/ viernes 5 de mayo de 2023

Francisco Oropesa era 'un niño alegre' y su familia altruista, refieren en Chietla

Hace más de 20 años partió en busca del sueño americano y hoy es nota internacional por el homicidio de cinco hondureños, lo que resulta desconcertante para la comunidad

La comunidad de Ahuehuetzingo, situada en el municipio de Chietla y apostada sobre la flamante calidez de la Mixteca poblana, es conocida por su alta vocación migratoria. Hoy, sin embargo, su población vive consternada, luego de que uno de sus paisanos, Francisco Oropesa, un hombre a quien muchos recuerdan como “un niño alegre”, es juzgado en Estados Unidos por supuestamente haber asesinado a cinco personas.

Rostros de sorpresa, angustia y hasta enojo son visibles entre los pobladores de Ahuehuetzingo cuando son cuestionados por Oropesa.

Esta semana, la comunidad, que recibe a sus visitantes con paisajes áridos y llenos de folclor, fue centro de atención global por ser el lugar de origen de Francisco, quien fue arrestado tras ser buscado durante cuatro días seguidos por decenas de agentes federales y estatales en Texas, lugar donde habría cometido el multihomicidio, el pasado 28 de abril.

Don Lucio, por ejemplo, recuerda a Francisco como “un niño alegre, pacífico y juguetón”. En una charla con El Sol de Puebla, el oriundo de esa comunidad relata que él mismo fue testigo de la despedida de Oropesa, cuando hace más de 20 años partió hacia Estados Unidos, como muchos jóvenes más, con decenas de sueños y objetivos por cumplir.

Francisco Oropesa era 'un niño alegre' y su familia altruista, refieren en Chietla. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

“No era ni conflictivo ni nada, era tranquilo (...) Iba aquí a la escuela. Se fue cuando tenía entre 10 y 11 años, lo veía jugando, aquí andaba con todos. Lo conocemos porque sus tíos y todos ellos se han llevado muy bien con nosotros”, señala don Lucio.

Para él sigue siendo desconcertante el observar que el rostro de aquel infante jubiloso y noble es portada de periódicos a nivel mundial y es proyectado en noticieros como el autor del asesinato de cinco integrantes de una familia de origen hondureño, entre ellos un menor de nueve años de edad.

“Cuando oí la noticia, no creí, se me hizo medio raro. Sentí gacho porque dije, ‘ese cabrón era bien tranquilo, yo creo lo hicieron enojar bastante y explotó’. Está cabrón (...) Él tenía muchos amigos, ahí andaba con la chamacada. Toda su familia es bien buena gente”, añade el poblador, quien vivió varios años en Bakersfield, California, sembrando col.

Frente a la alameda del pueblo se encuentra una llamativa construcción que se distingue por los colores amarillo y azul, y que asimila a una edificación egipcia. Ahora luce desolada y con el pasto crecido, pues, después del terremoto de 2017, su infraestructura quedó inservible. Este lugar fue en su momento la primera sede de la primaria Doctor Rafael Serrano, donde Oropesa estudió e hizo varias amistades, refiere don Lucio.

El hombre señala que Francisco era un apasionado de las fiestas patronales de la comunidad. Cada año, sin excepción alguna, ayudaba a instalar las mesas de comida e incluso apoyaba a su familia, quien cooperaba económicamente para comprar insumos y sacar adelante las celebraciones. Inclusive, antes de partir a Estados Unidos, el inquieto niño buscaba aprender a quemar el llamado ‘torito’ de pirotecnia.

A propósito, don Othón, un hombre que trabajó colocando alfombras por muchos años en Chicago, Illinois, y que recientemente volvió a su natal Chietla, describe que el núcleo familiar de Francisco, que se compone de su madre, abuela, tíos y hermano, está integrado de personas ejemplares, trabajadoras, entregadas a la comunidad, y dedicadas a la industria de la construcción.

