/ domingo 4 de septiembre de 2016

Hemodiálisis, una segunda oportunidad de vida

Todo empezó con un preinfarto. Así fue como Miguel ÁngelHuerta recuerda que recibió el diagnóstico de insuficiencia renalque lo llevó a someterse a sesiones de hemodiálisis, que con eltiempo se han convertido en parte de su rutina desde hace 10 añoscon la esperanza de realizar sus actividades de manera normal.

Fue hace 16 años que lo diagnosticaron con diabetes, derivadade una mala alimentación por el consumo de grasas, azúcares yhasta bebidas alcohólicas. Al volver la vista atrás se da cuentade todos los daños que estos malos hábitos le dejaron y lo muchoque ha cambiado su vida a partir de eso.

Ahora, tres veces por semana, dedica todo un día a las sesionesde hemodiálisis que si bien lo ayudan a tener una mejor calidad devida, pues sustituyen la función de sus riñones para laeliminación de los desechos, también le causan cierto conflicto,toda vez que el cansancio, hambre y sed, después son muyintensos.

“La diabetes no me la cuidé, le seguí echando alcohol y todoeso, hasta que el momento llegó de que el cuerpo ya no resiste, medio un infarto, me desplomé y luego, luego me atendieron. Tuve queingresar al IMSS y estuve en el hospital casi un mes, por lo que mesometieron a hemodiálisis, me pusieron catéter y ahora ya tengola fístula”, explicó.

Con cierta nostalgia, Miguel Ángel, de 55 años de edad,recuerda que los dolores de cabeza, náuseas y calor fueron lossignos de alarma, pero tampoco les prestó atención, hasta hace 10años cuando lo atacó el preinfarto.

“Mi vida ha cambiado mucho, yo no podía caminar. A partir dela hemodiálisis mi vida ha cambiado, puedo correr, puedo bañarme,puedo ir al vapor y me canso mucho, pero es mejor que la vida queantes tenía”, expresó.

Ya no se puede arrepentir de nada, ni volver el tiempo atrás,pero está seguro que con una buena alimentación, sólo eso,podría haberse ahorrado muchos de los problemas de salud que ahoralo aquejan.

CON SOLO 25 AÑOS, PADECE INSUFICIENCIARENAL

No fue una enfermedad sino un problema genético, porque susriñones no se desarrollaron completamente, lo que provocó queBelén Carrillo padezca insuficiencia renal. El caso suena máscomplicado pues con solo 25 años de edad ya se somete a sesionesde hemodiálisis en lo que invierte gran parte de su tiempo.

Tenía 19 años de edad cuando el cansancio, dolor de cabeza yfalta de apetito, la alertaron y se dio cuenta de que algo noandaba bien. Pero su mamá, recuerda, tuvo el mismo problema, porlo que inició con el tratamiento de diálisis con el que dilatócinco años, pero después sufrió de peritonitis y la terapia tuvoque cambiar a hemodiálisis.

“Me operaron de urgencia, porque me entraba el agua pero ya nome salía, mi estómago se empezó a inflamar de tanto líquido quetenía y ya no podía respirar, entonces, me pasaron ahemodiálisis para sacarme líquido, pero como el agua ya se mehabía ido a los pulmones, me los tuvieron que drenar”,explicó.

Hace apenas un par de años inició con el proceso dehemodiálisis, con el cual se siente más cómoda ya que a pesardel estricto tratamiento tiene la posibilidad de viajar y se sientemenos desgastada, aunque, en ocasiones el cansancio es extremo.

Su vida se ha vuelto complicada ya que la hemodiálisis le robagran parte de su tiempo, toda vez que tres veces a la semana tieneque acudir a las sesiones durante tres horas cada día y enocasiones, prácticamente, es la única actividad a al que sededica.

SE HA SOMETIDO A 19CIRUGÍAS

Ángel Muñoz está, como muchos otros pacientes coninsuficiencia renal, en lista de espera para el trasplante de unriñón, pero por tercera ocasión. A los 17 años de edad fuediagnosticado con el padecimiento, ocasionado porque sus riñonesno se desarrollaron por completo debido a que nacióprematuramente, según le dieron a conocer los médicos.

