inaugurar la vía rápida a Atlixco. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La zona comienza a detonarse

Tres años después, la Universidad Iberoamericana, que en agosto de 1983 había iniciado actividades en el plantel de la Calzada I. Zaragoza 284, se trasladó al nuevo campus ubicado en la reserva territorial Atlixcáyotl, sobre el bulevar del Niño Poblano.

La inauguración del nuevo campus de la Universidad Iberoamericana Plantel Golfo Centro fue a las 9:00 horas del lunes 14 de octubre de 1991. El gobernador del estado, Mariano Piña Olaya, estuvo presente. Alrededor de mil 500 alumnos continuarán con el semestre. Esta primera etapa del nuevo campus tuvo una inversión de 9 mil 500 millones de pesos.

Aunque muchos estudiantes extrañaban los famosos gallineros (salones de clases de lámina del plantel de la Calzada Zaragoza) el cambio fue favorecedor. El único inconveniente era que para llegar al campus había que entrar por una calle que iniciaba en la carretera federal a Atlixco, porque no había conexión con la autopista.

La calle (hoy bulevar del Niño Poblano) solo estaba trazada y era pura terracería, cuando llovía se hacia un lodazal. Si traías auto corrías el riesgo de quedar varado, pero si no, tenías que sortear el camino desde la federal a Atlixco porque el transporte público no entraba.

La zona había comenzado a detonarse, pero no todo era miel sobre hojuelas.

La inauguración del nuevo campus de la Universidad Iberoamericana Plantel Golfo Centro fue el lunes 14 octubre de 1991. Foto: Cortesía Comunicación Institucional Ibero Puebla

Beneficio equitativo

En 1992 Luis Donaldo Colosio realizó un decreto expropiatorio de mil 82 hectáreas de la reserva territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl, que sería regido bajo el “Plan de cien ciudades”. Él mismo lo había formulado para beneficiar de manera equitativa a ejidatarios, desarrolladores inmobiliarios y al propio estado.

La reserva se urbanizaría con vivienda popular y media, contaría con espacios para escuelas públicas, para panteones, hospitales, alrededor de 200 hectáreas para vialidades, solo un 8% era para comercial, también parques pequeños y un Gran Parque Metropolitano de 100 hectáreas que iba en una franja desde la federal a Atlixco hasta lo que ahora es el CIS.

Pero los intereses de los grupos de poder cambiaron por completo el propósito de la misma y la reserva se comenzó a destinar, en su mayoría, a la élite social con escuelas privadas, costosos hospitales, exclusivos centros comerciales y residenciales de lujo.

Aspecto del Puente Atoyac en 1988. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La reserva, “el botín”

El decreto se hizo a petición del propio gobierno del estado que en ese momento era encabezado por Mariano Piña Olaya. Él junto con sus aliados ya le habían echado el ojo a la reserva, por eso construyó la vialidad (autopista), expone Verónica Mastretta, directora de la asociación Puebla Verde de apoyo al medio ambiente, quien en ese entonces estaba en el Consejo de Medio Ambiente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) que dirigida Luis Donaldo Colosio.


“Antes de que el gobierno federal le entregara de manera formal la reserva a Piña Olaya, este empezó a vender. Mediante presiones políticas y económicas desarticularon a los ejidatarios y muchos terminaron cediendo sus tierras. El promedio del pago fue entre 8 y 20 pesos por metro. Ahí ya había viviendas de familias que tenían 10 o 15 años viviendo y lo perdieron todo”, detalla.

Para cumplir con lo obvio, Piña Olaya hizo una primera reforestación de las 100 hectáreas (donde hoy está el Centro Comercial Angelópolis) y construyó el Hospital del Niño Poblano. Pero comenzó a hacer lo que quiso, pasando por alto el uso y destino del suelo de la expropiación original.

Mastretta enfatiza que él ya iba a dejar el cargo y por eso en octubre de 1992 empezó a venderle a sus amigos, políticos y empresarios de su grupo, pero lo hizo sin recibir la reserva de manera oficial.

