/ domingo 26 de mayo de 2019

Artesano Poblano, más de 50 años elaborando instrumentos de cuerdas y madera

Su interés por construirla lo llevo a involucrarse en el taller para cortar, lijar y ensamblar sus bellas guitarras

La corteza de un majestuoso roble puede convertirse en una admirable y artesanal guitarra gracias a las manos del poblano Agustín Limón Vega, quien desde hace más de 50 años se ha dedicado a la elaboración de este instrumento del que además de sonidos, evoca sentimientos.

Desde su infancia estuvo muy ligado a la música debido a que su padre -quien se dedicaba a dar catedra- le compartió sus conocimientos para ejecutar instrumentos como el piano y el acordeón; pero fue la guitarra la que lo cautivó desde el primer acercamiento.

La conexión que construyó con el instrumento fue más allá. Él quería conocer a la guitarra de una manera más profunda, desde el origen, desde su nacimiento, desde su esencia.

Fue así que, a partir de los 22 años empezó a acercarse al negocio de sus tíos, a la denominada Casa Wagner, una de las firmas más importantes en la década de los 70 ubicada en aquel entonces en la 2 oriente 207, y que se caracterizaba por la venta de lujosos pianos y elaboración de instrumentos musicales.

Su interés -no solo por saberla tocar, sino por construirla- lo llevo a involucrarse en el taller para cortar, lijar y ensamblar sus bellas guitarras.

"La guitarra artesanal se hace a mano. Se hace el trazo en la madera, se corta, se lamina, se va ensamblando a mano, se amarra la guitarra con un cordón y se pega".

Comenta don Agustín de manera pronta como si fuera una fórmula, pero justo cuando pone la mirada en una de ellas, la toma con delicadeza y se da el tiempo de platicar con calma y devoción absoluta lo que esa actividad ha significado para él: "para mí no hay como una guitarra artesanal; hacerlas es algo maravilloso".

Y con ese entusiasmo comparte una técnica – que a la fecha ya nadie emplea- pero que la considera una de las más fascinantes y valiosas que pudo aprender.

"Tuve un maestro que vino de Michoacán, era increíble verlo hacer una guitarra. Primero cortaba, lijaba y asentaba. Ponía su lápiz con un hilito sobre la madera para trazar y con una chaveta (cuchillo curvo) -que utilizaba como herramienta única- el señor hacia toda una guitarra. Era maravilloso".

Y aunque durante un tiempo don Agustín empleó también este método, después se apoyó de nuevas herramientas sin llegar a la manufactura comercial.

Para logar una guitarra de este estilo, comenta el maestro, vierte veinte días con descomunal pasión con el único objetivo de transformar la madera en una compañera musical de algún talentoso o aprendiz músico.

"No dejo de sorprenderme al ver el proceso de elaboración. Al principio todo está en bruto. Ya después cuando lo ves terminado, pintado y barnizado, es algo único. Es algo que he disfrutado desde niño, desde joven y a la fecha lo sigo haciendo".

Y la mejor parte, asegura, llega cuando la toma entre sus brazos.

"Cuando ya está terminada uno se da el gusto de tomarla, hacer algunos arpegios... Ahí es donde uno termina de saciarse, de ver el nacimiento de esas tablitas que estuvieron formadas en el taller y que ahora, se convirtieron en un instrumento que hace música y arte".

Al ser una creación con maderas finas y de trabajo artesanal, sugiere indudablemente, un costo mayor que muchos músicos poblanos e incluso personas de otros estados, están dispuestos a retribuir.

"Nosotros hacemos guitarra fina desde cedro, palo escrito, ojo de pájaro, nogal, encino, ciprés, palo de rosa y palo santo. Son de las guitarras más finas y por supuesto más caras. Una guitarra de ese tipo cuesta entre 70 y 80 mil pesos, y dependiendo la madera a veces cuesta más".

Pero para aquellos que apenas se están adentrando al terreno de la música y desean una guitarra artesanal más modesta, pueden adquirir una de pino, que también puede ser elaborada a mano y que oscila entre los 600 pesos.

Reconoce que, aunque este trabajo es apasionante, las guitarras exportadas han ganado terreno por lo baratas que resultan ser.

"Hay guitarras chinas de 250 pesos que le han quitado fuerza a las guitarras artesanales. En realidad, esas no sirven para nada, tienen mal sonido, pero son baratas".

