/ jueves 21 de septiembre de 2023

Desigualdad económica en México ha detonado crisis de inseguridad: sacerdote jesuita

Esta situación también ha incrementado la incidencia de violencia intrafamiliar, pues el dinero se convirtió en una herramienta para ejercer poder, dijo Hernán Quezada.

La desigualdad económica en México ha detonado una crisis de inseguridad, impunidad y violencia, ingobernabilidad y pérdida de valores que se agudizó en los últimos 15 años. Esta situación, a su vez, ha impactado en la descomposición del núcleo de la sociedad, la familia, y ha debilitado al Estado mexicano, evidenció el sacerdote jesuita Hernán Quezada.

“La familia experimenta una desintegración en su estructura, los roles de papá, mamá e hijos están diluidos; se distingue como causa de esto el aumento de la pobreza, que ha obligado a migrar, ahora también las madres han tenido que migrar y tienen que trabajar mamá y papá; hay un descuido de la familia a causa de una creciente presión económica a lo largo de estos años”, comentó

Como parte del primer día de actividades del Diálogo Nacional por la Paz, que se desarrolla actualmente en la Universidad Iberoamericana Puebla, el integrante de la Compañía de Jesús compartió un diagnóstico sobre la crisis de violencia que se vive actualmente en el país.

Hernán Quezada señaló que los resultados fueron obtenidos a partir de una serie de conversatorios y foros hechos en diversas congregaciones religiosas de todo el país, pues el objetivo de los ejercicios fue conocer los sentires de las comunidades mexicanas.

El sacerdote jesuita destacó que la familia, como elemento nuclear de la sociedad, se ha visto fracturada gravemente debido al aumento de pobreza económica en los últimos años, lo que ha derivado en la pérdida de valores.

Destacó que, en una buena parte de la población, los roles de papá y mamá están diluidos debido al efecto generado por la migración, que ha sido motivada por la desigualdad. Esta situación también ha incrementado la incidencia de violencia intrafamiliar, pues el dinero se convirtió en una herramienta para ejercer poder.

Esta situación ha desatado en todo el país una creciente incidencia de drogadicción y violencia, especialmente en la población más joven, que es la más afectada por el aumento de inseguridad y desigualdad económica y social.

También indicó que la desigualdad ha provocado una crisis laboral, pues se ha vuelto complejo encontrar trabajos que brinden certidumbre económica y social. Dicha condición también ha impactado en la brecha de acceso a servicios básicos de salud, vivienda, etcétera.

Internet y redes sociales contribuyen a la fractura social

Por otro lado, Hernán Quezada también enfatizó que el creciente uso de internet y redes sociales ha motivado la fractura social, pues esto provoca que las infancias quedan en desamparo y descuido.

“La poca comunicación y el uso desmedido de las redes sociales distrae y aumenta la crisis de comunicación intrafamiliar. Se ha señalado también el machismo y la violencia de género, que se hace más presente en las familias”, comentó.

Aunado a lo anterior, el sacerdote jesuita expuso que en los últimos años en México se ha debilitado el sistema de impartición de justicia y seguridad pública. En buena medida esto se debe a la desconfianza que existe sobre los gobiernos en todos los niveles, debido a que el Estado mexicano se ha visto incapaz de brindar seguridad a la ciudadanía.

En toda la República Mexicana, de hecho, permea en la idiosincrasia la percepción de que las alianzas criminales están presentes incluso en las estructuras de gobierno, lo que expone la fragilidad del Estado ante el control de la delincuencia.

“Hay crisis de gobernanza, hay desconfianza sobre la capacidad de los gobiernos, en todos los niveles; se ve que no tienen capacidad para atender las violencias en todas sus manifestaciones. Existe también la sensación de que las instituciones gubernamentales no saben cómo atender la crisis violenta en todas sus manifestaciones, hay una notable percepción de que el sistema de justicia y de gobierno son corruptos”, apuntó.

Además, indicó que el diagnóstico evidenció que existe una alta percepción de impunidad y corrupción, incluso en los centros penitenciarios, donde son recluidas las personas imputadas por algún ilícito, pero sólo las más pobres.

Lo anterior también ha afectado la vida judicial, pues el diagnóstico también tomó en cuenta las percepciones de jueces y magistrados, quienes argumentaron que los responsables de impartir justicia también temen por su integridad, especialmente aquellos que atienden casos relacionados a los grupos delictivos que operan con fuerza en el país.

El integrante de la Compañía de Jesús también indicó que la estrategia actual de seguridad pública, que prioriza el punitivismo y el asistencialismo, ha generado mayor desconfianza en las instituciones públicas.

Del mismo modo, Hernán Quezada expuso que el estudio realizado por la Iglesia Católica en México mostró que hay una importante fractura en las comunidades, pues existe menos respeto y sentido de convivencia.

“Se reconoció en los foros que la desigualdad, la discriminación, la miseria y la exclusión existe ya una violencia estructural que genera más violencia, desigualdad económica: son una de las causas que originan la violencia social”, precisó.

También refirió que la propia Iglesia enfrenta una crisis, pues los sacerdotes y obispos no han logrado estar cercanos a sus fieles que más demandan atención, lo cual deja a la institución con una percepción de lejanía.