La imagen sobrepuesta es una panorámica de los noventa (se aprecia el muro construido en la parte de arriba a la izquierda) de una zona de Angelópolis sobre una actual. Foto: Cortesía Miguel Ángel de la Garza

La franja del Atoyac

“A inicios de los noventa compré un lotecito atrás del Hospital Puebla en donde actualmente tengo una casa. Como lo acababa de comprar le iba a dar sus vueltas. Un día que fui ya habían levantado un muro y la gente estaba afuera. Cuando pregunté qué pasó me dijeron que nos querían sacar de ahí”, expone Miguel Ángel de la Garza, quien vivió un calvario de cuatro años junto con los vecinos de la zona para no perder sus propiedades.

Cuando fue legal que los ejidatarios que cultivaban sus tierras pudieran vender su propiedad, muchos comenzaron a hacerlo y varias personas de la ciudad compraron para construir ahí su casa. Pero de la Garza asegura que Mariano Piña Olaya junto con Kamel Nacif tenían la idea de instalar ahí La Vista, por eso querían quedarse con toda esa zona (la franja del Atoyac por atrás del Hospital Puebla).

“En una acción relámpago y en menos de 24 horas, Piña Olaya mandó a construir un muro como de dos metros y medio o tres de alto, desde donde empieza el Eco Parque Metropolitano (atrás del CIS) pasando Cabo San Lucas y un poco más allá de donde está el Hotel Quinta Real. En el perímetro quedaron encerradas las casas de los ejidatarios, que eran la mayoría, y las de las personas que habían comprado y ya habían construido”, señala.

Comenta que dejaron una entrada de un metro de ancho, para que la gente que seguía viviendo ahí pudiera entrar y salir mientras lograban sacarlos a la brava.



“Una señora se enfermó unos días después de que pusieron el muro, pero habían dejado tan poco espacio para entrar y salir que la ambulancia no pudo entrar por ella. Entonces tuvieron que meterse a unos 600 metros en una zona que no estaba pavimentada para poder sacarla”, detalla.

Recuerda que en ese entonces Mario Marín era quien amedrentaba a los habitantes de la zona para que se fueran. Incluso un día envió maquinaria para derribar dos casas que aún se ven semi destruidas.

“Muchos se fueron, pero otros como yo, resistimos. Estábamos tan desesperados que íbamos a la ciudad de México cada 1º de mayo para marchar con lonas junto con los sindicatos. Estuvimos cuatro años realizando asambleas los domingos hasta qué, en 1994, Manuel Barttlet nos dio la propiedad”, finaliza de la Garza.

Así lucía el bulevar Atlixcáyotl en la década d ellos noventa del siglo XX. Del lado izquierdo nótese el anuncio de la Mega. Foto: Cortesía

Periférico el límite

A finales de 1992 Colosio suspendió la expropiación de la reserva para parar a Piña Olaya. Cuando Manuel Bartlett comenzó su período de gobierno (15 de enero de 1993), echó para atrás la venta de los ejidos.

Bartlett tenía que respetar los usos y destinos del suelo para obtener la reserva y así lo hizo al presentar su proyecto de la Reserva Territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl pero con otro programa de desarrollo urbano que modificó el decreto original. Así le entregaron la reserva y tuvo carta blanca para mover los usos y destinos como quiso.

El Programa Regional de Ordenamiento Territorial fue realizado en el despacho CEDUR, Centro de Estudios Urbanísticos, encabezado por el doctor Francisco Vélez Pliego y el arquitecto Ambrosio Guzmán Álvarez. Está disponible para su consulta en dos tomos, en la biblioteca del Archivo General Municipal de Puebla.

Ambrosio Guzmán dice que el proyecto sugería organizar el territorio de 14 municipios para que tuvieran un desarrollo urbano controlado: Amozoc, Coronango, Cuautinchán, Cuautlancingo, San Andrés Cholula (incluía la reserva territorial Atlixcáyotl), San Pedro Cholula, Santa Clara Ocoyucan, Puebla, San Miguel Xoxtla, Juan C. Bonilla, Domingo Arenas, Tlaltenango, Huejotzingo y San Martín Texmelucan.

“La idea era limitar el desarrollo urbanístico porque iba a ser un manjar para los inversionistas. Se promovió el desarrollo dentro del perímetro del Periférico, para rescatar la zona agrícola afuera de este límite. Pero el estudio que había hecho les estorbó porque ignoraron la propuesta e hicieron cambios por sus intereses”, concluyó el arquitecto.

