/ viernes 12 de agosto de 2022

Volver a interactuar cara a cara, el reto de los jóvenes

La pandemia los enmarcó en un rol donde las relaciones humanas cara a cara se perdieron, coincidieron psicólogos en el marco del Día Internacional de la Juventud

La pandemia de la Covid-19 acentuó la construcción de relaciones humanas indiferentes y desconfirmantes entre la población joven, lo que ha llevado a este sector a enfrentar dificultades para sostener conversaciones cara a cara, prestar el 100 por ciento de la atención a su interlocutor o interactuar en los grupos sociales a los que pertenece, coincidieron especialistas en psicología en el marco del Día Internacional de la Juventud, conmemorado este 12 de agosto.

El objetivo de esta conmemoración es generar conciencia acerca de los problemas que enfrentan los jóvenes, ya que son considerados como agentes de cambio y progreso cuando tienen plena oportunidad de participar en la toma de decisiones, no obstante, la pandemia vino a afectar no sólo su desarrollo educativo, laboral o profesional, sino la capacidad de la interacción social, que es fundamental para todo ser humano, añadieron los psicólogos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera como población joven a aquella cuyos integrantes tienen entre 15 y 24 años, sin embargo, en el caso de México, la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud, publicada en el Diario Oficial de la Federación en 1999, cataloga como joven a toda persona de entre 12 y 29 años, de tal forma que los programas sociales y acciones gubernamentales para este sector abarcan ese rango.

Con base en lo anterior, el 26 por ciento de la población en Puebla es joven, ya que el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), realizado en 2020, reflejó que en la entidad hay 439 mil 965 personas de entre 15 y 29 años de edad.

Los psicólogos Dulce María Pérez Torres, Myriam Becerra Rosario y José Leopoldo Castro Fernández de Lara coincidieron en que la pandemia afectó de forma distinta a los jóvenes, siendo los de edades más tempranas quienes padecerán mayores secuelas, ya que el confinamiento les impidió desarrollar la capacidad de relacionarse socialmente.

La indiferencia, nueva forma de relación

Vanessa Soto es estudiante de nivel superior y compartió que suele usar el teléfono celular para enviar mensajes de texto a sus amigos o novio, aunque esté en medio de alguna reunión familiar o con otras personas, ya que lo considera como normal si la actividad en la que se encuentra no demanda el 100 por ciento de su concentración.

La indiferencia, nueva forma de relación. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Sin embargo, confesó que se siente molesta cuando al encontrarse dialogando con otras personas, observa que alguna de ellas está manteniendo una conversación a la par mediante el dispositivo móvil o simplemente está revisando sus redes sociales. “Me pone de malas porque siento que no me están poniendo atención”, dijo, sin advertir que ella hace a otros lo que no tolera de sus interlocutores.

Lo que la joven de 20 años vive de forma cotidiana es una relación humana indiferente, explicó la psicóloga Dulce María Pérez Torres, quien enfatizó que a la juventud le resulta difícil mantener relaciones cara a cara o expresar sus emociones personalmente, porque se ha acostumbrado a comunicarse a través de la tecnología.

“Una relación como esta es tener todo mundo su teléfono celular en la mano y estar, entre comillas, en una relación de amistad o todos juntos, cuando en realidad nadie se toma en cuenta e incluso puede alguien contar un chiste y todos se ríen de lo mismo pero ni siquiera se miran a la cara”, explicó.

La también pedagoga y catedrática de la UPAEP señaló que a la par han incrementado las relaciones desconfirmantes, que son aquellas en las que el interlocutor actúa indiferente ante lo que comunica la persona con la que se encuentra, de tal modo que es imposible entablar un diálogo de manera profunda y generar ambientes de confianza.

“Parece ser que ya no nos gusta estar con otra persona mirándole a la cara, mirando sus expresiones, estando atenta al discurso que nos está dando, sino por el contrario, nos basamos en los emoticones y las expresiones tecnológicas que son cotidianas para decir algo al otro, sin embargo, ellos caen en una trampa porque creen que están haciendo relaciones humanas y están haciendo relaciones de amistad y fraternidad. Esto es un engaño para ellos y se agudizó más cuando llegó la pandemia”, explicó.

