De causas naturales, a los 97 años de edad –en diciembre cumpliría 98-, falleció ayer por la tarde el Coronel Raúl Velasco de Santiago, que durante más de dos décadas se desempeñó como director de Educación Física en el Estado, y fue el gran apoyo de Salomón Jauli Dávila para la organización de los grandes maratones de Puebla a principios de los 80.
Pero más allá del deporte, el coronel que se distinguía por su caballerosidad y don de gente se desempeñó al mismo tiempo como prefecto o intendente del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec, y con su gran visión, puso a Puebla en todo lo alto al ser el creador de los famosos mosaicos, que años después alcanzaron su internacionalización.
Fue parte primordial en la organización de los desfiles del 5 de mayo con la representación en los carros alegóricos y la espectacular banda de guerra de los Aguiluchos del CENHCH que permitió a la institución robar cámara en el gran evento poblano, a tal grado que año con año son invitados hasta la fecha para participar en el desfile del Tazón de las Rosas, que se realiza el primer día del año en Pasadena, California.
“Fue un verdadero ícono de la educación”, dice con orgullo el profesor Román Díaz, que fue parte de su equipo durante más de 30 años en el CENHCH.
Dentro del deporte durante la época de los 50’s apoyó al futbol Americano con el nacimiento de los Venados del Centro Escolar, y como director de Educación Física y mandamás del deporte poblano respaldó la organización de diferentes eventos deportivos tanto a nivel local como nacional.
Nacido en Chihuahua, Chihuahua, de carrera militar, el coronel de caballería llegó a Puebla en 1952 a invitación del general Rafael Ávila Camacho, según recuerda el profesor Jorge Pérez Lima, que trabajó a su lado durante más de medio siglo.
“En ese tiempo era capitán II y llegó como jefe de ayudante del general Ávila Camacho, gobernador del Estado. A los pocos días lo nombró director de Educación Física de la Universidad y trabajamos a su lado un servidor y el profesor Ramón Ramírez para apoyarlo en la formación del pentatlón militarizado que existe hasta la fecha.
“Pero como los estudiantes no querían militares ahí, regresó como jefe de ayudantes, y prácticamente el gobernador de inmediato lo mandó a Teziutlán para ser prefecto general del Centro Escolar General Manuel Ávila Camacho, bajo la dirección del profesor Enrique Martínez Márquez.
“Cuando se iba a construir el CENHCH lo regresó a Puebla y él se encargó de supervisar toda la edificación desde preescolar hasta preparatoria, y sus áreas deportivas.
“En 1958 vimos una revista, y de ahí sacamos los primeros 10 mosaicos que eran en blanco y negro. El escudo del Colegio Militar, el escudo del Centro Escolar, un caballista, una greca, cosas muy sencillas. Más tarde hicimos otros en cuatro colores, hasta llegar a los murales.
“De ahí vinieron los festivales masivos de mosaicos en el estadio Zaragoza, y en otros lugares, con la participación de todas las escuelas secundarias de Puebla, y el gran “boom” fue durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1968 cuando se dieron a conocer a todo el mundo”, recuerda.
“El mismo gobernador lo nombró director de Tránsito en el Estado, pero duró poco tiempo, porque no era lo suyo, y regresó al CENHCH, y más tarde se convirtió en Director Educación Física en el Estado, sitio que ocupó durante más de 20 años.
“También fue director del Centro Escolar que él mismo vio nacer, hasta que durante el gobierno de Manuel Bartlett lo sacó de tanto de la dirección de Educación Física como de la dirección del CENHCH”.
El coronel era un hombre que imponía y se ganaba el respeto de todos. Tenía todo el cariño de su gente, y vivió uno de los momentos más recordados en su carrera cuando durante un desfile del 5 de mayo, el General Juan Arévalo Gardoqui, Secretario de la Defensa Nacional ante la sorpresa de todos se le cuadró a Velasco de Santiago, manifestándole su cariño, admiración y respeto.
“Fue un hombre que dejó bases para que la escuela fuera conocida no solo a nivel estatal o nacional, sino más allá de nuestras fronteras. Muchas veces nos decía que se sentía más profesor que militar porque trabajó junto a muchas generaciones que lo quieren y lo respetan”, recordó Pérez Lima.