/ sábado 9 de julio de 2022

Pandemia ha provocado la saturación de panteones en Cuautlancingo

Conseguir un espacio para los muertos en los panteones de Cuautlancingo se ha convertido en un problema

En vida, un espacio de dos metros de largo por uno de ancho es a veces imperceptible, pero en la muerte este pedazo de tierra es difícil de obtener para dar santa sepultura a una persona en Cuautlancingo.
En este municipio conurbado de Puebla, la disponibilidad de esta medida “agoniza” en los panteones de la cabecera local y la comunidad de San Lorenzo Almecatla, ya que tienen problemas de saturación. Las tumbas ya se encuentran incluso en los pasillos. También se da el llamado “volteo” de sepulcros para reocupación de lugares o en algunos casos descansan juntos hasta de a dos difuntos.
Mientras, en los panteones correspondientes a las juntas auxiliares La Trinidad Chautenco y Sanctórum, el periodo de vida de estos sitios se reduce a tres y cinco años, respectivamente.

El escenario que enfrentan los camposantos de Cuautlancingo, a decir de autoridades, pobladores y encargados de estos lugares, donde los últimos también son conocidos como panteoneros, se debe a la mortandad provocada por la pandemia de la Covid-19, que llegó al país en marzo del 2020.

Hasta el último corte informativo publicado por el gobierno del estado, a través del Sistema de Monitoreo Regional, esta jurisdicción suma 167 fallecimientos por contagios de coronavirus.

Dicha cifra se añade al número de decesos que por mes son notificados al Registro Civil del Ayuntamiento, oscilante entre 15 y 18.
Lo anterior ocasionó que hasta seis personas fueran enterradas por día en el panteón municipal en el primer año de la contingencia sanitaria, situación que marcó un antecedente en los listados oficiales.
Justo en este inmueble, exautoridades de la pasada administración adquirieron un terreno adjunto para agrandarlo, pero ante la demanda de espacios esta ha sido ocupado a un 90 por ciento de su capacidad. El estimado de lugares disponibles es menor de 60.
Ante este fenómeno, el presidente municipal Filomeno Sarmiento Torres habla de la adquisición de una superficie territorial en San Lorenzo Almecatla y en otros puntos del territorio para destinarlas a esta prestación, en apoyo de los 137 mil 435 habitantes censados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hasta el año 2020.
Acepta que los panteones de Cuautlancingo están “rebasados” y argumenta que la causante es la pandemia aún presente.

YA NO CABE NI UNO MÁS EN EL PANTEÓN

En San Lorenzo Almecatla un grupo de pobladores afirma que en el panteón ya no cabe un cuerpo más. Agrega que hay restos de seres humanos sepultados en donde eran pasillos y que ahora hasta los pisan para circular de un lugar a otro.

También lamentan que, ante la falta de espacio, las cruces de las tumbas ya no miren hacia la iglesia, porque en los últimos años algunas han tenido que ser colocadas dando la espalda a la zona del recinto para aprovechar cualquier hueco disponible, hecho que viola la tradición.
En uno de los pasillos del camposanto, Julieta, José Carlos y Gregorio entablaban una plática y ante la visita de El Sol de Puebla accedieron a abordar la problemática existente.
“Hace tres días todavía había lugares, pero hoy definitivamente no hay espacios, ya caminamos sobre las tumbas, dicen que el municipio (ayuntamiento) ya compró un terreno, pero no lo vemos y si hay gente que se ha enterrado es porque los meten con algún familiar”, externó Gregorio.
El habitante indica que también se han “volteado” tumbas para usar otra vez el lugar, pero para hacer este proceso deben pasar 15 años a partir del primer entierro, tiempo en que supuestamente termina de desintegrarse el cuerpo humano.

Las defunciones por Covid-19 saturaron los panteones municipales. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


“Aquí no se venden los lugares, uno los agarra como se va muriendo uno o el familiar, solo se pagan los permisos, pero este panteón se acabó en unos 70 años porque antes la gente era enterrada en la iglesia”, interviene Julieta.
Un comentario de José Carlos destaca que, en los primeros meses de la pandemia, de 3 a 4 personas “se iban” (fallecían) al día y eso amplió la ocupación de los espacios que había.
Los habitantes concuerdan que el panteón de Almecatla se llenó por las muertes generadas por la pandemia y también por el crecimiento de la población. Antes del año 2000 no se tenían grandes fraccionamientos, contrario a lo que sucede ahora con Villas San Jacinto, que tiene más de dos mil casas y no posee un terreno para enterrar a sus habitantes.
“Ya somos más y pues con eso más morimos y por eso se acabaron los espacios en el panteón”, refieren.
En esta comunidad de Cuautlancingo, el edil auxiliar Macario Flores también acepta que el cementerio está “lleno”. Confía en que el ayuntamiento entregue un nuevo terreno, porque este espacio es una exigencia del pueblo.
“Hace 50 años la población de Almecatla era poca, pero fue creciendo y ahora con la pandemia el panteón se ocupó más rápido y pues la hectárea donde fue creado ya está llena de tumbas y pido al presidente su apoyo para abrir un nuevo lugar porque es necesario y urgente”, concluye.

