/ domingo 2 de octubre de 2016

Es poblano y produce biodiesel con materiales reciclados | Talento Joven

Por ayudar a su abuelo, ahora favorece a miles, reciclandomateriales que convierte en biodiesel y otros productos útilespero amigables con el medio ambiente y apenas, Iván RamírezHernández,  es un estudiante de Biología.

Su conciencia ecológica lo hizo desde hace algunos años,vegetariano, y luego, en las aulas de la BUAP, cuando comenzó aestudiar la licenciatura, aprendió cómo las sustancias emitidaspor los automotores, contaminan el suelo y éste luego, losproductos agrícolas.

Pero también conoció de la existencia de combustiblesalternativos, como el biodiesel, que generan menos daños a losvegetales y al ambiente, por lo que se esforzó en producirlo.

Su deseo de apoyar al mejoramiento de las cosechas de su abuelo,Zoilo, un campesino de Tlapanalá, lo hizo poner en práctica susnuevos conocimientos, así que con los pocos insumos y material asu alcance, se dedicó durante varios meses, en sus tiempos libres,a desarrollar biodiesel que su abuelo pudiera usar en sutractor.

Darle biodiesel fue su forma de ayudarle, porque así le redujoel gasto en la compra de diesel y además, contribuyó almejoramiento de la calidad de sus cosechas, evitando que losquímicos que se emiten de la quema del combustible, contaminaransus tierras y el maíz y jícamas que siembra.

Iván documentó todo, hizo fotografías y videos para comprobarlo que hacía, y nunca perdió la esperanza de mejorar sutécnica.

Una vez, en una visita del rector, Alfonso Esparza Ortiz, aCiudad Universitaria, lo interceptó y le propuso producirbiodiesel.

Su propuesta, a decir del titular de la Dirección de DesarrolloSustentable (Didesu), Diego Ariel Riva, fue la razón por la que seemitió el concurso de una beca fundada en un proyectosustentable.

Este joven no dudó en postularse y, respaldado por todo eltrabajo que pudo comprobar, fue así como poco tiempo después, aprincipios de este año, se convirtió en el becario encargado delreciclaje y aprovechamiento del aceite vegetal quemado, recolectadoen las cafeterías y los laboratorios de Gastronomía que hay enCiudad Universitaria y convertido en el Centro de Acopio de laBUAP, en biodiesel.

Y es que la técnica de producción de biodiesel practicada porIván tiene la peculiaridad de ser totalmente sustentable, pues selas ha ingeniado para usar materiales reciclados y sustanciasorgánicas.

Los recipientes que ocupa, por ejemplo, son botellas que halloen la basura; para el filtrado, por ejemplo, a este joven le bastanuna media femenina y una playera de algodón; para los enjuagues,el agua de lluvia, y para calentar las sustancias, los rayos delsol en un buen día, y la ayuda de papel aluminio, el típico quese usa en cualquier cocina, para producir más calor, si haynubosidad.

También ha sido sumamente cuidadoso con la selección desustancias, ha preferido alcohol de maíz, porque después deusarlo en la producción de biodiesel, este residuo se convierte enabono orgánico para las plantas de ornamento que tiene en elCentro de Acopio.

Por si fuera poco, pugnó con la Didesu para la instalación deceldas solares, de manera que la energía que usa también eslimpia, proveniente de la radiación solar.

El biodiesel es tan útil y funcional, que los casi 100 litrosque ha producido desde el mes de febrero, es un aditivo que ya usala Secretaría Administrativa de la BUAP, en las unidades delLobobus, el sistema interno de transporte universitario, y que aveces también, comparte con el tractor de su abuelo.

El cambio del color y olor del humo que despide cada unidad delLobobus que para la mayoría pasa desapercibido, para Iván es unagran satisfacción.

“El cambio es notorio a la vista, con el diesel fósil lasunidades echan humo negro y con el biodiesel el humo se vuelveblanco y no huele a quemado, huele como si se estuvieran haciendopapas fritas”, expone.

Y la contaminación, añade, es considerablemente menor, hasta70 por ciento con respecto al diesel común, toda vez que sucontenido de sustancias como el isopreno, es mínima.

“Y eso yo ya lo comprobé, con mis plantitas, tengo unasplantitas aquí para ver las diferencias, y en la que eché diesel,la tierra se erosionó”, subraya.

UNA MENTEINQUIETA 

Pero por su espíritu curioso y mirada analítica, Iván no seconforma con la producción de biodiesel, por eso ya planea laelaboración de otros productos, derivados también del aceitevegetal quemado y producidos sustentablemente.

Lo primero que hará, con los hasta 150 mililitros de glicerinaque se derivan de la producción de biodiesel dice, seránjabones.

A diferencia de los jabones de tocador que existen en elmercado, explica, los que él puede producir carecen de todasustancia química que al contacto con la piel, a largo plazo,pueden ocasionar enfermedades graves.

Para lograrlo, planea también hacer sus propias esenciasnaturales, con las que perfumará y dará color a los jabones quecree, hará en breve.

Cuando lo consiga, logrará una vez más un producto debeneficio colectivo, pues serán distribuidos en los sanitarios dela BUAP, de manera que se prescinda de los productos tradicionalesy contaminantes.

Por si fuera poco, su mente inquieta se ha propuesto un nuevoreto: el reciclaje de los filtros de las numerosas colillas decigarro que encuentra en la basura, para la elaboración de unfiltro mayor, que pueda utilizar en la elaboración de biodiesel yotros procesos productivos.

