/ miércoles 30 de agosto de 2023

Cada vez más hombres encabezan la búsqueda de sus familiares desaparecidos

“Los padres buscadores entre semana trabajan y en sus días de descanso buscan a sus hijos, no descansan”

En las marchas de desaparecidos y en las jornadas de localización, es común ver a más mujeres que hombres, ellas son quienes llevan la batuta, lloran por sus seres queridos y alzan la voz para pedir justicia. No obstante, cada vez se suman más padres, hermanos e hijos a la búsqueda de sus desaparecidos, son hombres que en muchas ocasiones no pueden mostrar debilidad emocional, tienen que ser la fuerza de sus familias y muchos de ellos, son el sostén económico, es decir, que sus trabajos los limitan a estas actividades.

En este material se darán a conocer cuatro historias de hombres buscadores. Hombres que también ayudan a la localización en todo Puebla, que han descuidado su empleo, que han desatendido a su familia y hombres que lloran a solas por no saber qué fue lo que pasó. No hay que olvidar que el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) tiene un total de 2 mil 717 poblanos extraviados, pero los colectivos no creen que sea una cifra exacta, ya que muchos de los casos no están en el sistema pese a tener una carpeta de investigación abierta.

“La sociedad me exige como hombre ser fuerte y yo quiero serlo para seguir buscándola”: hermano de Guadalupe Larios

Cada 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, pero para Rodolfo Larios, hermano de Guadalupe (desaparecida desde el 2018), esta fecha no debería de existir. Sin embargo, también es la ocasión perfecta para pedir a las autoridades que resuelvan las exigencias de las familias y que se tomen cartas en el asunto para que este fenómeno social pare.

“Mi hermana salió de su domicilio en mayo del 2018 a las 7:45 de la mañana para llevar a mi sobrino a la escuela, ellos vivían en San Sebastián de Aparicio. En la esquina de la escuela fue interceptada por un sujeto, el cual le pidió que le ayudara a levantar a su mamá porque se había caído, ella le dijo que no porque se le hacía tarde, pero este tipo le dijo que le iba a pagar el taxi para que pudiera llegar a su trabajo a buena hora y cambió de opinión, es todo lo que sabemos”, relató.

Todo lo anterior, Rodolfo lo supo gracias a un testigo, pero la realidad es que no supieron que estaba desaparecida hasta las 20:00 horas, cuando una compañera de trabajo marcó para avisar que Lupe nunca llegó a su empleo. “Le marcamos, pero el teléfono estaba apagado. Al día siguiente nos dirigimos a la Fiscalía para levantar la denuncia por desaparición y nos topamos con ministerios públicos inhumanos. Mi hermana nos contó que había sufrido acoso en el transporte y un día antes de su desaparición intentaron hackear sus redes sociales, pero no tomaron en cuenta nada de esto para su caso”, recordó.

Rodolfo tuvo que experimentar la revictimización que sufren las mujeres y tuvo que defender a su hermana de las mismas autoridades, pues le dijeron que era muy probable que se fugara con un novio. Incluso, le pidieron que se regresara a su casa, que no hiciera escándalo y que pronto regresaría, pero han pasado cinco años y nadie sabe el paradero de Guadalupe Larios.

Se dio cuenta que si las autoridades no hacían nada, él por su propia cuenta tenía que buscar a su hermana y fue así como contactó al Colectivo Voz de los Desaparecidos. Actualmente encabeza manifestaciones, acude a búsquedas, va a las marchas y toma cursos para saber más del delito de desaparición, pero el proceso no ha sido nada fácil, ya que en él, recayó el rol de jefe de familia y de buscador de su hermana.

“Es mi única hermana mujer y mi hermana menor. Yo decidí buscarla y es complicado, he descuidado a mi propia hija, mi trabajo, mi vida completa. Todo cambió tras su desaparición, pero debo de estar fuerte, la sociedad me exige como hombre ser fuerte y yo quiero serlo para seguir buscándola”, enfatizó.

Ante la sociedad, él debería de brindarle seguridad a toda su familia, pero esta situación también lo ha hecho sentir vulnerable y por ello ha solicitado tres veces medidas de protección, pero en ninguna se las han otorgado. “Mi vida se derrumbó, vivo con la duda de dónde estará, qué le habrá pasado, no hay día que no piense en mi hermana y no hay día que luche por saber su paradero”, concluyó.