Enfrentarse a esta competencia no ha sido fácil, pero su mayor satisfacción es saber el secreto que hay detrás de ellas.

La corteza de un majestuoso roble puede convertirse en una admirable y artesanal guitarra gracias a las manos del poblano Agustín Limón Vega, quien desde hace más de 50 años se ha dedicado a la elaboración de este instrumento del que además de sonidos, evoca sentimientos.

Desde su infancia estuvo muy ligado a la música debido a que su padre -quien se dedicaba a dar catedra- le compartió sus conocimientos para ejecutar instrumentos como el piano y el acordeón; pero fue la guitarra la que lo cautivó desde el primer acercamiento.

La conexión que construyó con el instrumento fue más allá. Él quería conocer a la guitarra de una manera más profunda, desde el origen, desde su nacimiento, desde su esencia.

Fue así que, a partir de los 22 años empezó a acercarse al negocio de sus tíos, a la denominada Casa Wagner, una de las firmas más importantes en la década de los 70 ubicada en aquel entonces en la 2 oriente 207, y que se caracterizaba por la venta de lujosos pianos y elaboración de instrumentos musicales.

Su interés -no solo por saberla tocar, sino por construirla- lo llevo a involucrarse en el taller para cortar, lijar y ensamblar sus bellas guitarras.

"La guitarra artesanal se hace a mano. Se hace el trazo en la madera, se corta, se lamina, se va ensamblando a mano, se amarra la guitarra con un cordón y se pega".

Comenta don Agustín de manera pronta como si fuera una fórmula, pero justo cuando pone la mirada en una de ellas, la toma con delicadeza y se da el tiempo de platicar con calma y devoción absoluta lo que esa actividad ha significado para él: "para mí no hay como una guitarra artesanal; hacerlas es algo maravilloso".

Y con ese entusiasmo comparte una técnica – que a la fecha ya nadie emplea- pero que la considera una de las más fascinantes y valiosas que pudo aprender.

"Tuve un maestro que vino de Michoacán, era increíble verlo hacer una guitarra. Primero cortaba, lijaba y asentaba. Ponía su lápiz con un hilito sobre la madera para trazar y con una chaveta (cuchillo curvo) -que utilizaba como herramienta única- el señor hacia toda una guitarra. Era maravilloso".

Y aunque durante un tiempo don Agustín empleó también este método, después se apoyó de nuevas herramientas sin llegar a la manufactura comercial.

Para logar una guitarra de este estilo, comenta el maestro, vierte veinte días con descomunal pasión con el único objetivo de transformar la madera en una compañera musical de algún talentoso o aprendiz músico.

"No dejo de sorprenderme al ver el proceso de elaboración. Al principio todo está en bruto. Ya después cuando lo ves terminado, pintado y barnizado, es algo único. Es algo que he disfrutado desde niño, desde joven y a la fecha lo sigo haciendo".

Y la mejor parte, asegura, llega cuando la toma entre sus brazos.

"Cuando ya está terminada uno se da el gusto de tomarla, hacer algunos arpegios... Ahí es donde uno termina de saciarse, de ver el nacimiento de esas tablitas que estuvieron formadas en el taller y que ahora, se convirtieron en un instrumento que hace música y arte".

Al ser una creación con maderas finas y de trabajo artesanal, sugiere indudablemente, un costo mayor que muchos músicos poblanos e incluso personas de otros estados, están dispuestos a retribuir.

"Nosotros hacemos guitarra fina desde cedro, palo escrito, ojo de pájaro, nogal, encino, ciprés, palo de rosa y palo santo. Son de las guitarras más finas y por supuesto más caras. Una guitarra de ese tipo cuesta entre 70 y 80 mil pesos, y dependiendo la madera a veces cuesta más".

Pero para aquellos que apenas se están adentrando al terreno de la música y desean una guitarra artesanal más modesta, pueden adquirir una de pino, que también puede ser elaborada a mano y que oscila entre los 600 pesos.

Reconoce que, aunque este trabajo es apasionante, las guitarras exportadas han ganado terreno por lo baratas que resultan ser.

"Hay guitarras chinas de 250 pesos que le han quitado fuerza a las guitarras artesanales. En realidad, esas no sirven para nada, tienen mal sonido, pero son baratas".

Enfrentarse a esta competencia no ha sido fácil, pero su mayor satisfacción es saber el secreto que hay detrás de ellas.

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