Consuelo Duval y Adrián Uribe reavivaron el fuero que hay en ellos, al menos dentro de la comedia, con el debut en Puebla de su show de stand up EnParejaDos.
La dupla, que desde hace 10 años se había mantenido ausente de sus icónicos personajes Vítor y Nacaranda del desaparecido programa de comedia La Hora Pico, regresó más graciosa que nunca.
En dos funciones en el Auditorio Metropolitano, Duval y Uribe demostraron que aún guardan el toque para hacer reír a los mexicanos.
A las 19:00 horas, los intérpretes aparecieron vestidos de gala para saludar a los poblanos y comenzar a aventarse indirectas. El primer cañonazo fue por parte de Duval, quien recriminó a su compañero que la haya abandonado tanto tiempo y la haya cambiado por Omar Chaparro.
“Por ahí se anda diciendo que ustedes dos son…”, dijo Duval, mientras desataba las risas de la audiencia.
“Les dejo a la mejor comediante de México: Consuelo Duval”, intervino Uribe para dejar a su colega con una rutina en solitario en la que habló de lo mal que la ha ido en el amor y como sus tres divorcios la representan.
Acto seguido llegó el turno de Uribe, quien tocó con humor la enfermedad que lo aquejó en el pasado, misma que lo hizo perder varios kilos.
Después los actores se caracterizaron para hacer cuatro diferentes segmentos, todos encaminados hacia una lucha de géneros sin dejar de mofarse de los clichés del día a día.
El primero fue el del Matrimonio, ambos dieron su punto de vista de cómo sería para él la mujer ideal (que lo deje salir con sus cuates todo el tiempo) y para ella el hombre perfecto (el que le compre todo a diestra y siniestra).
Adán y Eva, donde aparecieron con unos trajes inspirados en la desnudez, y Romeo y Julieta, en el que satirizaron la novela de William Shakespeare, continuaron hasta el acto más esperado.
Como plato fuerte, guardaron a Nacaranda y Vítor, quienes se reencontraron después de postergar su amor al ser atrapados por la migra en Estados Unidos.
Ambos revivieron los diálogos que encantaron a toda una generación hace una década, en donde la vestimenta exagerada y colorida, el mascar chicle con la boca abierta, el cabello lacio y grasoso y un acento exagerado, parodiaron a los barrios más populares de México.