Rodolfo Larios expresó que enfrentó la revictimización que sufren las mujeres y tuvo que defender a su hermana de las mismas autoridades. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

“También hay padres buscadores, hermanos, sobrinos, también nos duele, también tenemos sentimientos”: padre de Nadia Guadalupe

Javier Israel Morales es padre de Nadia Guadalupe, quien desapareció en octubre de 2017 cuando abordó la ruta que la llevaba a su escuela, esa fue la última vez que se le vio. Su caso, al igual que muchos, está lleno de irregularidades y aunque sus padres argumentaron que podría tratarse de trata de personas, las autoridades han hecho caso omiso.

Para Javier, si los hombres no son tan visibles en las búsquedas y marchas, se debe a que muchos de ellos son los proveedores del hogar y tienen que trabajar para que la parte económica no se derrumbe, pues la parte familiar está rota y la emocional está desgastada.

“Sí hay padres buscadores, hermanos, sobrinos, también nos duele, también tenemos sentimientos (…) ser fuertes es una gran carga, en mi casa somos dos pilares, mi esposa y yo, yo no puedo derrumbarme porque si yo me caigo, ella se cae, tenemos que ir a la par, pero como hombres tratamos de ser duros, aunque a solas lloremos. En mi trabajo me la pasaba llorando, solo, atrás del volante porque soy chofer”, externó.

Don Javi cree que los hombres cada vez están más presentes y prueba de ello es el Colectivo Voz de los Desaparecidos, pues el 40 por ciento ya son buscadores del sexo masculino. En sus reuniones, los hombres han aprendido a expresar sus sentimientos y han entendido que hablar del dolor no es malo y que llorar, no los hace menos.

“Mi vida es un calvario, nadie piensa que algún día pasará por esto (…) pensaba que tenía muchos amigos, compadres, pero cuando pasó la desaparición todo se alejaron, fue muy triste, pero me di cuenta que sólo tengo a mi familia y al Colectivo. No sé si pensaban que les iba a pedir dinero, yo sólo quería un abrazo, entre hombres también podemos darnos fortaleza”, dijo.

Aceptó que en muchas ocasiones se sintió culpable, pues el rol que la sociedad impuso a los hombres es el de proteger a sus hijos y él no estuvo presente cuando se llevaron a su niña, pero con el tiempo ha aprendido a sobrellevar esta situación y entiende que nada fue su culpa. “Ya no sólo busco a mi hija, busco a todos, ya hicimos una hermandad, una familia y entre todos nos ayudamos”, finalizó.

“Mientras yo buscaba a mi hermano en barrancas, mis amigos seguían jugando”: Neyzer Reyes

En los casos de desaparición, también hay niños que aprendieron a ser hombres más rápido, pues estos hechos los hicieron madurar a corta edad. Un ejemplo de ello es Neyzer Reyes, quien busca a su hermano Edwin Ariel Reyes Tlalolini, un joven de 18 años que desapareció en el 2018, sólo fue a su trabajo, pero ya nunca regresó.

Neyzer era muy pequeño, pero aún recuerda la última vez que convivió con su hermano, fueron a comer tacos un día antes de la desaparición, todo fue risa y diversión. Siempre lo vio como su ejemplo a seguir y anhelaba tener 18 años como él, hoy le da nostalgia saber que ya tiene la edad de su hermano, pero ya no están juntos.

“Yo tenía 13 años cuando desapareció y fue una confusión muy grande para un niño. No sabía si todo lo que pasaba era cierto, no lo asimilaba (…) como pasó el tiempo ya me fueron contando, él salió de mi casa, se despidió de mi mamá, se supone que fue al trabajo, pero ya no volvimos a saber de él”, contó.

Al principio, sólo era un niño que veía a su madre desesperada por encontrar a su hermano, pero hoy, es un buscador más. Va a las jornadas de localización, a las marchas y es un miembro activo del Colectivo Voz de los Desaparecidos. “Mi mamá y yo necesitábamos apoyo, un apoyo que no nos dieron las autoridades, ahí decidí ser el buscador de mi hermano. También me uní porque no podía dejarle todo el peso a mi mamá y todo el trabajo, ahora somos los pilares de esta búsqueda”.

Aceptó que hay más mujeres que hombres en la búsqueda de sus seres queridos y principalmente son madres. En su opinión, esto ocurre porque al amor de madre es más grande que el de cualquier otra persona, pero no por ello, se debe de minimizar el trabajo de los hombres buscadores.

