/ viernes 8 de abril de 2022

Almolo, el manantial que pasó de atractivo turístico a receptor de descargas

En 1997, Manuel Bartlett autorizó la perforación de pozos profundos que provocaron que este ojo de agua se secara

El cenote Almolo era más que un atractivo en el municipio de Tlaltenango, era un sitio sagrado protector de vestigios arqueológicos y especies endémicas como el ajolote y el acocil.

Pobladores de este municipio ubicado en la zona del aeropuerto Hermanos Serdán afirman que su agua fue cristalina y abundante. Favorecía la agricultura de más de un centenar de cultivos, la migración de aves, la ganadería y la pesca de carpa porque era fácil atrapar un ejemplar e integrarlo a los alimentos del día.

Por las bondades aportadas y su historia milenaria, cada 19 de marzo este ojo de agua recibía a decenas de familias que llegaban a nadar, bailar y convivir en honor a su existencia.

Hoy el Almolo no es eso que era. Los habitantes enlistan tres hechos para sustentar esta afirmación.

El primero tuvo lugar en 1997, cuando su depósito se secó a causa de la perforación de pozos profundos en territorio del municipio vecino, San Miguel Xoxtla, para abastecer a las zonas habitacionales de la ciudad de Puebla. La llegada de la empresa Ternium, dedicada a la producción de acero, también contribuyó.

El segundo es la contaminación que, desde hace un lustro, su foso registra por el acumulamiento de aguas negras vertidas por la red de drenaje de la jurisdicción, problemática que también afecta sus canales naturales.

El tercero es asociado con un proceso de compra-venta del predio donde se localiza. En un hecho inexplicable para los pobladores, el cenote dejó su estatus de propiedad pública para adoptar el de privada, en un acto del que poco se conoce.

Poco queda del espacio natural que alguna vez fue. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

ERA HERMOSO

Con nostalgia, don Guillermo Ramos recuerda que el Almolo daba agua limpia con la que regaba su campo. Los peces eran fáciles de admirar y sus alrededores formaban un paisaje hermoso.

“Todo cambia, ahora daña las siembras y nuestra salud porque la pestilencia en el día es insoportable”, externa a este medio de comunicación, mientras trabaja su tierra localizada a escasos metros del recurso natural.

Agrega que se secó de la “noche a la mañana” y fue cuando en la zona comenzó la extracción de agua a gran escala.

A sus 69 años de vida, dice que el Almolo era el único espacio de diversión. “No necesitábamos más porque era lo que nos ofrecía la naturaleza, pero ya nada de eso queda”, indica con coraje reflejado en el rostro al ver lo que ahora es.

No lejos del campo de don Guillermo, su contemporáneo Juan comparte una vivencia en este sitio que visitó varias ocasiones para darse un chapuzón, aunque un día tuvo que ser rescatado por sus amigos de un posible ahogamiento por no medir la profundidad.

“Estaba niño, tenía menos de 10 años cuando ya me metía al cenote, porque me iba de pinta, no entraba a la escuela y con mis amigos me venía a agarrar carpas que luego cocinaba mi mamá”, resalta.

Asegura que el entorno era hermoso, pero ahora es desértico porque ya no hay vida, al contrario, hay tristeza al recordar los mejores tiempos en el Almolo.

La perforación de pozos provocó que el manantial se secara. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

LUGAR DE AGUA DULCE

Almolo significa “Lugar donde emana agua dulce”, puntualiza Juan Vázquez Mendoza, activista y vecino de Tlaltenango. Desde este sitio sagrado lamenta su apariencia, pero informa de las acciones que junto con varios pobladores de Tlaltenango y del municipio vecino, Xoxtla, emprende para tratar de sanearlo y recuperarlo como espacio público.

Este lugar es milenario y mostró vida por muchos siglos, pero cuando el gobernador Manuel Bartlett autorizó la perforación de pozos profundos, en 1997, se secó.

“Hasta el INAH en ese tiempo hizo presencia porque al quedar sin agua salieron a la luz piezas arqueológicas y osamentas, pues era un lugar sagrado”, cita.

