/ jueves 21 de mayo de 2020

Asesinato de Carranza, un complot desde Nueva York

Documentos históricos apuntan a que el magnicidio del presidente de México habría sido parte de un plan conspirativo entre políticos, militares, banqueros y mineros

Los intereses norteamericanos por el petróleo y la compra de poco más de un cuarto de millón de millas del territorio mexicano, estarían detrás del magnicidio del presidente Venustiano Carranza Garza, según se desprende de la compilación de documentos históricos recopilados con motivo de los 100 años de la muerte del presidente de México, los cuales indican que se trató de un complot en el que habrían participado ilustres personajes de la Sierra Norte de Puebla, algunos de ellos de Zacatlán, en lo que se conoció en ese entonces como Pacto de Nueva York.

Así, hombres como Luis Cabrera Lobato y Rodolfo Herrero Cano, ambos originarios de Zacatlán, los generales Barrios, así como otros personajes, estarían detrás de este asesinato, no obstante que el primero de ellos se convirtió en el brazo derecho del entonces presidente, es reconocido como uno de los ideólogos de la revolución, entre otras cosas, por su autoría en los esenciales elementos de las Leyes de Reforma y es reconocido por su participación en la relación comercial de México con Estados Unidos.

LA CONSPIRACIÓN

De acuerdo con los archivos a los que se tuvo acceso, la primera evidencia documentada es un telegrama dirigido al general Félix Díaz, el 21 de febrero de 1913, firmado por el banquero de Wall Street, diplomático y dueño de minas en la frontera sur de Estados Unidos, William Howard Ellis; el mensaje de ese documento revela la influencia del norteamericano sobre el general mexicano que pudo haberse convertido en presidente de la República Mexicana y cuya traducción revela que no tendría dificultades en obtener toda la ayuda financiera que necesitara.

Foto: Cortesía Gustavo Casasola

La segunda evidencia documentada sobre el origen del complot es la nota periodística publicada por el "New York Evening Journal", fechado el 26 de abril de 1913, que da cuenta de los planes que tenía los Estados Unidos de comprar alrededor de 250 mil millas terrestres, equivalente a 402 mil 335 kilómetros del territorio mexicano.

Casi cinco semanas después, el recorte del periódico fue enviado a Félix Díaz, junto con una carta manuscrita, fechada el 6 de junio de ese año. En su respuesta, el general se limita únicamente a agradecer las "indicaciones que se sirve hacerme" y felicitarlo "por el vivo interés que toma en pro del honor de esta República" y sin negar la noticia.

LA NEGOCIACIÓN

El documento más revelador de este complot es el acuerdo hecho e ingresado en Nueva York, el 1 de abril de 1919, por Pedro del Villar, en representación del general Félix Díaz, en su carácter de comandante en jefe de la "Armada Nacional Reorganizada", de los Estados Unidos Mexicanos y Milton C Quimby, "representando a directores no revelados que son y han sido encargados del desarrollo de propiedades minerales de petróleo y su refinación y que ahora son seriamente afectados por la actual condición política en México", se traduce del contrato.

El ataúd de Carranza es conducido por los fangosos caminos de la sierra desde Villa Juárez hasta Necaxa - Mayo de 1920. Foto: Cortesía Gustavo Casasola

Este plan obligaba a dos cosas, la primera de ellas era entregar o encauzar la entrega de todo lo descrito en el anexo “memorándum”. La segunda las obligaciones eran pagar el efectivo prestado, siempre y cuando no exceda los quince millones de dólares, equivalentes a 39 mil 40 millones 350 mil dólares actuales, bajo la consigna de derogar la Constitución de 1917, para derrocar al entonces presidente Venustiano Carranza y para dar protección a los intereses norteamericanos.

Inversión que pagaría en efectivo, con intereses del 6 por ciento anual, 180 días después del establecimiento del gobierno constitucional mexicano o con terrenos petroleros, de manera opcional, estimados en 10 por ciento del territorio mexicano.

Aunque no está escrito en el contrato, W. H. Ellis debería atestiguar el derrocamiento de Venustiano Carranza (o su muerte), para poder pagar la recompensa que se habían ofrecido. Inexplicablemente viajó en el tren presidencial que usó el coahuilense en su última travesía, cuando intentó llegar a Veracruz. No hay evidencia histórica del lugar en el que el banquero se alejó de la comitiva; se presume que ni siquiera llegó a Apizaco, el 9 de mayo de 1920.