A los 21 años de edad se sometió a su primer trasplante, quefue donado por su padre con cuyo tejido vivió 20 años, pero mástarde, sus problemas de salud regresaron y la donante fue suesposa; sin embargo, su cuerpo lo rechazó  y ahora está enespera nuevamente de un órgano disponible.

“Voy a hacer 24 años con este enfermedad. Ya he sufrido dosinfartos. Ya he sufrido 19 cirugías” expresó.

Las cirugías han sido, por mencionar algunas, por los procesosde cateterismo para la diálisis peritoneal, los dos trasplantes,una operación por peritonitis y además la preparación parahemodiálisis a la que se somete desde hace tres y medio años.

Ángel, como los demás pacientes, se siente agotado tras lassesiones de hemodiálisis; sin embargo, tiene cuatro hijos y unaesposa a quienes debe dar sustento, por lo que a pesar de padecerinsuficiencia renal tiene que trabajar para llevar los ingresos asu hogar.

Sabe que la enfermedad no la tiene por malos hábitos sino porun mal congénito y como tal lo acepta, pero no deja de pensar quesu vida sería diferente si no se sometiera a hemodiálisis; sinembargo, siempre se mantiene con ánimo que le inyecta sufamilia.

LA DIABETES LE CAUSÓ INSUFICIENCIA RENAL 

A la edad de 22 años Juan M. fue diagnosticado con diabetes,desde hace nueve se somete a un tratamiento de hemodiálisis,después que médicos en Estados Unidos, donde trabajaba yradicaba, detectaron que sus riñones solo funcionaban al 30 porciento.

Su proceso inició con el tratamiento de diálisis, unos mesesdespués le hicieron cateterismo para someterlo a la terapia dehemodiálisis y ahora tiene fístula, a través de la cual -cadatercer día- se hace la limpieza de la sangre, pues sus riñones yano cumplen con esta función.

“Todo empezó con un dolor de cabeza, me empezó a subir lapresión”, recuerda al mostrar en su brazo izquierdo la forma enla que ha evolucionado la fístula, misma sobre la que debe tenermuchos cuidados, toda vez que corre el riesgo de reventarse.

Sabe que su vida ya no es la misma que hace nueve años, perotambién se encuentra seguro de que a partir de la hemodiálisistiene una probabilidad de vida más amplia, por lo que se apegaestrictamente al tratamiento para mantenerse en buenascondiciones.

“Cuando uno se mete a la máquina le quitan vitaminas,proteínas, minerales, todo. Entonces, sale uno como dicen con purabasura”, expresó al tiempo del comentar que, como muchos otrospacientes está en lista de espera para el trasplante de unórgano.

No obstante refirió que gracias a la hemodiálisis puederealizar sus actividades normales, a diferencia del uso de lahemodiálisis, con la que se corre más peligro de infecciones, porlo que desde hace nueve años, con unas modificaciones, pero llevael tratamiento que le permiten una mejor calidad de vida.

VIAJA DESDE TEPEXI CADA TERCERDÍA

Ya hace seis años que Maricela Martínez fue diagnosticada coninsuficiencia renal, a diferencia de muchos pacientes, ella recibela terapia de hemodiálisis en una institución privada, lo que leprovoca gastos mensuales muy elevados que tiene que solventar entreella y uno de sus hijos.

Ella vive en Tepexi de Rodríguez  y cada tercer día viaja ala ciudad de Puebla, donde en un hospital privado se somete altratamiento. En ocasiones, los recursos son insuficientes y ellamisma administra sus terapias, por lo que, cada semana, en lugar deir tres veces acude sólo dos.

Conectada a la máquina de hemodiálisis, Maricela recuerda queel cansancio y dolores de cabeza fueron los principales síntomaspor lo que la diagnosticaron con insuficiencia renal, por lo que sesometió al tratamiento de diálisis el cual solo tuvo por seismeses debido a que desarrolló una infección de peritonitis y laterapia tuvo que cambiar.

“A mí me dijeron que me tenía que poner diálisis, si no, meiba a hinchar mucho y me iba a afectar el cuerpo”, expresó. Aundespués de las terapias, Maricela, termina agotada, en ocasionessolo tiene ganas de dormir y el viaje, de regreso a casa, leprovoca aún más cansancio.