“No me explico cómo es que pasó esto, ¿qué motivos tuvo? Sabrá Dios. En realidad su familia aquí, pues, sí participa (...) Su familia es muy trabajadora. Los muchachos que son de su familia salen a trabajar, normalmente como siempre lo han hecho. Desde que se supo esto, pienso que sí les afectó, queramos o no son familia. La familia no es perfecta. Han de estar afectados, pero la vida sigue y tenemos que sobrevivir”, comparte don Othón.

Escuela primaria en Ahuehuetzingo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Los seres queridos de Oropesa, residentes de la comunidad, han velado siempre por el bienestar del pueblo, dicen algunos. De hecho, fueron ellos quienes donaron, “de forma altruista”, decenas de árboles y plantas que hoy lucen de ornamento en la plaza principal de Ahuehuetzingo.

Oropesa se crió con su abuela y sus tíos; su madre vive en la misma comunidad, pero en un domicilio separado. Su abuela siempre lo impulsó para que siguiera adelante, incluso cuando decidió meter sus sueños en una maleta y migrar hacia el país del norte.

A decir de algunos pobladores cercanos a la familia, Francisco recibía cariño y cuidado extremo de su abuela, por lo que, durante el tiempo que vivió en el pueblo, habitó en un seno familiar óptimo para su crecimiento.

Hace aproximadamente cuatro años, sin embargo, el padre de Francisco perdió la vida, comparte don Lucio.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Ahuehuetzingo tenía, hasta 2020, mil 15 habitantes. No obstante, las autoridades auxiliares señalaron que el último censo arrojó mil 200 pobladores.

¿Cómo sucedieron los hechos?

Tal como dio a conocer El Sol de Puebla, con información generada por agencias internacionales de noticias, el pasado viernes 28 de abril Oropesa, de 38 años de edad, abrió fuego contra un hombre que le pidió no disparar al aire libre, dejándolo herido. No obstante, el poblano asesinó a otras cuatro personas, familiares de la primera víctima. Los hechos ocurrieron en la ciudad de Cleveland, Texas.

El pasado martes 2 de mayo el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos confirmó la detención de Francisco, en la comunidad de Conroe, en las periferias de Houston. Para este momento, sin embargo, autoridades de ese país ya ofrecían una recompensa de 80 mil dólares por información que ayudara a su captura.

Un día después de su aprehensión esa misma agencia gubernamental detuvo a la esposa de Oropesa, Divimara Lamar Nava, pero a ella se le imputaron los cargos de obstrucción de la detención de un delincuente conocido.

Hasta el cierre de esta edición, el oriundo de Ahuehuetzingo no había sido sentenciado todavía.

Comunidad pide no ser molestada por el caso

Para la mayoría de personas consultadas por este diario resulta lamentable que el pueblo sea observado a nivel mundial como el sitio que vio nacer a un supuesto homicida.

Ellas ya no quieren ser buscadas para alimentar historias que abonen a la degradación de la imagen de la comunidad, ni tampoco a la afectación de la familia de Oropesa, señalan algunas de ellas. Por el contrario, buscan que pronto termine este episodio y que el luto que se vive en la población termine pronto y ello les permita seguir adelante.

Escuela primaria en Ahuehuetzingo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Un hombre que se identificó como pariente de Francisco aseguró estar desesperado por la atención mediática que atrajo el caso de su familiar. Por lo tanto, pidió que sus seres queridos, especialmente la abuela de Oropesa, no fueran buscados para la realización de esta pieza editorial.

Por esa razón, y con el objetivo de mantener el respeto hacia los consanguíneos del hombre que hoy es juzgado en Estados Unidos, se omitieron en el presente trabajo los nombres de los familiares cercanos a él.

Aunque el caso impactó a cientos de habitantes, muchos empatizan y son conscientes de que la familia de Francisco no es responsable de su actuar, ni mucho menos deben pagar las consecuencias sociales que el caso atrajo.

Para finalizar, es importante decir que los habitantes de Ahuehuetzingo viven con dolor lo ocurrido. Por ello, esperan que las autoridades estadounidenses juzguen a su paisano de forma imparcial y le ofrezcan una alternativa humana de redención, pues muchos aseguran que cualquier persona tiene derecho a pagar por sus errores y reivindicarlos.

