Las nieves y los helados son parte de los paseos y momentos familiares, degustamos esas texturas llenas de sabores frutales, que hoy en día abarcan otros más como galletas, licores, platillos, flores, entre otros.
Sin embargo, para que estos postres lleguen a tomar forma, hay personas que desde muy temprano se preparan para crearlos. Karina Cristina Cid Rojas es una de ellas, lleva más de una década elaborando estos productos junto a su esposo Oscar Rodríguez Morales, quien falleció hace casi un año.
Durante esa difícil etapa, Karina encontró fuerzas para continuar con este oficio, que además de brindarle el sustento, también es una fuente de recuerdos creados junto a Oscar.
Desde tempranas horas y junto a sus padres recorre los pasillos de la Central de Abasto para comprar lo necesario para después limpiar, despulpar las frutas, mezclarlas con leche o agua y alistarse para girar cientos de veces el recipiente de metal con una forma ovalada en su base que le permitirá un mayor movimiento a la mezcla de frutas con leche o agua.
Entre ambos se colocan trozos de hielo y sal en varias capas, formando un proceso químico que permitirá enfriar dentro del recipiente, eso sí, no puede caer dentro algún trozo de hielo o sal porque descompone el producto, comenta Karina, mientras continúa este proceso que se realiza aproximadamente en una hora para tomar esa consistencia que nos hace salivar cuando vemos los helados dentro de los recipientes en lo que se ofertan.
Mientras Karina revisa cuidadosamente las recetas en sus apuntes, también comenta que los aztecas comieron nieves elaboradas con el hielo del Popocatépetl, combinado con aguamiel o miel, aunque solo eran para la clase privilegiada, es una suerte que haya sobrevivido la receta básica hasta estas fechas para degustar de los sabores y las texturas que nos ofrece una nieve o helado.
