Luis Estrada es un vendedor ambulante de la tercera edad que por varios años ha tenido un puesto de golosinas y botanas al costado de una escuela. Durante este tiempo ha logrado forjar un vínculo especial con varios estudiantes a quien en repetidas ocasiones ayudó de distintas formas.
Estas acciones fueron reconocidas hace poco por un grupo de exalumnos que decidieron agradecerle años después de haberse graduado. Los hechos ocurrieron en una localidad de Perú y al poco tiempo de haberse difundido le dieron la vuelta al mundo. Esto ha generado una serie de reacciones positivas en las redes.
Diferentes medios locales documentaron este momento y compartieron el video en distintas plataformas digitales. De esta forma es como la historia ha logrado volverse tendencia. Usuarios en las redes han dejado diferentes comentarios que en su mayoría han sido positivos, pues han felicitado a los egresados por lo que hicieron.
¿Por qué le dieron ese regalo?
Esto sucedió al exterior de la Escuela Secundaria Coronel Bolognesi, en donde el señor Estrada ha mantenido su carrito de dulces por más de cuatro décadas. Los exalumnos contaron que ingresaron a esa institución en el año 1998 y desde ese momento tuvieron contacto con él.
Uno de ellos le relató a la prensa local que durante su preparación académica solía darle “empeñada” la insignia de su escuela al vendedor para que le diera una galleta. Igual se expuso que varias veces dejó que se llevarán producto sin tener que pagarlo.
Pero eso no es todo, ya que otro hombre que también era estudiante destacó que en ocasiones no contaba con el dinero necesario para regresarse a su casa, pero pudo solucionar esta situación porque el señor Estrenada le daba unas monedas para que usara el transporte público.
Así ocurrió el reencuentro
Luego de que pasaran más de 20 años de que haberse graduado, estos egresados se organizaron para darle una sorpresa al ambulante, quien todavía sigue trabajando a las afueras de ese centro académico.
Por ese motivo fue que realizaron una colecta para llevarle cajas llenas de dulces y frituras para que pudiera venderlas en su carrito, pero eso no fue todo, pues le regalaron una playera que tenía plasmada la fecha del año en la que ingresaron a la secundaria.
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También le entregaron dinero en efectivo para que pudiera cubrir algunos gastos. En los materiales difundidos se ve como el comerciante acepta sonriente estos obsequios, y no puede evitar llorar.