CIUDAD DE MÉXICO.- “Cuando hay fe la edad no importa”, así lo demostraron Pascuala y Lucina Vega de 88 y 70 años de edad, respectivamente, quienes viajaron durante tres días del municipio de Tlatlauquitepec a la Basílica de Guadalupe donde fueron a dar gracias, ayer, por la vida de uno de sus hijos y por la salud de las que ambas gozan.
Ellas no fueron las únicas que viajaron dentro de un grupo de 70 personas, algunas en autobuses y otras en camionetas, aunque la mayoría tuvo un momento en el que pasó el camino a pie.
Enfundadas en sus trajes típicos de la Sierra Norte del estado aseguraron que la fe que las llevó a estar a los pies de la Virgen de Guadalupe en el marco de la 128 peregrinación anual de Puebla a la Basílica es mayor que cualquier obstáculo.
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Los contingentes a pie, bicicleta o autobuses fueron visiblemente más pequeños, como desde hace algunos años, en este viaje. Los peregrinos que salieron del Mercado Hidalgo lo notaron así en sus filas; mientras años atrás, un solo grupo estaba integrado hasta por 150 personas, este 2019 solo acudieron 40 feligreses.
Algunos lo atribuyen la disminución a la falta de fe, otros a las actividades que tienen diariamente los poblanos y unos pocos a las dificultades económicas. Lo cierto es que la afluencia de guadalupanos a la Villita es cada vez más baja.
Pero la fe, se aprecia al hablar con los peregrinos, no cambia. José (nombre ficticio) lloraba sentado en el suelo al recordar que tiempo atrás trabajó como guardia de seguridad y lo acusaron de un delito que no cometió por lo que fue sancionado durante un periodo de siete años, mismo tiempo que no pudo conseguir un trabajo debido a que cuenta con antecedentes penales, por lo que se convirtió en recolector de basura y solo pudo ayudar a uno de sus tres hijos para pagar una carrera.
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Las lágrimas obedecen a que a pesar de la experiencia desagradable agradeció a la Virgen hablar llegado a la Basílica para pedir que lo ayude a tramitar su proceso de jubilación, una vez que el juez le dio la razón, y tener con qué mantenerse pues la edad cada vez le provoca más problemas de salud; por el momento, ya perdió el funcionamiento de uno de sus oídos.
Con quejas y agradecimientos los peregrinos poblanos acudieron el 12 de febrero a la Basílica de Guadalupe. En sus pensamientos había temas similares: salud, trabajo y libertad, si bien dijeron que el dinero es algo necesario, lo dejaron al final de la lista.
Entre los contingentes había personas de todas las edades, desde niños que entraron sus con padres y hermanos de rodillas o portando un chaleco con la imagen de la Virgen de Guadalupe hasta personas de la tercera edad con mucha ilusión en los ojos por estar cerca del sitio en que la morenita del Tepeyac se apareció por primera vez.
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