El almacén de Liverpool fue el primer negocio inaugurado en el Centro Comercial Angelópolis el 9 de septiembre de 1997. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Finales de los noventa

La Reserva Territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl siguió urbanizándose. Se establezca la Mega Comercial Mexicana y el puente del Niño Poblano para dar acceso a la Ibero y al hospital.

El 9 de septiembre de 1997 Liverpool Puebla abrió sus puertas. En el acto inaugural estuvo presente el gobernador Manuel Bartlett, quien afirmó que el almacén era una pieza importante del programa detonador del crecimiento poblano (Programa Angelópolis), por el cual fue llevado a cabo el centro comercial.

El almacén representó una inversión de 125 millones de pesos. Está construido sobre una superficie de 14 mil 400 metros cuadrados y, en ese momento, tenía una capacidad para mil 700 automóviles.

Una semana antes de dejar su administración Manuel Barttlet vendió predios a Costco, Nelson Vargas, La Isla y el terreno del CIS. Para finales de la década de la noventa del siglo XX, ya estaba el exclusivo La Vista Country Club con su hotel Fiesta Americana. A partir de aquí se sigue se detonando el crecimiento en la zona hacia lo que hoy son Lomas de Angelópolis.

Caseta actual de la autopista Puebla-Atlixco ubicada al inicio de Lomas de Angelópolis. Foto: José Luis Bravo. El Sol de Puebla

Aspecto del bulevar Atlixcáyotl antes de que se construyera la ciclovía. Foto: Cortesía

A partir de la segunda mitad del siglo XIX la Angelópolis se empezó a reconstruir. Se planearon nuevas avenidas y comenzó un auge en la urbanización.

La ciudad comenzó a crecer hacia el poniente y hacia el sur y se crearon programas para crecimiento del poblano para beneficiar de manera equitativa a ejidatarios, desarrolladores inmobiliarios y al propio estado.



La autopista Puebla-Atlixco detonó el crecimiento de la zona de la Reserva Territorial Atlixcáyotl, que bajo un programa de ordenamiento buscó que la ciudad creciera de manera ordenada y bajo ciertos lineamientos que al final fueron modificados por intereses de empresarios e inversionistas.

Vista aérea de la zona de Angelópolis en la década de los noventa del siglo XX. Foto: Cortesía Miguel Ángel de la Garza

Antecedente de la vía Atlixcáyotl

A finales del siglo XIX, la ciudad comenzó a crecer hacia el poniente, en dirección al Paseo Bravo. De la 11 Sur hasta el cerro de San Juan (La Paz) era zona de aguas azufradas subterráneas donde había muchas pozas.

Del Paseo Bravo hacia el sur todo eran predios de siembra rural que se favorecían por los escurrimientos de los volcanes. Para visitar la ciudad de la eterna primavera, Atlixco, que estaba en esa dirección, el único camino disponible era la actual carretera federal.

“Desde la época colonial hasta el siglo XX el camino para ir a Atlixco siempre fue la carretera federal. Comenzaba sobre la calle 11 Sur donde había que tomar lo que hoy es la calle 13 Poniente (hacia el cerro) hasta llegar a la Garita de Cholula que estaba donde está el cine Teresita, junto al Panteón de La Piedad”, exponen el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

“De ahí, había que tomar la diagonal (19 poniente) que está junto al panteón hasta llegar al antiguo puente del río Atoyac (hoy inexistente) que estaba en el antiguo Camino Real a Cholula (comenzaba donde hoy es la calle que está frente al Triángulo de las Ánimas, junto al hotel MM). Después te seguías de frente por la federal y tenías que pasar la garita de Atlixco que estaba por donde está Veana. Ahí terminaba Puebla, era el lindero de la ciudad”, agrega.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, después de la Toma de Puebla, la Angelópolis se empezó a reconstruir. Se planearon nuevas avenidas como La Juárez y comenzó un auge en la urbanización.

La ciudad comenzó a experimentar un cambio importante y para 1947 se comenzó a edificar la que sería la zona residencial más exclusiva, el fraccionamiento La Paz. La colonia fue cimentada sobre los terrenos del cerro de San Juan y para dotarla de todos los servicios se tuvieron que hacer obras importantes para la captación de agua, drenaje y caminos. Así se trazó el bulevar Atlixco que iba a entroncar a la carretera federal.

