La espera para la población del municipio de Huejotzingo ha llegado a su fin, pues hoy empieza finalmente la edición 154 del aclamado carnaval que se realiza año con año, en esa demarcación, pues a causa de la COVID-19, la edición del año pasado tuvo que realizarse a puerta cerrada y con un número limitado de asistentes. Este año vuelven nuevamente a las calles.
La celebración nació después de la Batalla del 5 de Mayo, y ahora, después de siglo y medio, la tradición de los huejotzincas se mantiene como una oportunidad para fortalecer la hermandad, y celebrar su herencia cultural con orgullo.
El artista Salvador Alonso Méndez, una de las miles de personas que aguardan con ansias la festividad insignia de Huejotzingo, cuenta en entrevista con El Sol de Puebla de qué forma se alistan en comunidad para recibir los siguientes dos días de carnaval en el municipio, a la vez que alimentan una tradición que representa su cultura e identidad.
La primera vez que él asistió al Carnaval de Huejotzingo, tenía cinco años de edad. Desde entonces, no se ha ausentado un solo año, pues considera que participar cabalmente en el evento es una forma de venerar su árbol genealógico. Asegura que sus descendientes han acudido sin excepción desde 1868, año en que se llevó a cabo el primer carnaval de la historia.
Tanto el bordado de coloridos trajes, la elaboración de artículos ornamentales, y la fabricación del distintivo rifle utilizado en los batallones del carnaval, requieren de una preparación de hasta 12 meses, y representan costos que oscilan los 100 mil pesos por persona, de pura indumentaria y accesorios.
TRADICIÓN DE MÁS DE 100 AÑOS
Su arraigo cultural es tal, que Alonso Méndez montó junto a su familia, una exhibición histórica en su propia vivienda. El espacio está abierto al público y ahí muestra más de 20 pinturas realizadas por él mismo, acompañadas de cuatro trajes bordados que representan la diversidad cultural de la zona y resaltan la importancia del carnaval para la gente de esa alcaldía.
Cuenta que además de su esposa, su hijo Montero, de apenas ocho años de edad, viste también los colores de su traje representativo, el de los Zacapoaxtlas –un grupo de guerreros que participó en la Batalla del 5 de Mayo–. Orgulloso de su pequeño, indica que espera que la tradición de salir al carnaval nunca pare en su familia.
Para entender mejor el significado de este festejo para los huejotzincas, es importante remontarnos a tres momentos históricos relevantes en la región: la conquista perpetrada por los españoles al imperio azteca, el intercambio sociocultural entre Europa y América, y al 5 de mayo de 1862, año en que se desató la guerra en defensa del territorio nacional a manos de las tropas francesas que intentaron invadir el país, en aquel entonces.
Alonso Méndez, quien es además un gran apasionado de la historia local, cuenta que fue en ese municipio poblano donde se llevó a cabo el primer casamiento de dos personas indígenas, regido por la religión católica. Asegura que ese momento representó “el choque” de dos culturas, pues hoy en día se cuidan sus costumbres religiosas, al mismo tiempo que se recuerda la existencia de deidades como Tecayehuatzin y Camaxtli.
Finalmente, tiempo después de la consumación de la Batalla de Puebla, los pobladores de Huejotzingo tomaron la decisión de reivindicar esa escena trágica pero victoriosa para los combatientes poblanos, creando el carnaval en febrero de 1868.
El objetivo era representar los aspectos positivos de la guerra ganada contra los franceses, y la importancia que resguarda su devoción católica.
CIUDAD SE DIVIDE EN BARRIOS
El municipio de Huejotzingo se divide en cuatro barrios, los cuales se congregan en el zócalo de la ciudad. Cada uno de ellos cuenta con seis batallones: Zuavos, Zapador, Turcos, Indios Serranos, Zacapoaxtlas, y Señoríos de Huejotzingo, todos representados por peculiares trajes lujosos.
Hombres y mujeres de todo Huejotzingo participan en la celebración del carnaval. Escogen el batallón que más les guste y se disfrazan según su elección. Para no romper con la tradición, las personas suelen ser leales al batallón al que han acudido por años, aunque existe la posibilidad de cambiar.
Cada una de las seis agrupaciones cuenta con un líder voluntario que elige ser el ‘general de batallón’. La persona que ocupa ese puesto tiene la obligación de organizar, e incluso patrocinar los bailes y comidas que suelen darse a los asistentes del carnaval. Un solo general puede pagar de 300 a 500 mil pesos en un sólo día.
Para hacer frente a los altos costos de operación, se suele cobrar una cuota de acceso a los asistentes que busquen pasar un rato de diversión en el carnaval. La tarifa que va de los 300 a los 500 pesos, permite a personas locales y foráneas acceder a las celebraciones que cada batallón realiza en su barrio correspondiente. Así, se puede disfrutar de música en vivo, alimentos y bebidas.
No obstante, ocupar ese cargo es un gran honor para los huejotzincas, pues tienen la oportunidad de protagonizar celebraciones memorables para la comunidad: “Yo conozco muchas personas que han salido de generales y han vendido hasta sus casas”, dice por su parte Gumersindo Gaudencio Caballero Cordero, un artesano de rifles de madera a este medio.
El Carnaval de Huejotzingo representa la unidad de una comunidad y su trascendencia cultural pretende sobrevivir por generaciones. Su gente busca que siga siendo un espacio que permita que personas de todas las edades puedan enorgullecerse de su herencia y disfrutar en compañía de su familia y amigos.