Una noche después del sensible fallecimiento de Toro Bill Junior, familiares y amigos le dieron el último adiós al gladiador miembro del Batallón de la Muerte en funeraria de la Angelópolis.
Lágrimas, pero ante todo fraternidad y solidaridad mostraron compañeros de profesión y gente cercana hacia con quien en vida se llamó José Roberto Rosete Tamayo, miembro de una familia dedicada a la lucha y de quien recogió el testigo dejado sobre el encordado por su padre Beto… Toro Bill.
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Las muestras de afecto recibidas por su papá y familia hablan de un gran compañero, pero de un mejor ser humano. Ninguno daba crédito a la noticia, pero estaban presentes por el consejo brindado, por el regalo dado, simplemente por la forma en cómo José Roberto los trató en este mismo plano.
El rudo, hijo de Toro Bill, se presentó por última vez el lunes como parte de la segunda lucha de la función donde Los Ingobernables protagonizaron el combate principal llevándose la victoria ante la tercia conformada por Titán, Averno, Volador y luego de la defensa exitosa como campeón welter del CMLL de Stigma ante Suicida, quien abandonó el coso en camilla.
Al filo de la media noche el CMLL confirmaba vía redes sociales la lamentable muerte del gladiador vía redes sociales. Todo esto cuando los cuerpos médicos de la Arena Puebla se movilizaron horas antes al interior del Coloso de Acero de la Colonia Centro hacia la zona de los vestuarios para atender una emergencia.
Toro Bill se desvaneció cuando se preparaba para cenar, justo cuando las acciones continuaban afuera en pleno combate principal. Se trató, dijo a este diario su padre estoico, “porque se tiene que seguir de pie”, de un infarto fulminante.
Toro Bill Junior arrancó su carrera en el pancracio en el 2002 cogiendo el testigo de su progenitor, luchador de quien también heredó su mote sobre el cuadrilátero y quien ahora funge como instructor preparando a las siguientes estrellas de la lucha poblana.
José Roberto Rosete Tamayo, de 40 años, deja tres hijos y esposa.