Califica como grave la situación actual del atractivo, pues recibe aguas negras del drenaje del municipio desde hace unos años y ahora su aspecto es más preocupante.

Destaca varios encuentros sostenidos con autoridades municipales para tratar el caso del cenote y valorar las soluciones propuestas por la población interesada en su rescate, entre ellas, la creación de una planta tratadora de aguas y jornadas intensivas de saneamiento.

“Ya no regresarán los acociles, ajolotes, padrecitos o las carpas porque son especies ya desaparecidas y tampoco su agua volverá a nacer, pero sí se puede rescatar. Sólo se necesita voluntad de las autoridades”, asevera.

Por su parte, Pascual Bermúdez, vecino de Xoxtla, dice sumarse a las acciones planeadas para el Almolo porque en su municipio la perforación de pozos profundos y el enorme desperdicio de agua que realiza la empresa Ternium también secó el río Prieto y el ojo de agua que era nombrado “El Molino”.

Aparte del funcionamiento de una planta tratadora de agua, pide a las autoridades frenar la extracción de agua en esta zona, a fin de ayudar la recarga de los mantos freáticos.

Las labores de la empresa Ternium también secó el río Prieto y el ojo de agua que era nombrado “El Molino”. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

ROPIEDAD PRIVADA

Otro problema que pobladores refieren en torno al Almolo es su estatus privado. Dos versiones indican que este recurso natural y catalogado como zona federal del Valle de Cholula tiene dueño. Aunque nadie lo cree.

Ambas coinciden que fue en la década de los 80 del siglo pasado cuando supuestamente el predio donde se encuentra este cenote fue vendido.

La primera señala la existencia de una escritura con registro en la Notaria Pública número 1, a cargo de Guillermo Fernández de Lara, donde una mujer figura como la dueña del predio rústico número tres mil seis denominado “Almolo”, mismo que adquirió mediante escritura de compra-venta.

En tanto, la segunda especie describe que un japonés es propietario del área del cenote, porque hace más de cuatro décadas arribó al municipio para instalar una pequeña lavadora de lombriz.

“En ese entonces, el empresario extranjero se dedicaba a recolectar lombrices de los ríos, las lavaba, empacaba y luego las exportaba a otros países. Él ocupaba el agua para esas tareas y hasta construyó un cuarto en la orilla del cenote y luego se rumoró que lo hacía porque era el dueño, pero no hay información oficial que aclare el tema”, suma el activista Juan Vázquez.

Agrega que a las autoridades municipales se ha pedido información sobre el tema y se esperan resultados. Sin embargo, reitera que se continuará con el proyecto iniciado que es lograr el saneamiento y rescate del cenote, porque es patrimonio cultural y propiedad de la nación, del estado y municipio de Tlaltenango.

Pese a tener un aparente dueño, los trabajos para recuperar el cenote Almolo no se detendrán. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

SÍ ESTA CONTAMINADO Y SÍ TIENE DUEÑO

En el palacio municipal de Tlaltenango, el alcalde Óscar Reyes Ortega admite que el drenaje del municipio está vertiendo aguas negras a este recurso natural, que se secó antes del cambio de siglo.

“En efecto, sí es real el problema que tenemos en el cenote, antes ahí nacía el agua, había zanjas de agua limpia y peces, pero luego hicieron pozos para entubar el agua, llegó la empresa Ternium y se secó”, expresa.

Informa que desde administraciones pasadas el agua del drenaje municipal desemboca en este sitio, porque el problema no es reciente, pero valora emprender acciones de mantenimiento a la tubería.

Sobre realizar un proyecto de mayor impacto en apoyo del cenote, el edil duda, pues eso implica utilizar un presupuesto que Tlaltenango no tiene y únicamente sería posible aterrizar alguno si se cuenta con el apoyo de los gobiernos federal y estatal, así como de municipios vecinos.

También comenta que el Almolo es propiedad privada, pero no da más detalles ante la falta de información, pero coincide en la versión de que un japonés adquirió este bien, que era propiedad del pueblo.

“Este gobierno tiene la disposición de apoyar y participar en las mesas de trabajo que resulten, porque es una tristeza que un lugar donde reinaba la alegría ahora sea una zona seca. Nos duele y quisiera heredar a la infancia lugares naturales, pero se necesita de mucho apoyo y recurso”, concluye.