Todo empezó con un preinfarto. Así fue como Miguel ÁngelHuerta recuerda que recibió el diagnóstico de insuficiencia renalque lo llevó a someterse a sesiones de hemodiálisis, que con eltiempo se han convertido en parte de su rutina desde hace 10 añoscon la esperanza de realizar sus actividades de manera normal.

Fue hace 16 años que lo diagnosticaron con diabetes, derivadade una mala alimentación por el consumo de grasas, azúcares yhasta bebidas alcohólicas. Al volver la vista atrás se da cuentade todos los daños que estos malos hábitos le dejaron y lo muchoque ha cambiado su vida a partir de eso.

Ahora, tres veces por semana, dedica todo un día a las sesionesde hemodiálisis que si bien lo ayudan a tener una mejor calidad devida, pues sustituyen la función de sus riñones para laeliminación de los desechos, también le causan cierto conflicto,toda vez que el cansancio, hambre y sed, después son muyintensos.

“La diabetes no me la cuidé, le seguí echando alcohol y todoeso, hasta que el momento llegó de que el cuerpo ya no resiste, medio un infarto, me desplomé y luego, luego me atendieron. Tuve queingresar al IMSS y estuve en el hospital casi un mes, por lo que mesometieron a hemodiálisis, me pusieron catéter y ahora ya tengola fístula”, explicó.

Con cierta nostalgia, Miguel Ángel, de 55 años de edad,recuerda que los dolores de cabeza, náuseas y calor fueron lossignos de alarma, pero tampoco les prestó atención, hasta hace 10años cuando lo atacó el preinfarto.

“Mi vida ha cambiado mucho, yo no podía caminar. A partir dela hemodiálisis mi vida ha cambiado, puedo correr, puedo bañarme,puedo ir al vapor y me canso mucho, pero es mejor que la vida queantes tenía”, expresó.

Ya no se puede arrepentir de nada, ni volver el tiempo atrás,pero está seguro que con una buena alimentación, sólo eso,podría haberse ahorrado muchos de los problemas de salud que ahoralo aquejan.

CON SOLO 25 AÑOS, PADECE INSUFICIENCIARENAL

No fue una enfermedad sino un problema genético, porque susriñones no se desarrollaron completamente, lo que provocó queBelén Carrillo padezca insuficiencia renal. El caso suena máscomplicado pues con solo 25 años de edad ya se somete a sesionesde hemodiálisis en lo que invierte gran parte de su tiempo.

Tenía 19 años de edad cuando el cansancio, dolor de cabeza yfalta de apetito, la alertaron y se dio cuenta de que algo noandaba bien. Pero su mamá, recuerda, tuvo el mismo problema, porlo que inició con el tratamiento de diálisis con el que dilatócinco años, pero después sufrió de peritonitis y la terapia tuvoque cambiar a hemodiálisis.

“Me operaron de urgencia, porque me entraba el agua pero ya nome salía, mi estómago se empezó a inflamar de tanto líquido quetenía y ya no podía respirar, entonces, me pasaron ahemodiálisis para sacarme líquido, pero como el agua ya se mehabía ido a los pulmones, me los tuvieron que drenar”,explicó.

Hace apenas un par de años inició con el proceso dehemodiálisis, con el cual se siente más cómoda ya que a pesardel estricto tratamiento tiene la posibilidad de viajar y se sientemenos desgastada, aunque, en ocasiones el cansancio es extremo.

Su vida se ha vuelto complicada ya que la hemodiálisis le robagran parte de su tiempo, toda vez que tres veces a la semana tieneque acudir a las sesiones durante tres horas cada día y enocasiones, prácticamente, es la única actividad a al que sededica.

SE HA SOMETIDO A 19CIRUGÍAS

Ángel Muñoz está, como muchos otros pacientes coninsuficiencia renal, en lista de espera para el trasplante de unriñón, pero por tercera ocasión. A los 17 años de edad fuediagnosticado con el padecimiento, ocasionado porque sus riñonesno se desarrollaron por completo debido a que nacióprematuramente, según le dieron a conocer los médicos.