NOSTALGIA PORQUE NO SERÁ ENTERRADA JUNTO A SUS PADRES

“Al entrar a este lugar sírvase descubrirse, aquí terminan las grandezas mundanales, aquí está el terreno de la igualdad”. Esta frase puede leerse en la entrada del panteón municipal de Cuautlancingo.
En una de las tumbas, Rosario, una mujer adulta de este municipio, arregla el espacio donde 15 años atrás enterró a su papá Ricardo Barrios y donde a un lado también están los restos de su progenitora, Enedina Ramírez. Dice sentir nostalgia por saber que cuando muera no será enterrada junto a sus padres.
“Ya está bien lleno, quedan pocos lugares. Antes de la pandemia había todavía un tramo grande vacío, pero con la pandemia se saturó muy rápido, hubo muchos fallecidos y me pregunto a dónde me irán a enterrar, porque junto a mis padres ya no creo”, expresa.

Con tono de tristeza, externa que hace tiempo apartó un espacio junto a las tumbas de sus papás, pero ya fue ocupado al morirse su cuñada.
“Quién sabe dónde nos toque, ya difunta no sé dónde terminaré”, asevera.
En otro punto del cementerio, Tomás Hernández, quien suma dos periodos desempeñándose como panteonero, indica que después de la pandemia este lugar es de primera necesidad.
Aclara que las tumbas encontradas en un pasillo y donde sus cruces fueron colgadas en uno de los muros se encuentran así porque los familiares de los difuntos no autorizaron removerlas cuando se amplió el panteón.
Reconoce que quedan ya pocos lugares disponibles. Estima que hay unos 60, con todo y que hace dos años fue ampliado, pero éste se llenó rápidamente por las muertes generadas por la pandemia.
“En este lugar los espacios de una tumba deben respetarse, porque el féretro tiene una medida estándar y no cambia, mide 2 metros por 90 centímetros y ese tamaño se debe respetar en la excavación y en todos los casos se deben dar de 10 a 20 centímetros más, tanto de largo como de ancho, por si las familias quieren poner lápidas o monumentos”, sostiene.
Por último, cuenta que en fechas recientes han exhortado a los usuarios de este sitio a respetar la medida otorgada, porque si llegan a extenderla se pierde un lugar para otro difunto.

FUE DIFÍCIL DURANTE LA PANDEMIA

José Alberto Onofre García, panteonero de la comunidad La Trinidad Chautenco, exhibe que este sitio tiene menos de 50 lugares disponibles a beneficio de la población, pero tiene conocimiento de que autoridades municipales empiezan a ver la compra de nuevos terrenos.

Aprueba los comentarios de pobladores y de sus homólogos en torno a que la pandemia se llevó a muchas personas.
“Fue crudo el escenario, la gente moría, aunque aquí llegaron personas que murieron de otras causas, pero los espacios comenzaron a llenarse en los últimos dos años, porque ya no llegaban las dos o tres de cada mes, sino era más”, recuerda.
Alerta que al panteón de Chautenco le quedan tres años de vida, porque es baja la estadística de mortalidad.

ACOMODAR BIEN LOS ESPACIOS PARA QUE QUEPAN MÁS

En la junta auxiliar Sanctórum, considerada la más grande de Cuautlancingo, el escenario en cuanto a la disponibilidad de espacios en el camposanto no es aún desalentador, porque a decir del panteonero, Jaime Flor Romero, éste tiene 250.
“Aquí es nuestra mera casa, de vivos tenemos nuestra casa, pero aquí será nuestra segunda casa y afortunadamente hay todavía lugares”, ventila, mientras muestra los tramos desocupados, los cuales pueden obtenerse sin costo alguno, aunque el peticionario debe cubrir una cantidad económica para tener los permisos de ocupación y el registro oficial.
Las criptas en este lugar generalmente miden 2.2 metros de largo por 90 centímetros de ancho, con una profundidad de 1.7 metros.
“En los primeros momentos de pandemia sí murió mucha gente, no me tocó ver eso, pero me contó la persona que antes estaba en mi lugar y por eso ahora acomodamos mejor los lugares para que las tumbas estén bien distribuidas y el espacio alcance para más”, finaliza.


