El sacristán del municipio de Atzala, Sergio Montiel Tello, fue uno de los sobrevivientes del sismo del 19 de septiembre de 2017, cuando la cúpula de la iglesia de Santiago Apóstol se vino abajo, sin embargo, hace un par de semanas se confirmó su fallecimiento.
María y su hija Rocío, quienes también se encontraban dentro del templo cuando el techo se colapsó por este fenómeno natural, dieron a conocer que Sergio falleció hace algunas semanas, presuntamente a consecuencia de una fuerte bacteria que adquirió luego de acudir a un cerro donde pernoctan murciélagos, no obstante, otros pobladores mencionaron que también pudo haber sido por los sustos vividos antes, durante y después del movimiento telúrico.
María Morales, mencionó que Sergio era el que se encargaba de todos los preparativos de las misas y que ese día, minutos antes de la tragedia había acomodado las lecturas correspondientes para que junto con su compañero Lorenzo dieron paso a la celebración eucarística, sin embargo, durante el sismo se arrimó a la pared mientras empezaban a caer pedazos de piedra del techo.
“Muchos dicen que a la mejor por el susto se murió. Como él vio todo. Se quedó parado ahí donde iba a leer y Lorenzo, su compañero, las demás lecturas. Pero tiempo después nos comentaron que se murió por una extraña bacteria que tenía en su cuerpo”, explicó la mujer.
El hoy finado, todavía asistió a una misa el pasado 25 de julio del presente año, como padrino de bautizo, pero nadie se imaginó que semanas después caería en cama con fuertes dolores en el cuerpo y fiebre intensa, hasta morir.
A Sergio también se le conoció como un luchador social durante esta tragedia, pues logró sacar de entre los escombros a Ismael, papá de la menor a la que iban a bautizar ese 19 de septiembre; el hombre se encontraba atrapado de las rodillas, no había unidades de emergencia cerca de la zona en ese momento, por lo que con ayuda de decenas de habitantes decidió sacar a los que se encontraban aprisionados.
Las piedras y los grandes pedazos de construcción complicaron el rescate; a pesar de ello, los pobladores no se desanimaron, ya que por más de ocho horas los descombros aún continuaban siendo removidos.
El hoy finado, pudo narrar ese terrible episodio, fue el único que pudo observar los cuerpos inertes de las personas, entre ellas cuatro menores de edad.
Después del sismo, el sacristán siguió sirviendo a Dios en un templo improvisado a un lado del templo en ruinas, posteriormente, se retiró al presentar problema de salud y a unas semanas de que se cumplieran dos años de la tragedia, se comunicó su muerte.