“Este hecho me hizo madurar muchísimo más rápido, hacerme hombre, me sacó completamente de mi realidad. He buscado a mi hermano en lugares inimaginables, mercados, barrancas, lotes baldíos, cuando mis compañeros estaban jugando al Xbox, yo estaba buscando a mi hermano. Me dicen que ya parezco viejo porque no me involucró en cosas de jóvenes de mi edad, pero mi mamá me necesitaba”, declaró.

Los padres buscadores entre semana trabajan y en sus días de descanso buscan a sus hijos, no descansan

Eladio Ramírez es un padre que por cuatro años buscó a su hijo, Jorge Ramírez, hasta que este año, las autoridades le confirmaron que estaba en una fosa común. Su instinto de padre, le dijo que los restos se encontraban en una fosa clandestina que apareció a los pocos meses de su desaparición, pero le negaron el acceso para encontrar su cuerpo.

Jorge Ramírez Hernández, tenía 33 años la última vez que se le vio y el señor recuerda a su hijo como un joven alegre, con muchos amigos, trabajador y que amaba a su familia, porque tiene tres hijos, los cuales, se preguntan frecuentemente en dónde está su papá.

Cuando desapareció, sólo una vecina dio información, ella dijo que fueron cuatro los sujetos que lo “levantaron” y que Jorge creyó que se trataba de un asalto, incluso que pidió que se llevaran su coche en vez de él, pero accedieron. Trataron de corroborar esta información con otros vecinos, pero nadie quiso decir nada.

“Los padres buscadores entre semana trabajan y en sus días de descanso buscan a sus hijos, ¡no descansan!”, consideró el señor Eladio, quien aceptó que ya tiene un poco de alivio al saber que su hijo está descansando en paz, pero una parte de su vida se fue, el cansancio está cobrando factura y el hambre de justicia sigue presente.

“Yo ya encontré a mi hijo y estamos a vísperas que no los entreguen, yo ya cumplí con mi búsqueda. En diciembre nos dieron la noticia que de acuerdo con los análisis sí era mi hijo y ya sólo espero que me lo entreguen (…) ya estoy preparado emocionalmente, yo no tengo tiempo de sentimentalismos, sólo estoy esperando a que me den a mi hijo (…) creo que hace falta visibilizar la lucha de padres buscadores, somos muchos”, remató.


En las marchas de desaparecidos y en las jornadas de localización, es común ver a más mujeres que hombres, ellas son quienes llevan la batuta, lloran por sus seres queridos y alzan la voz para pedir justicia. No obstante, cada vez se suman más padres, hermanos e hijos a la búsqueda de sus desaparecidos, son hombres que en muchas ocasiones no pueden mostrar debilidad emocional, tienen que ser la fuerza de sus familias y muchos de ellos, son el sostén económico, es decir, que sus trabajos los limitan a estas actividades.

En este material se darán a conocer cuatro historias de hombres buscadores. Hombres que también ayudan a la localización en todo Puebla, que han descuidado su empleo, que han desatendido a su familia y hombres que lloran a solas por no saber qué fue lo que pasó. No hay que olvidar que el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) tiene un total de 2 mil 717 poblanos extraviados, pero los colectivos no creen que sea una cifra exacta, ya que muchos de los casos no están en el sistema pese a tener una carpeta de investigación abierta.

“La sociedad me exige como hombre ser fuerte y yo quiero serlo para seguir buscándola”: hermano de Guadalupe Larios

Cada 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, pero para Rodolfo Larios, hermano de Guadalupe (desaparecida desde el 2018), esta fecha no debería de existir. Sin embargo, también es la ocasión perfecta para pedir a las autoridades que resuelvan las exigencias de las familias y que se tomen cartas en el asunto para que este fenómeno social pare.

“Mi hermana salió de su domicilio en mayo del 2018 a las 7:45 de la mañana para llevar a mi sobrino a la escuela, ellos vivían en San Sebastián de Aparicio. En la esquina de la escuela fue interceptada por un sujeto, el cual le pidió que le ayudara a levantar a su mamá porque se había caído, ella le dijo que no porque se le hacía tarde, pero este tipo le dijo que le iba a pagar el taxi para que pudiera llegar a su trabajo a buena hora y cambió de opinión, es todo lo que sabemos”, relató.