En vida, un espacio de dos metros de largo por uno de ancho es a veces imperceptible, pero en la muerte este pedazo de tierra es difícil de obtener para dar santa sepultura a una persona en Cuautlancingo.
En este municipio conurbado de Puebla, la disponibilidad de esta medida “agoniza” en los panteones de la cabecera local y la comunidad de San Lorenzo Almecatla, ya que tienen problemas de saturación. Las tumbas ya se encuentran incluso en los pasillos. También se da el llamado “volteo” de sepulcros para reocupación de lugares o en algunos casos descansan juntos hasta de a dos difuntos.
Mientras, en los panteones correspondientes a las juntas auxiliares La Trinidad Chautenco y Sanctórum, el periodo de vida de estos sitios se reduce a tres y cinco años, respectivamente.

El escenario que enfrentan los camposantos de Cuautlancingo, a decir de autoridades, pobladores y encargados de estos lugares, donde los últimos también son conocidos como panteoneros, se debe a la mortandad provocada por la pandemia de la Covid-19, que llegó al país en marzo del 2020.

Hasta el último corte informativo publicado por el gobierno del estado, a través del Sistema de Monitoreo Regional, esta jurisdicción suma 167 fallecimientos por contagios de coronavirus.

Dicha cifra se añade al número de decesos que por mes son notificados al Registro Civil del Ayuntamiento, oscilante entre 15 y 18.
Lo anterior ocasionó que hasta seis personas fueran enterradas por día en el panteón municipal en el primer año de la contingencia sanitaria, situación que marcó un antecedente en los listados oficiales.
Justo en este inmueble, exautoridades de la pasada administración adquirieron un terreno adjunto para agrandarlo, pero ante la demanda de espacios esta ha sido ocupado a un 90 por ciento de su capacidad. El estimado de lugares disponibles es menor de 60.
Ante este fenómeno, el presidente municipal Filomeno Sarmiento Torres habla de la adquisición de una superficie territorial en San Lorenzo Almecatla y en otros puntos del territorio para destinarlas a esta prestación, en apoyo de los 137 mil 435 habitantes censados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hasta el año 2020.
Acepta que los panteones de Cuautlancingo están “rebasados” y argumenta que la causante es la pandemia aún presente.

YA NO CABE NI UNO MÁS EN EL PANTEÓN

En San Lorenzo Almecatla un grupo de pobladores afirma que en el panteón ya no cabe un cuerpo más. Agrega que hay restos de seres humanos sepultados en donde eran pasillos y que ahora hasta los pisan para circular de un lugar a otro.

También lamentan que, ante la falta de espacio, las cruces de las tumbas ya no miren hacia la iglesia, porque en los últimos años algunas han tenido que ser colocadas dando la espalda a la zona del recinto para aprovechar cualquier hueco disponible, hecho que viola la tradición.
En uno de los pasillos del camposanto, Julieta, José Carlos y Gregorio entablaban una plática y ante la visita de El Sol de Puebla accedieron a abordar la problemática existente.
“Hace tres días todavía había lugares, pero hoy definitivamente no hay espacios, ya caminamos sobre las tumbas, dicen que el municipio (ayuntamiento) ya compró un terreno, pero no lo vemos y si hay gente que se ha enterrado es porque los meten con algún familiar”, externó Gregorio.
El habitante indica que también se han “volteado” tumbas para usar otra vez el lugar, pero para hacer este proceso deben pasar 15 años a partir del primer entierro, tiempo en que supuestamente termina de desintegrarse el cuerpo humano.

Las defunciones por Covid-19 saturaron los panteones municipales. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


“Aquí no se venden los lugares, uno los agarra como se va muriendo uno o el familiar, solo se pagan los permisos, pero este panteón se acabó en unos 70 años porque antes la gente era enterrada en la iglesia”, interviene Julieta.
Un comentario de José Carlos destaca que, en los primeros meses de la pandemia, de 3 a 4 personas “se iban” (fallecían) al día y eso amplió la ocupación de los espacios que había.
Los habitantes concuerdan que el panteón de Almecatla se llenó por las muertes generadas por la pandemia y también por el crecimiento de la población. Antes del año 2000 no se tenían grandes fraccionamientos, contrario a lo que sucede ahora con Villas San Jacinto, que tiene más de dos mil casas y no posee un terreno para enterrar a sus habitantes.
“Ya somos más y pues con eso más morimos y por eso se acabaron los espacios en el panteón”, refieren.
En esta comunidad de Cuautlancingo, el edil auxiliar Macario Flores también acepta que el cementerio está “lleno”. Confía en que el ayuntamiento entregue un nuevo terreno, porque este espacio es una exigencia del pueblo.
“Hace 50 años la población de Almecatla era poca, pero fue creciendo y ahora con la pandemia el panteón se ocupó más rápido y pues la hectárea donde fue creado ya está llena de tumbas y pido al presidente su apoyo para abrir un nuevo lugar porque es necesario y urgente”, concluye.

