/ jueves 16 de noviembre de 2017

La historia de Pamela, víctima de trata en Puebla, que sacude al Vaticano

||Con información de Notimex||

Mientras padecía un infierno de ultrajes, violaciones, golpes yexplotación sexual, Pamela Muñoz Ruíz no imaginaba que iba apoder sobrevivir y, algunos años después, su historia sacudiríaal corazón mismo del Vaticano.

Así fue, a sus 29 años, está muchacha originaria de Pueblaviajó en avión por primera vez para asistir a dos coloquiosinternacionales convocados por la Pontificia Academia para lasCiencias Sociales sobre tráfico de personas en la Casina Pío IV,un histórico edificio ubicado dentro de los JardinesVaticanos.

“No me lo creo todavía, siento que estoy soñandotodo esto desde que subí al avión. Es algo inimaginable, estarcerca del Papa y de toda esta gente que está comprometida conabolir la esclavitud moderna”, contó Pamela, en entrevista conNotimex.

“Es emocionante ver que sí están haciendo algo, realmentequieren hacer la diferencia, que haya más supervivientes, que nosayuden a restaurar todo lo que nos fue quitado, todos nuestrossueños, porque nos hacen creen que no valemos y que tu vida va aser esa hasta que te maten de un golpe o ya no les sirvas”,agregó.

Con esas palabras se refirió a su experiencia en el encuentro“Asistiendo a las víctimas de tráfico humano. Mejoresprácticas para la reinserción, la asistencia legal y lacompensación” y en la Cumbre de Juezas y Procuradoras sobretrata y crimen organizado, en los cuales participó en las últimasdos semanas.

Es más, a ella le tocó brindar su testimonio en ambasreuniones, que congregaron a algunos de los más importantesespecialistas y juristas del mundo en la materia.

“¿Sabes? Sólo el 2 por ciento de las víctimas sobreviven.Si no me rescataban o acababa muerta, hubiese terminado en NuevaYork”, reflexionó Pamela al repasar su cautiverio.

Han pasado más de siete años desde aquel 7 de mayo de 2012cuando la policía de la Ciudad de México logró arrancarla de lasgarras de su tratante, tras cinco años de cautiverio en tresdiversos estados del país.

Su infierno comenzó en Puebla

Tenía 19,  el divorcio de sus padres la llevó a dejar lapreparatoria y a trabajar en una tienda de 24 horas. Aunque ayudabacon el gasto, sentía que su familia no la quería, ni siquiera lefestejaba sus cumpleaños.

Entonces conoció un chico y se puso de novia. La trataba tanbien que pensó: “Él sí me quiere, me está dando todo lo quemi familia no me dio”. Tras constantes conflictos, su madre laechó de la casa y ella decidió mudarse con el muchacho.

Ahí comenzaron sus problemas. Él la controlaba obsesivamente,la tenía casi secuestrada en su casa de Tenancingo, ella sólopodía ver al piso y comenzaron los golpes.

El hombre le compró ropa provocativa y le anunció que se iba adedicar a la prostitución. Cuando ella se negó, le dio unagolpiza y amenazó con asesinar a su familia, ella cedió.

Entonces la llevó a una casona ubicada en el centro dePuebla. El primer día estuvo con 30 hombres. Al terminar lajornada, él la felicitó: “Lograste la cuenta”, le explicó.“Me sentía súper sucia y por más que me bañaba no se iba. Meacosté toda dolorida, ya no era nada, era una basura”, relatóPamela.

Describió un sutil sistema de tortura psicológica. Aseguróque, como ella, la mayoría de las mujeres que ejercen en esosburdeles del centro poblano lo hacen contra su voluntad. “Todasestán vigiladas”, afirmó.

Por allí desfilaban hombres de todo tipo, “Iban los médicos,policías, todos a tener los servicios, no sé si algúnpolítico”, describió. A cada uno le ofrecían 15 minutos, peroa ella la obligaban a terminar en cinco, porque si tardaba más“no era porque me gustaba el servicio”.

“Si me tardaba un minuto más eran golpes, si miraba para otrolado eran golpes, si no cubría la cuota eran golpes. Durante esostres años tuve tres abortos, por los golpes que me dio”,lamentó.