Hacia el sur y hasta 1937, la ciudad terminó en la 31 Poniente, pero de igual forma comenzó a crecer hasta que la mancha urbana llegó hasta el límite con el río Atoyac.

“En atención a la expansión territorial de la ciudad, a finales de la década de los ochenta se construyó la autopista Puebla-Atlixco. La caseta se instaló por donde está el monumento de Los Ángeles, probablemente frente al río Atoyac (por la gasolinera de Solesta). El gobierno del estado impulsó la imagen de Atlixco como ciudad destino para el turismo”, puntualiza el investigador.

a vía rápida Puebla- Atlixco fue la primera obra carretera del país que se realizó con una inversión pública y privada de 35 mil millones de pesos (antiguos). Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Vía rápida Puebla-Atlixco

Mediante un decreto expropiatorio publicado el 14 de julio de 1987 en esta casa editorial, El Sol de Puebla, se dio a conocer que el gobierno del estado encabezado por Mariano Piña Olaya expropiaría 86 hectáreas para la construcción de la autopista Puebla-Atlixco.

Dichas extensiones cruzaron no solo los municipios de Puebla y Atlixco, también los de San Andrés y Santa Isabel Cholula, así como los de Santa Clara Ocoyucan.


Además de beneficiario en forma directa a ambos municipios, la vía rápida fomentaría el desarrollo comercial, industrial, agrícola y turístico.

La construcción de la autopista Puebla-Atlixco obedeció a una de las necesidades más significativas de la región, ya que la carretera federal que llevaba al municipio de la eterna primavera, era la más transitada del estado con un aforo vehicular de 22 mil coches diarios en promedio al año. Pero también era una de las vías con mayores riesgos, pues en el último año se habían registrado 140 accidentes con un saldo rojo de 18 muertos, 80 heridos y cuantiosas pérdidas económicas.

El decreto de expropiación de predios para la construcción de la vía rápida Puebla-Atlixco fue publicado en esta casa editorial el 14 de julio de 1987. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La nueva vialidad que conectaría Puebla con Atlixco tendrá una longitud de 25 kilómetros y un tiempo de recorrido seguro, rápido y confiable de 20 minutos a una velocidad de 80 a 100 kilómetros por hora, con un aforo vehicular de 7 mil unidades diarias.

La vía rápida Puebla-Atlixco fue la primera obra carretera del país que se realizó con una inversión pública y privada de 38 mil millones de pesos (antiguos). Fue construido en un tiempo récord de 11 meses, durante los primeros 20 meses de la administración de Piña Olaya.

Para inaugurar la autopista Puebla-Atlixco se contó con la presencia del entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, quien estuvo en la Angelópolis en el marco del 78 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el 18 de noviembre de 1988. De la Madrid culminó aquí su plan de acción de modernización agraria y rindió homenaje a los Hermanos Serdán, entre otras diligencias. Doce días después sería relevante en el poder ejecutivo federal.

El entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid, vino a inaugurar la vía rápida a Atlixco. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La zona comienza a detonarse

Tres años después, la Universidad Iberoamericana, que en agosto de 1983 había iniciado actividades en el plantel de la Calzada I. Zaragoza 284, se trasladó al nuevo campus ubicado en la reserva territorial Atlixcáyotl, sobre el bulevar del Niño Poblano.

La inauguración del nuevo campus de la Universidad Iberoamericana Plantel Golfo Centro fue a las 9:00 horas del lunes 14 de octubre de 1991. El gobernador del estado, Mariano Piña Olaya, estuvo presente. Alrededor de mil 500 alumnos continuarán con el semestre. Esta primera etapa del nuevo campus tuvo una inversión de 9 mil 500 millones de pesos.

Aunque muchos estudiantes extrañaban los famosos gallineros (salones de clases de lámina del plantel de la Calzada Zaragoza) el cambio fue favorecedor. El único inconveniente era que para llegar al campus había que entrar por una calle que iniciaba en la carretera federal a Atlixco, porque no había conexión con la autopista.

La calle (hoy bulevar del Niño Poblano) solo estaba trazada y era pura terracería, cuando llovía se hacia un lodazal. Si traías auto corrías el riesgo de quedar varado, pero si no, tenías que sortear el camino desde la federal a Atlixco porque el transporte público no entraba.

La zona había comenzado a detonarse, pero no todo era miel sobre hojuelas.