Todo lo anterior, Rodolfo lo supo gracias a un testigo, pero la realidad es que no supieron que estaba desaparecida hasta las 20:00 horas, cuando una compañera de trabajo marcó para avisar que Lupe nunca llegó a su empleo. “Le marcamos, pero el teléfono estaba apagado. Al día siguiente nos dirigimos a la Fiscalía para levantar la denuncia por desaparición y nos topamos con ministerios públicos inhumanos. Mi hermana nos contó que había sufrido acoso en el transporte y un día antes de su desaparición intentaron hackear sus redes sociales, pero no tomaron en cuenta nada de esto para su caso”, recordó.

Rodolfo tuvo que experimentar la revictimización que sufren las mujeres y tuvo que defender a su hermana de las mismas autoridades, pues le dijeron que era muy probable que se fugara con un novio. Incluso, le pidieron que se regresara a su casa, que no hiciera escándalo y que pronto regresaría, pero han pasado cinco años y nadie sabe el paradero de Guadalupe Larios.

Se dio cuenta que si las autoridades no hacían nada, él por su propia cuenta tenía que buscar a su hermana y fue así como contactó al Colectivo Voz de los Desaparecidos. Actualmente encabeza manifestaciones, acude a búsquedas, va a las marchas y toma cursos para saber más del delito de desaparición, pero el proceso no ha sido nada fácil, ya que en él, recayó el rol de jefe de familia y de buscador de su hermana.

“Es mi única hermana mujer y mi hermana menor. Yo decidí buscarla y es complicado, he descuidado a mi propia hija, mi trabajo, mi vida completa. Todo cambió tras su desaparición, pero debo de estar fuerte, la sociedad me exige como hombre ser fuerte y yo quiero serlo para seguir buscándola”, enfatizó.

Ante la sociedad, él debería de brindarle seguridad a toda su familia, pero esta situación también lo ha hecho sentir vulnerable y por ello ha solicitado tres veces medidas de protección, pero en ninguna se las han otorgado. “Mi vida se derrumbó, vivo con la duda de dónde estará, qué le habrá pasado, no hay día que no piense en mi hermana y no hay día que luche por saber su paradero”, concluyó.

Rodolfo Larios expresó que enfrentó la revictimización que sufren las mujeres y tuvo que defender a su hermana de las mismas autoridades. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

“También hay padres buscadores, hermanos, sobrinos, también nos duele, también tenemos sentimientos”: padre de Nadia Guadalupe

Javier Israel Morales es padre de Nadia Guadalupe, quien desapareció en octubre de 2017 cuando abordó la ruta que la llevaba a su escuela, esa fue la última vez que se le vio. Su caso, al igual que muchos, está lleno de irregularidades y aunque sus padres argumentaron que podría tratarse de trata de personas, las autoridades han hecho caso omiso.

Para Javier, si los hombres no son tan visibles en las búsquedas y marchas, se debe a que muchos de ellos son los proveedores del hogar y tienen que trabajar para que la parte económica no se derrumbe, pues la parte familiar está rota y la emocional está desgastada.

“Sí hay padres buscadores, hermanos, sobrinos, también nos duele, también tenemos sentimientos (…) ser fuertes es una gran carga, en mi casa somos dos pilares, mi esposa y yo, yo no puedo derrumbarme porque si yo me caigo, ella se cae, tenemos que ir a la par, pero como hombres tratamos de ser duros, aunque a solas lloremos. En mi trabajo me la pasaba llorando, solo, atrás del volante porque soy chofer”, externó.

Don Javi cree que los hombres cada vez están más presentes y prueba de ello es el Colectivo Voz de los Desaparecidos, pues el 40 por ciento ya son buscadores del sexo masculino. En sus reuniones, los hombres han aprendido a expresar sus sentimientos y han entendido que hablar del dolor no es malo y que llorar, no los hace menos.

“Mi vida es un calvario, nadie piensa que algún día pasará por esto (…) pensaba que tenía muchos amigos, compadres, pero cuando pasó la desaparición todo se alejaron, fue muy triste, pero me di cuenta que sólo tengo a mi familia y al Colectivo. No sé si pensaban que les iba a pedir dinero, yo sólo quería un abrazo, entre hombres también podemos darnos fortaleza”, dijo.

Aceptó que en muchas ocasiones se sintió culpable, pues el rol que la sociedad impuso a los hombres es el de proteger a sus hijos y él no estuvo presente cuando se llevaron a su niña, pero con el tiempo ha aprendido a sobrellevar esta situación y entiende que nada fue su culpa. “Ya no sólo busco a mi hija, busco a todos, ya hicimos una hermandad, una familia y entre todos nos ayudamos”, finalizó.