Foto: Cortesía Gustavo Casasola

A la llegada del zacateo Luis Cabrera Lobato como ministro de Hacienda, el vínculo estaba hecho, el complot estaba armado. Otra de las teorías de conspiración revelan que por la familiaridad que había entre Luis Cabrera Lobato y el general Rodolfo Herrero, le fuera fácil convertir a un subalterno de Manuel Peláez, quien era un personajes incondicional de las compañías petroleras.

Con el pago de un dólar americano se legalizó el contrato conocido como Plan Nueva York, en el que se acordó el derrocamiento del gobierno constitucional de Venustiano Carranza, derogar la constitución promulgada en Querétaro en 1917 y proteger los intereses petroleros norteamericanos, ante la amenaza del gobierno carrancista por “sus confiscatorios decretos” revela la traducción del original en inglés de ese plan.

El pago por formalizar legalmente ese contrato fue de un dólar y consta de dos partes del convenio más un apartado al que titularon “Memorándum” en el que se detalla el armamento y los demás apoyos que recibirían para cumplir su cometido.

Foto: Cortesía Gustavo Casasola

El citado memorándum detalla un inventario de 5 mil rifles, 5 mil carabinas, 5 mil navajas para rifles con sus cintillas, 500 ametralladoras tipo Hotchkiss (Lewis), 500 revólveres tipo Colt “Police Special” de calibre. 38, aunque es inelegible por el deterioro del documento, un estimado de 20 millones de cartuchos para las ametralladoras, 2 millones de cartuchos para carabina 30-30, 100 mil cartuchos para los revólveres Colt.

Además de 10 mil granadas de mano, 5 mil bombas para aeroplano de diferentes tamaños, 15 mil uniformes de infantería, 5000 uniformes para caballería, un automóvil equipado con armas de ataque antiaéreo, dos automóviles para el servicio militar, dos camionetas para el servicio militar, 10 botiquines de auxilio médico de tipo militar, así como 10 cajas de equipo quirúrgico, entre otros materiales militares y de uso bélico.

Los intereses norteamericanos por el petróleo y la compra de poco más de un cuarto de millón de millas del territorio mexicano, estarían detrás del magnicidio del presidente Venustiano Carranza Garza, según se desprende de la compilación de documentos históricos recopilados con motivo de los 100 años de la muerte del presidente de México, los cuales indican que se trató de un complot en el que habrían participado ilustres personajes de la Sierra Norte de Puebla, algunos de ellos de Zacatlán, en lo que se conoció en ese entonces como Pacto de Nueva York.

Así, hombres como Luis Cabrera Lobato y Rodolfo Herrero Cano, ambos originarios de Zacatlán, los generales Barrios, así como otros personajes, estarían detrás de este asesinato, no obstante que el primero de ellos se convirtió en el brazo derecho del entonces presidente, es reconocido como uno de los ideólogos de la revolución, entre otras cosas, por su autoría en los esenciales elementos de las Leyes de Reforma y es reconocido por su participación en la relación comercial de México con Estados Unidos.

LA CONSPIRACIÓN

De acuerdo con los archivos a los que se tuvo acceso, la primera evidencia documentada es un telegrama dirigido al general Félix Díaz, el 21 de febrero de 1913, firmado por el banquero de Wall Street, diplomático y dueño de minas en la frontera sur de Estados Unidos, William Howard Ellis; el mensaje de ese documento revela la influencia del norteamericano sobre el general mexicano que pudo haberse convertido en presidente de la República Mexicana y cuya traducción revela que no tendría dificultades en obtener toda la ayuda financiera que necesitara.

Foto: Cortesía Gustavo Casasola

La segunda evidencia documentada sobre el origen del complot es la nota periodística publicada por el "New York Evening Journal", fechado el 26 de abril de 1913, que da cuenta de los planes que tenía los Estados Unidos de comprar alrededor de 250 mil millas terrestres, equivalente a 402 mil 335 kilómetros del territorio mexicano.