La inauguración del nuevo campus de la Universidad Iberoamericana Plantel Golfo Centro fue el lunes 14 octubre de 1991. Foto: Cortesía Comunicación Institucional Ibero Puebla

Beneficio equitativo

En 1992 Luis Donaldo Colosio realizó un decreto expropiatorio de mil 82 hectáreas de la reserva territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl, que sería regido bajo el “Plan de cien ciudades”. Él mismo lo había formulado para beneficiar de manera equitativa a ejidatarios, desarrolladores inmobiliarios y al propio estado.

La reserva se urbanizaría con vivienda popular y media, contaría con espacios para escuelas públicas, para panteones, hospitales, alrededor de 200 hectáreas para vialidades, solo un 8% era para comercial, también parques pequeños y un Gran Parque Metropolitano de 100 hectáreas que iba en una franja desde la federal a Atlixco hasta lo que ahora es el CIS.

Pero los intereses de los grupos de poder cambiaron por completo el propósito de la misma y la reserva se comenzó a destinar, en su mayoría, a la élite social con escuelas privadas, costosos hospitales, exclusivos centros comerciales y residenciales de lujo.

Aspecto del Puente Atoyac en 1988. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La reserva, “el botín”

El decreto se hizo a petición del propio gobierno del estado que en ese momento era encabezado por Mariano Piña Olaya. Él junto con sus aliados ya le habían echado el ojo a la reserva, por eso construyó la vialidad (autopista), expone Verónica Mastretta, directora de la asociación Puebla Verde de apoyo al medio ambiente, quien en ese entonces estaba en el Consejo de Medio Ambiente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) que dirigida Luis Donaldo Colosio.


“Antes de que el gobierno federal le entregara de manera formal la reserva a Piña Olaya, este empezó a vender. Mediante presiones políticas y económicas desarticularon a los ejidatarios y muchos terminaron cediendo sus tierras. El promedio del pago fue entre 8 y 20 pesos por metro. Ahí ya había viviendas de familias que tenían 10 o 15 años viviendo y lo perdieron todo”, detalla.

Para cumplir con lo obvio, Piña Olaya hizo una primera reforestación de las 100 hectáreas (donde hoy está el Centro Comercial Angelópolis) y construyó el Hospital del Niño Poblano. Pero comenzó a hacer lo que quiso, pasando por alto el uso y destino del suelo de la expropiación original.

Mastretta enfatiza que él ya iba a dejar el cargo y por eso en octubre de 1992 empezó a venderle a sus amigos, políticos y empresarios de su grupo, pero lo hizo sin recibir la reserva de manera oficial.

La imagen sobrepuesta es una panorámica de los noventa (se aprecia el muro construido en la parte de arriba a la izquierda) de una zona de Angelópolis sobre una actual. Foto: Cortesía Miguel Ángel de la Garza

La franja del Atoyac

“A inicios de los noventa compré un lotecito atrás del Hospital Puebla en donde actualmente tengo una casa. Como lo acababa de comprar le iba a dar sus vueltas. Un día que fui ya habían levantado un muro y la gente estaba afuera. Cuando pregunté qué pasó me dijeron que nos querían sacar de ahí”, expone Miguel Ángel de la Garza, quien vivió un calvario de cuatro años junto con los vecinos de la zona para no perder sus propiedades.

Cuando fue legal que los ejidatarios que cultivaban sus tierras pudieran vender su propiedad, muchos comenzaron a hacerlo y varias personas de la ciudad compraron para construir ahí su casa. Pero de la Garza asegura que Mariano Piña Olaya junto con Kamel Nacif tenían la idea de instalar ahí La Vista, por eso querían quedarse con toda esa zona (la franja del Atoyac por atrás del Hospital Puebla).

“En una acción relámpago y en menos de 24 horas, Piña Olaya mandó a construir un muro como de dos metros y medio o tres de alto, desde donde empieza el Eco Parque Metropolitano (atrás del CIS) pasando Cabo San Lucas y un poco más allá de donde está el Hotel Quinta Real. En el perímetro quedaron encerradas las casas de los ejidatarios, que eran la mayoría, y las de las personas que habían comprado y ya habían construido”, señala.

Comenta que dejaron una entrada de un metro de ancho, para que la gente que seguía viviendo ahí pudiera entrar y salir mientras lograban sacarlos a la brava.