“Mientras yo buscaba a mi hermano en barrancas, mis amigos seguían jugando”: Neyzer Reyes

En los casos de desaparición, también hay niños que aprendieron a ser hombres más rápido, pues estos hechos los hicieron madurar a corta edad. Un ejemplo de ello es Neyzer Reyes, quien busca a su hermano Edwin Ariel Reyes Tlalolini, un joven de 18 años que desapareció en el 2018, sólo fue a su trabajo, pero ya nunca regresó.

Neyzer era muy pequeño, pero aún recuerda la última vez que convivió con su hermano, fueron a comer tacos un día antes de la desaparición, todo fue risa y diversión. Siempre lo vio como su ejemplo a seguir y anhelaba tener 18 años como él, hoy le da nostalgia saber que ya tiene la edad de su hermano, pero ya no están juntos.

“Yo tenía 13 años cuando desapareció y fue una confusión muy grande para un niño. No sabía si todo lo que pasaba era cierto, no lo asimilaba (…) como pasó el tiempo ya me fueron contando, él salió de mi casa, se despidió de mi mamá, se supone que fue al trabajo, pero ya no volvimos a saber de él”, contó.

Al principio, sólo era un niño que veía a su madre desesperada por encontrar a su hermano, pero hoy, es un buscador más. Va a las jornadas de localización, a las marchas y es un miembro activo del Colectivo Voz de los Desaparecidos. “Mi mamá y yo necesitábamos apoyo, un apoyo que no nos dieron las autoridades, ahí decidí ser el buscador de mi hermano. También me uní porque no podía dejarle todo el peso a mi mamá y todo el trabajo, ahora somos los pilares de esta búsqueda”.

Aceptó que hay más mujeres que hombres en la búsqueda de sus seres queridos y principalmente son madres. En su opinión, esto ocurre porque al amor de madre es más grande que el de cualquier otra persona, pero no por ello, se debe de minimizar el trabajo de los hombres buscadores.

“Este hecho me hizo madurar muchísimo más rápido, hacerme hombre, me sacó completamente de mi realidad. He buscado a mi hermano en lugares inimaginables, mercados, barrancas, lotes baldíos, cuando mis compañeros estaban jugando al Xbox, yo estaba buscando a mi hermano. Me dicen que ya parezco viejo porque no me involucró en cosas de jóvenes de mi edad, pero mi mamá me necesitaba”, declaró.

Los padres buscadores entre semana trabajan y en sus días de descanso buscan a sus hijos, no descansan

Eladio Ramírez es un padre que por cuatro años buscó a su hijo, Jorge Ramírez, hasta que este año, las autoridades le confirmaron que estaba en una fosa común. Su instinto de padre, le dijo que los restos se encontraban en una fosa clandestina que apareció a los pocos meses de su desaparición, pero le negaron el acceso para encontrar su cuerpo.

Jorge Ramírez Hernández, tenía 33 años la última vez que se le vio y el señor recuerda a su hijo como un joven alegre, con muchos amigos, trabajador y que amaba a su familia, porque tiene tres hijos, los cuales, se preguntan frecuentemente en dónde está su papá.

Cuando desapareció, sólo una vecina dio información, ella dijo que fueron cuatro los sujetos que lo “levantaron” y que Jorge creyó que se trataba de un asalto, incluso que pidió que se llevaran su coche en vez de él, pero accedieron. Trataron de corroborar esta información con otros vecinos, pero nadie quiso decir nada.

“Los padres buscadores entre semana trabajan y en sus días de descanso buscan a sus hijos, ¡no descansan!”, consideró el señor Eladio, quien aceptó que ya tiene un poco de alivio al saber que su hijo está descansando en paz, pero una parte de su vida se fue, el cansancio está cobrando factura y el hambre de justicia sigue presente.

“Yo ya encontré a mi hijo y estamos a vísperas que no los entreguen, yo ya cumplí con mi búsqueda. En diciembre nos dieron la noticia que de acuerdo con los análisis sí era mi hijo y ya sólo espero que me lo entreguen (…) ya estoy preparado emocionalmente, yo no tengo tiempo de sentimentalismos, sólo estoy esperando a que me den a mi hijo (…) creo que hace falta visibilizar la lucha de padres buscadores, somos muchos”, remató.


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