Finalmente, el sacerdote jesuita comentó que la violencia en México es un efecto que se ha ido acentuando desde hace por lo menos 15 años. Enfatizó que el tejido social corre el riesgo de seguir desmoronándose ante la proliferación de la desigualdad.

La desigualdad económica en México ha detonado una crisis de inseguridad, impunidad y violencia, ingobernabilidad y pérdida de valores que se agudizó en los últimos 15 años. Esta situación, a su vez, ha impactado en la descomposición del núcleo de la sociedad, la familia, y ha debilitado al Estado mexicano, evidenció el sacerdote jesuita Hernán Quezada.

“La familia experimenta una desintegración en su estructura, los roles de papá, mamá e hijos están diluidos; se distingue como causa de esto el aumento de la pobreza, que ha obligado a migrar, ahora también las madres han tenido que migrar y tienen que trabajar mamá y papá; hay un descuido de la familia a causa de una creciente presión económica a lo largo de estos años”, comentó

Como parte del primer día de actividades del Diálogo Nacional por la Paz, que se desarrolla actualmente en la Universidad Iberoamericana Puebla, el integrante de la Compañía de Jesús compartió un diagnóstico sobre la crisis de violencia que se vive actualmente en el país.

Hernán Quezada señaló que los resultados fueron obtenidos a partir de una serie de conversatorios y foros hechos en diversas congregaciones religiosas de todo el país, pues el objetivo de los ejercicios fue conocer los sentires de las comunidades mexicanas.

El sacerdote jesuita destacó que la familia, como elemento nuclear de la sociedad, se ha visto fracturada gravemente debido al aumento de pobreza económica en los últimos años, lo que ha derivado en la pérdida de valores.

Destacó que, en una buena parte de la población, los roles de papá y mamá están diluidos debido al efecto generado por la migración, que ha sido motivada por la desigualdad. Esta situación también ha incrementado la incidencia de violencia intrafamiliar, pues el dinero se convirtió en una herramienta para ejercer poder.

Esta situación ha desatado en todo el país una creciente incidencia de drogadicción y violencia, especialmente en la población más joven, que es la más afectada por el aumento de inseguridad y desigualdad económica y social.

También indicó que la desigualdad ha provocado una crisis laboral, pues se ha vuelto complejo encontrar trabajos que brinden certidumbre económica y social. Dicha condición también ha impactado en la brecha de acceso a servicios básicos de salud, vivienda, etcétera.

Internet y redes sociales contribuyen a la fractura social

Por otro lado, Hernán Quezada también enfatizó que el creciente uso de internet y redes sociales ha motivado la fractura social, pues esto provoca que las infancias quedan en desamparo y descuido.

“La poca comunicación y el uso desmedido de las redes sociales distrae y aumenta la crisis de comunicación intrafamiliar. Se ha señalado también el machismo y la violencia de género, que se hace más presente en las familias”, comentó.

Aunado a lo anterior, el sacerdote jesuita expuso que en los últimos años en México se ha debilitado el sistema de impartición de justicia y seguridad pública. En buena medida esto se debe a la desconfianza que existe sobre los gobiernos en todos los niveles, debido a que el Estado mexicano se ha visto incapaz de brindar seguridad a la ciudadanía.

En toda la República Mexicana, de hecho, permea en la idiosincrasia la percepción de que las alianzas criminales están presentes incluso en las estructuras de gobierno, lo que expone la fragilidad del Estado ante el control de la delincuencia.

“Hay crisis de gobernanza, hay desconfianza sobre la capacidad de los gobiernos, en todos los niveles; se ve que no tienen capacidad para atender las violencias en todas sus manifestaciones. Existe también la sensación de que las instituciones gubernamentales no saben cómo atender la crisis violenta en todas sus manifestaciones, hay una notable percepción de que el sistema de justicia y de gobierno son corruptos”, apuntó.

Además, indicó que el diagnóstico evidenció que existe una alta percepción de impunidad y corrupción, incluso en los centros penitenciarios, donde son recluidas las personas imputadas por algún ilícito, pero sólo las más pobres.

Lo anterior también ha afectado la vida judicial, pues el diagnóstico también tomó en cuenta las percepciones de jueces y magistrados, quienes argumentaron que los responsables de impartir justicia también temen por su integridad, especialmente aquellos que atienden casos relacionados a los grupos delictivos que operan con fuerza en el país.

El integrante de la Compañía de Jesús también indicó que la estrategia actual de seguridad pública, que prioriza el punitivismo y el asistencialismo, ha generado mayor desconfianza en las instituciones públicas.

Del mismo modo, Hernán Quezada expuso que el estudio realizado por la Iglesia Católica en México mostró que hay una importante fractura en las comunidades, pues existe menos respeto y sentido de convivencia.

“Se reconoció en los foros que la desigualdad, la discriminación, la miseria y la exclusión existe ya una violencia estructural que genera más violencia, desigualdad económica: son una de las causas que originan la violencia social”, precisó.

También refirió que la propia Iglesia enfrenta una crisis, pues los sacerdotes y obispos no han logrado estar cercanos a sus fieles que más demandan atención, lo cual deja a la institución con una percepción de lejanía.

Finalmente, el sacerdote jesuita comentó que la violencia en México es un efecto que se ha ido acentuando desde hace por lo menos 15 años. Enfatizó que el tejido social corre el riesgo de seguir desmoronándose ante la proliferación de la desigualdad.

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