La comunidad de Ahuehuetzingo, situada en el municipio de Chietla y apostada sobre la flamante calidez de la Mixteca poblana, es conocida por su alta vocación migratoria. Hoy, sin embargo, su población vive consternada, luego de que uno de sus paisanos, Francisco Oropesa, un hombre a quien muchos recuerdan como “un niño alegre”, es juzgado en Estados Unidos por supuestamente haber asesinado a cinco personas.

Rostros de sorpresa, angustia y hasta enojo son visibles entre los pobladores de Ahuehuetzingo cuando son cuestionados por Oropesa.

Esta semana, la comunidad, que recibe a sus visitantes con paisajes áridos y llenos de folclor, fue centro de atención global por ser el lugar de origen de Francisco, quien fue arrestado tras ser buscado durante cuatro días seguidos por decenas de agentes federales y estatales en Texas, lugar donde habría cometido el multihomicidio, el pasado 28 de abril.

Don Lucio, por ejemplo, recuerda a Francisco como “un niño alegre, pacífico y juguetón”. En una charla con El Sol de Puebla, el oriundo de esa comunidad relata que él mismo fue testigo de la despedida de Oropesa, cuando hace más de 20 años partió hacia Estados Unidos, como muchos jóvenes más, con decenas de sueños y objetivos por cumplir.

Francisco Oropesa era 'un niño alegre' y su familia altruista, refieren en Chietla. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

“No era ni conflictivo ni nada, era tranquilo (...) Iba aquí a la escuela. Se fue cuando tenía entre 10 y 11 años, lo veía jugando, aquí andaba con todos. Lo conocemos porque sus tíos y todos ellos se han llevado muy bien con nosotros”, señala don Lucio.

Para él sigue siendo desconcertante el observar que el rostro de aquel infante jubiloso y noble es portada de periódicos a nivel mundial y es proyectado en noticieros como el autor del asesinato de cinco integrantes de una familia de origen hondureño, entre ellos un menor de nueve años de edad.

“Cuando oí la noticia, no creí, se me hizo medio raro. Sentí gacho porque dije, ‘ese cabrón era bien tranquilo, yo creo lo hicieron enojar bastante y explotó’. Está cabrón (...) Él tenía muchos amigos, ahí andaba con la chamacada. Toda su familia es bien buena gente”, añade el poblador, quien vivió varios años en Bakersfield, California, sembrando col.

Frente a la alameda del pueblo se encuentra una llamativa construcción que se distingue por los colores amarillo y azul, y que asimila a una edificación egipcia. Ahora luce desolada y con el pasto crecido, pues, después del terremoto de 2017, su infraestructura quedó inservible. Este lugar fue en su momento la primera sede de la primaria Doctor Rafael Serrano, donde Oropesa estudió e hizo varias amistades, refiere don Lucio.

El hombre señala que Francisco era un apasionado de las fiestas patronales de la comunidad. Cada año, sin excepción alguna, ayudaba a instalar las mesas de comida e incluso apoyaba a su familia, quien cooperaba económicamente para comprar insumos y sacar adelante las celebraciones. Inclusive, antes de partir a Estados Unidos, el inquieto niño buscaba aprender a quemar el llamado ‘torito’ de pirotecnia.

A propósito, don Othón, un hombre que trabajó colocando alfombras por muchos años en Chicago, Illinois, y que recientemente volvió a su natal Chietla, describe que el núcleo familiar de Francisco, que se compone de su madre, abuela, tíos y hermano, está integrado de personas ejemplares, trabajadoras, entregadas a la comunidad, y dedicadas a la industria de la construcción.

“No me explico cómo es que pasó esto, ¿qué motivos tuvo? Sabrá Dios. En realidad su familia aquí, pues, sí participa (...) Su familia es muy trabajadora. Los muchachos que son de su familia salen a trabajar, normalmente como siempre lo han hecho. Desde que se supo esto, pienso que sí les afectó, queramos o no son familia. La familia no es perfecta. Han de estar afectados, pero la vida sigue y tenemos que sobrevivir”, comparte don Othón.