El cenote Almolo era más que un atractivo en el municipio de Tlaltenango, era un sitio sagrado protector de vestigios arqueológicos y especies endémicas como el ajolote y el acocil.

Pobladores de este municipio ubicado en la zona del aeropuerto Hermanos Serdán afirman que su agua fue cristalina y abundante. Favorecía la agricultura de más de un centenar de cultivos, la migración de aves, la ganadería y la pesca de carpa porque era fácil atrapar un ejemplar e integrarlo a los alimentos del día.

Por las bondades aportadas y su historia milenaria, cada 19 de marzo este ojo de agua recibía a decenas de familias que llegaban a nadar, bailar y convivir en honor a su existencia.

Hoy el Almolo no es eso que era. Los habitantes enlistan tres hechos para sustentar esta afirmación.

El primero tuvo lugar en 1997, cuando su depósito se secó a causa de la perforación de pozos profundos en territorio del municipio vecino, San Miguel Xoxtla, para abastecer a las zonas habitacionales de la ciudad de Puebla. La llegada de la empresa Ternium, dedicada a la producción de acero, también contribuyó.

El segundo es la contaminación que, desde hace un lustro, su foso registra por el acumulamiento de aguas negras vertidas por la red de drenaje de la jurisdicción, problemática que también afecta sus canales naturales.

El tercero es asociado con un proceso de compra-venta del predio donde se localiza. En un hecho inexplicable para los pobladores, el cenote dejó su estatus de propiedad pública para adoptar el de privada, en un acto del que poco se conoce.

Poco queda del espacio natural que alguna vez fue. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

ERA HERMOSO

Con nostalgia, don Guillermo Ramos recuerda que el Almolo daba agua limpia con la que regaba su campo. Los peces eran fáciles de admirar y sus alrededores formaban un paisaje hermoso.

“Todo cambia, ahora daña las siembras y nuestra salud porque la pestilencia en el día es insoportable”, externa a este medio de comunicación, mientras trabaja su tierra localizada a escasos metros del recurso natural.

Agrega que se secó de la “noche a la mañana” y fue cuando en la zona comenzó la extracción de agua a gran escala.

A sus 69 años de vida, dice que el Almolo era el único espacio de diversión. “No necesitábamos más porque era lo que nos ofrecía la naturaleza, pero ya nada de eso queda”, indica con coraje reflejado en el rostro al ver lo que ahora es.

No lejos del campo de don Guillermo, su contemporáneo Juan comparte una vivencia en este sitio que visitó varias ocasiones para darse un chapuzón, aunque un día tuvo que ser rescatado por sus amigos de un posible ahogamiento por no medir la profundidad.

“Estaba niño, tenía menos de 10 años cuando ya me metía al cenote, porque me iba de pinta, no entraba a la escuela y con mis amigos me venía a agarrar carpas que luego cocinaba mi mamá”, resalta.

Asegura que el entorno era hermoso, pero ahora es desértico porque ya no hay vida, al contrario, hay tristeza al recordar los mejores tiempos en el Almolo.

La perforación de pozos provocó que el manantial se secara. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

LUGAR DE AGUA DULCE

Almolo significa “Lugar donde emana agua dulce”, puntualiza Juan Vázquez Mendoza, activista y vecino de Tlaltenango. Desde este sitio sagrado lamenta su apariencia, pero informa de las acciones que junto con varios pobladores de Tlaltenango y del municipio vecino, Xoxtla, emprende para tratar de sanearlo y recuperarlo como espacio público.

Este lugar es milenario y mostró vida por muchos siglos, pero cuando el gobernador Manuel Bartlett autorizó la perforación de pozos profundos, en 1997, se secó.

“Hasta el INAH en ese tiempo hizo presencia porque al quedar sin agua salieron a la luz piezas arqueológicas y osamentas, pues era un lugar sagrado”, cita.

Califica como grave la situación actual del atractivo, pues recibe aguas negras del drenaje del municipio desde hace unos años y ahora su aspecto es más preocupante.