“Una señora se enfermó unos días después de que pusieron el muro, pero habían dejado tan poco espacio para entrar y salir que la ambulancia no pudo entrar por ella. Entonces tuvieron que meterse a unos 600 metros en una zona que no estaba pavimentada para poder sacarla”, detalla.

Recuerda que en ese entonces Mario Marín era quien amedrentaba a los habitantes de la zona para que se fueran. Incluso un día envió maquinaria para derribar dos casas que aún se ven semi destruidas.

“Muchos se fueron, pero otros como yo, resistimos. Estábamos tan desesperados que íbamos a la ciudad de México cada 1º de mayo para marchar con lonas junto con los sindicatos. Estuvimos cuatro años realizando asambleas los domingos hasta qué, en 1994, Manuel Barttlet nos dio la propiedad”, finaliza de la Garza.

Así lucía el bulevar Atlixcáyotl en la década d ellos noventa del siglo XX. Del lado izquierdo nótese el anuncio de la Mega. Foto: Cortesía

Periférico el límite

A finales de 1992 Colosio suspendió la expropiación de la reserva para parar a Piña Olaya. Cuando Manuel Bartlett comenzó su período de gobierno (15 de enero de 1993), echó para atrás la venta de los ejidos.

Bartlett tenía que respetar los usos y destinos del suelo para obtener la reserva y así lo hizo al presentar su proyecto de la Reserva Territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl pero con otro programa de desarrollo urbano que modificó el decreto original. Así le entregaron la reserva y tuvo carta blanca para mover los usos y destinos como quiso.

El Programa Regional de Ordenamiento Territorial fue realizado en el despacho CEDUR, Centro de Estudios Urbanísticos, encabezado por el doctor Francisco Vélez Pliego y el arquitecto Ambrosio Guzmán Álvarez. Está disponible para su consulta en dos tomos, en la biblioteca del Archivo General Municipal de Puebla.

Ambrosio Guzmán dice que el proyecto sugería organizar el territorio de 14 municipios para que tuvieran un desarrollo urbano controlado: Amozoc, Coronango, Cuautinchán, Cuautlancingo, San Andrés Cholula (incluía la reserva territorial Atlixcáyotl), San Pedro Cholula, Santa Clara Ocoyucan, Puebla, San Miguel Xoxtla, Juan C. Bonilla, Domingo Arenas, Tlaltenango, Huejotzingo y San Martín Texmelucan.

“La idea era limitar el desarrollo urbanístico porque iba a ser un manjar para los inversionistas. Se promovió el desarrollo dentro del perímetro del Periférico, para rescatar la zona agrícola afuera de este límite. Pero el estudio que había hecho les estorbó porque ignoraron la propuesta e hicieron cambios por sus intereses”, concluyó el arquitecto.

El almacén de Liverpool fue el primer negocio inaugurado en el Centro Comercial Angelópolis el 9 de septiembre de 1997. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Finales de los noventa

La Reserva Territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl siguió urbanizándose. Se establezca la Mega Comercial Mexicana y el puente del Niño Poblano para dar acceso a la Ibero y al hospital.

El 9 de septiembre de 1997 Liverpool Puebla abrió sus puertas. En el acto inaugural estuvo presente el gobernador Manuel Bartlett, quien afirmó que el almacén era una pieza importante del programa detonador del crecimiento poblano (Programa Angelópolis), por el cual fue llevado a cabo el centro comercial.

El almacén representó una inversión de 125 millones de pesos. Está construido sobre una superficie de 14 mil 400 metros cuadrados y, en ese momento, tenía una capacidad para mil 700 automóviles.

Una semana antes de dejar su administración Manuel Barttlet vendió predios a Costco, Nelson Vargas, La Isla y el terreno del CIS. Para finales de la década de la noventa del siglo XX, ya estaba el exclusivo La Vista Country Club con su hotel Fiesta Americana. A partir de aquí se sigue se detonando el crecimiento en la zona hacia lo que hoy son Lomas de Angelópolis.

Caseta actual de la autopista Puebla-Atlixco ubicada al inicio de Lomas de Angelópolis. Foto: José Luis Bravo. El Sol de Puebla

Aspecto del bulevar Atlixcáyotl antes de que se construyera la ciclovía. Foto: Cortesía

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