Escuela primaria en Ahuehuetzingo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Los seres queridos de Oropesa, residentes de la comunidad, han velado siempre por el bienestar del pueblo, dicen algunos. De hecho, fueron ellos quienes donaron, “de forma altruista”, decenas de árboles y plantas que hoy lucen de ornamento en la plaza principal de Ahuehuetzingo.

Oropesa se crió con su abuela y sus tíos; su madre vive en la misma comunidad, pero en un domicilio separado. Su abuela siempre lo impulsó para que siguiera adelante, incluso cuando decidió meter sus sueños en una maleta y migrar hacia el país del norte.

A decir de algunos pobladores cercanos a la familia, Francisco recibía cariño y cuidado extremo de su abuela, por lo que, durante el tiempo que vivió en el pueblo, habitó en un seno familiar óptimo para su crecimiento.

Hace aproximadamente cuatro años, sin embargo, el padre de Francisco perdió la vida, comparte don Lucio.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Ahuehuetzingo tenía, hasta 2020, mil 15 habitantes. No obstante, las autoridades auxiliares señalaron que el último censo arrojó mil 200 pobladores.

¿Cómo sucedieron los hechos?

Tal como dio a conocer El Sol de Puebla, con información generada por agencias internacionales de noticias, el pasado viernes 28 de abril Oropesa, de 38 años de edad, abrió fuego contra un hombre que le pidió no disparar al aire libre, dejándolo herido. No obstante, el poblano asesinó a otras cuatro personas, familiares de la primera víctima. Los hechos ocurrieron en la ciudad de Cleveland, Texas.

El pasado martes 2 de mayo el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos confirmó la detención de Francisco, en la comunidad de Conroe, en las periferias de Houston. Para este momento, sin embargo, autoridades de ese país ya ofrecían una recompensa de 80 mil dólares por información que ayudara a su captura.

Un día después de su aprehensión esa misma agencia gubernamental detuvo a la esposa de Oropesa, Divimara Lamar Nava, pero a ella se le imputaron los cargos de obstrucción de la detención de un delincuente conocido.

Hasta el cierre de esta edición, el oriundo de Ahuehuetzingo no había sido sentenciado todavía.

Comunidad pide no ser molestada por el caso

Para la mayoría de personas consultadas por este diario resulta lamentable que el pueblo sea observado a nivel mundial como el sitio que vio nacer a un supuesto homicida.

Ellas ya no quieren ser buscadas para alimentar historias que abonen a la degradación de la imagen de la comunidad, ni tampoco a la afectación de la familia de Oropesa, señalan algunas de ellas. Por el contrario, buscan que pronto termine este episodio y que el luto que se vive en la población termine pronto y ello les permita seguir adelante.

Escuela primaria en Ahuehuetzingo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Un hombre que se identificó como pariente de Francisco aseguró estar desesperado por la atención mediática que atrajo el caso de su familiar. Por lo tanto, pidió que sus seres queridos, especialmente la abuela de Oropesa, no fueran buscados para la realización de esta pieza editorial.

Por esa razón, y con el objetivo de mantener el respeto hacia los consanguíneos del hombre que hoy es juzgado en Estados Unidos, se omitieron en el presente trabajo los nombres de los familiares cercanos a él.

Aunque el caso impactó a cientos de habitantes, muchos empatizan y son conscientes de que la familia de Francisco no es responsable de su actuar, ni mucho menos deben pagar las consecuencias sociales que el caso atrajo.

Para finalizar, es importante decir que los habitantes de Ahuehuetzingo viven con dolor lo ocurrido. Por ello, esperan que las autoridades estadounidenses juzguen a su paisano de forma imparcial y le ofrezcan una alternativa humana de redención, pues muchos aseguran que cualquier persona tiene derecho a pagar por sus errores y reivindicarlos.

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