A los 21 años de edad se sometió a su primer trasplante, quefue donado por su padre con cuyo tejido vivió 20 años, pero mástarde, sus problemas de salud regresaron y la donante fue suesposa; sin embargo, su cuerpo lo rechazó  y ahora está enespera nuevamente de un órgano disponible.

“Voy a hacer 24 años con este enfermedad. Ya he sufrido dosinfartos. Ya he sufrido 19 cirugías” expresó.

Las cirugías han sido, por mencionar algunas, por los procesosde cateterismo para la diálisis peritoneal, los dos trasplantes,una operación por peritonitis y además la preparación parahemodiálisis a la que se somete desde hace tres y medio años.

Ángel, como los demás pacientes, se siente agotado tras lassesiones de hemodiálisis; sin embargo, tiene cuatro hijos y unaesposa a quienes debe dar sustento, por lo que a pesar de padecerinsuficiencia renal tiene que trabajar para llevar los ingresos asu hogar.

Sabe que la enfermedad no la tiene por malos hábitos sino porun mal congénito y como tal lo acepta, pero no deja de pensar quesu vida sería diferente si no se sometiera a hemodiálisis; sinembargo, siempre se mantiene con ánimo que le inyecta sufamilia.

LA DIABETES LE CAUSÓ INSUFICIENCIA RENAL 

A la edad de 22 años Juan M. fue diagnosticado con diabetes,desde hace nueve se somete a un tratamiento de hemodiálisis,después que médicos en Estados Unidos, donde trabajaba yradicaba, detectaron que sus riñones solo funcionaban al 30 porciento.

Su proceso inició con el tratamiento de diálisis, unos mesesdespués le hicieron cateterismo para someterlo a la terapia dehemodiálisis y ahora tiene fístula, a través de la cual -cadatercer día- se hace la limpieza de la sangre, pues sus riñones yano cumplen con esta función.

“Todo empezó con un dolor de cabeza, me empezó a subir lapresión”, recuerda al mostrar en su brazo izquierdo la forma enla que ha evolucionado la fístula, misma sobre la que debe tenermuchos cuidados, toda vez que corre el riesgo de reventarse.

Sabe que su vida ya no es la misma que hace nueve años, perotambién se encuentra seguro de que a partir de la hemodiálisistiene una probabilidad de vida más amplia, por lo que se apegaestrictamente al tratamiento para mantenerse en buenascondiciones.

“Cuando uno se mete a la máquina le quitan vitaminas,proteínas, minerales, todo. Entonces, sale uno como dicen con purabasura”, expresó al tiempo del comentar que, como muchos otrospacientes está en lista de espera para el trasplante de unórgano.

No obstante refirió que gracias a la hemodiálisis puederealizar sus actividades normales, a diferencia del uso de lahemodiálisis, con la que se corre más peligro de infecciones, porlo que desde hace nueve años, con unas modificaciones, pero llevael tratamiento que le permiten una mejor calidad de vida.

VIAJA DESDE TEPEXI CADA TERCERDÍA

Ya hace seis años que Maricela Martínez fue diagnosticada coninsuficiencia renal, a diferencia de muchos pacientes, ella recibela terapia de hemodiálisis en una institución privada, lo que leprovoca gastos mensuales muy elevados que tiene que solventar entreella y uno de sus hijos.

Ella vive en Tepexi de Rodríguez  y cada tercer día viaja ala ciudad de Puebla, donde en un hospital privado se somete altratamiento. En ocasiones, los recursos son insuficientes y ellamisma administra sus terapias, por lo que, cada semana, en lugar deir tres veces acude sólo dos.

Conectada a la máquina de hemodiálisis, Maricela recuerda queel cansancio y dolores de cabeza fueron los principales síntomaspor lo que la diagnosticaron con insuficiencia renal, por lo que sesometió al tratamiento de diálisis el cual solo tuvo por seismeses debido a que desarrolló una infección de peritonitis y laterapia tuvo que cambiar.

“A mí me dijeron que me tenía que poner diálisis, si no, meiba a hinchar mucho y me iba a afectar el cuerpo”, expresó. Aundespués de las terapias, Maricela, termina agotada, en ocasionessolo tiene ganas de dormir y el viaje, de regreso a casa, leprovoca aún más cansancio.

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