La pesadilla de Elizabeth empezó en el 2019, cuando se separó de su ex pareja y creyó que habían terminado en buenos acuerdos. Sin embargo, no fue así y este hombre emprendió una guerra legal para quitarle a sus hijos y ejercer violencia vicaria en contra de ella. Las autoridades de Puebla han beneficiado al padre y, hasta el momento, sigue buscando que los regresen a su lado.
Fue en mayo del 2019 cuando Elizabeth se divorció y trató de hacer el proceso lo más armonioso posible debido a que de esa unión concibió a dos hijos. Ella no es de Puebla, sino que es originaria de Guadalajara, por lo que le avisó a su ex esposo que al separarse se iría a dicho lugar con sus hijos.
Esta noticia no le gustó para nada a este sujeto y desde ese momento arrancó una serie de acciones irreales para quitarle a los niños y vengarse de que ella lo dejó. Cuando todo ocurrió, la niña tenía un año y el niño cuatro años, el padre los iba a ver a Guadalajara, pero en una de esas visitas, ya no los devolvió.
“La idea era que él pasara por ellos en la mañana, que los llevara a pasear y en la tarde nos veríamos para llegar a un acuerdo (…) en la tarde le marco y el celular estaba apagado, estuve intentando marcar hasta las 10 de la noche, pero no supe nada. Él le mando un mensaje a mi mamá diciéndole que los niños estaban con él, en un hotel y que estaban bien. Hasta el otro día me contestó y me dijo que se iba a llevar a los niños por vacaciones”, relató.
Ella accedió, pues era su padre y sólo se los iba a llevar por el periodo vacacional. Incluso hablaban todos los días por teléfono, pero todo cambió cuando su hijo le dijo que ya tenía nueva escuela y que su papá le había dicho que ya no regresaría a Guadalajara, sino que se quedaría en Puebla.
Elizabeth viajó a Puebla para llevarse sus hijos, pero cuando llegó a la casa de su ex pareja no quisieron abrirle. Fue ahí cuando pidió apoyo de las autoridades poblanas, pero nadie quiso ayudarla argumentando que el padre no podía robarse a sus propios hijos y que no había delito por perseguir. “Me dijeron que no podían hacer nada, que no había orden de cateo y que yo no tenía un papel de custodia compartida”.
Visitó todas las instancias posibles sin conocer la ciudad de Puebla, pero en todas le dijeron que no había nada por hacer, pero que iniciara un juicio para que pudieran regresarles a sus hijos. No obstante, todo se complicó por la contingencia sanitaria a raíz del coronavirus, pues le decían que no había servicio o que no podían atenderla. “Es el papá, no se puede hacer nada, me decían, así duré el 2019 y el 2020, acudiendo a la Fiscalía, al DIF, a todas las instituciones que existen”, agregó.
Las autoridades le dijeron que no podían obligarlo a darle a sus hijos, pero al preguntarles si hubiera sido al revés o porque ella no podía tener los mismos derechos que su ex pareja no sabían que responderle. Luego también pidió ayuda lega a través de varios abogados, pero ni uno pudo abonar en el caso, al contrario, lo estancaron y sólo cobraron su dinero.
Tras varios meses, ella supo que sus hijos irían de vacaciones a Cuernavaca y decidió ir y llevárselos, pero al llegar, toda la familia de este hombre no la dejó. Y cuando por fin pudo ver a sus hijos se dio cuenta que ya estaban muy influenciados por el padre, la niña ya casi no la conocía y el niño le dijo que los dejara, ya que el papá los quería mucho y que “ya le tocaba a él” estar un rato con ellos.
Para no hacer más grande el hecho y para no espantar a sus hijos dejó ahí el asunto, pero luego una de las familiares de su ex, la denunció por supuestamente golpearla y bajo este argumento, el papá de sus hijos ha tratado de difamarla. Dice que es mala madre, que no tiene el dinero suficiente para mantenerlos, que no los cuida bien, que no tiene tiempo, un sinfín de argumentos no válidos.
Hay que mencionar que Elizabeth dejó su vida en Guadalajara, su casa, su trabajo y a sus familiares por venir a Puebla y recuperar a sus hijos. En Puebla emprendió un negocio que fracasó y todos sus ahorros están destinados a su lucha legal; mientras que su ex pareja tiene todo el apoyo económico y moral de sus seres queridos. “No sé qué les dijo a sus familiares de mí, pero ahora todo me tratan como si fuera la mala, como si hubiera hecho algo malo, cuando sólo me separé, sólo hice eso”, comentó.
En últimos años, Elizabeth logró que le permitieran reuniones vía zoom y ya puede ver a sus hijos algunas horas presenciales, pero sigue creyendo que fue una injusticia la forma en que se los quitaron y que la justicia poblana le dio la espalda.