Yo vine aquí por tus servicios, ledijo un policía

Perdió la esperanza cuando le pidió a un policía ayuda derodillas y él le contestó: “Yo vine aquí por tus servicios, nopara escuchar tu historia”. Esa misma noche el tratante lapateó, le jaló el cabello, la arrastró por el piso, enrepresalia.

En los hospitales, cuando llegaba maltrecha, ni los médicos nilas enfermeras le preguntaban a ella por los motivos de tamañasheridas. Siempre lo cuestionaban a él, la curaban y la dejaban ir.“Nadie me ayudaba. Me sentía como esclava, aunque no estaba enuna jaula”.

“No se dan cuenta que no es una vida fácil. Te puedenhasta matar los mismos clientes, si no les gusta tu servicio tematan. Conocí a muchas que las mataron en el cuarto de su hotel,porque estaban drogados. Uno casi me ahorca hasta matarme”,abundó.

Tras ser rescatada gracias a una denuncia anónima, tuvo quepasar nuevas penurias. Hasta que fue enviada a la Fundación Caminoa Casa. Sólo ahí se sintió realmente querida y empezó una duralucha por recuperar su vida.

Meses después pudo ver de nuevo a su familia. En lugar deacogerla, sus padres y su hermana la culparon de su desgracia.Habían tenido que vender todo y dejar Puebla, por las constantesamenazas recibidas de la familia del tratante. Nunca más losvolvió a ver.

Su voz se quebró y sus ojos se volvieron llorosos, al pensar encuál fue el momento más difícil de todo el proceso. Tras unapausa de dolor, replicó: “Saber que no era una basura, recobrarel amor por mí”.

Y añadió: “Esta persona me decía que yo no valía nada, quenadie me iba a querer por todo lo que pasé y la verdad yo mesentía una basura”.

||Con información de Notimex||

Mientras padecía un infierno de ultrajes, violaciones, golpes yexplotación sexual, Pamela Muñoz Ruíz no imaginaba que iba apoder sobrevivir y, algunos años después, su historia sacudiríaal corazón mismo del Vaticano.

Así fue, a sus 29 años, está muchacha originaria de Pueblaviajó en avión por primera vez para asistir a dos coloquiosinternacionales convocados por la Pontificia Academia para lasCiencias Sociales sobre tráfico de personas en la Casina Pío IV,un histórico edificio ubicado dentro de los JardinesVaticanos.

“No me lo creo todavía, siento que estoy soñandotodo esto desde que subí al avión. Es algo inimaginable, estarcerca del Papa y de toda esta gente que está comprometida conabolir la esclavitud moderna”, contó Pamela, en entrevista conNotimex.

“Es emocionante ver que sí están haciendo algo, realmentequieren hacer la diferencia, que haya más supervivientes, que nosayuden a restaurar todo lo que nos fue quitado, todos nuestrossueños, porque nos hacen creen que no valemos y que tu vida va aser esa hasta que te maten de un golpe o ya no les sirvas”,agregó.

Con esas palabras se refirió a su experiencia en el encuentro“Asistiendo a las víctimas de tráfico humano. Mejoresprácticas para la reinserción, la asistencia legal y lacompensación” y en la Cumbre de Juezas y Procuradoras sobretrata y crimen organizado, en los cuales participó en las últimasdos semanas.

Es más, a ella le tocó brindar su testimonio en ambasreuniones, que congregaron a algunos de los más importantesespecialistas y juristas del mundo en la materia.

“¿Sabes? Sólo el 2 por ciento de las víctimas sobreviven.Si no me rescataban o acababa muerta, hubiese terminado en NuevaYork”, reflexionó Pamela al repasar su cautiverio.

Han pasado más de siete años desde aquel 7 de mayo de 2012cuando la policía de la Ciudad de México logró arrancarla de lasgarras de su tratante, tras cinco años de cautiverio en tresdiversos estados del país.

Su infierno comenzó en Puebla

Tenía 19,  el divorcio de sus padres la llevó a dejar lapreparatoria y a trabajar en una tienda de 24 horas. Aunque ayudabacon el gasto, sentía que su familia no la quería, ni siquiera lefestejaba sus cumpleaños.

Entonces conoció un chico y se puso de novia. La trataba tanbien que pensó: “Él sí me quiere, me está dando todo lo quemi familia no me dio”. Tras constantes conflictos, su madre laechó de la casa y ella decidió mudarse con el muchacho.