Pérez expuso que estas nuevas formas de relación están presentes incluso en el ámbito académico, ya que durante el periodo de clases virtuales se hizo evidente que los jóvenes tendían a mantener conversaciones alternas en redes sociales mientras el profesor impartía cátedra y dicha práctica se ha perpetuado a pesar del retorno a las actividades presenciales.

Dificultad para trabajar en equipo

Fernando Medel y Karina Martínez han comenzado a estudiar la universidad y dijeron que los trabajos en equipo fueron más complicados durante el tiempo que tuvieron que tomar clases a distancia, ya que se volvió difícil concretar acuerdos para elaborar los proyectos y en la mayoría de las ocasiones hubieran preferido trabajar solos.

“Se complicó porque no nos comunicábamos de la misma forma que cuando estábamos en el salón, era difícil que en verdad todos se conectaran para trabajar y ahora que regresamos pues queda esa costumbre de falta de organización”, declaró el alumno.

El catedrático de la Universidad Ibero, Leopoldo Castro, refirió que los universitarios prácticamente están aprendiendo de nuevo a trabajar en equipo y esto es grave si se toma en cuenta que la colaboración no solo es necesaria dentro de un salón de clases, sino en la vida cotidiana y a nivel social.

“Si no aprenden a trabajar en equipo no tienen claro cómo se trabaja con otras personas, les es difícil poder coordinar y hacer relaciones en donde se debe trabajar así”, alertó.

Volver a interactuar cara a cara, el reto de los jóvenes. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Castro señaló que todo ser humano necesita redes de apoyo y estas se van acortando cuando las personas pierden habilidades emocionales y entonces tienden a aislarse, porque ya no cuentan con la capacidad para relacionarse e interactuar con los demás.

Enfatizó que el peligro no solo está en la falta de personas en quien confiar o apoyarse, sino en el hecho de que el aislamiento social orilla a otros problemas, como la depresión o la ansiedad.

“Las personas nos volvemos menos humanos, nos cuesta más interactuar y ya que la tecnología nos facilita todo, desde pedir comida o hacer juegos en línea, perdemos la capacidad de interactuar con otros, entonces vamos seleccionando a quién le hablamos y eso produce aislamiento y una sensación de soledad. De ahí hay otras aristas, como la baja autoestima o la falta del autoconcepto, que es la conciencia sobre las habilidades propias. Ya no sabes para qué eres bueno o qué te gusta, porque no hay manera de vivirlo afuera, en lo social”, acotó.

Falta desarrollo de la inteligencia emocional

Para la psicóloga Myriam Becerra, la pandemia vino a visibilizar la falta de desarrollo de la inteligencia emocional entre los jóvenes, ya que muchos no eran capaces de comunicarse efectivamente con su propia familia, sobre todo durante los periodos de confinamiento.

Enseguida, dijo, el problema se agudizó si en vez de encontrar la forma de comunicar asertivamente las emociones, la juventud se refugió en los dispositivos móviles para establecer contacto con la gente que no tenía al alcance.

“La OMS y la UNICEF han realizado diversos estudios y encuestas para determinar la posición de los jóvenes en la pandemia. La principal vulnerabilidad es que hay pocas habilidades de relacionarse, más bien la pandemia fue el escenario que demostró las pocas habilidades sociales que los jóvenes estaban teniendo desde antes, es decir que los jóvenes sí se relacionaban e involucraban, pero tenían poco manejo de la inteligencia emocional”, subrayó.

La psicóloga sentenció que existe un desequilibrio entre lo significativo y lo virtual, de tal manera que el reto que tiene este sector poblacional es resignificar las relaciones humanas y aprender a valorar a quienes tiene cerca, sobre todo después de un periodo en el que se registraron demasiadas muertes a causa de la contingencia sanitaria.

La pandemia afectó las bases de la socialización

Leopoldo Castro refirió que aunque la población joven tendrá que lidiar con los problemas para relacionarse con otros hasta aprender a corregirlos, quienes van a sufrir las mayores afectaciones son los adolescentes, ya que la pandemia les impidió socializar en un momento clave de la vida.

