Tehuacán se detuvo por unas horas. Algunos ciudadanos sabían lo que ocurría, otros no, pero todos salieron de sus casas para enterarse de la noticia: se estaba haciendo una caravana en el municipio para darle el último adiós al ex gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta.
Las calles de Tehuacán se vieron llenas de contrastes, tal y como fue Barbosa Huerta en vida. Por una parte, se veían las lágrimas de la esposa de Miguel y sus dos hijos, María del Rosario Orozco, Charo y Migue, pero por otra había algarabía, música y porras.
El gobernador hizo que por unas horas su querido Tehuacán, como muchas veces lo nombró, se detuviera para despedirlo. Los ciudadanos se salieron de su trabajo para observar y las personas se asomaron desde sus ventanas o balcones para ser testigos de un hecho histórico para Puebla.
Todo comenzó en el velatorio Valle de Los Ángeles de dicho municipio, en donde fue velado una vez más por sus seres queridos. Cuando salió la carroza fúnebre ya lo estaban esperando en la calle funcionarios públicos, la banda de guerra del Centro Escolar y por su puesto, su familia.
De este punto se alinearon para dirigirse a la catedral de Tehuacán y hacer una caravana durante todo el trayecto. La cual fue vigilada por elementos de la Policía Estatal, Policía Municipal y Policía de Tránsito. Fueron ellos quienes guiaron la caravana.
Como si se tratara de un desfile, la Avenida Reforma se vio llena de vendedores ambulantes que vendían desde agua, frutas o juguetes. Estuvo lleno de personas que se amontonaron para tener la mejor toma de lo que estaba ocurriendo. Marcaron para avisarles a sus familiares o conocidos que llegaran al punto para ver lo que pasaba y justo en el zócalo toda esta efusión creció.
No es para menos, decían los ciudadanos, “era de aquí”, expresaban mientras comían en los portales. “Aquí se echaba una torta de conejo”, “aquí vino en su campaña”, se podía oír; y justo en la entrada de la catedral ya habían cientos de ciudadanos que lo esperaban. Fue hasta este punto que se empezaron a empujar y aglutinarse para poder entrar a la misa de cuerpo presente.
En la catedral ya esperaba monseñor, Víctor Sánchez Espinosa, líder de la grey católica en Puebla. Se prendió incienso para darle la bienvenida y solo dejaron pasar a la familia y a las personas que cargaban el ataúd, entre ellos sus trabajadores más cercanos y el nuevo gobernador, Sergio Céspedes Peregrina.
En cuanto entró el cuerpo de Barbosa, se cerraron las puertas de la catedral y esto generó la molestia de los ciudadanos que querían entrar al recinto católico. Se empujaron, se insultaron y después de unos minutos se dispersaron al rededor de la Iglesia. Se aferraron a los barrotes que la protegían y ahí esperaron mientras se llevó a cabo la misa.