NOSTALGIA PORQUE NO SERÁ ENTERRADA JUNTO A SUS PADRES

“Al entrar a este lugar sírvase descubrirse, aquí terminan las grandezas mundanales, aquí está el terreno de la igualdad”. Esta frase puede leerse en la entrada del panteón municipal de Cuautlancingo.
En una de las tumbas, Rosario, una mujer adulta de este municipio, arregla el espacio donde 15 años atrás enterró a su papá Ricardo Barrios y donde a un lado también están los restos de su progenitora, Enedina Ramírez. Dice sentir nostalgia por saber que cuando muera no será enterrada junto a sus padres.
“Ya está bien lleno, quedan pocos lugares. Antes de la pandemia había todavía un tramo grande vacío, pero con la pandemia se saturó muy rápido, hubo muchos fallecidos y me pregunto a dónde me irán a enterrar, porque junto a mis padres ya no creo”, expresa.

Con tono de tristeza, externa que hace tiempo apartó un espacio junto a las tumbas de sus papás, pero ya fue ocupado al morirse su cuñada.
“Quién sabe dónde nos toque, ya difunta no sé dónde terminaré”, asevera.
En otro punto del cementerio, Tomás Hernández, quien suma dos periodos desempeñándose como panteonero, indica que después de la pandemia este lugar es de primera necesidad.
Aclara que las tumbas encontradas en un pasillo y donde sus cruces fueron colgadas en uno de los muros se encuentran así porque los familiares de los difuntos no autorizaron removerlas cuando se amplió el panteón.
Reconoce que quedan ya pocos lugares disponibles. Estima que hay unos 60, con todo y que hace dos años fue ampliado, pero éste se llenó rápidamente por las muertes generadas por la pandemia.
“En este lugar los espacios de una tumba deben respetarse, porque el féretro tiene una medida estándar y no cambia, mide 2 metros por 90 centímetros y ese tamaño se debe respetar en la excavación y en todos los casos se deben dar de 10 a 20 centímetros más, tanto de largo como de ancho, por si las familias quieren poner lápidas o monumentos”, sostiene.
Por último, cuenta que en fechas recientes han exhortado a los usuarios de este sitio a respetar la medida otorgada, porque si llegan a extenderla se pierde un lugar para otro difunto.

FUE DIFÍCIL DURANTE LA PANDEMIA

José Alberto Onofre García, panteonero de la comunidad La Trinidad Chautenco, exhibe que este sitio tiene menos de 50 lugares disponibles a beneficio de la población, pero tiene conocimiento de que autoridades municipales empiezan a ver la compra de nuevos terrenos.

Aprueba los comentarios de pobladores y de sus homólogos en torno a que la pandemia se llevó a muchas personas.
“Fue crudo el escenario, la gente moría, aunque aquí llegaron personas que murieron de otras causas, pero los espacios comenzaron a llenarse en los últimos dos años, porque ya no llegaban las dos o tres de cada mes, sino era más”, recuerda.
Alerta que al panteón de Chautenco le quedan tres años de vida, porque es baja la estadística de mortalidad.

ACOMODAR BIEN LOS ESPACIOS PARA QUE QUEPAN MÁS

En la junta auxiliar Sanctórum, considerada la más grande de Cuautlancingo, el escenario en cuanto a la disponibilidad de espacios en el camposanto no es aún desalentador, porque a decir del panteonero, Jaime Flor Romero, éste tiene 250.
“Aquí es nuestra mera casa, de vivos tenemos nuestra casa, pero aquí será nuestra segunda casa y afortunadamente hay todavía lugares”, ventila, mientras muestra los tramos desocupados, los cuales pueden obtenerse sin costo alguno, aunque el peticionario debe cubrir una cantidad económica para tener los permisos de ocupación y el registro oficial.
Las criptas en este lugar generalmente miden 2.2 metros de largo por 90 centímetros de ancho, con una profundidad de 1.7 metros.
“En los primeros momentos de pandemia sí murió mucha gente, no me tocó ver eso, pero me contó la persona que antes estaba en mi lugar y por eso ahora acomodamos mejor los lugares para que las tumbas estén bien distribuidas y el espacio alcance para más”, finaliza.


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