“No es algo que se pueda postergar, lo que se aprende en esta época (la adolescencia) marca cómo nos vamos a relacionar después”, dijo al tiempo de señalar que en la etapa de la secundaria es cuando regularmente se aprenden cosas básicas, como sostener un tema de conversación o esperar un turno para intervenir.

Agregó que también es el periodo en que comienza el despertar sexual y, por ende, el desarrollo de la capacidad para relacionarse también marcará la forma en que los futuros jóvenes sostendrán vínculos amorosos.

“Es la etapa de la expresión de las emociones. Están aprendiendo a compartir con el mundo, porque todo se aprende y aunque hubieran tenido clases en línea eso no sustituye la relación con otros, sobre todo en esa etapa”, mencionó.

La pandemia los enmarcó en un rol donde las relaciones humanas cara a cara se perdieron, coincidieron psicólogos. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Asesoría profesional, necesaria para el sector

Los especialistas indicaron que cada joven se ha visto afectado de forma distinta por la pandemia y aunque los problemas descritos se aprecian a nivel general entre el sector, para superarlos se requiere de un trabajo que parta de lo individual y cuente con asesoría profesional.

Dulce María Pérez sostuvo que la juventud muestra una alta dependencia a los dispositivos móviles y eso la hace deprimida o con temor a no ser aceptada en las redes sociales, pero no por ello debe considerarse como una generación débil o “de cristal”, ya que está en la fase de sobreponerse a una pandemia.

Afirmó que los jóvenes viven esa etapa de la vida de una forma que no se hubiera imaginado hace años y han demostrado que también pueden aprovechar la tecnología para generar cambios sociales, por lo que la población adulta debe confiar en ellos y motivarlos a ser agentes de paz.

En tanto que Leopoldo Castro y Myriam Becerra expusieron que cada joven puede empezar a mejorar sus relaciones humanas partiendo de un diagnóstico personal sobre la forma en que le afectó la pandemia y, de ser necesario, solicitando la asesoría de un especialista para evitar que los problemas escalen a cuadros de depresión, ansiedad e irritabilidad.

La pandemia de la Covid-19 acentuó la construcción de relaciones humanas indiferentes y desconfirmantes entre la población joven, lo que ha llevado a este sector a enfrentar dificultades para sostener conversaciones cara a cara, prestar el 100 por ciento de la atención a su interlocutor o interactuar en los grupos sociales a los que pertenece, coincidieron especialistas en psicología en el marco del Día Internacional de la Juventud, conmemorado este 12 de agosto.

El objetivo de esta conmemoración es generar conciencia acerca de los problemas que enfrentan los jóvenes, ya que son considerados como agentes de cambio y progreso cuando tienen plena oportunidad de participar en la toma de decisiones, no obstante, la pandemia vino a afectar no sólo su desarrollo educativo, laboral o profesional, sino la capacidad de la interacción social, que es fundamental para todo ser humano, añadieron los psicólogos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera como población joven a aquella cuyos integrantes tienen entre 15 y 24 años, sin embargo, en el caso de México, la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud, publicada en el Diario Oficial de la Federación en 1999, cataloga como joven a toda persona de entre 12 y 29 años, de tal forma que los programas sociales y acciones gubernamentales para este sector abarcan ese rango.

Con base en lo anterior, el 26 por ciento de la población en Puebla es joven, ya que el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), realizado en 2020, reflejó que en la entidad hay 439 mil 965 personas de entre 15 y 29 años de edad.

Los psicólogos Dulce María Pérez Torres, Myriam Becerra Rosario y José Leopoldo Castro Fernández de Lara coincidieron en que la pandemia afectó de forma distinta a los jóvenes, siendo los de edades más tempranas quienes padecerán mayores secuelas, ya que el confinamiento les impidió desarrollar la capacidad de relacionarse socialmente.