Ahí comenzaron sus problemas. Él la controlaba obsesivamente,la tenía casi secuestrada en su casa de Tenancingo, ella sólopodía ver al piso y comenzaron los golpes.

El hombre le compró ropa provocativa y le anunció que se iba adedicar a la prostitución. Cuando ella se negó, le dio unagolpiza y amenazó con asesinar a su familia, ella cedió.

Entonces la llevó a una casona ubicada en el centro dePuebla. El primer día estuvo con 30 hombres. Al terminar lajornada, él la felicitó: “Lograste la cuenta”, le explicó.“Me sentía súper sucia y por más que me bañaba no se iba. Meacosté toda dolorida, ya no era nada, era una basura”, relatóPamela.

Describió un sutil sistema de tortura psicológica. Aseguróque, como ella, la mayoría de las mujeres que ejercen en esosburdeles del centro poblano lo hacen contra su voluntad. “Todasestán vigiladas”, afirmó.

Por allí desfilaban hombres de todo tipo, “Iban los médicos,policías, todos a tener los servicios, no sé si algúnpolítico”, describió. A cada uno le ofrecían 15 minutos, peroa ella la obligaban a terminar en cinco, porque si tardaba más“no era porque me gustaba el servicio”.

“Si me tardaba un minuto más eran golpes, si miraba para otrolado eran golpes, si no cubría la cuota eran golpes. Durante esostres años tuve tres abortos, por los golpes que me dio”,lamentó.

Yo vine aquí por tus servicios, ledijo un policía

Perdió la esperanza cuando le pidió a un policía ayuda derodillas y él le contestó: “Yo vine aquí por tus servicios, nopara escuchar tu historia”. Esa misma noche el tratante lapateó, le jaló el cabello, la arrastró por el piso, enrepresalia.

En los hospitales, cuando llegaba maltrecha, ni los médicos nilas enfermeras le preguntaban a ella por los motivos de tamañasheridas. Siempre lo cuestionaban a él, la curaban y la dejaban ir.“Nadie me ayudaba. Me sentía como esclava, aunque no estaba enuna jaula”.

“No se dan cuenta que no es una vida fácil. Te puedenhasta matar los mismos clientes, si no les gusta tu servicio tematan. Conocí a muchas que las mataron en el cuarto de su hotel,porque estaban drogados. Uno casi me ahorca hasta matarme”,abundó.

Tras ser rescatada gracias a una denuncia anónima, tuvo quepasar nuevas penurias. Hasta que fue enviada a la Fundación Caminoa Casa. Sólo ahí se sintió realmente querida y empezó una duralucha por recuperar su vida.

Meses después pudo ver de nuevo a su familia. En lugar deacogerla, sus padres y su hermana la culparon de su desgracia.Habían tenido que vender todo y dejar Puebla, por las constantesamenazas recibidas de la familia del tratante. Nunca más losvolvió a ver.

Su voz se quebró y sus ojos se volvieron llorosos, al pensar encuál fue el momento más difícil de todo el proceso. Tras unapausa de dolor, replicó: “Saber que no era una basura, recobrarel amor por mí”.

Y añadió: “Esta persona me decía que yo no valía nada, quenadie me iba a querer por todo lo que pasé y la verdad yo mesentía una basura”.

Local

Caso de contaminación por posible petróleo en el Río Alseseca fue turnado a Conagua

Los elementos de PC acudieron a una zona aledaña al río Alseseca para supervisar dicha área, donde determinaron que esta situación no representa un peligro para los vecinos de la colonia

Policiaca

Autopista México-Puebla, epicentro de ocho muertes por accidentes en tan sólo seis meses

En el hospital donde era atendido, murió el conductor del autobús de pasajeros TLA Titanium, que chocó contra los pilares del segundo piso

Elecciones 2024

Tehuacán apunta las campañas a la seguridad, pero algunos carecen de propuestas

Los planteamientos van desde mejor oferta salarial a los policías hasta más equipo de inteligencia para el municipio

Policiaca

Adolescente es apuñalado por expareja de su novia al ingresar a un motel

El estado de salud del joven fue reportado como grave, ya que tenía tres heridas profundas que podrían haber dañado un pulmón

Local

Alarma aumento de depresión y suicidios en Puebla: Causas y cómo abordarlos

Aislamiento social, presiones sociales, económicas y el no acudir con un especialista en el tema pueden ser detonantes