Casi cinco semanas después, el recorte del periódico fue enviado a Félix Díaz, junto con una carta manuscrita, fechada el 6 de junio de ese año. En su respuesta, el general se limita únicamente a agradecer las "indicaciones que se sirve hacerme" y felicitarlo "por el vivo interés que toma en pro del honor de esta República" y sin negar la noticia.

LA NEGOCIACIÓN

El documento más revelador de este complot es el acuerdo hecho e ingresado en Nueva York, el 1 de abril de 1919, por Pedro del Villar, en representación del general Félix Díaz, en su carácter de comandante en jefe de la "Armada Nacional Reorganizada", de los Estados Unidos Mexicanos y Milton C Quimby, "representando a directores no revelados que son y han sido encargados del desarrollo de propiedades minerales de petróleo y su refinación y que ahora son seriamente afectados por la actual condición política en México", se traduce del contrato.

El ataúd de Carranza es conducido por los fangosos caminos de la sierra desde Villa Juárez hasta Necaxa - Mayo de 1920. Foto: Cortesía Gustavo Casasola

Este plan obligaba a dos cosas, la primera de ellas era entregar o encauzar la entrega de todo lo descrito en el anexo “memorándum”. La segunda las obligaciones eran pagar el efectivo prestado, siempre y cuando no exceda los quince millones de dólares, equivalentes a 39 mil 40 millones 350 mil dólares actuales, bajo la consigna de derogar la Constitución de 1917, para derrocar al entonces presidente Venustiano Carranza y para dar protección a los intereses norteamericanos.

Inversión que pagaría en efectivo, con intereses del 6 por ciento anual, 180 días después del establecimiento del gobierno constitucional mexicano o con terrenos petroleros, de manera opcional, estimados en 10 por ciento del territorio mexicano.

Aunque no está escrito en el contrato, W. H. Ellis debería atestiguar el derrocamiento de Venustiano Carranza (o su muerte), para poder pagar la recompensa que se habían ofrecido. Inexplicablemente viajó en el tren presidencial que usó el coahuilense en su última travesía, cuando intentó llegar a Veracruz. No hay evidencia histórica del lugar en el que el banquero se alejó de la comitiva; se presume que ni siquiera llegó a Apizaco, el 9 de mayo de 1920.

Foto: Cortesía Gustavo Casasola

A la llegada del zacateo Luis Cabrera Lobato como ministro de Hacienda, el vínculo estaba hecho, el complot estaba armado. Otra de las teorías de conspiración revelan que por la familiaridad que había entre Luis Cabrera Lobato y el general Rodolfo Herrero, le fuera fácil convertir a un subalterno de Manuel Peláez, quien era un personajes incondicional de las compañías petroleras.

Con el pago de un dólar americano se legalizó el contrato conocido como Plan Nueva York, en el que se acordó el derrocamiento del gobierno constitucional de Venustiano Carranza, derogar la constitución promulgada en Querétaro en 1917 y proteger los intereses petroleros norteamericanos, ante la amenaza del gobierno carrancista por “sus confiscatorios decretos” revela la traducción del original en inglés de ese plan.

El pago por formalizar legalmente ese contrato fue de un dólar y consta de dos partes del convenio más un apartado al que titularon “Memorándum” en el que se detalla el armamento y los demás apoyos que recibirían para cumplir su cometido.

Foto: Cortesía Gustavo Casasola

El citado memorándum detalla un inventario de 5 mil rifles, 5 mil carabinas, 5 mil navajas para rifles con sus cintillas, 500 ametralladoras tipo Hotchkiss (Lewis), 500 revólveres tipo Colt “Police Special” de calibre. 38, aunque es inelegible por el deterioro del documento, un estimado de 20 millones de cartuchos para las ametralladoras, 2 millones de cartuchos para carabina 30-30, 100 mil cartuchos para los revólveres Colt.

Además de 10 mil granadas de mano, 5 mil bombas para aeroplano de diferentes tamaños, 15 mil uniformes de infantería, 5000 uniformes para caballería, un automóvil equipado con armas de ataque antiaéreo, dos automóviles para el servicio militar, dos camionetas para el servicio militar, 10 botiquines de auxilio médico de tipo militar, así como 10 cajas de equipo quirúrgico, entre otros materiales militares y de uso bélico.

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