La indiferencia, nueva forma de relación

Vanessa Soto es estudiante de nivel superior y compartió que suele usar el teléfono celular para enviar mensajes de texto a sus amigos o novio, aunque esté en medio de alguna reunión familiar o con otras personas, ya que lo considera como normal si la actividad en la que se encuentra no demanda el 100 por ciento de su concentración.

La indiferencia, nueva forma de relación. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Sin embargo, confesó que se siente molesta cuando al encontrarse dialogando con otras personas, observa que alguna de ellas está manteniendo una conversación a la par mediante el dispositivo móvil o simplemente está revisando sus redes sociales. “Me pone de malas porque siento que no me están poniendo atención”, dijo, sin advertir que ella hace a otros lo que no tolera de sus interlocutores.

Lo que la joven de 20 años vive de forma cotidiana es una relación humana indiferente, explicó la psicóloga Dulce María Pérez Torres, quien enfatizó que a la juventud le resulta difícil mantener relaciones cara a cara o expresar sus emociones personalmente, porque se ha acostumbrado a comunicarse a través de la tecnología.

“Una relación como esta es tener todo mundo su teléfono celular en la mano y estar, entre comillas, en una relación de amistad o todos juntos, cuando en realidad nadie se toma en cuenta e incluso puede alguien contar un chiste y todos se ríen de lo mismo pero ni siquiera se miran a la cara”, explicó.

La también pedagoga y catedrática de la UPAEP señaló que a la par han incrementado las relaciones desconfirmantes, que son aquellas en las que el interlocutor actúa indiferente ante lo que comunica la persona con la que se encuentra, de tal modo que es imposible entablar un diálogo de manera profunda y generar ambientes de confianza.

“Parece ser que ya no nos gusta estar con otra persona mirándole a la cara, mirando sus expresiones, estando atenta al discurso que nos está dando, sino por el contrario, nos basamos en los emoticones y las expresiones tecnológicas que son cotidianas para decir algo al otro, sin embargo, ellos caen en una trampa porque creen que están haciendo relaciones humanas y están haciendo relaciones de amistad y fraternidad. Esto es un engaño para ellos y se agudizó más cuando llegó la pandemia”, explicó.

Pérez expuso que estas nuevas formas de relación están presentes incluso en el ámbito académico, ya que durante el periodo de clases virtuales se hizo evidente que los jóvenes tendían a mantener conversaciones alternas en redes sociales mientras el profesor impartía cátedra y dicha práctica se ha perpetuado a pesar del retorno a las actividades presenciales.

Dificultad para trabajar en equipo

Fernando Medel y Karina Martínez han comenzado a estudiar la universidad y dijeron que los trabajos en equipo fueron más complicados durante el tiempo que tuvieron que tomar clases a distancia, ya que se volvió difícil concretar acuerdos para elaborar los proyectos y en la mayoría de las ocasiones hubieran preferido trabajar solos.

“Se complicó porque no nos comunicábamos de la misma forma que cuando estábamos en el salón, era difícil que en verdad todos se conectaran para trabajar y ahora que regresamos pues queda esa costumbre de falta de organización”, declaró el alumno.

El catedrático de la Universidad Ibero, Leopoldo Castro, refirió que los universitarios prácticamente están aprendiendo de nuevo a trabajar en equipo y esto es grave si se toma en cuenta que la colaboración no solo es necesaria dentro de un salón de clases, sino en la vida cotidiana y a nivel social.

“Si no aprenden a trabajar en equipo no tienen claro cómo se trabaja con otras personas, les es difícil poder coordinar y hacer relaciones en donde se debe trabajar así”, alertó.

Volver a interactuar cara a cara, el reto de los jóvenes. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Castro señaló que todo ser humano necesita redes de apoyo y estas se van acortando cuando las personas pierden habilidades emocionales y entonces tienden a aislarse, porque ya no cuentan con la capacidad para relacionarse e interactuar con los demás.

Enfatizó que el peligro no solo está en la falta de personas en quien confiar o apoyarse, sino en el hecho de que el aislamiento social orilla a otros problemas, como la depresión o la ansiedad.