Destaca varios encuentros sostenidos con autoridades municipales para tratar el caso del cenote y valorar las soluciones propuestas por la población interesada en su rescate, entre ellas, la creación de una planta tratadora de aguas y jornadas intensivas de saneamiento.

“Ya no regresarán los acociles, ajolotes, padrecitos o las carpas porque son especies ya desaparecidas y tampoco su agua volverá a nacer, pero sí se puede rescatar. Sólo se necesita voluntad de las autoridades”, asevera.

Por su parte, Pascual Bermúdez, vecino de Xoxtla, dice sumarse a las acciones planeadas para el Almolo porque en su municipio la perforación de pozos profundos y el enorme desperdicio de agua que realiza la empresa Ternium también secó el río Prieto y el ojo de agua que era nombrado “El Molino”.

Aparte del funcionamiento de una planta tratadora de agua, pide a las autoridades frenar la extracción de agua en esta zona, a fin de ayudar la recarga de los mantos freáticos.

Las labores de la empresa Ternium también secó el río Prieto y el ojo de agua que era nombrado “El Molino”. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

ROPIEDAD PRIVADA

Otro problema que pobladores refieren en torno al Almolo es su estatus privado. Dos versiones indican que este recurso natural y catalogado como zona federal del Valle de Cholula tiene dueño. Aunque nadie lo cree.

Ambas coinciden que fue en la década de los 80 del siglo pasado cuando supuestamente el predio donde se encuentra este cenote fue vendido.

La primera señala la existencia de una escritura con registro en la Notaria Pública número 1, a cargo de Guillermo Fernández de Lara, donde una mujer figura como la dueña del predio rústico número tres mil seis denominado “Almolo”, mismo que adquirió mediante escritura de compra-venta.

En tanto, la segunda especie describe que un japonés es propietario del área del cenote, porque hace más de cuatro décadas arribó al municipio para instalar una pequeña lavadora de lombriz.

“En ese entonces, el empresario extranjero se dedicaba a recolectar lombrices de los ríos, las lavaba, empacaba y luego las exportaba a otros países. Él ocupaba el agua para esas tareas y hasta construyó un cuarto en la orilla del cenote y luego se rumoró que lo hacía porque era el dueño, pero no hay información oficial que aclare el tema”, suma el activista Juan Vázquez.

Agrega que a las autoridades municipales se ha pedido información sobre el tema y se esperan resultados. Sin embargo, reitera que se continuará con el proyecto iniciado que es lograr el saneamiento y rescate del cenote, porque es patrimonio cultural y propiedad de la nación, del estado y municipio de Tlaltenango.

Pese a tener un aparente dueño, los trabajos para recuperar el cenote Almolo no se detendrán. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

SÍ ESTA CONTAMINADO Y SÍ TIENE DUEÑO

En el palacio municipal de Tlaltenango, el alcalde Óscar Reyes Ortega admite que el drenaje del municipio está vertiendo aguas negras a este recurso natural, que se secó antes del cambio de siglo.

“En efecto, sí es real el problema que tenemos en el cenote, antes ahí nacía el agua, había zanjas de agua limpia y peces, pero luego hicieron pozos para entubar el agua, llegó la empresa Ternium y se secó”, expresa.

Informa que desde administraciones pasadas el agua del drenaje municipal desemboca en este sitio, porque el problema no es reciente, pero valora emprender acciones de mantenimiento a la tubería.

Sobre realizar un proyecto de mayor impacto en apoyo del cenote, el edil duda, pues eso implica utilizar un presupuesto que Tlaltenango no tiene y únicamente sería posible aterrizar alguno si se cuenta con el apoyo de los gobiernos federal y estatal, así como de municipios vecinos.

También comenta que el Almolo es propiedad privada, pero no da más detalles ante la falta de información, pero coincide en la versión de que un japonés adquirió este bien, que era propiedad del pueblo.

“Este gobierno tiene la disposición de apoyar y participar en las mesas de trabajo que resulten, porque es una tristeza que un lugar donde reinaba la alegría ahora sea una zona seca. Nos duele y quisiera heredar a la infancia lugares naturales, pero se necesita de mucho apoyo y recurso”, concluye.

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