Por ayudar a su abuelo, ahora favorece a miles, reciclandomateriales que convierte en biodiesel y otros productos útilespero amigables con el medio ambiente y apenas, Iván RamírezHernández,  es un estudiante de Biología.

Su conciencia ecológica lo hizo desde hace algunos años,vegetariano, y luego, en las aulas de la BUAP, cuando comenzó aestudiar la licenciatura, aprendió cómo las sustancias emitidaspor los automotores, contaminan el suelo y éste luego, losproductos agrícolas.

Pero también conoció de la existencia de combustiblesalternativos, como el biodiesel, que generan menos daños a losvegetales y al ambiente, por lo que se esforzó en producirlo.

Su deseo de apoyar al mejoramiento de las cosechas de su abuelo,Zoilo, un campesino de Tlapanalá, lo hizo poner en práctica susnuevos conocimientos, así que con los pocos insumos y material asu alcance, se dedicó durante varios meses, en sus tiempos libres,a desarrollar biodiesel que su abuelo pudiera usar en sutractor.

Darle biodiesel fue su forma de ayudarle, porque así le redujoel gasto en la compra de diesel y además, contribuyó almejoramiento de la calidad de sus cosechas, evitando que losquímicos que se emiten de la quema del combustible, contaminaransus tierras y el maíz y jícamas que siembra.

Iván documentó todo, hizo fotografías y videos para comprobarlo que hacía, y nunca perdió la esperanza de mejorar sutécnica.

Una vez, en una visita del rector, Alfonso Esparza Ortiz, aCiudad Universitaria, lo interceptó y le propuso producirbiodiesel.

Su propuesta, a decir del titular de la Dirección de DesarrolloSustentable (Didesu), Diego Ariel Riva, fue la razón por la que seemitió el concurso de una beca fundada en un proyectosustentable.

Este joven no dudó en postularse y, respaldado por todo eltrabajo que pudo comprobar, fue así como poco tiempo después, aprincipios de este año, se convirtió en el becario encargado delreciclaje y aprovechamiento del aceite vegetal quemado, recolectadoen las cafeterías y los laboratorios de Gastronomía que hay enCiudad Universitaria y convertido en el Centro de Acopio de laBUAP, en biodiesel.

Y es que la técnica de producción de biodiesel practicada porIván tiene la peculiaridad de ser totalmente sustentable, pues selas ha ingeniado para usar materiales reciclados y sustanciasorgánicas.

Los recipientes que ocupa, por ejemplo, son botellas que halloen la basura; para el filtrado, por ejemplo, a este joven le bastanuna media femenina y una playera de algodón; para los enjuagues,el agua de lluvia, y para calentar las sustancias, los rayos delsol en un buen día, y la ayuda de papel aluminio, el típico quese usa en cualquier cocina, para producir más calor, si haynubosidad.

También ha sido sumamente cuidadoso con la selección desustancias, ha preferido alcohol de maíz, porque después deusarlo en la producción de biodiesel, este residuo se convierte enabono orgánico para las plantas de ornamento que tiene en elCentro de Acopio.

Por si fuera poco, pugnó con la Didesu para la instalación deceldas solares, de manera que la energía que usa también eslimpia, proveniente de la radiación solar.

El biodiesel es tan útil y funcional, que los casi 100 litrosque ha producido desde el mes de febrero, es un aditivo que ya usala Secretaría Administrativa de la BUAP, en las unidades delLobobus, el sistema interno de transporte universitario, y que aveces también, comparte con el tractor de su abuelo.

El cambio del color y olor del humo que despide cada unidad delLobobus que para la mayoría pasa desapercibido, para Iván es unagran satisfacción.

“El cambio es notorio a la vista, con el diesel fósil lasunidades echan humo negro y con el biodiesel el humo se vuelveblanco y no huele a quemado, huele como si se estuvieran haciendopapas fritas”, expone.

Y la contaminación, añade, es considerablemente menor, hasta70 por ciento con respecto al diesel común, toda vez que sucontenido de sustancias como el isopreno, es mínima.

“Y eso yo ya lo comprobé, con mis plantitas, tengo unasplantitas aquí para ver las diferencias, y en la que eché diesel,la tierra se erosionó”, subraya.

UNA MENTEINQUIETA 

Pero por su espíritu curioso y mirada analítica, Iván no seconforma con la producción de biodiesel, por eso ya planea laelaboración de otros productos, derivados también del aceitevegetal quemado y producidos sustentablemente.

Lo primero que hará, con los hasta 150 mililitros de glicerinaque se derivan de la producción de biodiesel dice, seránjabones.

A diferencia de los jabones de tocador que existen en elmercado, explica, los que él puede producir carecen de todasustancia química que al contacto con la piel, a largo plazo,pueden ocasionar enfermedades graves.

Para lograrlo, planea también hacer sus propias esenciasnaturales, con las que perfumará y dará color a los jabones quecree, hará en breve.

Cuando lo consiga, logrará una vez más un producto debeneficio colectivo, pues serán distribuidos en los sanitarios dela BUAP, de manera que se prescinda de los productos tradicionalesy contaminantes.

Por si fuera poco, su mente inquieta se ha propuesto un nuevoreto: el reciclaje de los filtros de las numerosas colillas decigarro que encuentra en la basura, para la elaboración de unfiltro mayor, que pueda utilizar en la elaboración de biodiesel yotros procesos productivos.

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