“Las personas nos volvemos menos humanos, nos cuesta más interactuar y ya que la tecnología nos facilita todo, desde pedir comida o hacer juegos en línea, perdemos la capacidad de interactuar con otros, entonces vamos seleccionando a quién le hablamos y eso produce aislamiento y una sensación de soledad. De ahí hay otras aristas, como la baja autoestima o la falta del autoconcepto, que es la conciencia sobre las habilidades propias. Ya no sabes para qué eres bueno o qué te gusta, porque no hay manera de vivirlo afuera, en lo social”, acotó.

Falta desarrollo de la inteligencia emocional

Para la psicóloga Myriam Becerra, la pandemia vino a visibilizar la falta de desarrollo de la inteligencia emocional entre los jóvenes, ya que muchos no eran capaces de comunicarse efectivamente con su propia familia, sobre todo durante los periodos de confinamiento.

Enseguida, dijo, el problema se agudizó si en vez de encontrar la forma de comunicar asertivamente las emociones, la juventud se refugió en los dispositivos móviles para establecer contacto con la gente que no tenía al alcance.

“La OMS y la UNICEF han realizado diversos estudios y encuestas para determinar la posición de los jóvenes en la pandemia. La principal vulnerabilidad es que hay pocas habilidades de relacionarse, más bien la pandemia fue el escenario que demostró las pocas habilidades sociales que los jóvenes estaban teniendo desde antes, es decir que los jóvenes sí se relacionaban e involucraban, pero tenían poco manejo de la inteligencia emocional”, subrayó.

La psicóloga sentenció que existe un desequilibrio entre lo significativo y lo virtual, de tal manera que el reto que tiene este sector poblacional es resignificar las relaciones humanas y aprender a valorar a quienes tiene cerca, sobre todo después de un periodo en el que se registraron demasiadas muertes a causa de la contingencia sanitaria.

La pandemia afectó las bases de la socialización

Leopoldo Castro refirió que aunque la población joven tendrá que lidiar con los problemas para relacionarse con otros hasta aprender a corregirlos, quienes van a sufrir las mayores afectaciones son los adolescentes, ya que la pandemia les impidió socializar en un momento clave de la vida.

“No es algo que se pueda postergar, lo que se aprende en esta época (la adolescencia) marca cómo nos vamos a relacionar después”, dijo al tiempo de señalar que en la etapa de la secundaria es cuando regularmente se aprenden cosas básicas, como sostener un tema de conversación o esperar un turno para intervenir.

Agregó que también es el periodo en que comienza el despertar sexual y, por ende, el desarrollo de la capacidad para relacionarse también marcará la forma en que los futuros jóvenes sostendrán vínculos amorosos.

“Es la etapa de la expresión de las emociones. Están aprendiendo a compartir con el mundo, porque todo se aprende y aunque hubieran tenido clases en línea eso no sustituye la relación con otros, sobre todo en esa etapa”, mencionó.

La pandemia los enmarcó en un rol donde las relaciones humanas cara a cara se perdieron, coincidieron psicólogos. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Asesoría profesional, necesaria para el sector

Los especialistas indicaron que cada joven se ha visto afectado de forma distinta por la pandemia y aunque los problemas descritos se aprecian a nivel general entre el sector, para superarlos se requiere de un trabajo que parta de lo individual y cuente con asesoría profesional.

Dulce María Pérez sostuvo que la juventud muestra una alta dependencia a los dispositivos móviles y eso la hace deprimida o con temor a no ser aceptada en las redes sociales, pero no por ello debe considerarse como una generación débil o “de cristal”, ya que está en la fase de sobreponerse a una pandemia.

Afirmó que los jóvenes viven esa etapa de la vida de una forma que no se hubiera imaginado hace años y han demostrado que también pueden aprovechar la tecnología para generar cambios sociales, por lo que la población adulta debe confiar en ellos y motivarlos a ser agentes de paz.

En tanto que Leopoldo Castro y Myriam Becerra expusieron que cada joven puede empezar a mejorar sus relaciones humanas partiendo de un diagnóstico personal sobre la forma en que le afectó la pandemia y, de ser necesario, solicitando la asesoría de un especialista para evitar que los problemas escalen a cuadros de depresión, ansiedad e irritabilidad.

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