En sus manos Toño Trujillo ostenta una colección valuada, según los servicios de comercio electrónico, entre los 2 mil y los 10 mil pesos. Se trata de un libro amarillento y con cierto olor a humedad, vestigios del paso de Cronos por él.
Cualquiera que viera el estado de la obra y supiera el precio de ésta, tal vez reiría. Pero los aficionados, expertos en la materia y gente de futbol estarían dispuestos a pagar la cantidad fijada en servicios como Amazon o Mercado Libre, pues ni más ni menos se trata de un álbum de cromos del IX Campeonato Mundial de Futbol; sí, como el actual de la marca italiana, pero con la diferencia de presentar en estampa o figuritas a los astros de aquella primera Copa del Mundo organizada por México en 1970.
Nada más en esa colección aparecen Pelé, Teófilo Cubillas, Gordon Banks, entre otros.
Además, como un extra, el libro no es el de la firma trasalpina, la cual se encargó por vez primera en la historia con el Mundial en territorio azteca de lanzar un cuaderno coleccionable de estampas de las selecciones y futbolistas participantes de aquella ya lejana justa.
Toño, miembro de los Trujillo, conocidos a nivel mundial por dominar la pelota y ser dueños del récord Guinness en dicha arte, desempolvó en últimos días dicha reliquia del baúl de los tesoros familiares porque en sus recuerdos de niñez ubicaba a su padre, Alejandro Trujillo, con dicho libro pegando estampitas cual infante.
Todo esto a colación de la llegada a partir de los primeros días de esta semana del álbum mundialista, que ha dejado ya regaños de madres a hijos por gastar de más en la colección o a matemáticos haciendo cálculos sobre cuánto se debe de gastar o invertir -según se vea- para llenar el libro mundialista.
“Este álbum es el de las estampitas, pero de 1970. Aunque éste es muy importante porque es una colección que comenzaba y además está completito”, comparte Toño.
“Mi papá lo colecciona en el 70 y lo conserva, pues si ves el álbum está intacto; además, no era tan esperado como ahora, lo encontrabas en la esquina, en los puestos de revistas y ahora con el Mundial me parecía buen momento para sacarlo, presumirlo”, agrega.
Aquel álbum posándose en las manos Toño se vendió en su momento en dos pesos; en la actualidad el álbum de Qatar con cuatro sobres se comercializa en 89. Sí, así ha cambiado el precio de una colección a otra en 52 años.
Cabe destacar, sólo de Rusia a Qatar el costo del cuaderno se elevó un 51 por ciento. En mucho, también tiene que ver la inflación, la cual en cuatro años ha crecido un 23 por ciento.
Pero para el aficionado vale la pena el gasto, pues nada más Toño si quisiera colocaría el libro en el comercio electrónico en por lo menos 10 mil pesos. Ése es el monto en el cual se fija en las páginas “especializadas”, o donde los coleccionistas le asignan un valor con base a qué tan cuidado o qué tan raro es, o simplemente si el libro está completo o no. Por cierto, incompleto el mismo álbum alcanza un valor en el mercado de 2 mil pesos.
Aunque como suele suceder en estas colecciones, las mismas terminan por ser para sus dueños invaluables porque en ellas hay un factor incapaz de reflejarse en ceros hacia la derecha porque remiten como a Toño a una época o terminan por recordar “a alguien”.
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“Mi papá murió hace 14 meses y tengo muchos recuerdos de él, pero nada más ver esto me lleva a mi niñez con mis hermanos, donde no podíamos tocar este tipo de cosas… ya sabes, cosas de adultos, cuando en realidad se trataba de un juguete para los niños. Pero de una u otra forma esto me acerca con mis hermanos, con mi papá y todo esto entonces ya adquiere otro valor”, explica.
“Ahora que ha salido la nueva colección veo a mi hijo que está muy interesado y entiendo en mucho a mi papá. Al final, esto también es un pretexto para juntarnos… a coleccionar o pasar un buen momento”, remata Trujillo.
El Mundial de Qatar está a tres meses de distancia, pero como pasó con el de México en 1970 a partir de un librillo en apariencia intrascendente, se ha comenzado a jugar en las escuelas, barrios, oficinas y hasta plazas públicas o comerciales intercambiando cromos entre chicos y grandes.
